"El
circulo vicioso de la marginación"
Jordi
Borja y la violencia en el banlieue de París.
Entrevista:
MC
El
Centro de Estudios para la Gestión de Políticas Públicas
Urbanas (CEPPUR) realizó su presentación
oficial en Buenos Aires el lunes 15 de noviembre, con una
disertación del urbanista catalán Jordi Borja. Al
terminar la conferencia, dialogamos con Borja sobre los acontecimientos
en la periferia de París, que es ese momento alcanzaban su
mayor repercusión mediática.

cdlc:
La
exclusión étnica y la violencia en la periferia parisina,
y en general en las grandes ciudades europeas, ¿son problemas que
ocurren "en la ciudad" o, en un cierto punto, son cuestiones
propias de la ciudad? ¿Cómo se articulan las dimensiones
social, política y territorial de estos conflictos?
JB:
En un conflicto como el que se da hoy en París intervienen
muchas causas, pero el tema que yo enfatizaría más
es que desde hace años se ha averiado el ascensor social.
La gente que vive en estos barrios es, en gran parte, de origen
inmigrante, pero al decir "origen" estamos diciendo que
se trata de hijos, e incluso nietos, de inmigrantes. La inmigración
tan importante de los años ´50, ´60 y ´70 fue uno de los
factores, aunque no el único, que movió a la construcción
de estos grandes conjuntos de viviendas, los
HLM (Habitation
à Loyer Moderé), etc. Fue una inmigración
que se integró bastante rápidamente en la sociedad
francesa a través de una movilidad social ascendente vinculada
al trabajo. Mucha de esta población era de origen magrebí,
africano, también de ciudades del sur de Europa, España,
Italia, Portugal; una parte era religiosa, otra no: muchos de los
que llegaron siendo religiosos dejaron de serlo. En todo caso, este
nunca fue un problema, nunca fue un elemento identitario significativo.
Mucha gente de procedencia africana o árabe dejó de
ser religiosa, y aunque lo fueran, todos enviaron sus hijos a la
escuela laica, la escuela republicana francesa. Lo que efectivamente
funcionó fue la integración a través del trabajo,
por eso en estos grandes conjuntos se mezclaron gentes de distintas
migraciones con franceses de raíz.
¿Qué
es lo que ha ocurrido? Un proceso social y urbano. El proceso urbano,
que es el más evidente, es lo que se ha llamado el circulo
vicioso de la marginación. Estos barrios, de arquitectura
pobre y de urbanismo aun más pobre, con poca calidad ciudadana,
periféricos, no siempre bien comunicados, con poco equipamiento,
en los márgenes de la ciudad, han sido progresivamente abandonados
por la gente que mejoraba su posición. Y en cambio, los que
han venido a ellos son precisamente la gente que no mejoraba su
posición, la que estaba en la escala social más baja.
Este fenómeno urbano ha ido acentuando lo que era en principio
un proceso social, que es que la gente que se quedaba en lo bajo
de la escala (o que directamente descendía) era en gran parte
inmigrante. Esto era así porque en la práctica funciona
una discriminación de hecho, no jurídica, sobre
aquellas personas que, aun siendo franceses de nacionalidad, son
de origen árabe, africano, latinoamericano (en mucho menor
medida), turco, etc. Estas personas son las que en la segunda o
tercera generación han visto frenado su ascenso social, y
se han quedado ahí. No todos los de origen inmigrante se
han quedado ahí, pero los que se han quedado o los que han
llegado en los tiempos más recientes son en gran parte de
origen inmigrante, o franceses muy pobres, lo cual aumenta el grado
de violencia potencial, porque es gente que se disputa los puestos
de trabajo peor calificados. En estos barrios violentos, el porcentaje
de desocupación puede ser fácilmente de un 50%. Pero
hay algo peor que esto: la falta de perspectiva. En los barrios
marginales el problema no es únicamente una situación
de déficit urbano o de desempleo: es que no se ve salida.
Hasta los años ´80, en estos barrios el acceso al trabajo
era posible y la educación era una garantía de progreso
social. Entonces, se crean situaciones de polvorín, y cuando
hay un polvorín, una chispa lo enciende, eso es lo que ha
pasado. Hay una dimensión estrictamente urbana, que podríamos
resumirla en tres puntos: localización periférica,
pobreza del espacio público y arquitectura dura, sin calidad.
Pero yo creo que pesa más el aspecto social, que está
ligado a la discriminación, al desempleo, y a las faltas
de perspectivas de movilidad.

cdlc:
¿La situación francesa es diferente a la de otras sociedades
europeas, incluyendo la respuesta de los gobernantes?
JB: No,
esto ocurre en toda Europa, en todo el continente ha habido explosiones
urbanas. Las ha habido en Alemania, en Inglaterra, en Bélgica;
ha habido incidentes incluso en Estados Unidos. En cuanto a las
respuestas: la explicación clásica sobre la Revolución
Francesa es que había, por un lado, unas condiciones estructurales.
El sistema de organización de la propiedad, de carácter
feudal, no se podía mantener; había una coyuntura
desfavorable porque las cosechas de trigo habían sido malas,
y ocurrieron unos cuantos hechos que hicieron explotar la situación,
como la exclusión del tercer estado en la Asamblea Nacional.
Se superpusieron la causalidad estructural, la casualidad coyuntural,
y finalmente la causalidad ligada a acontecimientos muy particulares
y momentáneos. En el caso de la periferia parisina ha habido
un señor que se encontró con mucho petróleo
desparramado y comenzó a encender cerillas, que fue el
Ministro del Interior Sarkozy. Cuando el ministro dice que toda
esta gente de los barrios es racaille, chusma; eso indignó
a todo el mundo: el ministro del interior ha tenido un papel importante
en esta violencia, porque fue el que alimentó el fuego.

cdlc:
La
situación que describes en el banlieue francés
suena muy parecida a la de las periferias urbanas latinoamericanas:
varias generaciones de inmigrantes que no han podido salir de los
barrios pobres (con todas las diferencias del caso entre las favelas,
villas miseria y poblaciones con respecto a los HML
franceses...), ruptura del Estado de Bienestar, perdida de la esperanza,
esa ominosa sensación de que no hay salida.
JB: Hay
un fenómeno general que afecta a todas las sociedades, desarrolladas
o no tan desarrolladas, pero que es común a Argentina, España,
Francia, etc. Y es que a diferencia de lo que ocurría hace
30 o 40 años, ahora los hijos de los sectores medios y bajos
(incluso, a veces, de los sectores altos) no tienen la seguridad
de vivir mejor que sus padres, incluso tienen la certeza de
que en el mejor de los casos vivirán más o menos igual.
Eso es general. Pero hay circunstancias novedosas, como por ejemplo
que nunca la sociedad había sido más ostentosa en
cuanto al consumo...

cdlc:
Desde algunas posiciones, no siempre conservadoras, se emparientan
los reclamos de los inmigrantes con las posiciones intolerantes
del fundamentalismo musulmán.
JB:
La
intolerancia no es nueva, siempre hubo intolerancia. La España
árabe era mucho más tolerante que la España
de los Reyes Católicos. El fundamentalismo religioso en el
mundo árabe es relativamente reciente, y se da especialmente
en algunos países aliados de Estados Unidos, como en Arabia
Saudita. Con respecto a la discriminación de la mujer, es
algo que en Occidente (y muy especialmente en España) solo
ha empezado a superarse en tiempos muy recientes.
Los manifestantes
que queman autos cometen un delito, pero, ¿qué hay, por ejemplo,
con los ricos que no pagan impuestos? En los primeros tiempos de
la revolución industrial y del movimiento obrero, los trabajadores
se expresaban quemando o destruyendo las máquinas de los
ámbitos donde trabajaban. Esto no sería inteligente,
pero expresaba una rebelión, una necesidad de hacer visibles
sus problemas, que luego se canalizaron por instrumentos más
inteligentes. Creo que en la actualidad mucho de esto se repite
en las revueltas de base territorial donde los nuevos excluidos
expresan su visibilidad y eso, en principio, no es condenable.

cdlc:
Es casi obligado hacer una referencia al Mayo francés
en comparación con los disturbios del banlieue, pero
también es casi obvia la diferencia entre las clases sociales
y las reclamaciones de cada caso.
JB: Por
supuesto que existen diferencias, en un caso se trata de una movilización
con foco en el barrio universitario, alrededor de La Sorbona, conducidos
por jóvenes de la elite, y en otro, de violencia en la periferia
por la exclusión social. Pero creo que al margen de estas
diferencias, hay una coincidencia más amplia: se trata en
ambos casos de jóvenes que protestan contra una estructura
social y política anquilosada, que no sabe interpretar
las demandas más obvias de una sociedad. En los episodios
previos al mayo del ´68, las demandas de los estudiantes son pésimamente
comprendidas por las autoridades. En una asamblea donde participaba
el ministro de educación, Daniel Cohn-Bendit exigió
que pudieran haber intercambios y visitas entre los pabellones de
chicos y chicas en las residencias universitarias, algo que era
lógico, porque ya los jóvenes de la época habían
dejado atrás las represiones sexuales de tiempos pasados.
Y el ministro le respondió, casi con la misma soberbia e
ignorancia con que hoy Sarkozy habla de la "escoria" social,
que si Cohn-Bendit tenía "calenturas", se tirara
a una piscina...

cdlc:
Volviendo a la pregunta inicial: ¿existen respuestas posibles
desde las políticas urbanas?
JB:
Durante
la presidencia de Lionel Jospin, por ejemplo, se había implementado
un sistema de policías de proximidad que tenía muchas
virtudes. Posiblemente, de haber existido ese sistema, no hubiera
ocurrido el incidente de Clichy (donde los muchachos salieron corriendo
por temor a la policía convencional), porque se trataba de
una institución que tenía dialogo frecuente con
los jóvenes, era conocida en el barrio y generaba más
confianza.
En una ocasión,
participé de un seminario sobre inseguridad urbana en una
ciudad de la periferia de Lyon. Era un sábado, y cuando estábamos
terminando propuse el alcalde que los expositores saliéramos
a tomar algo en algún bar para continuar el debate. Con cara
de susto, me dijo "pero es que aquí nada está
abierto a esta hora" (eran las 9 o 10 de la noche...). Le pregunté
que hacían los jóvenes a esa hora, entonces, y me
contestó que los que tenían auto se iban a Lyon, el
resto quedaba sin nada que hacer porque no había buen transporte
público y, en muchos casos, no tenían auto o no tenían
edad para conseguir una licencia de conducir. No hace falta ser
un experto en biología para saber que a esa edad, los jóvenes
necesitan moverse, gastar energías... ¿Qué podrían
hacer en una ciudad sin bares, sin clubes, sin nada que pudiera
recibirlos en la noche?
Por otro lado,
en la segregación y ghettización hay mucho de egoísmo
respecto a la renta urbana. Muchas veces, los colectivos vecinales
se oponen a que se instale una mezquita, pero no especialmente por
una cuestión de discriminación religiosa, sino porque
se afecta el valor del suelo y las propiedades: las mezquitas desvalorizan
el suelo urbano. Alguna vez propuse a autoridades del Ayuntamiento
de Barcelona que construyeran una mezquita en pleno centro de la
ciudad para dar un ejemplo en sentido contrario, pero me respondieron
que eso era imposible porque el suelo era muy caro...
MC
De
Jordi Borja, ver también las notas La
ciudad conquistada, Barcelona
y su urbanismo y La
Revolución Urbana I
y II,
y el comentario "Tendencia
no es destino", sobre
su libro "La Ciudad Conquistada", en los números
2, 21, 31, 32 y 15, respectivamente, de café
de las ciudades.
Sobre
los episodios de violencia en el banlieue de París,
ver en este mismo número la nota ¿Arde
París?,
de Jean Louis Cohen.
También
recomendamos especialmente la lectura de los siguientes artículos:
Sobre
París, desde París.
Testimonio de un español en los barrios calientes de la revuelta
francesa, por Argemino Barro Garcia.
Quemo
todo, por consiguiente existo.La
voz de los suburbios,
por Annamaría Rivera
France
Is Burning,
por Thierry Bardini, en CTHEORY Online.
Los
organismos que administran los HLM (Habitation à Loyer
Moderé) gestionan el 35 % del parque residencial construido
en Francia. Una
página
WEB del gobierno francés
informa sobre su situación.
|