Resumen
Un parque sobredimensionado
y mal repartido, en el que las familias de mayor renta
acaparan varias viviendas mientras existe población con
problemas de acceso, la generación de tejidos urbanos
de buena y mala calidad, con procesos de exclusión social
endémicos, o la ausencia de alternativas para el acceso
a la vivienda para los hogares que no tienen recursos
para acceder a la compra son problemas comunes en materia
de vivienda. En el ejemplo español, la garantía en el
acceso a la vivienda sigue siendo una asignatura pendiente.
La política de vivienda se ha condicionado al cumplimiento
de doble objetivo: procurar una vivienda digna a todos
los españoles, e impulsar la economía a través del fomento
de la construcción, provocando un parque sobredimensionado,
infrautilizado y sobrevalorado, pero en el que no toda
la población tiene cabida. A través del análisis del parque
de viviendas y de la política pública desarrollada desde
la segunda mitad del siglo XX tanto en España como en
el norte de Europa, se ahondará en las estrategias políticas
que han provocado esta situación, acabando con algunos
programas en funcionamiento que pueden dar pautas para
avanzar en la solución del problema.
PALABRAS CLAVE: VIVIENDA, EXCLUSIÓN SOCIAL, REHABILITACIÓN, CONSTRUCCIÓN.
Abstract
Common problems concerning
housing in Spain include: overstocked and poorly distributed
housing stock, where higher income families monopolize
housing leaving groups of people with access problems;
generation of good and bad quality urban fabric, including
endemic social exclusion processes; or the absence of
alternatives for people with little resources to buy a
house. In Spain, secure access to housing is still an
unresolved matter. Housing policy is conditioned to two
objectives: giving access to decent houses to all Spaniards,
and boosting the economy by promoting construction; thus
creating an overstocked, underused and overvalued housing
stock that is available to some groups of people. Through
the analysis of the housing stock and housing policies
developed in Spain and in the north of Europe since the
second half of the XXth century, this paper studies the
political strategies that caused this situation, ending
with programs that may give guidelines for solving the
problem.
KEYWORDS: HOUSING, SOCIAL EXCLUSION, REHABILITATION, CONSTRUCTION.
Introducción
La garantía en el acceso
a la vivienda sigue siendo una asignatura pendiente en
España. Las decisiones tomadas a nivel político no sólo
han estado encaminadas a procurar una vivienda digna a
todos los españoles, sino que desde la época del desarrollismo
se ha utilizado la construcción residencial como motor
económico. Como consecuencia de ello, y a pesar de tener
el parque de viviendas de mayor tamaño, la garantía en
el acceso sigue sin estar resuelta. El último informe
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico
(3)
(OCDE)
señala que España tiene las viviendas más caras de todos
los países desarrollados en relación con los salarios
existentes. Sin embargo, un excesivo precio de la vivienda
podría ser un problema menor si existieran alternativas
a la propiedad para acceder a la vivienda, o un parque
de viviendas social que pudiera acoger a los hogares con
mayores dificultades. También sería un problema diferente
si el stock y el nivel de construcción de viviendas estuviese
ajustado a las necesidades reales. Pero, como se puede
apreciar en la Tabla 1, la situación ha llegado al límite de
su capacidad, con un parque sobredimensionado, infrautilizado,
al que sólo se accede a través de la propiedad, siendo
el alquiler libre la forma de acceso residual para aquellos
hogares que no tienen recursos para llegar a ser propietarios
y sin un parque social estable que permita dar soluciones
rápidas a la población con mayores dificultades. En la
última década hemos urbanizado un territorio, donde la
población está agrupada en función de su nivel de renta,
que en muchos casos no era necesario y, por tanto, no
va a ser utilizado.
A partir de los países
pertenecientes a la Unión Europea se ha hecho una selección
de aquellos cuyo contexto social y económico es similar
al español y cuyo estado actual del parque y las políticas
de vivienda y/ o suelo demuestren la existencia de iniciativas
que podrían servir de ejemplo para mejorar los déficits
del parque español. Por tanto, han quedado fuera del estudio
todos los países cuya incorporación a la Unión Europea
ha sido posterior a 2005, países como Portugal, Italia,
Bélgica y Grecia, donde la problemática es similar a la
española, y Austria y Luxemburgo, dado que la información
disponible era muy escasa.
Se buscará el origen de
las diferencias entre ambos modelos, a través del análisis
de las políticas de vivienda seguidas en España y en otros
países europeos desde la segunda mitad del siglo XX hasta
nuestros días. El estudio de la evolución y la toma de
decisiones tendrá dos objetivos fundamentales: determinar
las causas de la situación actual, que serán la base para
buscar alternativas de actuación; y comprender y comparar
los objetivos en materia de política de vivienda en el
momento actual, con objeto de demostrar que mientras en
otros países del entorno la situación ha ido incorporando
nuevos retos y es capaz de afrontar cuestiones más complejas,
en España la garantía en el acceso sigue siendo un problema
prioritario e irresoluble. Por último, se detallan algunas
prácticas o programas existentes en otros países que puedan
ser de aplicación y que permitan corregir la situación
a corto, medio o largo plazo
(4).
TABLA 1.
Historia
de la política de vivienda en Europa
El problema de la vivienda
en Europa es consecuencia de la inmigración campo ciudad
producida por la revolución industrial. La masiva llegada
de trabajadores del campo con el fin de acceder a un puesto
de trabajo en el sector industrial satura las ciudades
que crecen mucho más rápidamente en número de habitantes
que en viviendas y en equipamientos. A finales del siglo
XIX los gobiernos de la Europa occidental ya han comenzado
con el proceso de saneamiento de las ciudades (demolición
de viviendas insalubres, creación de equipamientos, ensanchamientos
de calles...) acompañándolo con la creación de una nueva
legislación relativa a normas de construcción y urbanismo.
Pero todas estas medidas no facilitan el acceso a la vivienda
de la población de rentas más bajas. A principios del
siglo XX comienzan a ponerse en marcha las políticas necesarias
para dar solución al problema de alojamiento de los trabajadores
sin recursos. En este momento se inician los programas
de vivienda social en los países industrializados de Europa
del norte, siendo una de sus primeras iniciativas la creación
de viviendas. La oferta de vivienda social comienza en
Suecia, Dinamarca, Austria, Alemania, Francia, Holanda
y Reino Unido. En algunos países, como Alemania, Holanda
o los países escandinavos, la política se implanta rápidamente,
de modo que al final de la 2ª Guerra Mundial existe ya
un parque social considerable. En 1919, el Reino Unido
introduce la vivienda en la legislación, Housing and
Town Planning Act. Sin embargo en Francia, a pesar
de existir iniciativas en este terreno, la construcción
masiva de vivienda social no se iniciará hasta los años
50 y 60
(5).
El principio del siglo
XX fue un periodo muy conflictivo políticamente y los
condicionantes económicos hicieron difícil la construcción
de todas las viviendas necesarias. En los años 30, con
posterioridad a la crisis económica del 29, se generalizan
las políticas de congelación de los alquileres que tenían
como objetivo evitar la especulación y facilitar el acceso
a la vivienda o el mantenimiento en ella a parte de la
población. Esta iniciativa se generaliza en Europa durante
los años 40
(6).
La supuesta gran rentabilidad de la bolsa en los años
20, la posterior crisis del 29 y la congelación de los
alquileres que protegía a los inquilinos de la especulación
desanima a los inversores privados. Además, la participación
activa de muchos países en la Segunda Guerra Mundial y
las guerras civiles de España y Grecia hacen desaparecer
parte del parque ya construido. Como consecuencia, a principios
de los años 50 toda Europa sufre una gran escasez de viviendas
(7) .
La
reconstrucción después de las grandes guerras
Esta necesidad de viviendas
es la causa directa del boom constructivo en los
países de Europa del Norte, que se prolonga aproximadamente
durante algo más de 30 años,
(8)
pudiendo citar como causa principal la explosión demográfica
posterior a la Segunda Guerra Mundial, y la posterior
formación de hogares de dicha generación durante los años
70. Los primeros países en alcanzar el volumen necesario
de construcción son Alemania y el Reino Unido. A finales
de los años 70, la mayor parte del norte de Europa ha
conseguido un parque adecuado en tamaño a las necesidades
reales de la población.
A principios de los 50
surgen las ayudas a la vivienda. Con objeto de apoyar
la construcción del stock necesario y facilitar el acceso
a la vivienda a toda la población, los gobiernos europeos
ponen en marcha una serie de ayudas que pueden clasificarse
en tres tipos distintos
(9):
- Ayuda a la producción,
cuyo objetivo es el de reducir el coste de las inversiones
en construcción de viviendas. En forma de subvenciones
o bonificaciones en los intereses, es el tipo de ayuda
más frecuente durante este periodo. En un primer momento
estas ayudas se aplicaban sólo a la construcción del parque
social. Posteriormente, se generalizan al mercado libre.
- Ayudas a la persona:
son ayudas directas a los usuarios que no son capaces
de soportar las cargas producidas por el gasto de la vivienda.
En un primer momento son más restringidas y sólo existían
en algunos países. Desde los años 50, las ayudas directas
a las personas (familias de bajos ingresos) conviven con
la construcción de un parque social de viviendas en Alemania,
Finlandia y Bélgica. Sin embargo, estas ayudas tienen
su origen mayoritariamente en la descongelación de los
alquileres, que produjo subidas de precio por encima de
la inflación y los salarios. En 1977 se crea en Francia
el APL (Allocation Personelle au Logement), en
Alemania en 1965 el Wohngeld. Durante los años 80 comenzarán
a generalizarse y sustituirán paulatinamente a las ayudas
a la producción, extendiéndose a los futuros propietarios.
- Ayudas fiscales que toman
la forma de reducciones de impuestos. Aunque en Alemania
este sistema surge en 1949, en la mayoría de los países
se implanta mucho más tarde.
El parque de vivienda social
en alquiler aumenta considerablemente gracias al impulso
que se da a la construcción entre los años 50 y 80. Las
ayudas a la producción subvencionaron entre el 30% y el
50% de la construcción de viviendas que pasaban a formar
parte del parque en alquiler con precios por debajo del
mercado. Sin embargo, aunque la calidad de este tipo de
viviendas estaba reglamentada la prioridad era el incremento
del parque, por lo que no se prestó atención al tipo de
tejido urbano que se generaba en estos momentos, que era
de muy baja calidad y sin apenas servicios.
En Reino Unido, Holanda
y Suecia no existía límite de renta para habitar las viviendas
sociales, existiendo todavía grupos minoritarios de clase
media alta que hacen uso de dicho parque. No obstante,
en Irlanda o Alemania han existido siempre reglas estrictas
para acceder a la vivienda social.
Durante los años 60, la
inversión realizada en el incremento del parque de viviendas,
la subida del nivel de renta de la población y el mantenimiento
del alto nivel de la construcción hizo posible la desaparición
de la congelación sobre los alquileres libres. Durante
los años 70 en Alemania y Holanda, donde la tensión del
mercado se había reducido y la inflación estaba dominada,
el control sobre los alquileres se abandonó definitivamente.
Pero hasta los años 80 no se extiende esta medida sobre
la totalidad del parque en alquiler.
La congelación de los alquileres
durante más de 30 años trajo consecuencias importantes
sobre la ciudad, el parque de viviendas, y el tejido social
que lo habitaba. Aunque esta medida había conseguido favorecer
el acceso a la vivienda de las personas de rentas más
bajas, también contribuyó a desanimar a la inversión privada.
El parque en alquiler libre se fue deteriorando hasta
convertirse en un stock de muy baja calidad, obsoleto
y lleno de carencias. Además, como consecuencia directa
del levantamiento del veto sobre los alquileres, éstos
empiezan a subir de precio más rápidamente que la tasa
de inflación y los sueldos. Para paliar este problema
se crean las ayudas a la persona, que originariamente
tenían como objetivo reducir el peso del incremento de
la renta sobre las economías familiares. Sin embargo,
esta medida no es suficiente. La renovación de este parque,
normalmente localizado en las zonas más antiguas de la
ciudad, provoca un aumento en los precios y una expulsión
paulatina de la población residente.
La construcción masiva
de viviendas en los países del sur de Europa es mucho
más tardía. En España no se inicia hasta los años 60.
Durante la misma época se aprueba la Ley 40/64 que mantuvo
la congelación de los alquileres hasta 1985. Empero, como
se puede apreciar en el Gráfico 1 y en el Gráfico 2, en España no existe un parque social
propiamente dicho, tal como se entiende en el norte de
Europa, es decir, un parque en alquiler con precios controlados
que se ha ido construyendo poco a poco y que es gestionado
por entidades públicas o privadas. Las promociones que
podrían ser consideradas como parque social en España,
viviendas protegidas o viviendas concertadas, salen al
mercado directamente para su venta con un precio fijado
por el gobierno por debajo de los precios del mercado.
Hasta la aprobación del Plan de Vivienda 2005-2008, todas
las viviendas protegidas dejaban de pertenecer al parque
social desde el momento de su venta, debiendo reinvertir
constantemente para la construcción de un nuevo parque.
Por tanto no existe un parque permanente, como en el resto
de Europa, destinado a dar una respuesta rápida a las
familias y habitantes con problemas de acceso.
GRAFICO 1 y GRAFICO 2.

La
década de los 80
A partir de los años 80,
se producen cambios significativos en la política de la
vivienda en los países de la Europa del Norte. La necesidad
de alojamiento está cubierta, el crecimiento de la población
está estancado y algunos países empiezan a acercarse al
crecimiento natural cero. Por otra parte, la crisis económica
provoca importantes recortes en materia de vivienda. Tras
liberalizar por completo el mercado del alquiler, muchos
países optarán por potenciar la propiedad como régimen
de tenencia y por conservar un pequeño porcentaje de vivienda
social. Las ayudas a la producción se reducen notablemente,
en beneficio de las ayudas a la persona. Por último, la
crisis del petróleo trae consigo una nueva forma de interpretar
las actuaciones dentro de la ciudad consolidada.
Hasta los años 80 el crecimiento
de la población era el resultado de un saldo vegetativo
positivo, existiendo más nacimientos que muertes. Sin
embargo, el descenso de la natalidad provoca el riesgo
del crecimiento cero salvado por la inmigración, que en
muchos países compensa el envejecimiento de la población:
Alemania, Dinamarca, España, Grecia, Italia, Portugal
y Suecia. Sin la inmigración, Alemania e Italia hubieran
visto disminuir su población ya en 1996.
La apuesta por la propiedad
como régimen de tenencia mayoritario desde la política
de vivienda es una tendencia que empieza a barajarse desde
los años 80. Algunos de los países analizados valoran
que el coste en vivienda social es excesivo y que en muchos
casos ha perdido su sentido original ya que gran parte
de la población tiene recursos para acceder a la vivienda
. Como consecuencia de ello, en 6 de los 9 países analizados
tienen más de la mitad del parque de viviendas en propiedad,
quedando tan sólo Dinamarca, Alemania y Suecia con más
de la mitad del parque con otros regímenes de tenencia
(Gráfico 3). España encabeza esta tendencia con
un 82% de las viviendas en propiedad, seguido por Irlanda
(79%), Reino Unido (69%) y Finlandia (63%). Aunque en
los años 50 el parque de viviendas ocupadas por sus propietarios
en España no llegaba al 50%, la política de vivienda franquista
apostó por la propiedad frente a otros regímenes de tenencia,
consolidándose la propiedad como única forma de acceso
durante los años 70, situación que no ha sido corregida
desde entonces. Además en España el alquiler social es
prácticamente inexistente, por lo que el incremento de
propietarios va siempre en detrimento del alquiler libre.
A partir de los años 80,
los poderes públicos reducen el número de construcciones
de viviendas sociales. En algunos países como Irlanda
y el Reino Unido comienzan a reducir las inversiones en
el sector social, mientras que en otros como Holanda y
Suecia se mantiene la política de inversiones. También
se ponen en marcha medidas que van encaminadas a reducir
el stock de vivienda social, lo que supone un considerable
ahorro del presupuesto estatal en vivienda, como en Reino
Unido o Irlanda. En el Reino Unido el gasto de la vivienda
social se juzgó excesivo. Se puso en marcha el programa
Right to Buy que consistía en ofrecer a los inquilinos
la compra a precio moderado de las viviendas sociales
que todavía eran gestionadas por las autoridades locales.
En estos momentos la vivienda social queda casi exclusivamente
en manos de las Housing Associations. En Irlanda
se pone en marcha un sistema de propiedad compartida llamado
"Shared Ownership" propuesto por las
autoridades locales: el que adquiere la vivienda tiene
la posibilidad de comprar al menos el 40% del valor de
ésta con un interés bonificado, mientras se le da en alquiler
la parte no adquirida de la vivienda. Por tanto y como
se puede apreciar en el Gráfico 3 y en el Gráfico 4, desde 1980 en Reino Unido e Irlanda
la propiedad aumenta de forma considerable en claro detrimento
del alquiler social.
GRAFICO 3.
GRAFICO 4.
Con objeto de incentivar
la compra de vivienda, lo que supone a largo plazo también
un ahorro del presupuesto estatal, se reducen considerablemente
las ayudas a la producción que son sustituidas por ayudas
a la persona y por beneficios fiscales. Las ayudas a la
persona se centran en gran medida en la rehabilitación
de viviendas y barrios, con objeto de paliar la baja calidad
de los tejidos urbanos construidos en la época anterior
y los nefastos efectos que tuvo la congelación de los
alquileres sobre el parque más antiguo.
La primera crisis del petróleo
y el estado del parque en alquiler empiezan a plantear
dudas sobre las soluciones más adecuadas ante los problemas
de la ciudad, ¿renovación o rehabilitación?, incluso entre
la necesidad de construcción de más viviendas, o la conservación
en buen estado de las ya existentes.
En el informe "Les
principales tendances de la politique du logement dans
les pays de la CEE", elaborado por Naciones Unidas
en los años 80, se plantea ya la disquisición entre demolición
y reconstrucción o rehabilitación como un problema vigente
en esa época en los países de la Comunidad Económica Europea.
Partiendo del análisis económico del problema, ¿qué es
más rentable demoler y reconstruir o rehabilitar?, la
respuesta inmediata es la rehabilitación. Pero el informe
ahonda en el problema incluyendo otros factores además
del económico: la crisis del petróleo y la consecuente
subida de precios del transporte y los materiales o el
notable incremento del paro en el sector de la construcción.
La demolición y posterior reconstrucción de las viviendas
en mal estado es mucho más caro energéticamente. Por otro
lado, la rehabilitación de viviendas emplea mucha más
mano de obra. Estas dos razones por sí solas serían suficientes
para optar por la rehabilitación de viviendas. A estos
factores se une el análisis de las prácticas habituales
en la época sobre los tejidos urbanos degradados, tomando
como referencia algunas de las leyes aprobadas en la década
de los 50, como la Ley de Saneamiento en Dinamarca, que
promueve la renovación urbana desde el punto de vista
de la demolición y posterior reconstrucción. Los barrios
más antiguos de las ciudades, sobre los que se habían
aplicado mayoritariamente la congelación de los alquileres,
son los más afectados por las políticas de renovación
urbana. No obstante, estos tejidos urbanos, contrariamente
a los nuevos barrios construidos durante la postguerra,
se caracterizan por ser capaces de agrupar distintos servicios,
gran variedad de usos y de clases sociales, y un patrimonio
representativo de las diversas culturas, factores que
no se encuentran en las nuevas agrupaciones residenciales
construidas en la postguerra. Además, los ejemplos de
renovación urbana habían traído como consecuencia problemas
de realojo y graves procesos de expulsión; la población
residente en estos barrios degradados se caracteriza por
ser población de escasos recursos económicos. La renovación
del parque de viviendas implicaba su revalorización y
los nuevos precios superan el poder adquisitivo de sus
habitantes, provocando su expulsión. Por tanto esta población,
lejos de mejorar su calidad de vida gracias a la renovación,
pierde su hábitat y se ve obligada a emigrar a zonas con
condiciones parecidas a las anteriores, generándose un
proceso de exclusión social. La rehabilitación, pues,
se plantea como una vía más sostenible económicamente,
socialmente y ambientalmente, que deberá contar con la
participación de los habitantes de la ciudad. A continuación
se esbozan algunas de las fechas significativas dentro
de la renovación del pensamiento
(10)
(tabla 2).
TABLA 2.

Dinamarca junto con Holanda,
Reino Unido y Francia encabezan en Europa los procesos
de rehabilitación y regeneración de la vivienda, mientras
que en España la construcción se sigue centrando en la
creación de nuevas viviendas. Baste observar el Gráfico 5, en el que se ve que el nivel de construcción
de viviendas en España es superior al de Francia, donde
además se rehabilitan más viviendas de las que se construyen.
El aumento del paro, fruto
de la crisis económica, y el abandono del parque de alquiler
libre y el fomento de la propiedad provocan un aumento
en la demanda de la vivienda social a lo largo de los
años 80. Sólo en Alemania y Suecia es fácil el acceso
al alquiler libre.
La década de los 90
A principios de los 90
todos los países de Europa se ven influidos por la crisis
inmobiliaria, pero en algunos países como Irlanda y sobre
todo España, este proceso se enmarca en un contexto de
fuerte crecimiento económico y descenso del paro (ver
gráfico 6).
GRAFICO 5. 
GRAFICO 6. 
Durante esta época, la
tasa de construcción varía en sentido inverso al Producto
Interior Bruto por habitante de los países analizados
(11) .
Cuanto
menor es la riqueza del país, mayor es la construcción
de viviendas. Con este comentario se daría a entender
que mientras en los países de la Europa del norte la construcción
de viviendas y el gasto público está ligado al gasto social
y es recortado debido a las normas de convergencia de
la Unión Europea, en los países del sur, donde el mercado
de construcción de viviendas está desligado de este aspecto,
el mercado de la construcción es utilizado para hacer
crecer la riqueza, lo que implica también un cambio dentro
del concepto de uso de la vivienda, no como bien de primera
necesidad sino como valor de inversión, como valor especulativo
(12).
En Suecia y Holanda aparece
una relativa regresión del sector social y posteriormente
el presupuesto desciende en Francia y Dinamarca. Esta
reducción paulatina en toda Europa tiene como origen el
objetivo de la convergencia económica fijada en Maastricht,
lo que puede dar a entender que esta situación es temporal.
Suecia, Reino Unido y Holanda (puede ser debido a un cambio
de ideología, causa que sería en principio también temporal)
reducen la inversión en vivienda como consecuencia de
todos los problemas acumulados por la política anterior:
localización de las subvenciones, segregación social y
calidad de las viviendas y los barrios.
Durante los años 90 se
generaliza el fomento al acceso a la vivienda en propiedad
a través de ayudas fiscales. La financiación de la vivienda
en propiedad se basa en dos puntos: el Ahorro de los hogares
y los Créditos bancarios.
Todos los países tienen
instituciones especializadas que distribuyen créditos
para la vivienda y tienen como función recolectar los
ahorros familiares con el fin de financiar la construcción
residencial.
Salvo Irlanda y el Reino
Unido, todos los países han puesto en marcha sistemas
de "ahorro-vivienda" que favorecen la inversión
inmobiliaria y la compra de viviendas a través de intereses
altos o primas en el ahorro y/o préstamos posteriores
con intereses reducidos.
Las formas de ayuda más
habituales son la reducción fiscal sobre los intereses
de los préstamos hipotecarios, la exoneración del impuesto
sobre los bienes inmuebles y, en la mayoría de los países,
la ausencia de tasas en la venta de viviendas.
Consecuencias
y deficiencias a finales de los años 90
Las deficiencias que a
continuación se detallan han sido extraídas del informe
W14 "La politique du logement dans l´Union Européenne".
Las conclusiones de este informe, elaborado en la segunda
mitad de los 90, momento de crisis económica en Europa,
son, por un lado, el punto de partida para el análisis
del principio del siglo XXI y por otro, bastante representativos
de los problemas existentes a día de hoy en España.
Propiedad
Los hogares en régimen
de propiedad tienen mayores rentas que los hogares en
régimen de alquiler. Sin embargo, en los países mediterráneos,
con mayor índice de propietarios ocupantes, existe un
porcentaje notable de población que, a pesar de ser propietarios,
se encuentran en dificultades económicas:
- Personas mayores cuyas
viviendas en propiedad no están adaptadas a sus necesidades.
- Personas mayores de escasos
recursos económicos propietarias de viviendas con problemas
de rehabilitación, mantenimiento.
- Pérdida de empleo y dificultad
para pagar la vivienda. En la década de los 90 se señalaba
Reino Unido y Finlandia como los países más significativos.
Actualmente, con la crisis económica muchos hogares residentes
en España están en esta situación.
- Separación y divorcio:
demanda de vivienda en alquiler.
Las políticas fiscales
que benefician la compra de viviendas son accesibles para
las clases medias y altas que se trasladan a barrios residenciales,
generando una ciudad dividida por rentas.
Además, la población de
menor renta queda excluida de estas ayudas, agudizándose
la situación en los países donde el resto de alternativas
es escaso. Como ejemplo podemos citar una de las reformas
sobre el Impuesto de la Renta de las personas físicas
anunciadas por el Gobierno Español para el ejercicio 2003,
que planteaba una deducción de hasta el 25% de las rentas
obtenidas por el alquiler de vivienda. Esta medida parecía
favorecer la puesta en el mercado de las viviendas vacantes.
Sin embargo, no intentaba controlar el precio del alquiler,
esperando que con el aumento de la oferta, los precios
disminuyeran, perdiendo de nuevo una ocasión para dar
solución a las familias con menos recursos.
Alquiler privado
Existen datos que demuestran
que los inquilinos en este régimen tienen menor renta
que los propietarios y mayor que los habitantes del parque
social. No obstante se detectan algunas situaciones de
riesgo:
- Hogares de la tercera
edad sin ingresos residiendo en viviendas en malas condiciones.
- Jóvenes hogares y solteros
con bajos ingresos en paro o que han dejado la familia
por situación violenta o desaparición.
- Hogares inmigrantes y
minorías étnicas sin ingresos para acceder a la propiedad
y sin posibilidad de acceder a la vivienda social.
Un alto porcentaje de este
parque está situado en los centros de las zonas urbanas,
representando más del doble del índice nacional y el triple
en las capitales.
En Holanda y el Reino Unido
la baja en este tipo de oferta ha sido muy importante
en los últimos años debido a las políticas emprendidas
por los diferentes países:
- Grandes demoliciones
- Subvenciones destinadas
a otros sectores
- Reglamento de alquiler
muy estricto.
En Alemania, sin embargo,
las ayudas fiscales a los propietarios han hecho posible
mantener un parque de muy buena calidad. Además en Francia
y Alemania existen primas y ayudas fiscales para este
tipo de inquilinos.
En cuanto a las políticas
de rehabilitación hay que destacar las emprendidas en
Dinamarca, Holanda y Reino Unido que están llevando a
cabo operaciones de regeneración. Las viviendas en mal
estado en régimen de alquiler privado son adquiridas por
entidades sin ánimo de lucro que gestionan el parque de
vivienda social para su posterior rehabilitación y/o la
adaptación a las necesidades particulares de personas
mayores, o disminuidos físicos, etc.
Vivienda
social y exclusión espacial
La exclusión no es sólo
un problema de los centros de las grandes ciudades sino
que se extiende a las áreas de vivienda social (Dublín,
París, Londres, Copenhaguen, Berlín...). Cuando estos
barrios se construyeron los hogares residentes contaban
con bajos recursos pero la tasa de empleo era muy alta.
Las perspectivas de los residentes actuales han disminuido
en gran medida al ser la población mayoritariamente afectada
por la reconversión industrial, formada en su mayoría
por mano de obra no cualificada y envejecida. En la década
de los 90, la vivienda social alojaba a la población de
mayor riesgo: parados, familias monoparentales, minorías
étnicas e inmigrantes que estaban concentrados en determinadas
áreas de la ciudad.
La vivienda ha dejado de
ser un problema para el conjunto de la sociedad y la política
de vivienda se reorienta hacia iniciativas que solucionen
el contexto complejo de los más desfavorecidos. En Francia,
Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Holanda y Suecia se han
puesto en marcha programas de rehabilitación de barrios
gestionados por un partenariado entre el sector público,
el privado y la colectividad. La inversión y gestión de
las viviendas se integran con acciones en el campo social,
sanitario y medioambiental (Dundee, Rotterdam o Lyon).
Actuales
objetivos de la política de vivienda en Europa
El derecho a la vivienda
y el reconocimiento de ésta como bien de primera necesidad
se recoge por primera vez en 1948 en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos. Más de cincuenta años después
la vivienda sigue siendo un problema en muchos lugares.
En este contexto, la Conferencia sobre los Asentamientos
Humanos Hábitat II, celebrada del 3 al 14 de junio de
1996 en Estambul, recoge una serie de compromisos bajo
el lema Una vivienda adecuada para todos. La Unión
Europea, a pesar de no tener competencias directas sobre
esta materia
(13),
se adhiere a estos compromisos traduciendo las propuestas
de la cumbre al contexto europeo: proporcionar seguridad
en la tenencia, promover el derecho a una vivienda digna,
proporcionar igualdad de oportunidades en el acceso a
la propiedad del suelo, promover la igualdad de oportunidades
en el acceso al crédito y promover el acceso a los servicios
básicos. Repasando las diferentes legislaciones europeas,
el objetivo común de las políticas en todos los países
se podría resumir en la misma premisa: el derecho de todos
los ciudadanos a acceder a una vivienda digna.
Una vez solucionado el
problema masivo del acceso a la vivienda, los países europeos
tienden a fomentar la propiedad como forma de acceso,
con objeto de que la vivienda no sea una carga económica
para el Estado en el caso de las clases medias. A partir
de entonces, la política de vivienda se centra en nuevas
dimensiones como son: la capacidad de elección haciendo
referencia tanto a la diversidad en el régimen de tenencia
como a la cohesión social y a la variedad de clases sociales,
edades y circunstancias en los enclaves de vivienda como
es el caso de Francia, Finlandia, Irlanda o el Reino Unido;
o el derecho no sólo a la vivienda sino también a un entorno
saludable, seguro y ecológicamente sostenible, el derecho
a la ciudad, a un medio ambiente sano y el derecho a la
calidad de vida (Suecia, Francia, Irlanda o Finlandia);
o el derecho a una vivienda con un precio razonable en
el caso de Suecia o Finlandia. En este sentido la vivienda
deja de ser un derecho a garantizar por sí sólo y se empieza
a entender como parte activa y fundamental de otras materias:
- La política contra la
exclusión social, en la que hay que destacar la importancia
de la vivienda. La mezcla de clases sociales como forma
de lucha contra la segregación espacial, la inclusión
de las nuevas necesidades específicas de determinados
grupos sociales, resultado de una nueva estructura de
la población (inmigrantes, tercera edad, jóvenes o minusválidos),
o los procesos de participación dentro de la gestión de
las viviendas como método de integración social son algunos
de los aspectos que aparecen en las distintas políticas
europeas.
- La política de la ciudad
desde un punto de vista sostenible y medioambiental que
prime el cuidado del entorno y de la ciudad existente
frente al crecimiento desmedido cuyo principal exponente
es la rehabilitación integrada de barrios.
Breve historia de la política de vivienda en España
La creación del parque
de viviendas en España. La época del desarrollismo
En España la construcción
masiva de vivienda se produce casi dos décadas después
que en los países del norte de Europa. Así, los primeros
planes de vivienda redactados formaban parte de los Planes
de Desarrollo Económico y Social que se llevaron a cabo
durante la última época del franquismo. En aquel momento
el principal objetivo era cubrir la necesidad de vivienda
de forma genérica: el parque de viviendas era demasiado
pequeño y se iniciaba una serie de procesos sociales,
como la emigración campo-ciudad, a los que había que dar
respuesta de forma inmediata. Estos planes recogen una
estimación del número de viviendas necesarias (demanda)
para albergar a la población española y fijan unos objetivos
para la construcción de viviendas tanto libres como sociales.
Al terminar la dictadura, el principal objetivo se había
cumplido. El tamaño del parque de viviendas se considera
un tema menor, pasando a ser prioritario garantizar el
acceso a la vivienda a los hogares y personas con menos
recursos a través de la construcción de viviendas protegidas.
Por tanto, la construcción masiva de viviendas, que en
Europa duró aproximadamente tres décadas, en España se
concentró entre 1964 y 1976, es decir, un tercio del tiempo
empleado en Europa.
Paralelamente a la puesta
en marcha de los Planes de Desarrollo Económico y Social
se aprueba una nueva ley sobre arrendamientos urbanos
(1964), que mantenía la congelación sobre los alquileres.
Este régimen de tenencia no era, por tanto, un objetivo
de la política de vivienda y todas las viviendas que se
construyeron durante esos años estaban destinadas a ser
ocupadas por sus propietarios.
El Plan de Vivienda 1961-1976,
incluido dentro de los Planes de Desarrollo Económico
y Social, toma la decisión de apoyar la construcción de
viviendas como una de las alternativas para comenzar el
despegue económico del país. Y esta decisión, que se repite
constantemente desde los años 60 hasta el día de hoy,
es un factor determinante en la política de vivienda en
España, marcando la principal diferencia con el resto
de países analizados.
La inclusión de este plan
en los Planes de desarrollo económico y social determina
no sólo la vinculación del sector de la construcción con
el desarrollo económico del país sino también con la industria
del turismo. En 1963 se aprueba la Ley de Centros y Zonas
de Interés Turístico Nacional única y exclusivamente para
dar cabida a los complejos hoteleros eliminando las competencias
de los municipios, que ven en esta medida un problema,
a la vez que la oportunidad de aumentar su recaudación
y la riqueza del municipio
(14).
La emigración campo-ciudad,
el incremento de las rentas familiares y la política de
vivienda, que pretende hacer de cada español un propietario,
provocan el aumento de la demanda de viviendas. En el
periodo 1961-1976 se construyen muchas más viviendas de
las que el plan señalaba como necesarias, pero en régimen
libre, quedando el número de viviendas protegidas construidas
por debajo de las determinaciones del plan. Es en este
momento en el que se produce el gran aumento de viviendas
vacías y secundarias. Como se puede apreciar en el Gráfico 7, en 1981 las viviendas principales representaban
el 70% del parque de viviendas total, con una disminución
de 22 puntos respecto al censo de 1960. Las viviendas
secundarias pasan de 3.3% a 12.8% y las vacías de 4.3%
a 16.2%. Aunque parte de este cambio puede ser producido
por la emigración campo-ciudad, puede también comprobarse
cómo en el censo de 1981 las viviendas vacías y secundarias
se concentran tanto entre las más viejas (anteriores a
1941) como entre las más nuevas: de las viviendas construidas
entre 1971 y 1980, sólo el 62% era vivienda principal.
GRAFICO 7.
Cuando sobreviene la crisis
del petróleo, la carencia en materia de vivienda sólo
afecta a unos pocos, los más desfavorecidos, y la capacidad
de construcción en esta época se reduce considerablemente
no sólo por la coyuntura económica sino por la situación
política por la que atraviesa España.
La década de los 80
El siguiente Plan de Vivienda
(Plan trienal 1981-1983) vuelve a plantear dos objetivos
de la misma naturaleza: el descenso del paro y dar cobertura
a esa parte de la población que no había podido optar
a una vivienda durante la época anterior. Pero el plan
vuelve a fracasar, manteniendo de forma endémica un porcentaje
de población sin acceso a la vivienda. La mala situación
económica incrementa la demanda de viviendas sociales
que van siendo acaparadas por clases más acomodadas con
mayor capacidad para obtener un crédito. Por otro lado,
no existen previsiones desde el punto de vista de la localización,
de modo que muchas de las viviendas que se construyen
no son necesarias
(15).
Y analizando el Plan cuatrienal
1984-1987 podemos observar cómo la historia vuelve a repetirse.
A pesar de que este plan incluye medidas que intentan
acercar la política de vivienda en España a la coyuntura
europea, como son el fomento de la rehabilitación, la
entrada en el Mercado Común Europeo vuelve a ser una excusa
para intentar impulsar el desarrollo del país a través
de la industria de la construcción. En 1985 se aprueba
el Decreto Boyer cuya intención es la de sentar las
bases para un crecimiento estable y duradero de la economía
española como condición necesaria para crear empleo.
Dentro de una serie de medidas de política económica cuyos
objetivos son estimular el consumo privado y la inversión,
fomentar el empleo e impulsar el sector de la construcción
(16),
aparecen
dos de vital importancia en materia de vivienda: la desaparición
de la congelación de los alquileres y la desgravación
en vivienda cualquiera que sea su destino final, es decir,
tanto si se usa como si se deja vacía (la deducción
por adquisición de vivienda es el segundo mecanismo de
incentivo accesible a cualquier persona física, con un
componente nítidamente definido, de expansión del sector
de la construcción
(17)).
Como resultado de esta medida, entre 1981 y 1991 el parque
de viviendas secundarias se incrementa en un 43%, acrecentando
uno de los mayores problemas del parque de viviendas en
España: su infrautilización que lo caracteriza respecto
al modelo europeo analizado (ver Gráfico 8). Según los últimos datos disponibles,
sólo se utilizaba como vivienda principal el 68.5% del
parque, quedando el resto del stock, 31.5%, como vivienda
vacía o segunda residencia.
GRAFICO 8. 
Aunque la descongelación
de los alquileres se produce en todos los países estudiados
en momentos similares, con una coyuntura económica óptima
en la que no tiene sentido mantener esta situación, el
punto de partida en España no es el mismo. Por un lado
existía en Europa una cultura de la promoción privada
y pública de viviendas en alquiler y un sector económico
consolidado que podía reaccionar en relativamente poco
tiempo a las nuevas demandas. Por otro lado, la existencia
de un abundante patrimonio gestionado por los entes públicos
y privados garantizaba la posibilidad de alternativas
para la población, que era capaz de percibir el alquiler
como una oportunidad más, no como la única salida a un
problema de insolvencia económica.
La década de los 90
Entre los años 1998 y 2003,
se aprueban una serie de medidas que recrudecen aún más
la situación y que vuelven a reincidir en el mismo objetivo:
impulsar la economía española a través de la industria
de la construcción. Casi todas las ayudas diseñadas durante
esta época tienen como destino una clase media capaz de
invertir sus ahorros en la compra de una vivienda, olvidando
por completo los problemas de acceso de los más desfavorecidos.
En 1998 se elimina la desgravación por el alquiler de
la vivienda en el Impuesto sobre la Renta, manteniendo
la desgravación por la compra y optando de nuevo por la
estrangulación dentro de las formas de acceso a la vivienda.
Es decir, se penaliza fiscalmente el alquiler frente a
la compra de vivienda, afectando mayoritariamente a las
familias de menores recursos. Se ponen en marcha las Cuentas
Ahorro Vivienda para menores de 35, que garantizan unos
intereses por encima del mercado y la desgravación fiscal
siempre que dicho ahorro se destine a la compra de vivienda
en un plazo inferior a 4 ó 6 años. Como medida para regular
el precio del suelo, la ley del suelo de 1998 define como
urbanizable todo aquel suelo que no tenga características
para ser urbano o no urbanizable. Como consecuencia, la
construcción de vivienda libre y su precio se disparan.
Según los datos de Eurostat, España está entre los tres
países donde más ha crecido el precio de la vivienda nueva
entre 1997 y 2008, junto con Irlanda y Finlandia, con
un incremento de 50 puntos en menos de 10 años (1997 –2006).
Como se puede apreciar en el Gráfico 9, los países en los que menos aumenta
el precio de la vivienda coinciden con aquellos en los
que existe un menor porcentaje de viviendas principales
ocupadas por sus propietarios (Alemania, Holanda, Francia
y Dinamarca). España e Irlanda, dos de los países donde
más aumenta el precio de la vivienda, tienen en común
dos características: el mayor crecimiento del parque en
el mismo periodo (88 y 97 viviendas más por cada 1000
habitantes) y el mayor porcentaje de propietarios en todo
el grupo analizado (82% y 79%, respectivamente).
A pesar del incremento
en el precio de la vivienda, España destaca por ser uno
de los países donde menos ha crecido el índice del precio
de la construcción residencial. Esto significa que el
incremento en el precio no tiene relación con la subida
de precios de los materiales ni de la mano de obra empleados
en la construcción de la vivienda. Teniendo en cuenta
que los mayores gastos en la producción inmobiliaria residencial
son la mano de obra, el precio de los materiales, el valor
del suelo y el beneficio del promotor, podemos deducir
que el crecimiento del precio de la vivienda es consecuencia
del aumento del precio del suelo y/o del beneficio del
promotor, ambas condiciones vinculadas a la especulación
inmobiliaria. La escasez de suelo, argumento ampliamente
utilizado para justificar la subida de su valor, no es
ni ha sido un problema en los últimos 10 años. La ley
del suelo estatal de 1998 determina que sólo es suelo
no urbanizable el suelo que tenga características especiales
para su conservación, haciendo legalmente viable e impulsando
políticamente el desarrollo urbano en todo el suelo que
no cumpla estas características. Esto ha provocado la
creación de un volumen de suelo cada año que permite triplicar
el número de viviendas construidas
(18).
El
precio del suelo se establece en función de lo que en
él vaya a desarrollarse. Por tanto, el incremento del
precio de la vivienda en España no parece responder a
ninguna premisa que no esté vinculada a la especulación,
impidiendo el acceso a la vivienda en contra de los dispuesto
en el artículo 47 de la Constitución Española.
GRAFICO 9. 
POLÍTICA
DE VIVIENDA EN ESPAÑA EN EL CONTEXTO EUROPEO
La relación existente entre
la industria de la construcción y el desarrollo económico
de un país es descrita, entre otros, por Ramón Tamames
(19)
que
señala que en España dicha industria representa el 15%
del producto industrial, el 5% del Producto Interior Bruto
y proporciona trabajo a más del 10% del total de la población
activa
(20).
La construcción de viviendas es sólo parte de esta industria,
pero tanto su peso como su influencia sobre la economía
no es nada desdeñable. Dentro de las políticas económicas
de los sucesivos gobiernos españoles, el impulso a la
construcción de viviendas será una constante que ha influido
de manera perversa sobre la formación de la estructura
del parque de viviendas actual. En todos los planes de
vivienda aprobados, los objetivos pretendidos tienen doble
naturaleza: por un lado, se presentan como la forma de
satisfacer la demanda social existente, paliando la necesidad
de vivienda; por otro, este propósito va siempre acompañado
de objetivos económicos globales ajenos a la política
de vivienda
(21).
Como hemos visto, mientras
que en Europa conseguir un parque de viviendas adecuado
a las necesidades de la población y reorientar los objetivos
de la política costó casi 30 años, en España el proceso
se produjo mucho más tarde y con mucha más rapidez. Las
aspiraciones del país en ese momento estaban orientadas
al desarrollo económico. Mientras que en Europa el proceso
fue más lento y acompasado, y la evolución se produjo
en una región mucho más amplia, cuando España afronta
el reto sola, y encamina todas sus decisiones, las de
calado social también, hacia un rápido desarrollo económico.
Por tanto, mientras el objetivo de los países europeos
estuvo orientado a la búsqueda de un bienestar social
en sí mismo, en España dicho bienestar se confundió con
el mero desarrollo económico. Algunas de las decisiones
tomadas en ese momento transforman profundamente la estructura
del parque y, a pesar del tiempo transcurrido, siguen
definiendo la situación actual:
- Se fomentó el acceso
a la vivienda en propiedad, frente a los modelos europeos
que diversificaron las formas de acceso, al menos en sus
inicios.
- No se planteó la creación
de un parque de viviendas social sino que se pasó directamente
a la construcción y venta directa de las viviendas protegidas.
En los siguientes 40 años,
la política podría haber sido reorientada. Sin embargo,
como ya hemos visto, en diversos momentos en los que era
necesario apostar por un repute de la economía por diferentes
motivos (entrada en la Comunidad Económica Europea en
1985, Proceso de Convergencia para la Unión Económica
y Monetaria Europea en 1999, mantenimiento de los requisitos
del pacto de Estabilidad y Crecimiento), los gobiernos
de distintos signos vuelven a apostar por el impulso de
la construcción residencial como motor económico.
Cuando los objetivos de
los planes de vivienda son tan dispares se está poniendo
en juego el valor de uso de la vivienda
(22) , en beneficio
de su valor de cambio. La vivienda se transforma en objeto
de inversión, los precios aumentan a mayor ritmo que el
poder adquisitivo de la población y aparece un sector
del parque cuyo fin no es el de ser utilizado sino que
se ha transformado en objeto de acumulación
(23) .
Paralelamente a este proceso, la población más desfavorecida
va quedando al margen.
Bajo esta premisa la política
de vivienda ha utilizado la construcción como motor de
crecimiento tanto en los momentos de bonanza, como de
crisis económica. La doble intencionalidad de los planes
y políticas de vivienda acaba haciendo depender la coyuntura
económica del sector de la construcción, muy sensible
a los momentos de crisis. En periodos de bonanza, el aumento
de las rentas familiares genera un incremento de la demanda
que inclina la balanza hacia la construcción de viviendas
libres dejando a parte de la población sin acceso y provocando
un aumento de los precios que repercute también sobre
el precio de las viviendas de régimen protegido, dando
lugar a una espiral de especulación que sólo parará cuando
sobrevenga el periodo de crisis. En estos periodos el
Gobierno intenta rehacer la política, pero de nuevo son
las clases más acomodadas, con mayor facilidad para optar
a créditos hipotecarios
(24),
las que acaparan las viviendas que se construyen. El sistema
de ayudas empleado por el Estado para la construcción
de viviendas protegidas no compensa en momentos de bonanza
económica, ya que los rendimientos por la construcción
de viviendas libres superan con creces la rentabilidad
de las viviendas sociales. De este modo, sea cual sea
la coyuntura económica, parece haber una tendencia a que
las viviendas se desvíen hacia la población de más renta,
quedando el sector de la población más desfavorecido al
margen del acceso a la vivienda, a pesar de la existencia
de un parque lo suficientemente grande como para dar cabida
a toda la población residente en España. Esta situación
perpetúa una demanda oculta de viviendas, mientras que
gran cantidad del stock que sale al mercado se desvía
hacia la inversión, creándose un parque infrautilizado.
Como podemos apreciar en el Gráfico 10, mientras que en Alemania, Dinamarca,
Finlandia, Holanda, Reino Unido y Suecia la diferencia
entre la capacidad del parque y el tamaño del hogar están
más o menos ajustados, con una diferencia de 0.1 en la
mayoría de los casos, en España la diferencia se dispara.
Mientras que el tamaño del hogar es de 2.9 personas, la
capacidad del parque de viviendas es de 1.9 habitantes
por vivienda. Esto supone unas 8.4 millones de viviendas
de más.
Paralelamente, la situación
del parque en alquiler, única alternativa para algunos
sectores de población, es mucho peor que el parque en
propiedad. La congelación de los alquileres y los incentivos
fiscales a la compra van convirtiendo el parque de viviendas
en alquiler en residual, manteniéndose como la alternativa
para aquellos hogares cuyos recursos no les permitan acceder
a la propiedad. Una política basada en un sólo régimen
de tenencia, la propiedad, desanima tanto a los inversores
potenciales como a los dueños de las viviendas sin uso,
de modo que el parque en alquiler va reduciéndose en número
y está en peores condiciones. Desaparecen las opciones
de elección que en determinadas situaciones son muy importantes:
divorcios, movilidad de la población por trabajo, emancipación
de los jóvenes.
Además de instrumentos
como la fiscalidad, la política de vivienda se ha regulado
a través de herramientas urbanísticas que actualmente
están muy lejos de conseguir un consumo de suelo moderado
y un desarrollo de la ciudad acorde con las necesidades
reales que garantice el acceso a la vivienda. El crecimiento
urbano y la construcción de viviendas no guardan ninguna
relación con las necesidades reales. Se siguen aprobando
planes generales que proponen crecimientos desmedidos
respecto a la población y al número de viviendas existente.
No existen apenas limitaciones legales que impidan macizar
el territorio y las restricciones al crecimiento surgen
de ámbitos ajenos al urbanismo. El crecimiento urbano
queda sólo limitado por las áreas naturales protegidas,
quedando otros problemas como garantizar el suministro
de energía o agua como meros problemas técnicos y de inversión
económica.
No sólo se construyen más
viviendas de las precisas en número sino que ni siquiera
se garantiza que su uso, su precio y a veces su tipología
o ubicación vayan a ser las que correspondan con las necesidades
reales. Son el mercado y la demanda, muchas veces basados
en la inversión y no en el uso, los que deciden qué, cuánto
y cómo se construye y ni la legislación urbanística, ni
los planes de vivienda, ni los incentivos fiscales ni
los planes generales están diseñados para contrarrestar
las decisiones del sector inmobiliario. Es el mercado
el que decide el tipo de cliente al que va dirigido el
producto inmobiliario. Mientras parte de la población
tiene serias dificultades para acceder a la vivienda,
la estructura legal vigente y el motor económico del mercado
hacen más sencillo y más rentable la promoción de viviendas
de lujo o viviendas secundarias asociadas a campos de
golf que la construcción de viviendas asequibles.
Ante el desmedido desarrollo
urbano de los últimos años que ha recrudecido el problema
de acceso de determinados sectores de población, la nueva
ley estatal del suelo obliga a reservar suelo para la
construcción de viviendas con algún tipo de protección.
Pero la reserva de suelo no significa el desarrollo de
éste, por lo que el mercado sigue teniendo capacidad de
poner en marcha aquellas promociones que le resulten más
rentables según el ciclo económico. Por otro lado, la
estandarización de una cifra global para todo el territorio
con un destino ambiguo, vivienda con algún tipo de protección,
reincide en la falta de análisis de las necesidades reales
de cada territorio.
GRAFICO 10. 
La reserva de suelo tampoco
afronta otro de los problemas que persisten en las ciudades
actuales: la segregación espacial y la formación de enclaves
de población socialmente excluida. La apuesta por un parque
de viviendas en propiedad y el abandono sistemático de
las viviendas en alquiler han propiciado la construcción
de una ciudad en la que los habitantes están organizados
por su capacidad de renta. El precio de la vivienda no
depende tanto de sus características físicas como de la
zona urbana en la que está ubicada
(25).
Frente al desmedido desarrollo urbano y la construcción
de viviendas de lujo vinculadas a campos de golf, siguen
existiendo enclaves con graves deficiencias urbanas y
un parque de viviendas en mal estado en los que residen
habitantes de bajos recursos económicos y con problemas
sociales. Reducir el problema del acceso a la vivienda
a ayudas económicas y reservas de suelo perpetúa el modelo
existente, que segrega económicamente y socialmente a
la población y construye para quien puede pagar, no para
quien lo necesita. No existen herramientas que fomenten
la cohesión social y el desarrollo de una ciudad heterogénea,
y los objetivos del mercado, y muchas veces de los poderes
públicos, están lejos de afrontar este tipo de retos.
Conclusiones y buenas prácticas
Un parque sobredimensionado
y mal repartido, en el que las familias de mayor renta
acaparan varias viviendas mientras existe población con
problemas de acceso, la generación de tejidos urbanos
de buena y mala calidad, con procesos de exclusión social
endémicos o la ausencia de alternativas para el acceso
a la vivienda para los hogares que no tienen recursos
para acceder a la compra son problemas comunes en materia
de vivienda. A continuación se ponen de manifiesto algunas
medidas que servirían para contrarrestar los principales
problemas en materia de vivienda en aquellos casos, como
el español, en los que la política no ha conseguido garantizar
el acceso a la población más desfavorecida.
MEDIDAS CONTRA LA INFRAUTILIZACIÓN DEL PARQUE DE VIVIENDAS
En Francia y Suecia se
han puesto en marcha mecanismos cuyo objetivo era sacar
de nuevo al mercado el parque de viviendas vacante. En
el trasfondo de dichas medidas están las mismas premisas:
no tiene sentido que el Estado invierta en vivienda cuando
parte del parque, ya sea privado o público, está sin uso,
siendo esta situación especialmente gravosa en aquellos
lugares en los que existen problemas de acceso y/o calidad
del parque de viviendas habitado.
En Francia el problema
parece estar situado en las grandes aglomeraciones, donde
existe una importante demanda de vivienda. Según se señalaba
en el resumen ejecutivo de la aprobación de la Ley contra
la exclusión social
(26),
en 1998 un total de 2,5 millones de personas estaban mal
alojadas mientras que existían un total de 2 millones
de viviendas vacantes, 840.000 de las cuales estaban situadas
en las grandes aglomeraciones, donde la demanda de viviendas
era cada vez mayor. Ante esta situación se ponen en marcha
dos tipos de medidas: las que incentivan la puesta en
valor del parque a través de ayudas, como el Contrato
de Rehabilitación
(27)
con
el que la administración francesa realiza subsidiariamente
las obras necesarias dentro del inmueble a cambio de su
uso por un tiempo mínimo de 12 años, y las que penalizan
al propietario. Desde 1998, se grava con un impuesto aquellas
viviendas que permanezcan voluntariamente vacantes durante
un periodo superior a dos meses y estén situadas en aglomeraciones
de más de 200.000 habitantes en las que exista un desequilibrio
entre la oferta y la demanda de viviendas y una tasa de
viviendas vacantes elevada. El dinero recaudado se reinvierte
en rehabilitación. En los casos de inmuebles vacíos con
problemas de rehabilitación, el Prefecto de la Región
puede acceder a requisar dichos inmuebles con objeto de,
una vez rehabilitados, destinarlos a personas con rentas
modestas y personas desfavorecidas.
En Suecia, las viviendas
vacantes son habitualmente consecuencia del incremento
de la tasa de paro en determinadas regiones que llevan
a la población a trasladarse a otros lugares en busca
de empleo, afectando en mayor medida al parque social.
Los alquileres en la vivienda social se calculan sobre
la base de los costes de la totalidad del parque perteneciente
a cada entidad sin ánimo de lucro en el municipio. El
objetivo es dividir estos costes entre todas las viviendas
alquiladas atendiendo a criterios estándar que dependen
del tamaño de la vivienda y su calidad. El aumento del
número de viviendas vacantes se estaba traduciendo en
un aumento del alquiler para los inquilinos, de modo que
en los casos de la población de menor renta la situación
empezaba a ser paradójica. Las medidas adoptadas son diversas:
descuentos en el precio del alquiler para atraer a nuevos
habitantes, reutilización de las viviendas para otros
usos, incluso demolición de parte del parque vacante.
DIVERSIFICACIÓN DE LAS FORMAS DE ACCESO A LA VIVIENDA
Además de la apuesta por
la creación de un parque social en alquiler cabe destacar
la existencia de otro tipo de régimen de tenencia, entre
la propiedad y el alquiler, que tiene una presencia importante
en los países escandinavos, Suecia, Dinamarca y Finlandia:
las cooperativas o condominios. Se basan en el derecho
a ocupar una vivienda de una cooperativa que ostenta la
titularidad de uno o más edificios multifamiliares o unifamiliares.
Los miembros de la cooperativa son los representantes
de las unidades familiares correspondientes, cada una
de las cuales posee una parte del total que le da derecho
a ocupar una determinada vivienda, pagando a la cooperativa
una entrada proporcional al tamaño de la misma y una cuota
mensual. Destaca además la participación de los inquilinos
en la gestión del parque de viviendas.
En Finlandia los cooperativistas
o shareholders pueden ser personas físicas, jurídicas
o entidades sin ánimo de lucro. Esto significa que en
una misma Housing Companie, es decir, que en un
mismo bloque de viviendas pueden existir inquilinos con
ayudas o sin ayudas, viviendas sociales, viviendas en
alquiler, etc. Debido a la variedad de shareholders
posibles dentro de estas sociedades, la diversidad de
situaciones económicas y circunstancias sociales es lo
suficientemente grande como para facilitar la mezcla y
la convivencia de los distintos sectores sociales.
MEDIDAS CONTRA LA SEGREGACIÓN ESPACIAL
La vivienda social en alquiler
en Alemania sólo representa el 6% del total del parque
y disminuye poco a poco. Sin embargo, los Ayuntamientos
siguen teniendo la obligación de alojar a los hogares
más necesitados. Para ello, desde 2001 el sistema social
se basa en el uso del parque privado existente a través
de un convenio particular entre el propietario y el ayuntamiento
fijando un precio por debajo del mercado. A la vez el
parque de vivienda social, propiedad de los municipios,
se va vendiendo a organizaciones de inquilinos. Esta medida
fomenta la mezcla de clases sociales al menos dentro del
parque de alquiler, forma de acceso mayoritaria en Alemania.
En Dinamarca, la política
de viviendas social sigue el modelo universal, de modo
que está disponible para cualquiera, aunque los ayuntamientos
tienen una reserva del 25% del parque para cubrir las
necesidades de los hogares desfavorecidos. El alquiler
se fija en función del coste y las viviendas se adjudican
por lista de espera. Una de las características de la
vivienda social en Dinamarca es el carácter democrático
de los inquilinos que está regulada por ley desde 1984.
Cada sección es responsable del presupuesto, mantenimiento
y gestión de las partes comunes.
En Irlanda la ley sobre
planificación, desarrollo y vivienda obliga a los promotores
privados a incluir dentro de sus proyectos una parte que
irá destinada a vivienda social, a un precio asequible
que se fija en colaboración con las autoridades locales.
En Francia el artículo
55 de la Ley de Solidaridad y Renovación Urbana
(28)
establece
la necesidad de que todas las entidades locales con población
superior a los 3.500 habitantes situados en aglomeraciones
urbanas superiores a los 50.000 tengan al menos un 20%
de vivienda social en alquiler sobre el total del parque
principal. El no cumplimiento de esta determinación supone
una retención del presupuesto equivalente al 20% del potencial
fiscal por habitantes por cada vivienda no realizada.
RR
Notas
(3) Perspectives
économiques de l'OCDE No. 85, juin 2009.
(4)
Aunque
el contenido de aquella información no va a ofrecer los
puntos débiles de dichas políticas, pudiendo correr el
riesgo de plantear sólo buenas intenciones, no es objeto
del presente trabajo el análisis de su implantación sino
la búsqueda de ideas y ejemplos que puedan corregir la
situación en España.
(5) Louvot-Runavot, Claudie, 2001.
(6)
En
España se aprueba la congelación de los alquiler el 29
de marzo de 1947 (Ley del 31 de Diciembre de 1946).
(7)
Louvot-Runavot. Op cit.
(8)
Ibid.
(9)
Parlamento
Europeo (1996), W-14.
(10)
Roca
Caldera, Juana, 1996.
(11)
Louvot-Runavot.
Op cit.
(12)
Naredo,
2000.
(13)
Según
el principio de subsidiaridad, la Unión Europea no tiene
competencia en materia de vivienda y los países miembros
tienen plena libertad para regular y legislar. Los fondos
estructurales, cuyo objeto es la solución de problemas
económicos, no pueden utilizarse en proyectos de inversiones
en vivienda con objetivo social que sustituirían el presupuesto
estatal (principio de adicionalidad).
(14)
González
Berenguer, 1979; Parejo, 1979; Nasarre, 1972.
(15)
Pedro,
2000.
(16)
Exposición
de motivos del Real Decreto Ley.
(17)
Ibid.
(18)
Naredo.
Op cit.
(19)
Introducción
a la economía española, 1986.
(20) González
Moreno, Miguel.
(21)
González
Moreno, Miguel. Véase también los objetivos de los Planes
de Vivienda 1961-1976 y 1981-1983 o la exposición de motivos
del Real Decreto ley 2/1985 (Decreto Boyer).
(22)
Ídem.
Para mayor detalle ver Sánchez Martínez, María Teresa.
(23)
Naredo.
Op. cit.
(24) La
propiedad como única forma de acceso hace este proceso
mucho más intenso.
(25)
Roch,
2003.
(26)
Loi
n° 98 - 657 du 29 juillet 1998.
(27)
Artículo
L. 252-1 del Código de la Construcción y la habitación
(artículo 11 de la ley 90-449 del 31 de mayo de 1990).
(28)
Loi
n° 2000-1208 du 13 décembre 2000.
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