Los
lectores/as enviaron estos mensajes a
cartas@cafedelasciudades.com.ar:
Adjunto una
nota que escribí hace un tiempo sobre la política
urbana / arquitectónica del gobierno de la provincia de Córdoba,
Argentina, y que, obviamente, no fue publicada en los diarios oficiales.
Saludos cordiales
Ricardo Sargiotti
(x-arquitectos), Córdoba
N. de la R.:
Reproducimos la nota enviada por Ricardo.
El sillón
del livin de la abuela
(o la forma
de ejecutar una ciudad)
Como (quizás)
muchos de ustedes, mantengo el recuerdo del halo que rodeaba al
vedado-de-todo-uso sillón del living de la casa de mis abuelos
maternos. Hijos de inmigrantes, mantenían una tradición
(juro que lo comprobé en Italia) en que ese lugar es "para
cuando viene gente" y, por ende, lugar inhibido para reuniones
casuales u otros usos, como por ejemplo habitar. Para esto último
quedaban relegadas habitaciones como la cocina, el lavadero o la
galería; en definitiva, los ambientes que no necesitaban
estar "de punta en blanco", donde el desorden era aceptado.
Como se imaginarán, en ese contexto, cuando "venía
gente", también se utilizaban la cocina, el lavadero
o la galería; dónde sino podrían sentirse más
cómodos visita y anfitrión.
Volviendo
al sillón del living con una mirada (humildemente) inquisidora,
entiendo que ese lugar era el mausoleo necesario para que esa casa
esté completa. Para que las visitas al pasar a su lado pudieran
medir el pulso económico y estético de sus dueños
que, henchidos de orgullo, pocas veces sacaban las fundas de nylon
que los cubrían.
Toda esta
dulce historia de realismo mágico nos lleva a conclusiones
que poco condicen con nuestra realidad, ni con una visión
racional del uso-construcción-costo del espacio doméstico
(que les aseguro, se extiende hasta hoy en maneras diversas de la
casa contemporánea). Esta reflexión me ayudó,
luego, a entender una realidad bastante distinta y, no por ello
menos mágica: Hablo del modo en que el gobierno De la Sota
manejó la obra pública de la provincia y, especialmente,
de la ciudad de Córdoba. Paso a relatar: el gobierno provincial
realizó obras de escuelas, unas doscientas; barrios country
para pobres con un total supuesto de doce mil viviendas, una ciudad
de las artes, planifica timbas en los predios del ferrocarril Mitre,
mientras demuele el Buen Pastor y compra el Palacio Ferreyra para
transformarlo en Museo y ampliar el Caraffa hacia el edificio del
Ipef, todo esto, como si fuera poco, en medio de la negociación
con dos grupos para ver cuál le hará los ministerios,
obra culmine de su reinado a cambio de interesantes tierras en la
ciudad. Todo "para el bien de la gente", of course.
De esta
enumeración cualquier bien pensante (como cualquier ciudadano
de las grandes capitales que él mismo dice tomar de modelo)
imaginará otro tanto de: calidad de proyectos, participación,
planificación, trabajo para muchos, exigencia al talento
de los profesionales, sumar 100 etcéteras. Pero no, ninguno
de los proyectos fue abiertamente concursado; y nada mejor que para
echar luz sobre las beldades de nuestro Luis XVI (no lo digo por
la peluca blanca) que llamar ahora a un concurso internacional
de proyectos para un puente peatonal entre el Palacio Ferreyra y
el museo Caraffa.
Supongo
que a esta altura, mis inteligentes lectores, comenzarán
a dilucidar el intríngulis analógico del sillón
del living de mi abuela ¿no?.
El volumen
de obras realizadas, en realización y por realizarse parecen,
para nuestro gobernador, tener el estatus de cocina, galería
o lavadero de mis abuelos. El puentecito, en cambio, es el sillón,
estará a la vista de las promiscuas visitas y, si me permiten,
tendrá el mismo grado de inutilidad.
Lamentablemente,
la inocencia de mis abuelos no sirve de atenuante para el gobernador.
Si ellos destinaban tanto esfuerzo a ese minúsculo (y representativo)
elemento quitándole atención a los ambientes que realmente
habitaban. Como decía al comienzo, eso es atribuible a una
tradición no cuestionada; a un tiempo y a una circunstancia
particulares; casos no aplicables a la ejecución (1) de una
ciudad, aunque sí, paradójicamente, a la ejecución
(2) de una ciudad.
(1) ejecutar:
llevar a cabo una tarea
(2) ejecutar:
cometer un delito
post-scriptum
Soy conciente
que hablar de concursos de proyecto resulta ya tedioso. El tema
ha sido manoseado, utilizado políticamente en declamaciones,
etc. El asunto es que seguimos en lo mismo: se hacen cuando no se
va a construir y no se hacen cuando efectivamente se construye.
Las instituciones que nos representan (?) se llenan la boca al fomentar
concursos de placitas mientras la gran obra pública sigue
sin concursarse. Las mismas instituciones que rasgan sus vestiduras
y llaman a concentraciones el día que las obras ya se realizaron
sin ninguna consulta previa, habiendo sido cómplices, al
conocer de antemano, el desarrollo de los proyectos por parte del
gobierno de turno.
Una pregunta abierta: ¿nos resignamos a esto para siempre? o es
que me equivoco y están todos muy cómodos así.
RS,
Córdoba., 23 de Junio 2005
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Soy estudiante
de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA, y estamos
por filmar un corto en 8mm para la Facultad. El mismo es un corto
de época, y den Alemania 1930. Para el mismo buscamos gente
que hable alemán. Los papeles a cubrir son: hombre de 50
a 70 años; hombre de 25 a 40 años. Si alguien está
interesado o quiere saber más del proyecto, puede escribirme
a XAGA
o a mili_canal@yahoo.com.ar.
Gracias.
Milagros
Canalda, Buenos Aires
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Agradecemos
los mensajes y el aliento de Jorge Aslan, Patricia Carcova, Paola
Gallino, Patricia García, Daniel Giganti, Alicia Maffei Guillermo
Murria, Mauricio Saúl, Pablo Trivelli, Eduardo Zanatta, Marcela
Zanzottera y a todos los suscriptos en el mes de septiembre.
Con especial
agradecimiento a esos ojos.
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