Después
de un largo periodo del siglo XX dominado por el funcionalismo
("la forma sigue a la función") presenciamos
un fin de siglo signado con un postmodernismo irreverente
que reivindicó la forma y los referentes históricos
proclamando que la función debe subordinarse a formas
tipológicamente preestablecidas ("la función
sigue a la forma").
El pragmatismo
resultante de los cambios acaecidos durante el siglo XX, que
constituyen la pesada carga con que se inicia este nuevo milenio
(neoliberalismo y globalización incluidos), nos enfrenta
a un nuevo paradigma, donde la gestión de los proyectos
y la administración de instrumentos y recursos
ha cobrado tal relevancia que termina por ser el factor determinante
en los proyectos tanto urbanos como arquitectónicos.
Esta nota analiza los antecedentes, los alcances y los riesgos
de este nuevo referente que se sintetiza en la sentencia "la
forma sigue a la gestión" en la planificación
urbana.
La famosa
frase "Form follows function" (la forma sigue
a la función) del arquitecto Louis Sullivan, inaugura
una época de preeminencia de la función por
sobre las otras componentes del proceso arquitectónico,
aunque el funcionalismo había comenzado antes que Sullivan.
El cambio
al siglo XXI ha significado el reemplazo de grandes paradigmas
que tuvieron el valor de dogmas en el siglo XX por otros entre
los que se cuenta el nuevo orden económico del neoliberalismo
y la globalización, producto de la integración
que provoca la sociedad de la información.
La gestión
de los proyectos ha cobrado tal importancia que podemos afirmar
que en el mundo actual "la forma sigue a la gestión".
Es decir: ni la forma, ni el funcionamiento, ni la ejecución
de un proyecto urbano tienen sentido si no se tiene resuelto
cómo se lleva adelante la operación completa
del diseño de un producto. Este proceso va desde
la política estratégica que gesta el
proyecto hasta la evaluación de sus resultados,
pasando por la ejecución y entrega al usuario final.
Existen
cuatro elementos de la gestión que tienen directa relación
con la forma final de un proyecto: la naturaleza del cliente,
el formato del encargo, el marco económico y los mecanismos
de financiamiento. El modo cómo se desarrolla cada
uno de ellos condiciona en buena medida el resultado formal.
a)
La naturaleza del cliente
En los
proyectos urbanos el cliente puede ser el estado, el municipio,
la comunidad organizada o un cliente privado. Que sea uno
u otro el cliente de una obra urbana es un factor preponderante
en sus resultados.
En América
Latina tenemos muchos ejemplos ya que, desde el mismísimo
instante del "descubrimiento" de América,
hemos sido un inmenso laboratorio de experiencias urbanas
ligadas a determinados modelos de gestión política
o económica.
Tomemos
como ejemplo un icono de la modernidad urbana: el Plan Piloto
de Brasilia.
Esta ciudad es el resultado formal de una gestión política
y económica propia de la circunstancia particular del
Brasil de los años 50: un estado fuerte, un país
pujante de gran reconocimiento internacional. Realizada
hoy día esa operación urbana sería completamente
diferente ya que intervendría no solo el estado
sino con toda seguridad el sector privado nacional e internacional.
Su forma final sería un "collage" heterogéneo
y complejo más semejante al barrio La Defense en París,
o a Canary Wharf en Londres, o al centro de Kuala Lumpur,
que la imagen unitaria y escultórica de la Brasilia
creada por Oscar Niemeyer y Lucio Costa.
Brasilia
Puerto
Madero, Buenos Aires
|
Ahora,
si tomamos un ejemplo contemporáneo y analizamos el
caso de Puerto
Madero en Buenos Aires, tenemos que su forma no
responde al patrón clásico de un proyecto urbano
de los años 50 o 60. ¿Por qué? Obviamente no
tiene nada que ver con Brasilia que está en Brasil,
pero lo notable es que tampoco tiene que ver con el proyecto
Catalinas Norte que está a un costado, en la misma
ciudad, a la misma distancia del centro histórico y
del Río de la Plata. ¿Cambiaron los estilos arquitectónicos,
cambió el patrón del gusto de los argentinos?
No necesariamente. Lo que realmente cambió fue el modelo
de gestión que lo hizo posible más allá
de la relación entre forma, función y construcción.
La forma
en que se relaciona el poder del estado y de la ciudad
con los inversionistas privados y la comunidad organizada
es lo que realmente hace la diferencia que se traduce en una
forma urbana diferente.
b)
El formato del encargo
Uno de
los aspectos más determinantes de la forma urbana es
el modo cómo se gesta un proyecto. Tanto el modo como
se gesta la idea de hacerlo y como se desarrolla la propuesta.
Si se trata de un proyecto realizado por funcionarios del
estado, por consultores externos a través de encargo
directo o asignado por concurso su forma será completamente
diferente.
Los proyectos
realizados por encargo directo a un autor suelen tener
más audacia que aquellos que son el resultado de un
concurso. Los concursos públicos son buenos para
una distribución equitativa del trabajo pero no
necesariamente promueven las mejores obras. Por cierto
hay excepciones.
Biblioteca
Virgilo Barco, por Rogelio Salmona, Arquitecto. Bogotá
Ciudad Abierta, por U.C.V. Ritoque, Arquitectos. Valparaiso |
Otro factor
determinante en los proyectos urbanos, que tiene que ver con
el formato del encargo, son los plazos de ejecución.
Al existir autoridades que, en el sistema democrático
se renuevan periódicamente, se produce una estrecha
relación entre plazo y magnitud de un proyecto. Las
autoridades difícilmente van a promover un proyecto
urbano cuya realización exceda su período de
ejercicio y no puedan ofrecerle a sus electores resultados
concretos. Por eso los periodos muy cortos de alcaldías
o intendencias son muy malos para la ciudad porque solo
viabilizan proyectos de poca relevancia urbana. Los proyectos
urbanos que abordan temas de alta complejidad requieren de
plazos de gestión más largos y una mínima
estabilidad institucional que los sustente. Las gestiones
exitosas de Jaime Lerner en Curitiba
(Brasil), de Fernando Castillo Velasco en La Reina (Santiago
de Chile) y de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa (Bogotá)
tienen que ver con un trabajo persistente y continuo de más
de un lustro en cada caso.
c) El marco económico
El marco
económico es fundamental en la determinación
del tipo de intervención urbana, tanto en términos
macro como en términos micro económicos. Si
el sistema económico le permite al usuario que participe
directamente en las decisiones, o si es intermediado
por organismos o si participa como comprador en el
mercado inmobiliario, será determinante en la forma
urbana.
La
Habana
San Juán de Puerto Rico |
Comparemos
La Habana con San Juan de Puerto Rico y entenderemos mejor
esta situación. Estas son dos ciudades del Caribe con
raíces ancestrales y trazas históricas semejantes
cuya evolución posterior las ha hecho radicalmente
distintas. En la Habana se trata de la preeminencia de un
modelo de desarrollo socialista de economía centralizada
donde las decisiones sobre lo que se construye o no y sobre
lo que se demuele o no son tomadas por un organismo de un
estado todopoderoso. En San Juan se trata del modelo de desarrollo
capitalista con fuerte participación del usuario a
través de un mercado transparente y altamente competitivo.
Los resultados son evidentemente diferentes.
El socialismo
y el libre mercado son dos polos opuestos, pero existen innumerables
mecanismos diferentes tales como los grupos cooperativos,
las concesiones del estado a privados, etc. que a su vez condicionan
diversas formas de proyectos.
d) Los mecanismos de financiamiento
Los chinos,
cuando se juntan para salir a comer, antes de decidir a qué
restaurante irán y qué van a comer se ponen
de acuerdo cómo se pagará la cuenta. Luego deciden
el resto en consecuencia con aquella decisión.
En el
mundo actual estos mecanismos tienen – nos guste o no- una
gran incidencia en la forma (y en el éxito o fracaso)
de cualquier proyecto. Esto es plenamente aplicable a la planificación
urbana, donde en la concepción actual, los mecanismos
de financiamiento son absolutamente inseparables de la gestión
del proyecto o plan.
Tomemos
como ejemplo la ciudad de Córdoba en Argentina. Ahí
se dio en los últimos 20 años un fenómeno
inmobiliario interesante. La empresa del arquitecto Togo Díaz
hizo una serie de edificios de departamentos forrados en ladrillo
que al cabo de unos años, le dio una fisonomía
particular a toda la ciudad. Aparte de la buena calidad de
su arquitectura y sistema constructivo, la clave del éxito
de la operación estuvo en la forma de financiar y comercializar
los edificios. Se minimizaba el costo financiero debido a
los altos intereses y a la inexistencia de créditos
hipotecarios de largo plazo, pagando a los proveedores y profesionales
con metros cuadrados construidos. El sistema funcionó
bien hasta que el derrumbe de la economía argentina
arrastró también a esta empresa, la cual quebró
y dejó de hacer estos edificios que habían comenzado
a ser imitados por otros desarrolladores.
Plan
de transporte, Cutitiba
Plan de concesiones del Ministerio de Obras Públicas,
Chile |
Otro ejemplo
notable ha sido el caso chileno de la construcción
de infraestructura de transporte a través del Programa
de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas,
que permitió la realización de innumerables
autopistas, aeropuertos, puertos, etc., con financiamiento
privado.
De haber
sido realizadas por el estado esas obras (cuestión
prácticamente imposible por las altas inversiones realizadas
en pocos años) habrían sido completamente diferentes
a las realizadas por las empresas concesionarias.
Hoy día
existen diversos instrumentos de financiamiento para proyectos
urbanos que combinan el interés público con
el privado, y que dan resultados bien diferentes a los que
resultan del solo financiamiento estatal.
Es indudable
que hay muchos casos en que la gestión pasa a ser
tan preponderante que se transforma en una patología.
Los riesgos de que la gestión se transforme en "gestionitis"
son tan probables y tan indeseables como el formalismo, o
el funcionalismo exagerado. El reconocer que existe un factor
importante en el desarrollo de la planificación urbana
no significa que deba desplazar a los otros factores que deben
mantener su importancia relativa. Una ciudad, para crecer
armónicamente, debe lograr un equilibrio sostenible
de todos los factores que inciden en su desarrollo.
HED
Arquitecto
chileno, profesor de la Universidad de Chile, consultor en
arquitectura y urbanismo. Esta nota reproduce la ponencia
presentada por el autor al X Seminario de Arquitectura Latinoamericana,
Montevideo, septiembre de 2003.
Sobre
el X SAL ver
nota en este mismo número de café
de las ciudades.
Sobre
la gestión de Puerto Madero, Buenos Aires, ver el sitio
WEB de la Corporación
Antiguo Puerto Madero.
Sobre
Brasilia,
Cutitiba
y Bogotá,
ver sus respectivos sitios WEB.
Página
Ministerio de obras públicas de chile
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