Energía,
Catástrofe, Cybercafé
Algunos indicios
de la urbanidad contemporánea.
N.
de la R.: el que sigue es el texto base del encuentro del Club de
Arquitectura del pasado 25 de octubre en Buenos Aires, como parte
de la preparación del Glosario
de Urbanidad.

Energía:
Por un lado,
la energía es en las ciudades aquello que permite la realización
de los procesos de producción y consumo. En nuestra época
esa energía es producida por diversas fuentes: algunas de
ellas, recursos no renovables que se supone desaparecerán
en un futuro mediato, o también que en su utilización
generan procesos de negativo impacto ambiental, o bien recursos
renovables e inocuos pero aun caros o poco prácticos. La
ciudad necesita de estos recursos y a veces contribuye a su abuso,
aunque podría decirse que las principales amenazas en este
sentido son las que producen las diversas tendencias antiurbanas
(como la dispersión, que exacerba la necesidad del transporte
individual; el inadecuado tratamiento de las construcciones que
no incorporan medios pasivos de acondicionamiento climático;
los abusos de la globalización que pretenden homogeneizar
los modos de consumo de las elites urbanas en cualquier rincón
del mundo, afectando así la interacción entre las
ciudades y sus hinterlands rurales, etc.)

Por otro lado,
la ciudad genera o consume otro tipo de energía, que es la
propia de sus ciudadanos y ciudadanas. La energía física
personal, medible y cuantificable, biológica. Y esa otra
energía, más intangible, del deseo, la autoestima,
los miedos, los afectos, la memoria, la esperanza.
- La genera
(esas energías individuales de sus ciudadanos y ciudadanas)
en la excitación del intercambio personal posibilitado
por la mezcla y concentración de personas (intercambios profesionales,
financieros, afectivos, académicos, sexuales, comerciales,
etc.). Así, la ciudad multiplica oportunidades (o su ilusión),
buscadas o no. Bohigas habla de su amigo que fue a Sevilla en busca
de un trabajo y en cambio consiguió una novia: "en
las ciudades encuentras hasta lo que no buscas", concluye.
Para Georges Bataille, el parque es uno de esos sitios de la ciudad
donde se concentra la liberación de la energía excedente,
mientras que la mayoría de los otros se aplican al crecimiento,
la acumulación, el trabajo.
- La consume
(las energías personales) en los desgastes ocasionados por
la mala calidad de los transportes, la mala alimentación
producto de horarios de trabajo inadecuados, la coerción
represiva de los diversos fascismos (autoritario tradicional,
corporativo empresarial, ecológico, neoliberal, fundamentalista
religioso, stalinista, new age), la exclusión social,
el miedo, el consumo fetichista, los acosos.
Mediante correctos
diseños y ciertos mecanismos de captación y tratamiento,
algunos edificios contemporáneos pueden llegar a generar
incluso más energía (en el primero de los sentidos)
que la que consumen. Algo semejante podría pedirse a la ciudad,
con respecto a esa "otra" energía de sus ciudadanos
y ciudadanas. Una nueva forma de ciudad, que optimice los inputs
y outputs de energía física, biológica
y psicológica.

Catástrofe:
Aldo Rossi
se basó en los análisis de Maurice Halbwachs sobre
las expropiaciones para estudiar la evolución de un barrio
milanés. Encontró que, por ejemplo, los bombardeos
y las destrucciones que estos produjeron "no hacen más
que acelerar ciertas tendencias, modificándolas luego parcialmente,
pero permitiendo realizar más rápidamente planes que
en su forma económica ya existían y habrían
producido efectos físicos en el cuerpo de la ciudad, destrucciones
y reconstrucciones, con un proceso completamente similar a aquel
del que la guerra ha sido artífice". La catástrofe
no obliga a nuevas soluciones urbanas sino que acelera transformaciones
que, de otro modo, se hubieran producido en tiempos más amplios.
Pensemos en la operación cultural y financiera en curso en
el Ground
Zero de New York,
o en la
futura reconstrucción de New Orleans.
Esto no tiene
que ver con aquello de "la crisis como oportunidad", latiguillo
contemporáneo con el que Oscar Cardoso hace justicia en una
reciente mota periodística ("aun la sabiduría
más establecida como respetable en el imaginario colectivo
suele saturar, cuando la impotencia la vacía de contenido").
Es en realidad la idea de que en su evolución la ciudad necesita
destruir algo de su historia: en condiciones normales, el proceso
lleva décadas; la catástrofe acelera el proceso. Están
también las catástrofes invisibles, las catástrofes
cordiales, las catástrofes políticas y económicas:
la
desindustrialización del cordón suburbano de Buenos
Aires, el desempleo, la miseria.

Confiesa Le
Corbusier, "cien veces me he dicho: New York es una catástrofe.
Y cincuenta veces me he contestado: ¡es una hermosa catástrofe!".
La frase participa en cierta forma de una concepción de la
ciudad (y en especial, la megaciudad) vista como anomalía
(como catástrofe): el "monstruo" del DF mexicano,
las ciudades del pecado, la cabeza de Goliat, la gran ramera de
Babilonia. Esta ideología ampara en realidad la catástrofe
antiurbana: la dispersión, el patchwork de ricos
y pobres en la periferia latinoamericana, los countries idénticos
a los cementerios parque.

Cybercafé:
El cybercafé
contiene elementos del almacén de ramos generales, de la
lechería, de la casa pública, del comité: el
encuentro casual y aleatorio de individualidades que no llegan a
mancomunarse. Por la noche, en la ciudad desierta, los locales de
Internet llenos de gente y a media luz restituyen la experiencia
urbana y la ilusión de "la ciudad que nunca duerme".
Son además,
en Argentina, el sitio de resistencia de la clase media,
de acuerdo a lo que señala Eva Rueda en una nota de Clarín:
"en la actualidad, la conexión desde los locutorios
alcanza a la mitad del segmento C3 y al 82 por ciento del D, es
decir, a los grupos sociales que los analistas denominan clase media
baja".
Son también
el aguantadero urbano, el mejor lugar para hacer tiempo. La concentración
a medias, ni absoluta como en la biblioteca, ni dispersa como
en la calle. Hace un tiempo, en una entrevista, Roberto Doberti
me dijo respecto a los cafés esto que también es aplicable
a sus derivados cibernéticos: "yo he escrito muchas
cosas en un café. No soy el único, mucha gente escribe,
dibuja, estudia en un café. Es un lugar en parte afectado
por ruidos, por cuestiones sonoras y visuales. Sin embargo, la idea
de estar perteneciendo a un cierto grupo, donde la lógica
del café no llega a interferir la privacidad de la mesa,
casi produce un efecto de facilitar la concentración. Yo
no considero para escribir encerrarme en una bóveda hermética,
en el tesoro de un banco, me parecería el peor lugar para
escribir. Esto nos llevaría a una teoría profunda
sobre la noción de espacio público y espacio privado,
que desde la ciudad de la modernidad se constituyó precisamente
por dar a los espacios privados ciertos grados de publicidad".
Y continúa Doberti: "me parece que esto es lo
bueno de las ciudades, no es que las ciudades tengan todo privado
y playones públicos, para dar una imagen ridícula.
El espacio es público en cuanto tenga trama e interrelación
con lo privado. Las conductas privadas, como comer o tomar café,
se hacen públicas en el café".
Por otro lado,
el cybercafé es la materialización en el territorio
de un medio que se supone desterritorializado. Y la idea de mezcla
blanda: oficinistas y adolescentes, enamorados y exhibicionistas,
teléfono y computadora, kiosco y café. Como las peluquerías
con disco y bar, la vieja Verdulería del Pasaje Rauch, los
lavaderos con kioscos (y no tanto las librerías con bar,
producto del marketing de la industria cultural) son lugares multifuncionales,
haciendo la ciudad y afirmándose en ella, puntos de referencia
ciudadana, contactos con el mundo en una ciudad que se teme al
margen del mundo.
Es un espacio
público que, parafraseando a Venturi y Scot Brown, está
"casi bien". ¿Que les falta para convertirse en centros
cívicos, en clubes de cultura popular? Muy poco: proponerlo
es tarea apropiada para urbanistas y diseñadores de equipamientos.
MC

El
Glosario
de Urbanidad
es una
compilación de términos relacionados con situaciones
y procesos urbanos de Buenos Aires. En una serie de charlas se abordan
palabras que tienen que ver con la vida de la ciudad. Cada invitado
recibe tres palabras y desarrolla su definición en un encuentro
público. Una de esas palabras se conserva para el invitado
de la siguiente reunión, que además recibe dos nuevas
(creando un diálogo entre las aproximaciones de dos autores
al mismo término). El Glosario de Urbanidad se va completando
paulatinamente con el aporte de estas definiciones. Las reuniones
se realizan cada dos martes a las 19 horas en la Fundación
Start, Bartolomé Mitre 1970 5ºB, Buenos Aires.
Sobre
energía sustentable, ver por ejemplo la nota Limpio
y democrático
(sobre "La economía del hidrógeno"), de
Jeremy Rifkin, en el número 1 de café
de las ciudades.
Sobre
dos catástrofes en particular, ver la nota Dos
tragedias - El maremoto del Pacífico, el incendio de Cromagnon,
en el número 28 de café
de las ciudades.
Sobre
la reconstrucción del Ground Zero neoyorquino, ver las notas
¿Qué
hacer en el Ground Zero?,
El
Ground Zero va mejorando,
Pandillas
de New York,
Belleza
y poesía en tiempos de furia,
en los números 0, 3, 4-5 y 7, respectivamente, de café
de las ciudades.
Sobre
la futura reconstrucción de New Orleans, ver la nota Cien
años de la inundación de New Orleans
en el número 36 de café
de las ciudades.
Sobre la desindustrialización del cordón suburbano
de Buenos Aires, el desempleo, la miseria, etc., ver las notas "Queremos
cambiar el escenario, porque la ciudad ya no nos acepta",
entrevista a Gustavo Rodríguez Karaman y Pablo Reynoso, y
Las
10 boludeces más repetidas sobre los piqueteros y otros personajes,
situaciones y escenarios de la crisis argentina,
de Carmelo Ricot, en los números 2 y 15, respectivamente,
de café
de las ciudades.
Sobre
cafés, en particular en Buenos Aires, ver Sálvame
María,
en el número 18 de café
de las ciudades.
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