Una
ficción metropolitana contemporánea (por entregas).
De
Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz
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entregas anteriores
Entrega
18: La afirmación positiva
Una visión
panóptica. La eficacia de las caricias. No lejos de la fábrica.
Los motivos de su conducta. Hipótesis oportunista. Certero
impacto del Artista Pop.

- Panóptica,
visión panóptica, completó Javier la frase
interrumpida de Miranda, aun vestida y acomodada sobre su cuerpo
desnudo, del salón en el ángulo oscuro, ambos
contemplando las fatigosas faenas de una fiesta en una casa quinta
de Moreno, no muy lejos de la fábrica donde Miranda había
conocido unos meses antes a Jean Luc, pero muy a trasmano de la
parrilla de Lalo (donde, sin embargo, pararían a almorzar
al día siguiente Miranda y el Artista Pop).
- Vemos todo,
y ellos no pueden verse entre sí, como en esas cárceles...
esa visión, ¿cómo le dicen?
- Panóptica,
visión panóptica, completó Javier la frase
interrumpida de Miranda, y acarició el lóbulo de la
oreja izquierda de la muchacha, que lo dejó hacer más
por no prestarle atención que por placer (Javier recordaba
la eficacia de esas caricias en sus tiempos de noviazgo, y ese recuerdo
lo llevó a una reflexión sobre los conceptos de "cerca"
y "lejos" en la medición subjetiva del tiempo;
veinte años después revisaría el documento
que escribió una semana más tarde de la fiesta y esa
sería la base de una tesis académica sobre Proust,
que le permitiría acceder a una generosa beca de una fundación
internacional; en cambio, los pensamientos de Miranda giraban en
torno a los motivos de su conducta personal en relación a
la simultaneidad de su amor por Jean Luc y sus experiencias con
amantes).
Apoyada en el
cuerpo desnudo de Javier, de quien lo separaban la mediación
de sus propias ropas aun puestas y el agotamiento de una pasión
devenida en mera amistad (todo lo sexual que se quisiera), los pensamientos
de Miranda giraban en torno a los motivos de su conducta personal
en relación a la simultaneidad de su amor por Jean Luc y
sus experiencias con amantes, impedida por el momento de formular
en términos afirmativos la índole de esta aparente
contradicción.
No era infidelidad,
pensaba, por no existir un compromiso social o interpersonal que
obligara a Miranda y Jean Luc a prescindir de relaciones ajenas
a entrambos.
No era insatisfacción
sexual ni afectiva con Jean Luc, en quien pensaba en todo momento,
aun en los mejores momentos de sus romances periféricos.
No era la búsqueda
de experiencias por sí, ni menos aún el temor al compromiso
con Jean Luc ni la previsión de una crisis que castigara
la diferencia de edad.

En cierto modo,
pensó, aunque al día siguiente esta conclusión
quedará descartada al regresar a su casa al atardecer y,
entre otras conductas impensables al momento de la fiesta, omitir
responder el llamado de Jean Luc, en cierto modo, decíamos,
las historias con amantes respondían a la lógica del
amor enloquecido, como desafíos que Miranda planteaba a su
propia pasión, sabiendo que la experiencia con otros solo
reforzaba su deseo por Jean Luc.
Cada experiencia
confirmaba la sabiduría del Depredador, o incitaba a repetirla
en la seguridad de encontrar una mejor resolución; lo mismo
podía decirse de las escenas de coitos y seducciones que
se sucedían a la vista de Miranda unos metros frente a sus
ojos, en una especie de panóptico improvisado donde Miranda
y Javier contemplaban las conductas de los participantes de la fiesta
sin que estos pudieran, por la particular posición de aquellos
en el salón, en un ángulo con acceso a las dos partes
del ambiente en forma de "L", acceder a las mismas visiones
globales. Exhausto, Javier solo atinaba a acariciar a Miranda. Y
quizás temeroso de las comparaciones, insistió en
el argumento que venía construyendo desde hacía unos
días, primero como una ficción malévola, luego
autoconvenciéndose de la lógica irrebatible de su
proposición.
- Creo que me
voy a ir, dijo Miranda en un tono absolutamente diverso al de su
conversación previa, expresando el disgusto con las teorías
de Javier acerca de Jean Luc, pero más aun su desagrado con
el uso de esos argumentos para expresar los celos de su amigo contra
el Depredador.
Concretamente,
la teoría de Javier presentaba a Jean Luc como un sobreviviente
de los servicios secretos franceses, entrenado por veteranos de
la represión colonialista sobre Argelia, enviado a Latinoamérica
a la vez para conseguir información de primera agua para
las oficinas francesas sobre los movimientos insurreccionales de
los años `70, y para colaborar con los ejércitos locales
en tareas de logística, inteligencia directa y entrenamiento
contrarrevolucionario. El correr de los años, el cansancio
físico y moral, el propio éxito de sus tareas, la
decadencia de sus contactos en la agencia, el fin de la guerra fría,
y una notable capacidad intelectual que Javier no negaba, habían
llevado a Jean Luc a abandonar sus contactos y establecerse con
otras prácticas profesionales más presentables, donde
sin embargo aprovechaba la experiencia y talentos de su oficio anterior.
Como toda teoría,
la de Javier sobre Jean Luc era en principio incomprobable y asentada
en datos aleatorios, pero tenía también, como toda
buena teoría, el merito de eslabonar y explicar circunstancias
sueltas que llamaban la atención sobre el Depredador. La
teoría era verosímil en lo cronológico y admitía
tanto la profunda erudición filosófica y política
de Jean Luc, como su capacidad de seducción, ese cinismo
misterioso, y sus habilidades en materia de defensa personal y artes
del combate, así como también su disciplina y resistencia
personal. Miranda, que desde la primera vez que escuchó la
formulación de la teoría de boca de Javier entendió
que se trataba de una reacción pasional frente al macho que
le había quitado su mujer, atribuía esa exactitud,
precisamente, a tratarse la teoría de una construcción
intelectual que partía de los datos a explicar y de una posición
subjetiva del teorizador, y no el fruto de una investigación
seria y con datos rigurosos. La vieja disputa, en fin, entre los
métodos deductivos e inductivos.

Javier abrazó
con más fuerza a Miranda e intentó dar vuelta su cara
para besarla, a lo que Miranda opuso una breve resistencia. Javier
logró finalmente penetrar con su lengua entre los labios
de Miranda, y comenzó una serie de caricias en procura de
iniciar el avance sexual sobre la muchacha, que rechazó esta
vez con más convicción los embates de Javier. Pensó,
Miranda, que unos minutos más sin saber que quería
exactamente hacer esa noche (irse de la fiesta, tener sexo con Javier,
integrarse a alguna de las propuestas de sexo grupal que se desarrollaba
a unos metros del oscuro ángulo del salón en "L"
donde Javier intentaba desnudarla) la pondrían de un mal
humor que no quería demostrar, no tanto por gentileza hacia
Javier sino para que este no interpretara ese mal humor como producto
de suponer por un momento verosímiles las proposiciones sobre
Jean Luc.
Dio vuelta la
cara a otro embate de Javier en el momento en que entraba al salón
el Artista Pop. Se vieron, y en esa primera vista Miranda tuvo una
visión hipertemporal que abarcó distintos plazos de
su relación con el Artista: la pasión en los próximos
meses, la decisión tomada en una playa brasileña de
compartir su vida y hacerlo padre de sus hijos, la certeza del amor
por sobre el sufrimiento de una vida azarosa, la necesidad (sobre
todo) de ir rápidamente a su encuentro para preservarlo de
la lasciva intencionalidad de las muchachas de la fiesta, el deseo.
CR
c/VR
Próxima
entrega (19): El
amor asoma su sucia cabeza
Hipótesis
de conflicto - El perseguidor - Preguntas capciosas - Efectos colaterales
- Sólo en Buenos Aires – La tristeza de un jueves a la tarde
Carmelo Ricot
es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación
de servicios administrativos a la producción del hábitat.
Dilettante, y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que
acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos
sobre estética, erotismo y política.
Verónicka
Ruiz es guionista de cine y vive en Los Angeles. Nació en
México, estudió geografía en Amsterdam y psicología
en Copenhague.
En entregas
anteriores:
1:
SOJAZO!
Un gobierno acorralado, una medida impopular. Siembran con soja
la Plaza de Mayo; Buenos Aires arde. Y a pocas cuadras, un artista
del Lejano Oriente deslumbra a críticos y snobs.
2:
El "Manifesto"
Desde Siena, un extraño documento propone caminos y utopías
para el arte contemporáneo.
¿ Marketing, genio, compromiso, palabrerío? ¿La ciudad como
arte...?
3:
Miranda y tres tipos de hombres
Lectura dispersa en un bar. Los planes eróticos de una muchacha,
y su éxito en cumplirlos. Toni Negri, Althuser, Gustavo y
Javier.
4:
La de las largas crenchas
Miranda hace un balance de su vida y sale de compras. Un llamado
despierta la ira de una diosa.
El narrador es un voyeur. Bienvenida al tren.
5:
El Depredador
Conferencia a sala llena, salvo dos lugares vacíos. Antecedentes
en Moreno.
Extraño acuerdo de pago. Un avión a Sao Paulo.
6:
Strip tease
Ventajas del amor en formación. Encuentro de dos personas
que no pueden vivir juntas pero tampoco separadas. Miranda prepara
(y ejecuta con maestría) la recepción a Jean Luc.
7:
Nada más artificial
Extraño diálogo amoroso. Claudio parece envidiar a
Jean Luc, pero sí que ama a Carmen.
Virtudes de un empresario, razones de una amistad.
8:
Empresaria cultural
Carmen: paciencia, contactos y esos ojos tristes. Monologo interior
ante un paso a nivel.
Paneo por Buenos Aires, 4 AM.
9:
La elección del artista
Bullshit, así, sin énfasis.
Cómo decir que no sin herir a los consultores.
La ilusión de una experiencia arquitectónica. Ventajas
de la diferencia horaria.
10:
Simulacro en Milán
La extraña corte de Mitzuoda.
Estrategias de simulación. Las afinidades selectivas. Una
oferta y una cena. La Pietà Rondanini. Juegos de seducción.
11:
Más que el viento, el amor
Al Tigre, desde el Sudeste. El sello
del Depredador. Jean Luc recuerda la rive gauche, Miranda espera
detalles. La isla y el recreo. Secretos de mujeres. El sentido de
la historia.
12:
El deseo los lleva
La mirada del Depredador. Amores
raros. Grupo de pertenencia. Coincidencias florales. Influida y
perfeccionada. Un mundo de sensaciones. Abusado por el sol.
13:
Acuerdan extrañarse
Despojado de sofisticación.
Las víboras enroscadas. Adaptación al medio. Discurso
de Miranda. Amanecer. Llamados y visitas. ¿Despedida final? Un verano
con Mónica.
14:
No podrías pagarlo
Refugio
para el amor. Viscosas motivaciones. Venustas, firmitas, utilitas.
Una obra esencialmente ambigua. La raíz de su deseo. Brindis
en busca del equilibrio.
15:
La carta infame
Estudios
de gestión, y una angustia prolongada. Demora inexplicable.
La franja entre el deseo y la moral. Lectura en diagonal a la plaza.
Sensiblería y procacidad.
Entrega
16: En la parrilla de Lalo
Paisaje periférico. Estudio de mercado. Sonrisa melancólica,
proporciones perfectas.
Un patrón apenas cortés. Elogio del elegante. Suite
Imperial. Desnudez y democracia.
Entrega
(17): La investigación
aplicada
Más
de lo que quisiera. Temas de conversación. La insidiosa duda.
Estrategia del celoso. Peligros. La casa del pecado. Suposiciones
y conjeturas.
Entremés
- Solo por excepción (I) / La drástica decisión.
Entremés
- Solo por excepción (II)
/ Los trabajos y los días
Entremés
- Solo por excepción (III y última del entremés)
/ El experimento Rochester.
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