Hablando en términos generales, hay dos bandos: “conservadores que exigen un gasto público limitado y, por lo tanto, un Estado más pequeño; y progresistas que abogan por una mayor inversión en bienes y servicios públicos, como infraestructura, educación y atención médica”, sostiene la economista Mariana Mazzucato en un reciente y muy recomendable artículo de la revista digital Live Mint. El tema que aborda es la austeridad en relación al crecimiento económico y en su desarrollo nos recuerda esta frase de Keynes, que se aplica muy bien al debate sobre el rol público en el desarrollo urbano: “Lo importante para el gobierno no es hacer cosas que los individuos ya están haciendo sino aquellas cosas que en este momento no se hacen en absoluto”. Citando en este caso a Polanyi, completa: “los mercados no son reinos independientes donde los Estados pueden intervenir para bien o para mal; son más bien los resultados de las acciones públicas, no solo las privadas”.
Para Mazzucato, el valor de lo público no se limita simplemente a redistribuir la riqueza existente o corregir los problemas que afectan a los bienes públicos; implica especialmente atreverse a la innovación y a producir valor en diferentes espacios (y esto, agregamos nosotros, incluye obviamente al espacio urbano…). Como ejemplos de su postura cita casos tan relevantes como la creación de Internet a partir del trabajo de las agencias estadounidenses NASA y DARPA o el desarrollo de medicamentos de gran éxito a partir del financiamiento de los National Institutes of Health.
En línea con este razonamiento, Paul Krugman ha contestado ante la pregunta sobre la posibilidad de un capitalismo de base moral: “no, el capitalismo está guiado solamente por el interés propio. Pero deberíamos ser capaces de poner límites a la inmoralidad y la codicia a través de las reglas. Las democracias sociales con economías de mercado reguladas y con fuertes redes de seguridad no son solo utopías morales, sino las sociedades más decentes que jamás se hayan creado”.
MC (el que atiende)