Con el término marquetización me quiero referir
al uso de las ciudades como productos de marketing y publicidad,
en un mundo dominado por la imagen. Hoy en día, las ciudades
están en venta, se han mercantilizado como cualquier otro
producto y se han esforzado para convertirse en una marca atractiva.
Las ciudades se venden como lugar para invertir, para visitar, para
vivir, para comprar... Como veremos en el caso de Barcelona, que
aquí tomo como ejemplo, crear la marca ha sido posible gracias
a un buen equipo de profesionales y también al saber aprovechar
las oportunidades del mercado en el que cotizan las ciudades (cuyo
resultado es conocido como "competitividad en un mundo globalizado").
Podríamos distinguir
dos manifestaciones de este fenómeno: la marquetización
hacia fuera, hacia los otros países (que pueden aportar
visitantes, inversiones) y la marquetización hacia los
propios habitantes.
Redes y acontecimientos
La primera manifestación
no se puede desvincular del proceso de globalización (económica,
cultural, mediática). Los cambios en las relaciones internacionales
han influido en la configuración de las ciudades y de su
papel en el mundo. En el contexto actual, los gobiernos de las ciudades
no sólo tienen que cooperar con otros niveles de gobierno
sino también coordinarse con otras autoridades locales,
regionales, estatales y supraestatales (como los organismos internacionales),
en lo que se ha llamado la multilevel governance. Asimismo,
las empresas multinacionales se han convertido en otro interlocutor
a tener en cuenta, al igual que otros actores que se mueven más
allá de las fronteras estatales (actores transnacionales):
Organizaciones No Gubernamentales (ONG), asociaciones sin ánimo
de lucro y sindicatos.
En consonancia con
el nuevo entramado político, económico y social, las
ciudades han desarrollado nuevas prácticas y estrategias
para situarse en el contexto internacional. Conseguir contactos,
participar de recursos y estar presentes en todos los medios de
comunicación es un requisito para competir en la primera
línea. Entre estas estrategias, destacan la constitución
de redes, la cooperación transfronteriza y el lobbying.
Barcelona ha hecho
una política muy activa, sobretodo a través de las
redes internacionales de promoción de ciudades. Los líderes
políticos de Barcelona, Pasqual Maragall primero y luego
Joan Clos, supieron aprovechar los contactos con otros alcaldes
europeos para formalizar redes de cooperación y hacer presión,
como sucedió en los casos de Eurocities
y C-6.
Las redes urbanas agrupan
a ciudades de distintos países y constituyen realidades muy
heterogéneas. Encontramos una variedad de estructuras en
cuanto a la temática, a la organización, al área
geográfica de pertenencia, al número de ciudades adheridas,
al motivo por el cual han sido creadas y a la presión que
ejercen. La mayoría de redes son centros de formación,
de conocimiento y de intercambio de información: se hacen
cursos, conferencias, publicaciones, etc. Más que ejercer
una presión directa, estas redes se orientan hacia una estrategia
de city-marketing, de promoción y visibilidad de las
ciudades. Más importante que estar en la red es liderarla,
cosa que Barcelona ha sabido aplicar (asumiendo la presidencia,
ofreciendo la sede, aportando el know-how).
Con esta actividad
hacia el exterior, Barcelona ha consolidado su propia política
de proyección exterior. La capital catalana tiene un Gabinete
de Relaciones Internacionales que coordina la política exterior
de la ciudad, así como la cooperación bilateral con
otras ciudades y países mediante convenios y hermanamientos
y los numerosos proyectos en qué Barcelona está involucrada
(Distrito 11, Eurocities, C-6, IULA, etc.).
Otra cara de la globalización
es la importancia y el impacto de determinados eventos internacionales,
cuyo máximo exponente son los Juegos Olímpicos. Las
ciudades buscan ser la sede de este y otros eventos (deportivos,
culturales) para así captar la atención de millones
de turistas potenciales y, en el mejor de los casos, generar un
proyecto de ciudad más allá del hecho en cuestión.
Hablar de la marquetización
y de Barcelona es hablar de los Juegos Olímpicos de 1992.
Sin ellos, difícilmente la ciudad habría saltado a
la esfera mundial, pasando de ciudad regional a ciudad internacional.
Los JJOO de Barcelona, además de ser los primeros después
de la caída del muro de Berlín, representaron una
gran operación mediática, y la ciudad lo supo aprovechar.
Durante 15 días, centenares de millones de personas de todo
el mundo supieron que existía una ciudad llamada Barcelona,
y a la vez, la propia ciudad descubrió que tenía un
potencial para vender. Los JJOO fueron el motor de una revolución
urbanística sin precedentes y aportaron unos beneficios
económicos para muchos sectores, pero sobretodo fueron el
escaparate ideal para que la ciudad se incorporase en los circuitos
turísticos internacionales y pudiese entrar en competición
con las "grandes ciudades".
Antes de la celebración
de los JJOO, los responsables de comunicación de Barcelona
aprovecharon para promocionarse en la prensa internacional, televisiones,
actos, etc. Durante los JJOO, además de la retransmisión
del evento y anuncios promocionales, se comercializaron otros elementos
de publicidad, en forma de souvenirs y gadgets de
todo tipo. Su producción masiva y continuamente renovable
es otro aspecto indisociable del marketing de las ciudades.
Vender calidad de
vida
La
segunda manifestación del uso de la ciudad de Barcelona como
producto de márketing, más visible y conocida, es
llevada a cabo por el propio Ayuntamiento a través de una
campaña que agrupa distintos anuncios, en la prensa y en
televisión, bajo el emblema de la "B" de Barcelona. El equipo
de profesionales del Ayuntamiento ha entendido la esencia de la
publicidad actual, basada en transmitir emociones. En los años
60, la publicidad se utilizaba para vender productos concretos (un
coche, una lavadora).
En cambio, lo que
venden los anuncios actuales, más sofisticados, son sentimientos,
valores y estilos de vida. La publicidad crea tendencias y establece
un código de comunicación en el que el cliente potencial
se encuentra a gusto, cómodo, a la vez que se establece una
complicidad (porque compartes estos valores). Cada vez más,
el producto aparece menos, o no aparece, y lo que se vende es la
marca, de una forma más sutil.
¿Y qué
tiene que ver esto con las ciudades? En el caso de Barcelona, se
ha conseguido definir la ciudad de Barcelona como una marca. ¿Y
qué vende? Principalmente, calidad de vida y orgullo de
ciudad. Como veremos, la mayoría de anuncios no explican
servicios, no informan, sino que, con un lenguaje desenfadado y
atrevido, lo que quieren transmitir es la idea que en Barcelona
se vive bien. ¿Y no es esto una emoción, un sentimiento?
Si las marcas se apropian de valores (libertad, salud, progresismo,
individualismo) la marca Barcelona se ha apropiado del orgullo de
ciudad.
¿En qué
se basa este modelo de comunicación? Según el director
de Comunicación e Imagen Corporativa del Ayuntamiento, Enric
Casas, el modelo Barcelona se basa en cuatro elementos: explicar
servicios, crear emociones, transmitir valores progresistas (la
comunicación no es nunca neutra) y el atrevimiento, el riesgo.
A
partir de estos pilares, se crea el logotipo que será el
eje de una campaña destinada a fortalecer la imagen de la
ciudad a partir de 1999. Se trata de una B de color azul (como el
mar) que sonríe.
Es un diseño
simple y bastante neutro (para que pueda durar), pero fácilmente
combinable. Para que la gente no se aburra de él, se hacen
variaciones constantes: B
accessible, B
per la Pau, B
cultura. Se consigue identificar
la ciudad con este emblema, apareciendo en todos los folletos, documentos,
páginas Web y anuncios del Ayuntamiento. A grandes líneas,
existen cinco tipos de anuncios que, en versión audiovisual,
oral o escrita, centran la campaña de comunicación
del Ayuntamiento (complementada por servicios de atención
e información al ciudadano).
En primer lugar, los
anuncios que informan de los servicios de la ciudad y de
proyectos importantes. Entre los primeros, encontramos los
anuncios relativos a la red de bibliotecas públicas, el servicio
de recogida de muebles viejos, el sistema de transportes públicos,
las actividades para la gente mayor. Entre los segundos, destacan
la reconversión del barrio del Poblenou (el 22@) y el Fórum
2004 (el reto de un evento cultural internacional distinto de la
Expo).
En segundo lugar, los
que anuncian la próxima inauguración de un equipamiento:
una nueva rambla, la remodelación de un parque, un nuevo
centro para gente mayor, una visita a un colector de aguas pluviales.
Después, los
anuncios que se integran y actúan como parte de una campaña
propia. Por ejemplo, los relacionados con la campaña
"Barcelona, posat guapa!", destinada a la rehabilitación
de edificios y que tiene diferentes anuncios relativos a las distintas
actuaciones, o los diferentes anuncios de la campaña del
año internacional Gaudí 2002.
En cuarto lugar, los
que quieren transmitir valores y actitudes cívicas.
En este campo, fueron un "clásico" los anuncios que jugaban
con la A como símbolo de lo mal hecho (aparcar en doble fila,
tirar cosas al suelo, hacer mucho ruido) y con la B de Barcelona
de lo que era correcto (aparcar bien, los papeles en la papelera,
las motos con un tubo de escape adecuado). Ahora también
se repiten los anuncios que premian el comportamiento cívico
de los ciudadanos que reciclan.
Finalmente, el producto
estrella son los anuncios que venden calidad de vida, que
es el máximo punto fuerte de Barcelona. Hay distintas variaciones
de la publicidad de la calidad de vida: desde la gente con una camiseta
en la que pone "Me gusta vivir en Barcelona", las aves migratorias
que deciden quedarse en invierno a la ciudad pese a las órdenes
de la golondrina - jefe (no es broma, hablan), el barcelonés
orgulloso que no quiere vivir en ningún otro lado, el hombre
de unos cincuenta años que cruza la ciudad para hacer surf,
y hasta un padre que lleva la cara pintada de azul con una B sonriendo,
como el monigote tipo Sesame Street que es el fan oficial
de Barcelona (la mascota) y que acompaña este artículo.
Seguramente, el anuncio más "heavy" es el que utilizó
al cantante de Bon Jovi como un modelo que en lugar de vender colonia
o ropa (que es la primera impresión) promociona I love
Barcelona (en la línea de I love NY). Otro invento
es la posibilidad de enviar una postal
virtual diciendo lo maravillosa
que es la ciudad.
¡Y
es que no paran de hacer anuncios! El objetivo de esta campaña
es dar una imagen de ciudad moderna, simpática y agradable
para vivir y comprar (un slogan dice "Barcelona es una gran tienda").
Es una ciudad que está de moda, que se lleva, lo que se refleja
en el estilo de la comunicación. Calcando las técnicas
de la publicidad, se innova constantemente, no se repiten los anuncios
sino que se hacen distintas versiones. Detrás, hay un buen
equipo de profesionales que investigan y procuran que la comunicación
genere reacciones, que no deje indiferente. Como si de una agencia
de publicidad se tratara, se analiza el impacto de los anuncios
y se segmenta el target.
La producción
es amplia y el reto considerable. En su mayoría, se trata
de anuncios caracterizados por una estética innovadora, creativa,
muy joven, con un cierto punto naïf (corriente en otras administraciones
públicas). Se trata de una imagen desenfadada, cool,
guai, que hasta ha ganado premios internacionales y se ha
tomado como modelo.
Como en los mejores anuncios, la vida en Barcelona es fabulosa.
Las mujeres son casi siempre más listas y preparadas que
los hombres, los discapacitados pueden llevar una vida normal (lástima
que después no se puedan mover por la ciudad ni utilizar
el metro), los abuelos se lo pasan en grande, los inmigrantes...
(aquí ya no se atreven, por el momento).
Sin minusvalorar la
calidad de esta campaña, podríamos preguntarnos algunas
cosas. En primer lugar, dónde está la frontera entre
la comunicación a los ciudadanos y la propaganda política.
¿Qué es información y qué es publicidad
política? En segundo lugar, cuál es el coste de
esta opción, y hasta qué punto está legitimada.
Y sobretodo, cómo se tratan los temas y cómo la administración
se dirige al ciudadano. Esta campaña es simpática
y divertida, siguiendo, en mi opinión, la tendencia de convertir
la política en un show, en un entretenimiento. A veces
uno tiene la sensación que se le trata como a un niño,
que los temas políticos se tienen que presentar de un manera
amena y plana, con más forma que fondo, y que vamos sin remedio
hacia una infantilización de la sociedad.
Aún así,
se trata de una estrategia exitosa. Según las encuestas de
calidad del Ayuntamiento, los barceloneses se sienten realmente
orgullosos de vivir en la ciudad. La satisfacción de vivir
en Barcelona se mantiene alta en los últimos años,
con un nota media de 7,8 en el año 2002. En otra pregunta,
casi un 80% se siente afortunado viviendo en esta ciudad, y un 62%
declara que no se iría a otra ciudad aunque pudiera escoger.
Este sentimiento de identidad local supera ampliamente la gestión
municipal, valorada en un 5,9 el año 2002.
A fin de cuentas, esta
campaña ha conseguido asociar la imagen de vivir en Barcelona
con estar orgulloso de la ciudad. Y es que en un mundo en el que
compramos por imagen y vivimos por imagen, ¿no votamos también
por imagen?
MT
Mariona Tomàs es socióloga
y doctoranda en Ciencias Políticas, y vive en Barcelona.
Eurocities
está formada por más
de sesenta ciudades dispersas por Europa y es una de las redes más
conocidas. Su núcleo duro está compuesto por las ciudades
de Barcelona, Birmingham, Lyon, Milán, Frankfurt y Rotterdam,
cuyos representantes se reunieron en Barcelona en 1989 y consolidaron
la red.
La red C-6
se creó en 1991 y está
formada por seis ciudades: Montpellier, Toulouse, Palma de Mallorca,
Valencia, Zaragoza y Barcelona. El objetivo era agrupar ciudades
de regiones vecinas, que sumadas suponen una población de
16 millones, y que de hecho se podría considerar que conforman
una región entre los Pirineos y el Mediterráneo. La
C-6 se estructura alrededor de comisiones técnicas: son seis
y cada una de ellas está impulsada por uno de los miembros.
En concreto, Montpellier lidera la comisión Europol de universidades;
Toulouse la de redes de comunicación; Palma de Mallorca promueve
la comisión de informática; Valencia la de rehabilitación
de centros históricos; Zaragoza la de medio ambiente y Barcelona
la de turismo. Ver información sobre redes
urbanas y proyectos de cooperación que
involucran a Barcelona.
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