Es inevitable asociar la actual construcción de un muro que aísla Palestina de Israel, a la experiencia del Muro de Berlín y (al menos para un observador local) a los patchworks generados por las urbanizaciones privadas en las ciudades de América Latina, donde los muros divisorios separan violentamente la marginalidad pobre de la marginalidad rica. Esta obvia y previsible asociación tiene una lectura posible desde el estudio de la ciudad y el territorio.
Tal reflexión es, hasta cierto punto, independiente de los juicios de valor ideológico y político, y no implica plantear equivalencias absolutas entre estas situaciones. Como aclaración previa: creo tener elementos de juicio bastante amplios sobre los casos de Berlín y de los barrios cerrados, y en cambio muy poca información consistente sobre el cerco a Palestina. No obstante, no necesito tener esa información para estar convencido de que ese muro es un acto de barbarie, como en mayor o menor medida son también los otros. Pero no es tanto la evaluación política y moral de estos episodios lo que aquí me interesa, como la reflexión sobre las implicancias que estos tienen sobre la teoría y la praxis de la ciudad y el territorio. El lector interesado en los aspectos que esta nota elude voluntariamente abordar, encontrará al final del texto algunos enlaces a sitios donde sí se realizan esas consideraciones. También es bueno aclarar que este texto no pretende dar explicaciones generales que descubran un hilo conductor uniendo todos los casos expuestos, sino comentar la propia perplejidad del autor ante la persistencia de estas respuestas territoriales en contextos tan distintos y en un tiempo en que se supone que los muros son inservibles.
MC (el que atiende)