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y miradas sobre la ciudad
r e v i s t a d i g i t a l
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el primer lunes de cada mes
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AÑO
6 - NUMERO 59 - Septiembre 2007
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> SUMARIO |
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Economía
de las ciudades |
25
años de mercado de suelo en Santiago
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Desarrollo
urbano, valorización inmobiliaria y equidad territorial
en la capital chilena I
Por
Pablo Trivelli O. |
N.
de la R.: Esta nota reproduce el número 100 (Julio
de 2007) del Boletín Trimestral sobre el mercado
de suelo en Santiago, elaborado por el autor.

En el
segundo trimestre del año 2007 se ofrecieron 552 terrenos
dentro del límite urbano de las 34 comunas del Gran
Santiago, según avisos clasificados de prensa publicados
en el cuerpo F del diario El Mercurio. Estas ofertas suman
una superficie de 190 hectáreas y alcanzan un precio
promedio de 7,35
UF/m².
Tal como
se puede apreciar en el grafico adjunto, que da cuenta de
los últimos diez años del Boletín, la
superficie ofrecida aumenta en 37,5 hectáreas respecto
del primer trimestre de este año y el nivel promedio
de precio en los terrenos ofrecidos disminuye en 0,38 UF/m²,
lo que se debe a un cambio en la composición de la
oferta según tamaño y localización de
los terrenos ofrecidos y no a una disminución en el
nivel real del precio de los terrenos en las 34 comunas del
Gran Santiago.

Se puede
afirmar entonces que la superficie ofrecida en este trimestre
vuelve al nivel que se venía registrando históricamente
desde el año 2001, es decir, de unas 200 hectáreas,
luego de la caída hasta 153 hectáreas que se
registró en el primer trimestre de este año.
El nivel del precio promedio de los terrenos ofrecidos se
sitúa entre 7 y 8 UF/ m², que es lo que se ha venido
registrando desde el año 2001, tal como se puede apreciar
en el grafico adjunto.
Este es
el boletín Nº 100 y por lo tanto se cumplen 25 años
desde la publicación del primer ejemplar. Por esta
razón, además de hacer un análisis de
la coyuntura actual, interesa dar una mirada a la tendencia
histórica registrada en estos 25 años, cuando
en el primer trimestre del año 1982 se ofrecieron 339
terrenos que sumaron 146 hectáreas, que tenían
un precio promedio de 0,85 UF/m² en el espacio urbano de las
17 comunas que tenia el Gran Santiago en esa época.
Orígenes del boletín.
Interesa
en esta ocasión dar a conocer los orígenes de
esta iniciativa, que surge luego de haber trabajado intensamente
en el estudio "Mercado de Tierras en el Área Metropolitana
de Santiago", Publicaciones No. 164, 165, 177,178,
179, 77 (774 pág.) de la División Técnica
de Estudios y Fomento Habitacional del Ministerio de Vivienda
y Urbanismo, Santiago, 1981, elaborado por el Instituto de
Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica
de Chile en el año 1978.
Fue un
estudio pionero en Chile, que requirió un gran
esfuerzo de indagación conceptual y de análisis
de distintas fuentes de información y de recopilación
estadística sistemática. Fue un trabajo arduo,
porque no había en Chile estudios de esa naturaleza
en estos temas y tampoco en América Latina, salvo en
Colombia donde había una larga tradición histórica
en la recuperación de plusvalías y donde se
empezaban a hacer estudios estadísticos sobre la materia.
Las elaboraciones conceptuales sobre el mercado de suelo urbano
y la aplicación de las teorías de la renta a
las ciudades no constituían un tema central en el medio
académico en Chile. Por esta razón, llama la
atención cuando en el año 1976, con motivo de
la reunión cumbre mundial de ciudades realizada en
Vancouver, Canadá, se plantea con mucha fuerza el tema
de la tierra urbana como recurso fundamental de los asentamientos
humanos. Los pocos documentos existentes hasta entonces
contenían muchas aseveraciones bastante categóricas
sobre el mercado de suelo urbano, su estructura y funcionamiento,
que con frecuencia tenían bases empíricas
muy precarias y constituían en buena medida elaboraciones
ideológicas en función de los puntos de vista
de los autores.
Luego
de terminado el estudio de mercado de suelo antes mencionado,
el gobierno dictó oficialmente la Política Nacional
de Desarrollo Urbano, cuyo contenido se centra en buena medida
en la operatoria del mercado de suelo en las ciudades y tiene
como postulados centrales, primero, que el suelo urbano
no es un recurso escaso y, segundo, que su uso debe
regirse según la libre competencia de las actividades
económicas en el espacio urbano. Una consecuencia inmediata
de esta política fue la dictación del decreto
420 de 1979 del MINVU que amplía el limite urbano desde
unas 39.000 hectáreas, según se había
establecido en 1959, hasta 100.000 hectáreas, definiendo
para el Gran Santiago un espacio urbano tan extenso que
en la practica no limitaba nada. Se esperaba que con esta
medida aumentara la oferta, bajaran los precios de los terrenos
y, consecuentemente, se pudieran resolver con mayor facilidad
los problemas de vivienda social. Pero no fue así,
porque los precios de los terrenos, en vez de bajar, subieron.
Luego
vino la crisis económica de 1981/1982, que desencadena
una brusca caída del nivel de actividad en el sector
inmobiliario y de los precios de los terrenos. Esto arrastra
a la quiebra del sector financiero, como suele suceder en
estos casos. Considerando la importancia del mercado del suelo
en esta crisis económica, se le sugirió al MINVU
la conveniencia de dar continuidad al estudio realizado y
elaborar un boletín de seguimiento del comportamiento
del mercado de suelo en el Gran Santiago.
La respuesta
fue clara y categórica: el rol subsidiario del Estado
indicaba que esto no era tarea del MINVU y que si los privados
tenían interés en monitorear este o cualquier
otro mercado, que lo hicieran.
Fue así
como con el decidido apoyo del director del Instituto de Estudios
Urbanos, Andrés Necochea, y el trabajo de Horacio Alessandrini,
ayudante de investigación y alumno de postgrado del
Instituto, se elaboró el primer boletín para
el tercer trimestre de 1982, todavía en situación
de plena crisis económica. La iniciativa fue bien recibida
en el mercado. El boletín alcanzo un tiraje que le
permitió editar un segundo número y seguir operando
indefinidamente. Cabe recordar que los primeros dos boletines
se hicieron íntegramente a mano, es decir, sin el uso
de computadores, cuestión que se resolvió en
1983, facilitando notablemente la labor.
Fue el
primer boletín de mercado de suelo urbano publicado
en Chile. La motivación central de esta iniciativa
siempre fue y sigue siendo la de generar una base estadística
con una serie histórica que facilite la investigación
sobre el mercado de suelo urbano en el Gran Santiago.
Esta es
una ocasión propicia para agradecer a muchas personas
que han colaborado con esta iniciativa. En primer lugar, a
Andrés Necochea, gran amigo que siempre apoyó
esta iniciativa, a Horacio Alessandrini, que trabajó
en la génesis del boletín, a Enrique Oviedo,
que asumió la dirección del boletín durante
cuatro años, y a María Angélica Aguirre,
que fue la columna vertebral de esta tarea durante los primeros
diez años. También un destacado reconocimiento
a María Teresa Segura, que lo asumió por mucho
años, y a Patricia Segura, que es hoy el alma del Boletín.
Un reconocimiento también a otras personas que han
colaborado con esta iniciativa con gran interés y dedicación,
Myriam Henríquez, Liliana Gonzáles, Elizabeth
Norambuena, Ana Martínez, Trinidad Carrasco, Andrea
Araya.
Metodología
aplicada.
Este boletín
es un cómputo del flujo de oferta de terrenos al
mercado. Por lo tanto, no es un índice de precios
de los terrenos en el Gran Santiago. Esto dificulta la
interpretación de los datos de precios, especialmente
para personas que no han estudiado en profundidad los aspectos
teóricos tan particulares que caracterizan el comportamiento
del mercado de suelo urbano. No es un índice de precios,
ya que no lleva un cómputo de cada submercado de suelo
urbano en cada trimestre. Como no es un índice, tampoco
se ha definido el tamaño y la importancia relativa
de cada submercado dentro de la ciudad. Esto seria, por lo
demás, una tarea imposible, dado que la ciudad cambia
permanentemente en relación a las variables que determinan
los precios de la tierra, como por ejemplo, accesibilidad
y transporte, centralidad, estructura socioeconómica
espacial, uso de suelo e intensidad de uso de suelo, etc.
Sin embargo,
este diseño metodológico es el merito de esta
iniciativa, pues constituye una manera razonable y posible
de llevar el computo del flujo de ofertas de terrenos en una
ciudad en función de una subdivisión territorial
a nivel de comunas y zonas, y según tamaño de
los terrenos ofrecidos.
Efectivamente,
de lo que se trata es de conocer la superficie, el precio
y la localización de los terrenos que fluyen al mercado
según cada mes y según trimestres.
Para estos
efectos se individualiza cada oferta publicada en el cuerpo
F del diario El Mercurio y se computan los datos de precio,
superficie y ubicación. La oferta de un terreno
cualquiera puede repetirse en un mismo fin de semana, en un
mes y en un trimestre. La tarea más laboriosa de elaborar
este boletín siempre ha sido la de "netear"
las ofertas, es decir, la de incorporar al computo estadístico
cada oferta una sola vez en el mes y una sola vez en el trimestre,
a fin de no distorsionar el computo de los flujos según
tamaño, localización y precio. Esta es una tarea
particularmente ardua, pues las ofertas no suelen ser muy
precisas respecto de la dirección de los terrenos ofrecidos.
Esta manera
de generar las estadísticas permite tener una noción
bastante clara acerca del flujo de oferta de terrenos al mercado,
tanto en términos generales para el espacio urbano
de las 34 comunas del Gran Santiago, como para cualquiera
de las comunas o zonas que lo componen en términos
territoriales, o también, según el tamaño
de los terrenos que se ofrecen. Esto permite conocer e identificar
muchos de los fenómenos que se dan al interior de la
ciudad y determinar su expresión en términos
de la conducta del mercado de suelo, flujo de superficie y
evolución de los precios.
La decisión
de llevar un cómputo trimestral obedece al hecho de
que el flujo mensual de terrenos resulta demasiado reducido
como para generar una base de datos razonable, incluso a escala
comunal, más aún si el cómputo estadístico
se hace a nivel de zonas y según comuna y tamaño
de los terrenos ofrecidos. Por otra parte, haber llevado el
cómputo estadístico en un periodo semestral
hubiera hecho perder un seguimiento adecuado de la coyuntura,
pero además hubiera hecho imposible el trabajo de "netear"
las ofertas en un periodo de 6 meses.
La subdivisión
territorial cubre el espacio urbano de las 17 comunas que
conformaban el Gran Santiago en 1982, las que se han ido subdividiendo
hasta llegar hoy a 34. Las zonas en que se subdivide el territorio
corresponden a las 202 zonas en que se subdividió el
territorio para efectos de la Encuesta de Origen y Destino
de Viajes realizada en el año 1977. Muchas de las zonas
ubicadas en la periferia eran muy extensas, ya que en esa
época tenían poca población. En la medida
en que la ciudad se ha ido expandiendo y esas zonas se han
ido poblando, se han subdividido muchas de ellas para dar
mejor cuenta del comportamiento del mercado de suelo a escala
local.
Muchas
de las aproximadamente 300 zonas en que se ha subdividido
la ciudad para efectos de este boletín son aun bastante
heterogéneas, lo cual es un fiel reflejo de la complejidad
de las ciudades. Esto, como ya se mencionó, dificulta
la interpretación de las estadísticas de precios,
porque no se refieren a un bien homogéneo. Así
por ejemplo, puede suceder que en un trimestre se publiquen
en una zona cualquiera algunas ofertas de terrenos ubicados
sobre vías principales de jerarquía, que son
normalmente mucho mas caros que en el resto de la zona, y
que al trimestre siguiente, se publiquen en esa misma zona
solo ofertas alejadas de las vías principales, que
son mucho más baratas. Al comparar un trimestre y otro,
habría un descenso en el nivel promedio del precio
de los terrenos ofrecidos, sin que haya habido efectivamente
una disminución real de los precios de los terrenos
en esa zona. Si esto sucede a nivel de zonas, podría
ocurrir con mucho más fuerza a escala comunal.
Por esta
razón, al hacer el análisis trimestral de las
estadísticas, es necesario ser muy cuidadoso con la
interpretación de los datos. Es fundamental estudiar
los antecedentes según diferentes escalas de agregación
territorial y comportamiento de los submercados, pero sobre
todo, es necesario leer e interpretar los datos a la luz de
lo que sucede en la economía y en la ciudad.
Si es
verdad la aseveración que establece que el precio de
un terreno cualquiera depende de todo lo que pasa afuera
del terreno y en nada de lo que pasa al lado de adentro
(suponiendo que su propietario conoce muy bien su potencial
de desarrollo y sus implicaciones en términos del precio
de la tierra), entonces solo es posible entender la estructura
y la evolución de los precios de los terrenos urbanos
si se logra entender la estructura y funcionamiento de la
ciudad (hay dos excepciones a esta regla que es necesario
mencionar: primero, cuando las condiciones propias de un terreno
afectan su potencial inmobiliario, como por ejemplo las condiciones
de topografía o de composición del suelo etc.;
la segunda excepción dice relación con los terrenos
de grandes dimensiones, en que las decisiones del propietario
respecto al destino de cualquiera de sus partes afecta el
valor del resto del terreno). Hay entre suelo y ciudad
una relación biunívoca en que el mercado
de suelo condiciona la estructura y funcionamiento de la ciudad
y esta condiciona la estructura y funcionamiento del mercado
de suelo. Es una relación bidireccional de causalidad.
Ahora
bien, la ciudad ha cambiado en estos últimos 25 años,
cuestión que se manifiesta en la estructura y nivel
de los precios de los terrenos. Como ilustración de
lo que se está planteando, se presentan dos imágenes
con la estructura y nivel de precios de la tierra según
los avalúos fiscales correspondientes a 1964 y 1975.
Estos no difieren mucho entre si respecto del nivel, porque
el reavalúo de 1975 se hizo en un año de crisis
económica. Pero sí se pueden detectar cambios
en la estructura de precios, que reflejan fielmente los cambios
en la estructura urbana de la época.
El nivel
de precios de los terrenos es muy sensible a las variaciones
en su potencial inmobiliario, el que a su vez depende del
nivel de actividad económica y su expresión
en el territorio urbano, así como de otros cambios
en la ciudad.

Estructura
de isovalores - 1964 y 1975. Fuente: "Comportamiento
del mercado de suelo urbano en Chile. Bases para una política".
MINVU. Elaborado por el Instituto de Estudios Urbanos, Pontificia
Universidad Católica de Chile.
Evolución
de oferta y precios desde 1982 hasta hoy
En el
primer boletín publicado, correspondiente al tercer
trimestre de 1982, se ofrecieron 339 terrenos en el espacio
urbano de las 17 comunas que entonces conformaban el Gran
Santiago. Estos 339 terrenos ofrecidos sumaron 145 hectáreas
y registraron un precio promedio de 0,85 UF/m². En el último
trimestre del año 1982 se ofrecieron 609 terrenos,
que sumaban 332 hectáreas y tenían un precio
promedio de 0,64 UF/m².
La superficie
ofrecida siguió subiendo y el precio promedio de los
terrenos siguió bajando a lo largo del año 1983,
hasta llegar a 0,39 UF/m² en el segundo trimestre de 1984,
precio que se mantuvo exactamente en ese nivel en el tercer
y cuarto trimestre de 1984. La superficie ofrecida creció
hasta alcanzar 716 hectáreas en el segundo trimestre
de 1984, luego 755 hectáreas en el tercer trimestre
y 786 hectáreas en el cuarto trimestre de 1984, llegando
a más de 1.000 hectáreas ofrecidas en el segundo
trimestre de 1986.
Es interesante
constatar que la superficie ofrecida en cada uno de estos
trimestres se acercaba a los requerimientos de terrenos que
tenia el Gran Santiago para satisfacer las necesidades de
crecimiento de un año completo. En otros términos,
el flujo de oferta superaba con creces los requisitos de
suelo para atender el crecimiento del Gran Santiago.

De lo
anterior se puede inferir que, luego que reventó la
burbuja especulativa del mercado de suelo urbano a fines de
1981, se registra una tendencia de muchos propietarios a deshacerse
de sus terrenos en busca de alternativas de inversión
con mejores expectativas de retorno, tendencia que continuó
hasta fines de 1984 y varios años después. Para
otros propietarios puede haber sido una decisión adoptada
con el propósito de ganar liquidez en una época
de crisis, pero también posiblemente debido al bajo
nivel de expectativas del sector en ese momento. No se explica
de otra manera el gran flujo de terrenos al mercado justamente
cuando los precios registran los más bajos niveles
de la historia del boletín y cuando el sector de la
construcción estaba prácticamente paralizado.
La especulación invita a deshacerse de los terrenos
e invertir en otros activos cuyo retorno esperado sea más
alto.
A partir
del año 1985, la recuperación de la economía,
estimulada parcialmente por la evolución del sector
de la construcción, va impulsando una tendencia al
alza en los precios de los terrenos ofrecidos en el Gran Santiago.
Efectivamente, en el año 1986 el precio promedio de
los terrenos ofrecidos alcanza un nivel de 0,53 UF/m² en el
primer trimestre y crece hasta 1,26 UF/m² en el cuarto trimestre
de 1987. El precio promedio de los terrenos ofrecidos sigue
subiendo para llegar a 1,69 UF/m² en el segundo trimestre
de 1988 y 1,90 UF/m² en el primer trimestre de 1989. Sin embargo,
el mayor impulso al crecimiento en los precios de los terrenos
ofrecidos se registra entre el año 1991, cuando habían
alcanzado un nivel promedio del orden de 2 UF/m², para crecer
hasta 7,5 UF/m² en el cuarto trimestre de 1997. Esto significa
una tasa acumulativa anual de crecimiento real en el precio
de los terrenos ofrecidos del orden de 30% para esos años,
lo que hace de este un mercado muy atractivo para inversionistas
financieros y especuladores. Porque además, desde un
punto de vista impositivo, el mercado de suelo urbano constituye
un paraíso tributario, cuestión que favorece
y estimula la especulación.
La especulación
con suelo urbano se ve favorecida cuando el costo directo
de retener los terrenos fuera del mercado es muy bajo y
las plusvalías que puede generar no están sujetas
a impuesto. Este es el caso del mercado de suelo en las ciudades
chilenas, en primer lugar, porque cuando los propietarios
son personas naturales y no tienen habitualidad de giro en
el negocio inmobiliario (condiciones relativamente fáciles
de cumplir por un particular), entonces la valorización
del terreno o plusvalías no constituye renta, y por
lo tanto no está sujeta a ningún impuesto (esto
explica por qué muchos terrenos en las áreas
de expansión de las ciudades son de propiedad de personas
naturales). Pero además, porque para efectos del pago
de la Contribución de Bienes Raíces, hay
terrenos baldíos dentro del límite urbano que
son catalogados con uso o destino agrícola por
parte del Servicio de Impuestos Internos para efectos de la
Contribución de Bienes Raíces, lo cual significa
un avalúo fiscal que es sustantivamente más
bajo que el avalúo fiscal no agrícola. Pero
también porque se le aplica una tasa de Contribución
de Bienes Raíces Agrícola, que es inferior a
la tasa para usos urbanos. Otra ventaja tributaria que fomenta
la especulación es el hecho que los sitios designados
con uso agrícola dentro del límite urbano no
quedan afectos a la sobretasa del 100% que se aplica a los
sitios eriazos en áreas urbanas. Aunque no hay cifras
sobre esta materia, los antecedentes disponibles inducen a
pensar que hay miles de hectáreas de suelos designados
con uso agrícola dentro del límite urbano de
las ciudades chilenas, generando un efecto perverso
sobre el desarrollo de las ciudades.
Los retornos
que ofrece el suelo en el Gran Santiago son, además,
bastante seguros y, por lo tanto, de bajo riesgo, en
el contexto de una ciudad cuya población sigue creciendo
(aunque a una tasa cada vez más baja) y cuyos ingresos
crecen rápidamente. Pero además, porque esto
se da en el contexto de una economía sana, que registra
tasas de crecimiento relativamente altas, una muy positiva
evaluación en todos los ranking internacionales (competitividad,
estabilidad, libertad económica, percepción
de corrupción, etc.), con tasas de desempleo de un
dígito y un mercado de capitales con abundantes recursos
de largo plazo, que permite tener tasas de interés
que dan fluidez a la operatoria del mercado inmobiliario.
No es por casualidad que el Gran Santiago rankea generalmente
en los primeros lugares entre las ciudades latinoamericanas
más atractivas para la inversión. Con el tiempo
se ha ido incrementando la cantidad de inversionistas extranjeros
en el Gran Santiago, incluyendo el mercado inmobiliario nacional,
ya sea a través de fondos de inversión inmobiliaria,
compañías de seguro u otras modalidades de canalización
de fondos de pensiones, que apuestan al largo plazo con bajo
nivel de riesgo y sin grandes requisitos respecto de las tasas
de retorno.
La caída
del PIB del año 1998 se refleja claramente en el mercado
de suelo urbano del Gran Santiago. Hay una caída en
el precio promedio de los terrenos ofrecidos desde 7,53 UF/m²
en el último trimestre de 1997 hasta 4,69 UF/m² en
el primer trimestre de 1999.
Desde
allí en adelante, los precios de los terrenos se recuperan
y alcanzan nuevas cifras máximas por encima de 8 UF/m²
a fines del 2002 para estabilizarse y registrar algunas oscilaciones
en torno a un precio promedio por encima de las 7 UF/m².
Estas oscilaciones se explican por cambios en la composición
de la oferta según localización y tamaño
de los terrenos ofrecidos de un trimestre a otro y no como
consecuencia de cambios reales en los precios.
En relación
al comportamiento de la superficie ofrecida desde 1997 en
adelante, se puede constatar que hay una disminución
en el flujo trimestral de oferta de terrenos desde 450 hectáreas
en el último trimestre de 1997 hasta 417 hectáreas
en el primer trimestre de 1998, 415 hectáreas en el
segundo trimestre, 388 hectáreas en el tercer trimestre
y 256 hectáreas en el cuarto trimestre de 1998. Desde
el año 1999 en adelante, la superficie ofrecida trimestralmente
seguirá disminuyendo gradualmente para estabilizarse
en torno a las 200 hectáreas a partir del año
2001, registrando un mínimo ofrecido de 152 hectáreas
en el primer trimestre de este año. ¿Significa esto
que ya no hay terrenos urbanos dentro del espacio regulado
por el PRMS? De ninguna manera.
La ciudad
de Santiago tiene del orden de seis millones de habitantes
y una densidad media del orden de 94 habitantes por hectárea.
Eso significa que el espacio ocupado por la ciudad es de unas
65.000 hectáreas. Como la superficie urbana establecida
por el PRMS actualmente vigente es del orden de las 97.000
hectáreas, hay una cantidad de suelo legalmente
establecido con carácter urbano que alcanzaría
por lo menos para los próximos 20 años.
Esto sin contar las superficies urbanas que agregan los Proyectos
de Desarrollo Urbano Condicionado.
¿Porque
es que entonces fluye tan poco suelo al mercado? A diferencia
de otros mercados, el mercado de terrenos urbanos se caracteriza
por una situación de "stock-flow",
es decir, por la existencia de un stock disponible relativamente
amplio, del cual fluye al mercado sólo una pequeña
fracción en cualquier momento en el tiempo. El
hecho de que en los últimos años el flujo de
oferta haya sido del orden de 200 hectáreas por trimestre
en el contexto de un vasto stock de terrenos disponibles en
la periferia y un stock aún mayor en zonas interiores
de la ciudad sujetas a procesos de renovación y redensificación
urbana es un claro indicador de esta situación.
El mercado
de suelo urbano es un mercado en el que las expectativas juegan
un papel muy importante. Cuando la decisión de vender
se adopta sin la urgencia de hacer liquidez, está condicionada
por las expectativas de la evolución de los precios
de los terrenos en el mercado. Si la expectativa de cualquier
propietario fuera que los precios de los terrenos seguirán
subiendo, entonces la decisión más probable
es que valdría la pena esperar para vender.
Pues bien,
el bajo flujo de terrenos al mercado podría
entenderse como una expresión del alto nivel de
expectativas en la evolución de los precios de la tierra
comparativamente con retornos que ofrecen otras fuentes de
inversión. Si las expectativas de aumento de precios
fueran bajos y los retornos implícitos de la tenencia
de terrenos, consecuentemente, también fueran bajos,
entonces la decisión racional sería la de vender
los terrenos y reemplazarlos por otros activos que tengan
un mayor retorno esperado, menor riesgo y mayor liquidez,
en los portafolios de inversión.
La disminución
en la superficie ofrecida no debiera ser motivo de preocupación
en la medida que no refleja una restricción real en
la disponibilidad de suelo urbano en el Gran Santiago. Hay
suelo disponible para atender las necesidades de crecimiento
en varias décadas.
Otro tema
son los precios de los terrenos.
Flujo
de oferta según rango de tamaño.
El comportamiento
general del flujo de oferta depende del comportamiento de
cada uno de los submercados en los que se lo ha fraccionado
para efectos del cómputo de este boletín según
siete rangos de tamaño, lo que también afecta
el precio promedio de los terrenos ofrecidos.
El rango
de tamaño más grande es el de los terrenos con
una superficie mayor a 5 hectáreas. Debido a sus dimensiones,
un número reducido de ofertas puede llegar a constituir
una alta proporción de la superficie ofrecida. Así,
por ejemplo, en el segundo trimestre de 1986 se ofrecieron
46 terrenos de más de 5 hectáreas, lo que sumaron
657 hectáreas. Esto significa que un 4% de los terrenos
ofrecidos genera el 66% de la superficie total ofrecida.
Por esta misma razón, pequeños cambios en la
cantidad de ofertas de estos terrenos pueden provocar cambios
considerables en la superficie ofrecida (y también
en el nivel promedio de precios), tal como se puede apreciar
en el grafico adjunto.

El flujo
de ofertas en este rango de tamaño ha tenido una trayectoria
oscilante con una oferta máxima de 657 hectáreas
en el segundo trimestre de 1986 y una oferta mínima
de 5,6 hectáreas en el cuarto trimestre del año
2001. Durante la mayor parte del periodo 1982-2001 este submercado
constituyó más del 50 % de la superficie total
ofrecida.
A partir
del año 1997, la superficie ofrecida en este rango
de tamaño no vuelve a registrar grandes flujos de oferta
y a partir del año 2001, no solo disminuye notablemente
la superficie ofrecida en términos absolutos, sino
que además disminuye su incidencia como porcentaje
de la oferta total hasta niveles del orden de 20% a 30%.
El precio
promedio de los terrenos ofrecidos en este rango de tamaño
siempre ha estado muy por debajo del nivel promedio general
de todos los terrenos ofrecidos. Tal como se puede apreciar
en el grafico presentado mas arriba, los precios de estos
terrenos alcanzan niveles del orden de 0,15 UF/m² en 1982,
nivel que se mantiene bastante estable durante varios años
para comenzar una trayectoria ascendente a partir de 1987,
cuando en el cuarto trimestre alcanza 0,26 UF/m², llegando
a 0,75 UF/m² a fines del año 1996. A partir de ese
momento en el tiempo, el precio promedio toma una trayectoria
ascendente más pronunciada, llegando a niveles del
orden de 2,5 UF/m² en el año 2000, nivel en torno al
cual se registran fuertes oscilaciones, justamente debido
a pequeñas variaciones en el número de ofertas
y en su localización.

También
interesa comentar brevemente respecto del submercado de ofertas
de terrenos con una superficie entre 1 y 5 hectáreas.
Este submercado tiene una incidencia del orden del 20% respecto
de la superficie total ofrecida, cifra que registra importantes
oscilaciones en una tendencia creciente en el tiempo, llegando
a contribuir un 43% de la oferta total en el cuarto trimestre
del año 2001. A partir de ese año la participación
de este submercado en la oferta total disminuye hasta un 22%
en este segundo trimestre de 2007. En términos absolutos,
esto significa que en este trimestre se ofrecieron 23 terrenos
que suman 416.121m², tal como se puede apreciar en el grafico
adjunto.
En el
cuarto trimestre de 1982, el submercado de terrenos cuya superficie
es de 1 a 5 hectáreas registra 26 terrenos ofrecidos
que suman 63 hectáreas y alcanzan un precio promedio
de 0,25 UF/m². Este nivel de precio va creciendo gradualmente
con pequeñas oscilaciones en torno a una trayectoria
ascendente claramente identificable, para alcanzar un nivel
de precio de 0,67 UF/m² a fines de 1989 y luego 1,28 UF/m²
en el primer trimestre de 1993, para seguir creciendo hasta
1,98 UF/m² en el cuarto trimestre de 1996. De ahí en
adelante se registra un brusco ascenso hasta 4,6 UF/m² en
el tercer trimestre de 1997 y luego una trayectoria con un
valor medio del orden de 4,5 UF/m², pero con fuertes oscilaciones
entre 3 y 6 UF/m².
La superficie
ofrecida en este rango de tamaño disminuye desde más
de 80 hectáreas por trimestre a fines del año
2001 hasta niveles del orden de 40 hectáreas en la
actualidad. En este segundo trimestre del año 2007
se ofrecieron 23 terrenos que suman 416.121m² y tienen un
precio promedio de 5,04 UF/m².
En los
submercados de los terrenos de menor superficie el
flujo de ofertas tiene un comportamiento más estable
y los precios de los terrenos ofrecidos siguen trayectorias
similares, aunque a diferentes niveles. Así, por ejemplo,
en el submercado de terrenos con una superficie de 1.000m²
a 2.500m² el nivel de precios alcanzó 1,99 UF/m² en
el tercer trimestre de 1982 y se mantiene en ese nivel hasta
el tercer trimestre de 1985, subiendo hasta 5,92 UF/m² en
el cuarto trimestre de 1989 y luego hasta 13.54 UF/m² en el
primer trimestre de 1993. El precio promedio de los terrenos
ofrecidos en este submercado se mantiene en este nivel desde
entonces, con algunas oscilaciones, como en el año
1996-1997, cuando alcanza 16 UF/m². En este segundo trimestre
del año 2007, se ofrecieron en este rango de tamaño
222 terrenos, los que suman una superficie de 370.258m² y
registran un precio promedio de 13.21 UF/m².
En el
caso del submercado de terrenos cuya superficie va entre 2.500
y 5.000 m², el comportamiento es bastante similar, tal como
se puede apreciar en el gráfico adjunto.

En el
tercer trimestre de 1982 el nivel promedio de precios fue
de 1,91 UF/m² y luego bajo a niveles de 1,3 UF/m² a lo largo
de 1983. Registra un alza gradual hasta alcanzar 2,5 UF/m²
en el tercer trimestre de 1989, para seguir subiendo hasta
3,9 UF/m² en el segundo trimestre de 1991 y 7,2 UF/m² en el
segundo trimestre de 1992 y 7,1 UF/m² en el segundo trimestre
de 1994 y un valor máximo para este submercado de 14,68
UF/m² en el cuarto trimestre de 1997. Luego hay una fuerte
caída a lo largo de 1998 hasta llegar a 7,06 UF/m²
en el cuarto trimestre. A partir de esta fecha el precio promedio
de los terrenos ofrecidos registra una trayectoria al alza
marcada por fuertes oscilaciones entre trimestres. En este
segundo trimestre del año 2007 se ofrecieron en este
rango de tamaño 104 terrenos que suman 373.853m² y
registran un precio promedio de 10,33 UF/m².
En el
submercado de terrenos cuya superficie va entre 5.001m² y
10.000m² el precio promedio registra 1,04 UF/m² en el tercer
trimestre de 1982, para bajar a 0,81 UF/m² y luego a 0,61
UF/m² en el primer y segundo trimestre de 1983. El precio
promedio de este submercado se mantiene a niveles en torno
a 1 UF/m² hasta mediados de 1986, para empezar a subir gradualmente
hasta llegar a 2,7 UF/m² en el cuarto trimestre de 1989, bajar
hasta 1,4 UF/m² en el cuarto trimestre de 1990 y desde ahí
subir hasta 9,3 UF/m² en el segundo trimestre de 1997. Los
precios caen hasta 6,2UF/m² en el primer trimestre de 1999
y luego de una trayectoria oscilante, adoptan una tendencia
al alza con grandes oscilaciones, desde valores del orden
de 6 UF/m² en el tercer trimestre del 2002 hasta cifras del
orden de 7 UF/m² en fecha reciente. En este segundo trimestre
del año 2007 se ofrecieron en este rango de tamaño
39 terrenos que suman 280.843 m² con un precio promedio de
5,37 UF/m².

La superficie
ofrecida en este rango de tamaño tiene un comportamiento
bastante oscilante, entre 30 y 60 hectáreas por trimestre,
con una disminución evidente en los últimos
dos años. En términos relativos, la superficie
ofrecida en este rango de tamaño constituye, en los
primeros años del boletín, algo más del
5% de la superficie total ofrecida, cifra que crece gradualmente
hasta alcanzar un 20% a mediados del año 2003, para
luego descender hasta niveles por debajo de un 10% en la actualidad.
La evolución
de la estructura de los precios de la tierra y de la estructura
y funcionamiento de la ciudad.
Luego
de un largo periodo en que los precios de los terrenos crecieron
rápidamente y luego de una brusca caída en 1998
y una recuperación hasta el año 2002, la
evolución de los precios de los terrenos se ha estabilizado,
al menos en el área de cómputo del boletín
(es decir, en el espacio urbano de las 34 comunas del Gran
Santiago). De este antecedente estadístico no se puede
inferir que esté sucediendo lo mismo en todos los submercados
que existen en esta gran ciudad. De hecho, los cambios en
la estructura y nivel de precio de los terrenos ofrecidos
están estrechamente relacionados con los cambios
ocurridos en la ciudad.
En términos
conceptuales muy generales, se puede afirmar que los precios
de los terrenos se mantienen estables en los espacios urbanos
en que las condiciones de mercado que determinan el potencial
inmobiliario de un terreno cualquiera se mantienen estables.
Este es el caso de algunos submercados según tamaño
de los terrenos y localización para algunos períodos
en el espacio urbano. Pero la ciudad está cambiando
permanentemente, por muchas y muy distintas razones. Hay,
por lo tanto, buenas razones para pensar que los submercados
de terrenos urbanos están cambiando, porque al modificarse
las condiciones que determinan el potencial inmobiliario en
los diferentes espacios de la ciudad, los precios de los terrenos
se ajustan a las nuevas condiciones urbanas a través
de procesos de competencia por el uso del suelo. El período
necesario para el ajuste en los precios de los terrenos depende
de la dinámica de los fenómenos urbanos y de
la transparencia del mercado de suelo.
El Gran
Santiago y su entorno regional registran importantes transformaciones
en las últimas décadas en una diversidad de
aspectos que impactan el mercado de suelo. Algunas de estas
son: la construcción de nuevas líneas del metro,
las autopistas urbanas y las nuevas carreteras de acceso a
Santiago (que abren y mejoran un tremendo potencial de alternativas
de desarrollo urbano en extensión), las ventajas de
un sistema integrado de transporte colectivo, una vez que
esté completamente y correctamente implementado (con
el mejoramiento de la accesibilidad interna que debiera generar),
el incremento en la tasa de motorización y la mayor
movilidad que otorga el mayor nivel de ingreso de la población
(mayor número de viajes y mayores distancias de viaje);
el avance en la construcción del plan maestro de aguas
de lluvias, la reducción de la contaminación
del aire y de los ruidos, y la construcción de rellenos
sanitarios, lejos de los límites urbanos; el desarrollo
de grandes centros comerciales que constituyen un conjunto
de potentes subcentros, con algunas de las características
de tamaño y localización en las que soñaron
los planificadores urbano a fines de la década del
50 cuando elaboraron el Plan Regulador Intercomunal de Santiago;
el desarrollo de nuevos barrios de oficinas de ultima generación
ubicados fuera del centro tradicional; la oferta del suelo
industrial en función de parques industriales en las
periferias de la ciudad, el incremento masivo en la oferta
de educación superior, principalmente en barrios céntricos
del Gran Santiago; las modificaciones en las normas que rigen
el desarrollo de Santiago, especialmente las que permiten
mayores intensidades de uso de suelo, mayores densidades,
las sucesivas modificaciones generales y parciales del Plan
Regulador Metropolitano de Santiago que modifican el límite
y la oferta potencial de suelo urbano; la creación
de las ZODUC y las PDUC o ZODUC flotante; la focalización
de la política de vivienda social y la masificación
de la edificación residencial, la localización
de las viviendas populares en unos pocos barrios y la consecuente
agudización de la concentración territorial
de la pobreza; la creación del subsidio de renovación
urbana y la política de recuperación del centro;
la privatización de una cantidad de servicios públicos
como el agua potable, teléfonos, la energía
eléctrica, la educación superior, los cementerios…
En fin, los cambios han sido muchos y se reflejan en la
estructura de precios de la ciudad.
Para ilustrar
los cambios registrados en el mercado de suelo y su expresión
territorial, se presenta a continuación un conjunto
de planos en los que se consigna la información de
superficie y precio promedio de los terrenos ofrecidos según
zonas para el segundo trimestre de los años 1987, 1997
y 2007.
Un estudio
pormenorizado de los incrementos de los precios de los terrenos
permite concluir con toda claridad que los mayores incrementos
en términos absolutos, es decir, en términos
de UF/m², se registran en zonas ubicadas en la parte baja
de la comuna de Las Condes y de Vitacura, en Providencia,
Santiago Centro y algunas zonas de Ñuñoa, pero
también en el centro de La Florida y de San Bernardo,
la entrada de Recoleta desde el centro y la parte baja de
Lo Barnechea.
Las mayores
alzas en términos del incremento porcentual de los
precios de los terrenos siguen una pauta territorial bastante
distinta y se concentran sobre los bordes, especialmente en
aquellas áreas que alguna vez fueron ocupados por viviendas
sociales o que tenían una imagen de ser territorios
aptos para vivienda social y que luego han sido ocupados por
hogares pertenecientes a estratos con mayores ingresos. Los
mayores incrementos se dan en algunos sectores de Huechuraba,
Quilicura y Puente Alto, en menor grado, pero también
con unos incrementos porcentuales muy altos en zonas de San
Bernardo, La Florida, Maipú y todo el faldeo cordillerano
y la comuna de Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes así
como buena parte de Maipú y zonas de San Miguel y La
Cisterna.
Al estudiar
los antecedentes adjuntos se puede constatar que el flujo
de ofertas no se distribuye homogéneamente en el espacio
urbano del Gran Santiago. Las mayores superficies ofrecidas
se localizan sobre los bordes, donde aún hay terrenos
sin desarrollar. La comparación de los planos en el
tiempo deja en claro la tendencia a la disminución
de la superficie ofrecida, especialmente en las zonas ubicadas
en las comunas de Quilicura, Maipú, San Bernardo, Puente
Alto, La Reina, Las Condes y Lo Barnechea.
Simultáneamente
hay un importante flujo de ofertas en zonas ubicadas en comunas
interiores, en espacios que están totalmente desarrollados,
lo cual es un claro indicador de la presencia de procesos
de obsolescencia física y/o funcional donde se
registran iniciativas de renovación urbana.
Este es
claramente el caso de la mayor parte de la superficie de la
comuna de Santiago, excepto algunas zonas en el flanco sur
oriente. Hacia el sur, hay un mercado activo de terrenos a
lo largo de la Gran Avenida a partir del año 1992,
cuando se creó el Subsidio de Renovación Urbana
y se impulsó la recuperación urbana de zonas
deterioradas que venían perdiendo población,
primero en la comuna de Santiago, luego en San Miguel.
En la
comuna de San Miguel se percibe una activación del
flujo de ofertas de terrenos desde 1992 en adelante, a partir
de valores de suelo que registran cifras del orden de 2 UF/m²
en esa fecha y que luego suben hasta 11 UF/m² en el caso de
las zonas 81 y 82. Un poco más al sur, en las zonas
79 y 80 también se activa el flujo de oferta y los
precios de los terrenos empiezan a subir desde 1,5 UF/m² en
1992 y llegan a valores del orden de 8 UF/m² a 9 UF/m² en
1998.



La presencia
del METRO facilita la renovación urbana y puede acelerar
los cambios que registra la ciudad, así como sus consecuencias
sobre el comportamiento del mercado de suelo. Pero no es
el METRO el que provoca los cambios como primera o única
variable causal. Así, por ejemplo, la construcción
y puesta en marcha de la línea 2 en el año 1978
no provocó ningún efecto relevante desde su
inauguración hasta el año 1992 sobre la Gran
Avenida en la comuna de San Miguel, es decir, durante unos
15 años. Fue necesario que se iniciara una política
de recuperación de zonas céntricas y de renovación
urbana para que la ventaja que significa la presencia
del METRO se hiciera sentir y se pusiera en valor.
Más
tarde, en el año 2003, se registra una activación
del flujo de oferta y un incremento del precio de los terrenos
en la comuna de La Cisterna como consecuencia de la extensión
de la línea 2 del METRO hasta Américo Vespucio.
Las condiciones estaban maduras y el impacto no se hizo esperar.
Otro ejemplo
de lo que se está planteando es el escaso efecto que
ha tenido hasta hoy la línea 1 sobre el desarrollo
urbano y el mercado de suelo en la comuna de Pudahuel, donde
la zona 191 tiene un escasísimo flujo de oferta y valores
de suelo del orden de 0,5 UF/m² hasta 1994 que luego suben
a un nivel de 2 UF/m², valor que se mantiene hasta hoy.
En la
comuna de Providencia, el flujo de ofertas de terrenos se
empieza a activar a partir del año 1987, cuando los
precios de los terrenos habían llegado a 8 UF/m². Las
ofertas aumentan desde unas 5 hectáreas por mes hasta
niveles de 20 a 25 hectáreas en 1993, con precios de
los terrenos que alcanzan un nivel de 22 UF/m². El flujo de
oferta disminuye en los años siguientes para estabilizarse
en torno a niveles del orden de 8 hectáreas por mes,
mientras que los precios se mantienen en 22 UF/m² hasta hoy.
Esto es un fiel reflejo de la estabilidad en las variables
que definen el potencial inmobiliario de los terrenos en esta
comuna.
Esto marca
un contraste con comunas como Recoleta, donde la extensión
de la línea del METRO en el año 2004 y el impulso
de proyectos de renovación urbana en alta densidad
(que pregonan el subsidio de renovación urbana) han
estimulado una activación del flujo de ofertas de terrenos
y un incremento en los precios que hoy están en cifras
del orden de 8 UF/m² y que debieran seguir subiendo en la
medida que se transparente el mercado y se vaya consolidando
la tendencia a la densificación. Porque los proyectos
en alta densidad para estratos medios tienen la posibilidad
de pagar mucho más que 8 UF/m² por los terrenos. La
diferencia entre 8 UF/m² respecto del precio máximo
que las empresas podrían pagar, constituye para ellas
una ganancia extraordinaria.
Esta activación
de los mercados de terrenos en zonas interiores del Gran Santiago
es consecuencia de la tendencia a la densificación
en el desarrollo habitacional. Efectivamente, las estadísticas
de la empresa Collect sobre ventas de viviendas nuevas establecen
que un 75% son departamentos y que un 25% son casas. Además,
queda muy en claro que los nuevos edificios de departamentos
se construyen en zonas interiores de la ciudad y no sobre
las periferias.
Otro caso
interesante que ilustra claramente el impacto de los procesos
de densificación sobre los precios de los terrenos
es el de la comuna de Ñuñoa (ver plano adjunto).
Hasta el año 1987 las estadísticas incluyen
las comunas de Macul y Peñalolen. En 1988 el flujo
de ofertas era de 2 a 3 hectáreas por trimestre y el
nivel promedio de precios era de 4 UF/m². Con la modificación
normativa que autoriza los desarrollos en densidad media en
buena parte de la superficie comunal se activa el flujo de
oferta desde principios de la década de 1990 y los
precios de los terrenos empiezan a subir gradualmente hasta
estabilizarse en 12 UF/m² a partir de 1997, que es el máximo
que los desarrolladores inmobiliarios estarían dispuestos
a pagar en proyectos de densidad media destinados a estratos
medios. Mientras no cambiaron las condiciones urbanas que
definen el potencial inmobiliario de los terrenos, los precios
se mantuvieron estables en 12 UF/m² por un largo período.
Con las nuevas modificaciones del Plan Regulador Comunal,
que permiten mayores densidades y con la construcción
de la línea 4 del METRO, que flanquea esta comuna por
el oriente, se modifica favorablemente el potencial inmobiliario
de muchos terrenos y el precio promedio de los terrenos ofrecidos
en Ñuñoa sube gradualmente desde 12 UF/m² en
el año 2004 hasta niveles del orden de 20 UF/m² en
la actualidad. Estos son precios promedio de los terrenos
ofrecidos, porque los máximos que registran algunos
terrenos individuales alcanzan 30 UF/m² o más.

El mercado
de suelos en zonas interiores de la ciudad, que funciona sobre
la base de la renovación y densificación de
áreas construidas, requiere muchas veces la fusión
de roles de varias propiedades para conformar paños
que resulten atractivos para la construcción en altura.
Con frecuencia, la iniciativa en estos casos viene de parte
de los desarrolladores o de intermediarios que se dedican
a esta labor. En la medida que son los demandantes de terrenos
los que toman la iniciativa, no se requeriría la publicación
de avisos de oferta en el periódico, razón por
la cual este boletín estaría subestimando los
flujos de estos submercados.
El mercado
de viviendas en extensión también ha ido cambiando
como consecuencia de los cambios normativos, la generación
de subcentros y la descentralización territorial de
muchos equipamientos en el espacio urbano, el desarrollo de
autopistas urbanas y el aumento en la tasa de motorización,
pero principalmente debido al aumento del ingreso de los hogares.
El incremento del ingreso y el agotamiento de suelos en el
sector nororiente del Gran Santiago ha estimulado la localización
de hogares jóvenes del estrato alto hacia Huechuraba
e incluso Quilicura, también hacia Peñalolen
y La Florida. Como estos hogares pueden pagar precios más
altos por las viviendas que habitan, su presencia en estos
nuevos espacios de localización generan incrementos
en los precios de los terrenos.
Este incremento
en el precio de los terrenos dificulta e impide el desarrollo
de viviendas para estratos medios que tenían opciones
de localización en esas comunas, por lo que deben buscar
alternativas donde los precios de los terrenos lo permitan,
que es donde viven estratos socio económicos más
bajos. Estos son desplazados a su vez hacia lugares más
alejados, habitados predominantemente por hogares de ingresos
aún más bajos.
Por último,
los hogares más pobres han sido expulsados fuera
de la ciudad.
Un ejemplo
muy claro es el de la comuna de Puente Alto, donde el precio
de las viviendas que se construyen subió desde 600
UF en 1993 hasta cifras del orden de 2.000 UF en el año
2005. En el mismo período los precios de la tierra
subieron desde 0,25 UF/m² hasta niveles por sobre 2 UF/m²
haciendo imposible el desarrollo de viviendas sociales y expulsando
a los más pobres hacia municipios ubicados fuera de
las 34 comunas del Gran Santiago.

Las viviendas
sociales para los hogares de menores ingresos pueden pagar
hasta 0,4 UF/m² por un terreno. Pues bien, según las
estadísticas del boletín, en el primer trimestre
de 1998 se informa por primera desde 1982 que no se ofreció
ningún terreno con un precio por debajo de 1 UF/m².
Desde esa fecha en adelante, se han ofrecido esporádicamente
algunos terrenos con precios por debajo de 1 UF/m², pero que
representan superficies muy pequeñas. En lo fundamental
ya no hay desde fines de la década de los años
90 ofertas de terrenos con un precio inferior a 1 UF/m².
El alza
generalizada de los precios de los terrenos en el Gran Santiago
ha tenido un doble impacto: tiene por un lado un impacto
generador de riqueza para aquellos que son dueños
de terrenos en la ciudad y, por otro lado, un efecto de segregación
que significa la expulsión de la ciudad para muchos
de los hogares más pobres que aspiran a una vivienda
nueva. La segregación socioeconómica espacial
pasa de una escala intraurbana a una escala regional.
Se da
la paradojal situación que la prosperidad y
el crecimiento económico hace subir los precios de
los terrenos hasta tal nivel, que los hogares de menores
ingresos, que son los que más necesitan de la proximidad
a las oportunidades de todo orden que ofrece la gran ciudad
para el crecimiento personal y comunitario, son marginados
territorialmente, agudizando por esta razón su
marginación socio económica.
Es fundamental
que, en la actualidad, las autoridades políticas hayan
asumido la responsabilidad de ésta situación
y hayan adoptado medidas para enmendarla. No por el hecho
de que este sea consecuencia de la libre operatoria del mercado,
que funciona impersonalmente, puede quedar este fenómeno
en el limbo de la responsabilidad política. Es un
tema moral que resulta ineludible e impostergable.
Este fenómeno
no afecta solamente al Gran Santiago sino también a
casi todas las principales ciudades de Chile. Por esta razón
es que resulta tan importante que la Presidenta Bachelet haya
anunciado que "Vivienda y Ciudad" constituyen una
de las cuatro transformaciones que definen la carta de navegación
de su gobierno, más aún cuando dentro de esta
transformación se incluye explícitamente la
estrategia de "revertir la segregación social",
incorporando la integración social en los instrumentos
de planificación territorial, todo lo cual se hará
en una perspectiva de tener ciudades más amables,
que la gente sienta como propias.
La política
de vivienda del MIVU, especialmente enfocada a los hogares
de menores ingresos, ha creado a partir del año 2007
un subsidio de localización, que debiera permitir a
los hogares del quintil de más bajos ingresos poder
acceder a vivir en alguna de las 34 comunas del Gran Santiago,
idealmente en la misma comuna en que residen hoy, si esa fuera
su preferencia. El MINVU está impulsando además
una modificación legislativa que contempla, primero,
la cesión de un 5% del terrenos de cualquier nuevo
proyecto de vivienda para ser destinado a vivienda social
(o su equivalente en dinero para ser utilizado con el mismo
propósito) y, segundo, la noción que ninguna
norma de planificación urbana podrá impedir
el desarrollo de viviendas sociales.
Se ha
incorporado un gráfico donde se informa acerca del
porcentaje de hogares de cada comuna según el estrato
socio económico al que pertenecen (elaborado por Collect)
con el propósito de ilustrar la realidad actual de
la estructura socio económico espacial del Gran Santiago.
Un dato importante es que la suma de los hogares pertenecientes
a los estratos C3 y D representan el 60% de los hogares del
Gran Santiago, los que corresponden al segundo tercer y cuarto
quintil de ingreso. Analizado por comuna representan más
de un 50% de los hogares de todas las comunas, salvo las 6
del sector nororiente. El ingreso medio de los hogares pertenecientes
a estos quintiles alcanza 3,8 UF, 8,4 UF y 12,1 UF respectivamente.
En la mayoría de los casos, si uno de estos hogares
quisiera adquirir una vivienda en la comuna en la que vive
actualmente, y de la cual constituyen la mayor parte de
la estructura social, no podría hacerlo, porque
los precios de la tierra no permiten el desarrollo de viviendas
a precios que estén a su alcance. Lo que debe quedar
muy en claro a partir de este antecedente es que la política
de integración social que impulsa este gobierno sólo
pretende mantener la diversidad social que existe en las comunas
del Gran Santiago.
El subsidio
de localización lo permitirá en el caso de los
hogares pertenecientes al primer quintil de ingreso, pero
queda pendiente el diseño de instrumentos y medidas
de política de integración para el segundo y
tercer quintil de ingreso.

Recuperación
de plusvalías y comentario final
El MINVU
ha definido una agenda urbana para este período de
gobierno que contempla, entre otras cosas, una modificación
a la Ley General de Urbanismo y Construcciones y a la Ordenanza.
Una de estas modificaciones se está haciendo con el
propósito de hacer más eficiente, expedita
y participativa la planificación de las ciudades.
Hay en
la agenda otros temas de modificación de la Ley. Sería
muy conveniente que el MINVU tomara iniciativa en la elaboración
de una propuesta de ley que permitiera la recuperación
de plusvalías.
Ha habido
importantes alzas en los precios de los terrenos en las ciudades
chilenas y es muy probable que esta tendencia se mantenga
mientras la economía siga creciendo. Existe hoy en
el mundo una rica familia de instrumentos para la recuperación
de la valorización de la tierra con resultados muy
positivos en términos urbanos y de carácter
redistributivo, algunas de las cuales han sido aplicadas hace
algunas décadas en ciudades chilenas con éxito
y otras que hoy se desarrollan en forma incipiente en algunas
comunas. Así, por ejemplo, durante la década
del cuarenta se construyeron en Chile muchas obras urbanas
que se financiaron con la recuperación parcial de las
plusvalías que generaban estas mismas obras, como por
ejemplo, la costanera de Valdivia. Otro ejemplo de mayor envergadura
es el paso subterráneo del ferrocarril en el tramo
comprendido entre la Estación Central y el puente sobre
el río Mapocho.
Estos
instrumentos de recuperación de plusvalías tienen
una sólida base teórica conceptual, que dejan
muy en claro que no se introducen por esta vía distorsiones
en la asignación funcional ni en la asignación
territorial de los recursos. Porque las plusvalías
no tienen como contraparte ningún esfuerzo productivo
de parte de los propietarios de los terrenos y son, por definición,
la capitalización de las externalidades de las
que se benefician, externalidades que surgen del esfuerzo
de los actores públicos y privados que participan y
aportan al desarrollo urbano general. Esto es particularmente
elocuente en el caso de los incrementos de valor que surgen
simplemente de la aplicación de los instrumentos de
planificación de las ciudades, como la ampliación
en el límite urbano, algunos cambios de uso de suelo,
los incrementos en la densidad permitida, todos los cuales
se traducen en incrementos de los precios de los terrenos
sin que haya mediados ningún esfuerzo productivo de
parte de los propietarios de los terrenos afectados.
En varias
oportunidades se ha hecho referencia a ciertos aspectos éticos
relacionados con la operatoria del mercado de suelo urbano
al escribir el análisis trimestre de este boletín.
Porque la libre competencia no equivale a la competencia
perfecta y, en el caso del mercado de suelo urbano, tampoco
tiende a ella. Hay fallas estructurales en el funcionamiento
del mercado. Pero además, porque si bien la información
que provee el mercado, y en particular el mercado de suelo,
resulta fundamental e insustituible para el funcionamiento
de las ciudades, no puede ser tomada como el oráculo
que dictamina la orientación del desarrollo urbano
y predetermina las decisiones de política pública
sobre la ciudad.
Por todas
estas razones es que resulta tan importante tener en consideración
una perspectiva más amplia y trascendente, un criterio
ético respecto del ordenamiento urbano y la convivencia
económica y social, y en particular respecto de
la operatoria del mercado de suelo en las ciudades, como la
que formula la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil
en la carta pastoral de 1981 denominada "Suelo Urbano
y Acción Pastoral", donde cita el nº 23 de la
encíclica Populorum Progressio de Paulo VI,
donde dice:"La tierra les fue dada a todos y no solamente
a los ricos. Quiere decir que la propiedad privada no constituye
para nadie un derecho incondicional y absoluto. Nadie
tiene derecho de reservar para su uso exclusivo aquello que
le es superfluo, mientras que a otros les falta lo necesario.
En una palabra, el derecho de propiedad nunca debe ejercerse
en detrimento del bien común, según la doctrina
tradicional de los Padres de la Iglesia y de los grades teólogos".
Más adelante se cita del Concilio Vaticano II el nº
69 del documento Gaudum et Spes: "Dios destinó
la tierra con todo lo que ella contiene para el uso de todos
los hombres y pueblos, de modo que los bienes creados deben
llegar equitativamente a las manos de todos, según
la justicia, secundada por la caridad. (…) Finalmente, a todos
les asiste el derecho de tener una parte de bienes suficientes
para sí y sus familias. (…) Sin embargo, aquel que
se encontrara en estado de extrema necesidad, tiene derecho
a tomar de los bienes de los otros lo que necesita"
A modo de conclusión de esta sección , el documento
de los Obispos de Brasil dice en el nº 84 "Teniendo
presente la enseñanza de Juan Pablo II, según
la cual sobre toda propiedad privada pesa una hipoteca social,
concluimos diciendo que el derecho natural a la vivienda
tiene primacía sobre la ley positiva, que rige la propiedad
de la tierra. El hecho de tener un titulo jurídico
sobre una propiedad no puede ser un valor absoluto, por encima
de las necesidades humanas de las personas que no tienen donde
levantar su casa".
PTO
El
autor es Economista (Universidad de Chile), PhD en Economía
(Cornell University), dedicado al desarrollo urbano y
mercado inmobiliario. Preside el Comité
Académico del Master en Economía Urbana de la
Universidad Mayor y es profesor del mismo Master en la Universidad
Di Tella: Actualmente dirige dos Diplomados
en Gestión Inmobiliaria en
la Universidad Católica de Chile.
UF:
Unidad de Fomento, indicador reajustable basado en la variación
del Indice de Precios al Consumidor. Actualmente equivale
a aproximadamente 36 dólares estadounidenses.
Sobre el
mercado del suelo urbano en América Latina, ver también
en café
de las ciudades:
Número
55 I Política de las ciudades
La
vivienda en el desarrollo humano de Bogotá
I El subsidio a la demanda, la calidad urbana y las ataduras
del pensamiento I Ismael A. Molina Giraldo
Número
46 I Política de las ciudades (II)
La
relatividad del concepto de propiedad I Un
análisis ideal de los derechos sobre el territorio.
I Wilben Palacios Barrera
Números
35, 36 y 37 I Economía de las ciudades
Instrumentos
para la recuperación de plusvalías en Bogotá
I Instrumentos, estudio particular de un caso
y conclusiones. I Gloria Henao González
Número
23 I Economía
El
impuesto predial como instrumento de urbanización
I Los mitos sobre la política del suelo en Latinoamérica,
en una entrevista con Martim Smolka. I Martim Smolka
Número
20 I Economía de las ciudades
"Ahora
existen mecanismos para corregir las distorsiones del mercado"
I Entrevista a Samuel Jaramillo: la gestión del
suelo urbano en Latinoamérica. I Marcelo Corti
Sobre
Santiago, ver también en café
de las ciudades:
Número
3 I Proyectos
Portal
Bicentenario: Santiago y la Reforma Urbana I
Recuperación de un antiguo aeropuerto y políticas
de integración territorial en la capital chilena. La
reforma urbana chilena según su Secretario Ejecutivo,
Mario Tala I Marcelo Corti I
Número
19 I Economía
El
problema de los "con techo"... I
Alfredo Rodríguez describe las paradojas del subsidio
habitacional en Chile. I Alfredo Rodríguez
Número
52 I Lugares
Santiago
a la vanguardia I Los claroscuros de una ciudad
en desarrollo I Marcelo Corti
(continuar
la búsqueda
en café
de las ciudades)
|
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|
Comunas:
una nueva institucionalidad
|
La
construcción de centralidades locales en Buenos
Aires I
Por
Artemio Pedro Abba |
Exploración
que se apoya en la identificación de valiosos
relictos materiales que pueden ser recuperados con el
fin de apoyar las futuras sedes y subsedes de la administración
comunal. Las herramientas de análisis geográfico
pueden servir para detectar en los elementos del soporte
materiales supervivientes, manifestación de los
antiguos rituales de la micro-sociedad barrial, hoy
diluidas por el fenómeno de la multipresencia
y multipertenencia citado mas arriba. Este movimiento
de recuperación de esas estructuras edilicias,
hoy suntuosos contenedores de funciones urbanas menos
relevantes para el uso socio-cultural del espacio, ha
sido anticipado por las propias comunidades barriales
que han logrado reconquistar muchas de ellas por su
decidida iniciativa, y el apoyo de las autoridades del
Gobierno de la Ciudad.
|
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|
Preservar
la ciudad, preservar el producto
|
Sobre
la Reforma del Código Urbano de Rosario
I
Por
Roberto Monteverde |
Vayamos
en busca de lo nuevo… No puede ser que el cambio de
un índice destruya una actividad económica.
Si seguramente hay cosas que ajustar del modelo, el
precio de la tierra, los valores que tomamos cuando
calculamos la TIR o la VAN (que no vienen por gracia
divina) pueden ser diferentes. Los productos de la construcción
pueden ser diferentes. Si seguimos viendo el tema desde
la hormigonera que me entorpece el transito, la medianera
que se fisuró, el valor por metro cuadrado de
mi terreno, o el expediente de mi estudio, el tema se
torna confuso, se complica. La ciudad no se agota en
un sector donde lo que pusimos en marcha funciona; hay
más, si es que podemos superar la máxima
futbolera que dice que "equipo que gana no se toca".
|
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Buenas
y Malas Prácticas Urbanas 2007
|
El
Water-Taxi neoyorquino, la ocupación indebida de
un parque rosarino y el aumento del ABL porteño
entre las primeras propuestas |
El
porcentaje de la recaudación por Alumbrado, Barrido
y Limpieza (que es en la práctica el impuesto
predial de Buenos Aires) cayó en una década
del 20 al 10% de los ingresos totales de la Ciudad.
Esto se debe al desfasaje de las valuaciones fiscales
respecto a los precios reales de mercado, y beneficia
especialmente a los barrios más ricos. Es uno
de los resultados del extraño progresismo porteño,
tan afecto a las manifestaciones epidérmicas
de corrección política como a la realpolitik
más reaccionaria cuando se trata de no afectar
a los privilegiados (¡a ver si se enojan!). El aumento
diferenciado del ABL de acuerdo al nivel socioeconómico
de los barrios, resuelto a fines de agosto por la administración,
produce el espectáculo inquietante de una verdadera
transexualidad política.
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Arquitectura(s)
moderna(s) y ciudad histórica
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El
caso de la ciudad de Corrientes I
Por
Carlos Gómez Sierra |
Estos
ejemplos de arquitecturas modernas, que van desde la
ornamentación Art Decó hasta las líneas
puras de indudable influencia alemana, pasando por instancias
híbridas como la "arquitectura barco",
se manifiestan mayormente en dos áreas claramente
identificadas en la traza urbana de las primeras décadas
del siglo XX: La primera es una mancha porosa y abierta
que surge de la utilización del suelo vacante
del área histórico-central, en una suerte
de densificación de la ciudad histórica
del siglo XIX y, ya minoritariamente, de la ciudad colonial.
La segunda se presenta formalizando un anillo virtual
que se condice con las líneas últimas
de extensión pericentral, hasta donde alcanza
la ciudad consolidada.
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El
Eternauta
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Travesías
del tiempo
I
Por
Eduardo Maestripieri |
La
curiosidad por conocer el destino final de Buenos Aires
y el resto del mundo (la invasión había
alcanzado escala planetaria) mantuvo en vilo a los lectores
de Hora Cero, durante ciento cinco semanas, que culminaron
abruptamente, el 9 de septiembre de 1959. En la soledad
de mi habitación suburbana devoré El Eternauta
esa misma noche y todas las noches durante varias semanas.
Me detenía fascinado en las representaciones
de mi mundo cotidiano, el suburbio, los chalets, el
colectivo 60 y el subte. Años después
repetí el ritual con la versión dibujada
por Alberto Breccia. Era la primera vez que en un medio
popular como la historieta se presentaba a Buenos Aires,
o ciertos espacios reconocibles de ella, como parte
de una historia "por entregas" y desplazaban
de nuestra atención a Ciudad Gótica o
Flash Gordon, lugares y personajes exóticos usuales
en estos medios..
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Proyecto
Mitzuoda
I
Una
ficción metropolitana contemporánea (por
entregas). I
De
Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz
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La
saga completa
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Pedidos
por leyes, proyectos de estadios, un documental sobre
Ciudad Juárez y la propuesta de Audiotoures Ficcionales.
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Lineamientos
Estratégicos para la Región Metropolitana
de Buenos Aires - Espacios metropolitanos, miradas cruzadas
- Biselli y Katchborian, brasileños contemporáneos
- Convocatoria del Lincoln Institute of Land Policy
- Futuro de las ciudades, tratamiento de residuos sólidos
y la transición urbana sub-sahariana, en el Boletín
de UPE - Convocatoria a proyectos ambientales,
en Uruguay - Sustentabilidad y reciclado - Hacia un
hábitat accesible - Instant Urbanism, situacionismo
en Basilea - Ciudades y cine latinoamericano, en la
Legislatura de Buenos Aires - Seminario Presupuesto
Participativo y Planificación Participativa -
XXII Jornadas de Investigación Urbe y Territorio,
en la FADU-UBA - Bienal Internacional de Arquitectura,
en Buenos Aires - Seminario Hipótesis de Paisaje,
en Santiago - Laboratorio de la Vivienda del Siglo XXI,
en Barcelona - Dott, innovación social y diseño
- Subsidios a la investigación ambiental urbana
- Convención de Ordenamiento Territorial y Urbanismo,
en La Habana - Prácticas de Gestión Urbana,
en Curitiba - Ciudad, periferia urbana y habitabilidad,
coloquio en Bogotá - Seminario Internacional
de Ordenamiento Territorial, en Mendoza - Forma y Simetría
- XII Seminario de Arquitectura Latinoamericana, en
Concepción y Chiloé - Fondos buitres,
burbuja inmobiliaria y crisis bursátil.
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
Marca en trámite
Editor y Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco
Las notas firmadas
no expresan necesariamente la opinión del editor.
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