En este pasaje de Un hombre oscuro, Marguerite Yourcenar sintetiza la diferencia entre lo rural y lo urbano en su mediación con la naturaleza, el carácter de la ciudad como espacio de especialización e intercambio:
“Al regresar a Londres y, más tarde, descubrir Ámsterdam, tras los dos años pasados en la Isla Perdida, Nathanael se había maravillado de las comodidades que pueden encontrarse en las grandes ciudades, ya que dispensan, incluso a los más pobres, de arrancarle a la tierra y a las aguas lo indispensable para el sustento.
Desbrozar para después arar, sembrar, arar y recoger, cortar los troncos que luego servirían para construir, o atarlos haces de leña para calentarse; esquilar los corderos, cardar, hilar y tejer la lana; matar al ganado, ahumar o poner el pescado a secar, después de haberlo sacado del agua; moler, amasar, cocer y remover; todas esas tareas las realizaban más o menos todos los habitantes de la Isla Perdida, pues de ellas dependía su vida y la de los suyos. Aquí en la ciudad, la cerveza la vendía el tabernero; el pan, el panadero, quien tocaba una trompa para avisar que ya estaba cocido; en las carnicerías, cadáveres dispuestos a ser consumidos colgaban de unos ganchos; el sastre y el zapatero cortaban, en forma de atavíos, unas telas ya tejidas y unas pieles ya raspadas y curtidas. No obstante, el cansancio del hombre que trabaja para obtener la paga del sábado no era menor: el pan cotidiano adquiría el aspecto de una monedita de cobre o –con menor frecuencia – de plata, que le permitía adquirir lo necesario para vivir. Los que poseían algunas riquezas se inquietaban por los vencimientos de la renta y alquileres; un crédito no cobrado adquiría para Elie a una cosecha perdida. La inseguridad no había hecho sino cambiar de forma. En lugar de hallarse visiblemente sometidos al rayo, a las tempestades, a la sequía y a las heladas –que no percibían sino por medios indirectos– los hombres dependían, en lo sucesivo, del publicano, del representante de Dios que reclamaba su diezmo, del usurero, del patrón, del propietario…”.
Hoy la pandemia pero ya antes –y seguramente después– la crisis ambiental y la incertidumbre social y económica ponen en discusión el carácter de lo natural, lo rural y lo urbano, su relación y sus límites, nuestra organización humana en el territorio; la forma social de nuestro encuentro en el espacio, en los lugares. Ese es hoy el contexto de nuestros debates, de nuestro problema.
Un hombre oscuro es un relato extraordinario y está incluido en Cuentos completos (Penguin Random House, Barcelona, 2017).
MC (el que atiende)