Quienes somos
menores de 30 años tenemos en común haber visto surgir
a Internet, a la telefonía móvil y a los mensajes
de texto (SMS). Queda claro que el sector al que pertenezco no es
el único que usa estos sistemas, pero sí el que más
lo hace. Asimismo, nuestra generación ha presenciado el
uso de Internet en las campañas electorales: en las elecciones
del año 2000 en México el candidato Labastida hizo
una gran inversión en su estrategia virtual, siendo pionero
en el uso de la e-radio. No obstante, la campaña de Vicente
Fox tuvo a bien desarrollar una estrategia de e-mails que circularon
exitosamente a través de redes ciudadanas, que fue bien acogida
por el sector de la población que tiene acceso a la red.
Un estudio desarrollado
por la Universidad de Stanford sostiene que la actividad más
común en Internet es el envío de e-mails. Y una característica
de Internet es que tras ser ideado como un proyecto militar, es
ahora una plataforma primordialmente civil y comercial. Estos factores
proporcionan a los e-mails innovadores una gran capacidad para
propagar mensajes electorales a un bajo costo.
En estos momentos,
el uso de SMS complementa a Internet en las campañas electorales.
Trascendieron varias noticias de los últimos comicios iraníes:
un alto líder religioso declaró que ir a votar era
tan importante como rezar, hubo miles de candidatos "reformistas"
vetados por el Consejo Supremo de la Revolución Islámica
y se enviaron un gran número de SMS el día de las
elecciones con proclamas político-religiosas.
Mientras tanto,
en España se incrementó en 20% el uso de SMS el sábado
anterior al 14M, día en el que el aumento fue del 40%. Las
cruciales movilizaciones del 13M, específicamente aquellas
manifestaciones en las sedes del PP, se convocaron a través
de la telefonía móvil, en particular del SMS. No había
otra opción, los hechos que cambiaron el rumbo político
de España ocurrieron en 48 horas, por lo que la comunicación
necesitaba ser precisa y efectiva. Aun cuando el PP acusó
a los demás partidos de orquestar la campaña nocturna
de protestas, y el líder de Izquierda Unida declaró
haber mandado SMS, las convocatorias se difundieron través
de redes ciudadanas.
Una de las tantas
lecciones que deja la experiencia española en campañas
electorales, es que los SMS pueden jugar un papel fundamental en
la transmisión de mensajes a través de redes de la
sociedad civil. Los mensajes de texto tendrán un mayor impacto
si existe un detonante, un evento, una causa (en este caso
fue un atentado terrorista mal manejado por el gobierno) que favorezca
o justifique la movilización social.
Paul Pierson,
especialista en increasing returns de la Universidad de Harvard,
tiene una visión muy aguda sobre la política: carece
de mecanismos de aprendizaje. Por otro lado, Brian Arthur es experto
en su aplicación en el ámbito económico, en
donde "el conocimiento obtenido en la operación de sistemas
complejos conlleva a mayores increasing returns en su uso
continuo" (Increasing Returns and Path Dependence in the
Economy. Ann Arbor: University of Michigan Press, 1994). En
ambos casos la coordinación e interacción de los actores
es fundamental en la creación de una retroalimentación
positiva.
Una característica
distintiva de la política es su visión a corto
plazo, que está intrínsecamente relacionada con
los procesos electorales. Un mensaje de texto, a diferencia de un
e-mail, por lo general queda grabado por un corto periodo de tiempo,
se lee en el instante en que es recibido, no necesita que los interlocutores
tengan acceso a Internet ni se desplacen hasta donde exista, y sirve
para mandar un solo mensaje específico. Es casi como un telegrama,
y puede ser tan corto como la visión de los actores políticos.
En ese sentido, si éstos logran aprender rápido en
un ambiente altamente complejo (lo que Pierson vería con
escepticismo), y adaptan este conocimiento en los momentos precisos
de las campañas electorales, estamos ante un momento coyuntural
en el uso de SMS.
De ser así,
la presencia de SMS en las campañas electorales tendrá
una retroalimentación positiva con el tiempo, y quienes los
utilicen primero obtendrán los mejores resultados. Y si comprueban
su efectividad, como ya ocurrió en España, será
difícil no recibirlos en las próximas campañas.
En México,
país que ha adoptado la costumbre estadounidense de preocuparse
en todo momento por las siguientes elecciones (al grado de confundirlas
con la democracia) la telefonía móvil creció
de 64.000 usuarios en 1990 a más de 18 millones en 2002.
Esta tendencia bien puede ser aprovechada en los comicios presidenciales
de 2006, siempre tomando en cuenta que su efecto depende del mensaje:
si se manda en un momento en el que se está gestando una
gran movilización o capta un sentimiento generalizado en
la opinión pública. Asimismo, el efecto de los SMS
depende en gran medida de quién lo envía, es difícil
que si un partido político manda un mensaje con su tradicional
propaganda de supermercado cambie la preferencia electoral de quien
lo recibe. Sin embargo, un mensaje enviado por un familiar o
un amigo puede influir en la valoración de las opciones
políticas.
Los SMS tienen
un gran impacto en el refuerzo del voto útil y en la convocatoria
para que voten los indecisos, siempre y cuando transmitan mensajes
específicos en los que se privilegien las acciones sobre
los adjetivos, y sean enviados en el momento preciso.
Recordemos que el PP siguió la estrategia de no hacer campaña
para no movilizar a los indecisos, que finalmente sí votaron,
junto con los dos millones de nuevos electores, mayoritariamente
a favor del PSOE.
Igual que muchos
de los e-mails que recibimos son spam, con los SMS esta tendencia
aumentará en la medida que los gobiernos y las compañías
no resguarden la privacidad de los usuarios de telefonía
móvil (en México existe el precedente de la venta
del padrón del Instituto Federal Electoral).
Si es cierto
lo que dice Arthur, y los actores económicos aprenden más
rápido por su capacidad de identificar a los ganadores, en
cuanto sea contraproducente enviar SMS dejarán de hacerlo.
Por otro lado, si se confirma la visión de Pierson, en lo
que respecta a la incapacidad de los políticos para aprender,
es posible que tras incorporar el uso de SMS en campañas
electorales sigan invirtiendo en su envío cuando hayan dejado
de existir.