Terquedad Campo de Mayo

La Novena Sesión del Foro Urbano Mundial (FUM9) se realizó en Kuala Lumpur, Malasia, entre el 7 y el 13 de febrero de este año. Para alegría y alivio de la humanidad, el foro culminó con una nueva proclama sobre el futuro de nuestras ciudades (parece que necesitábamos otra): la Declaración de Kuala Lumpur sobre las Ciudades 2030.
El manifiesto se anuncia en representación de un amplio colectivo humano que haría las delicias de Borges, su enciclopedia china y Foucault: “gobiernos nacionales, subnacionales y locales, parlamentarios, sociedad civil, personas mayores, mujeres, jóvenes, niños, personas con discapacidad, grupos de base, pueblos indígenas y comunidades locales, sector privado, fundaciones y organizaciones filantrópicas, internacionales y regionales, académicos, profesionales” y [para que nadie se ofenda] “otras partes interesadas relevantes”. Su texto incluye todos los ingredientes comme il faut: se escribe desde un espíritu de colaboración, creatividad e innovación, se apela al cambio, la cooperación y la gobernanza, se promueven coaliciones y redes. Sus modos son firmes pero amables: solicita (seguramente a alguien muy poderoso pero que quedó afuera del amplio colectivo firmante), llama la atención, reconoce, recomienda, llama… Su objetivo: el despliegue de todos los esfuerzos, medios y recursos disponibles para la instrumentación de la Nueva Agenda Urbana de ONU-Habitat.
Si la Declaración no parece un llamamiento que vaya a conmover demasiado a los poderes concretos de este mundo, al menos logra el objetivo principal de estos productos: nadie puede estar en contra de lo que dice.
MC (el que atiende)