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Texto del prólogo al libro "Luces y sombras del urbanismo
de Barcelona" de J. Borja. Barcelona,
julio de 2010

En
un planeta que evoluciona rápidamente hacia la urbanización
generalizada faltan modelos de referencia sobre la gestión
de la ciudad en el nuevo contexto territorial, tecnológico,
cultural e institucional. Sin proponérselo, en las ultimas
dos décadas, Barcelona se convirtió en un modelo que ha
sido estudiado, debatido, criticado y adoptado en universidades
y municipios de todo el mundo. Como todo modelo, tanto mas
cuanto que nadie pretendió modelizar nada, las simplificaciones
han deformado la experiencia y las mitologías han llevado
a importantes errores en las copias apresuradas de un original
deformado. Y sin embargo, hay un caudal de innovación urbana
que, pasado por el tamiz de un análisis riguroso y una evaluación
honesta, merece ser comunicado y utilizado por quienes,
en todo el mundo, incluida la nueva Barcelona, se enfrentan
con la gigantesca tarea de adaptarse al crecimiento urbano
y metropolitano sin perder la herencia de la ciudad como
espacio de convivencia, creatividad y libertad.
Nadie
mejor que Jordi Borja para iniciar el estudio del gran experimento
de Barcelona tras tres décadas de su trayectoria. Sociólogo
y geógrafo urbano de prestigio internacional, líder político
y responsable del movimiento popular urbano bajo la dictadura
y durante la transición democrática, teniente alcalde de
Barcelona, dirigente del Área Metropolitana, conector de
Barcelona con las redes mundiales de ciudades, diseñador
de la descentralización municipal y la participación ciudadana de Barcelona, colaborador cercano del carismático
alcalde Pasquall Maragall, quien dirigiera Barcelona en
el punto álgido de su prestigio mundial,
el autor de este libro ha ido mas allá de historia y la memoria para desplegar
un análisis que permite, a la vez, entender la experiencia
y generalizar sus enseñanzas.
Hay
tres componentes sobre los que se construye el análisis.
El primero, las características esenciales del urbanismo
y la gestión municipal de Barcelona tal y como se consolidaron
a principio de la década de los noventa. El segundo, la
situación del origen de esta gestión en el contexto social,
político e institucional que permite entenderla, así como
definir los limites de una posible adaptación a otros contextos.
El tercero es la observación de la transformación de la
experiencia municipal y urbanística de Barcelona a través
de tres décadas en la medida en que cambia el contexto original.
Empecemos
por los rasgos básicos de la innovación urbana en Barcelona,
aunque advierto que se trata de mi propia lectura y que
el lector interesado debe referirse al matizado y documentado
análisis presentado en el libro.
Creo
que los rasgos distintivos de la gestión de Barcelona fueron:
la prioridad al espacio publico; el énfasis en un modelo
redistributivo de equipamientos, servicios y calidad urbanística
hacia la periferia y los barrios populares de Barcelona;
la renovación de la ciudad histórica con dispositivos de
mantenimiento de sus habitantes en su propio espacio; la
importancia acordada a la dimensión arquitectónica y estética
de la ciudad; la descentralización municipal articulada
a la participación ciudadana; la reforma administrativa
y la eficiencia en la administración de servicios; el esfuerzo
para articular Barcelona con su área metropolitana mediante
mecanismos administrativos y funcionales de coordinación
de servicios; la creación de una potente infraestructura
urbana y metropolitana aprovechando el lanzamiento de grandes
acontecimientos internacionales, tales como los Juegos Olímpicos
de 1992; y la activa política de construcción de redes internacionales
de ciudades buscando deliberadamente la conexión de lo local
con lo global. De
dichos aspectos, haré hincapié en lo que a mi juicio es
más decisivo. El espacio publico como esencia de la ciudad.
Y eso quiere decir la construcción de plazas, placitas y
mini-lugares de “estar estando” (a veces dos bancos y un
árbol en un recodo de una calle estrecha), apoyadas en elementos
de arte urbano (de bastante mal gusto en mi visión personal,
pero siempre marcantes del espacio) distribuidos en el conjunto de la ciudad, particularmente
en densos barrios periféricos que pasaron de ser vivienda
de aluvión a ser espacio de vida compartida. La conjunción
de diseño urbano, equipamiento urbano y integración social
dieron lugar a una ciudad viva en torno a una multiplicidad
de lugares que reforzaron
una activa vida de calle. La fiesta en la calle,
promovida por asociaciones de vecinos y apoyadas por la
administración municipal, se conjugo con el pequeño comercio
revitalizado para suscitar una calidad de vida urbana que
se ha convertido en mito y atracción en el mundo entero.
Un segundo aspecto es la descentralización municipal
a nivel de los distritos, articulada con una participación
ciudadana en los organismos descentralizados. Dire de entrada
que esta experiencia, diseñada e impulsada desde la alcaldía
precisamente por Jordi Borja, se encontró con fuertes dificultades
en su aplicación por la acción combinada del monopolio de
representación buscado por los aparatos de los partidos
y por la confusión entre participación y activismo político
que llevaron a la crisis del movimiento ciudadano original.
Aun
así, durante un tiempo Barcelona tuvo mecanismos de gestión
a pie de barrio mas democráticos y menos burocráticos que
muchas otras ciudades.
En
tercer lugar, es importante subrayar el posicionamiento
de Barcelona en la red global de ciudades, mediante una
inteligente utilización de acontecimientos internacionales
y una activa búsqueda de cooperación internacional que intento
constituir una red de ciudades que fueran la alternativa
a la globalización incontrolada.
El esfuerzo mas ambicioso, la ligazón con la realidad
metropolitana en la que se inserta Barcelona, tropezó con
los intereses partidistas de control entre las distintas
administraciones, Generalitat, Barcelona y municipios del
área metropolitana, que terminaron con la disolución por
decreto de las instituciones del área metropolitana por
parte de la
Generalitat. Es decir, aquí la innovación
institucional de la gestión territorial se encontro con
la realidad de que se suele gobernar al servicio de la acumulación
de poder antes que
al servicio de los ciudadanos.
El
libro utiliza bastantes paginas en describir y analizar
la contextualizacion de la experiencia, recordando los datos
territoriales e institucionales y, sobre todo, la situación
histórica de donde proviene el proyecto de una nueva Barcelona.
Nació en la movilización de la sociedad para derrocar y
superar a la dictadura franquista a partir del movimiento
obrero y ciudadano y de una alternativa política democrática
que se planteo superar los viejos demonios de la intransigencia
y la violencia. Surgió también de un movimiento democrático
nacional catalan que afirmo la identidad no excluyente
de una Catalunya que buscaba el reconocimiento de su personalidad
histórica, medio aceptada como nacionalidad en la Constitución de 1978 antes de que los vientos de
la contrarreforma carpeto-vetonica soplaran de nuevo en
2010. Fue en ese contexto donde todo parecía posible
que lo publico pudo prevalecer sobre lo privado y a partir
de ahí negociar una participación razonable de los agentes
económicos y sociales en la gestión de la ciudad. Fue ahí
donde arquitectos y urbanistas, que habían estado en primera
línea de la lucha democrática, encontraron la posibilidad
de innovar para el espacio publico, de inventar, de crear
sin cortapisas de contables o ideólogos. Y fue en ese contexto
donde lideres políticos como Pasqual Maragall y su primer
equipo se sintieron con fuerza para saltarse consignas de
aparato y doctrinarismos de distinto pelaje.
Pero
precisamente los heroicos orígenes que dieron fuerza a la
innovación municipal fueron debilitándose conforme se consolido
la democracia, los partidos se hicieron con el control de
la política, los movimientos ciudadanos fueron amordazados
o radicalizados y las duras realidades económicas condujeron
a priorizar la inversión privada y la venta de la calidad
urbana de Barcelona. Coincidente con el cambio de guardia
en la alcaldía, cuando el carismático alcalde se aventuro,
tras muchas dudas, en la conquista a la presidencia de la Generalitat, la innovación
urbana se convirtió en gestión eficiente y el modelo urbanístico
en modelo predominantemente comercial. Lanzada la imagen
de calidad de Barcelona en el ámbito internacional las urgencias
presupuestarias condujeron a priorizar la industria inmobiliaria,
turística y hotelera, la juerga nocturna y la venta
del espacio urbano antes que la preservación de una calidad
de vida para sus habitantes. Y como no había mano de obra
para este desarrollo extensivo basado en el ladrillo y los
servicios personales, fueron los inmigrantes los que aportaron
su trabajo y su vida, cambiando el sustrato demográfico
de Barcelona, con la multi-etnicidad concentrada en algunos
barrios.
El
intento de repetir la estrategia de grandes eventos internacionales
para desarrollar la ciudad acabo en el desbarajuste del
Forum de las culturas del 2004 (con la complicidad del que
esto escribe) que dejo un patrimonio urbanístico poco utilizable
y en contradicción con lo que había sido el crecimiento
orgánico y suturado del tejido urbanístico de la ciudad.
Grandes inmobiliarias multinacionales iniciaron una manhattanizacion parcial de
Barcelona que asombro a propios y extraños. Las emblemáticas
Ramblas se hicieron parque temático del que se ausentaron
los locales para dejar paso a los globales. La funcionalmente
exitosa experiencia de un área inmobiliaria high
tech en el viejo
espacio industrial de Poble Nou, el distrito 22@, se hizo
pasando por encima de la preservación de la historia y la
arquitectura del espacio industrial a pesar de la oposición
de la sociedad civil. Y muchos de los núcleos urbanos metropolitanos
se embarcaron por su cuenta en operaciones inmobiliarias
de gran envergadura contra toda lógica urbanística pero
no exentas de lógica desde el punto de vista de sus promotores.
Este
libro explica, en tono mucho mas matizado que el que yo
ha expuesto, el por que y como de la transformación del
urbanismo de Barcelona, de cómo las nuevas tramas de intereses
económicos y políticos fueron modificando la filosofía y
la practica urbanísticas que hicieron de Barcelona una referencia.
No es que todo se perdiera, ni mucho menos, porque hubo
una tal transformación urbana durante tanto tiempo que el
cambio de rumbo vino a aportar borrones a la experiencia
mas que a borrarla como alternativa al modelo de crecimiento
especulativo que predomina en el mundo.
De
la lectura del libro se desprende, al menos por mi parte,
la posibilidad de extraer útiles lecciones de la experiencia
de Barcelona, pero también los limites de su transposición
a otras latitudes. Que la ciudad se define, ante todo, por
la existencia del espacio público es un principio hoy día
reconocido en todo el mundo. Pero no siempre se entiende
la forma en que Barcelona lo hizo, o sea como espacio publico
distribuido en el conjunto de la ciudad y basado en el desarrollo
espontáneo de la vida de calle y la vitalidad del vecindario.
Pueden generarse elementos de apoyo y proteger lo que orgánicamente
surge en el tejido urbano, pero no parachutar plazas monumentales
o centros comerciales en donde no hay ciudad, tal y como
se hace, por ejemplo, en muchos países de América Latina.
El énfasis en la descentralización y la participación también
se ha convertido en máxima de gestión municipal pero aquí
también hay que recordar, como lo hace el libro, la importancia
de preservar las asociaciones de base, la sociedad civil
local, construyendo sobre ella, en lugar de construir dispositivos
verticales clientelistas que socaven la autonomía ciudadana.
La limpieza en la gestión y la democracia política ciudadana
por encima de las querellas partidistas son también elementos
originales de la experiencia barcelonesa que, aunque se
hayan ido empañando con el tiempo, aun son útiles recordatorios
para tantas ciudades en las que la corrupción suele ser
la regla más que la excepción. Y, en fin, la defensa y construcción
de identidad cultural local y nacional, no son ajenas a
la política municipal porque las raíces son locales, aunque
luego, como hizo Barcelona, se proyecten globalmente mediante
redes de intercambio y cooperación.
Ahora
bien, lo que queda claro tras esta lectura, es que nada
de esto es posible, ni en Barcelona ni en ningún otro lugar,
sin una movilización activa y consciente de la sociedad
civil local, sin un compromiso de profesionales, en particular
urbanistas, en un proyecto cultural de ciudad y sin un liderazgo
político competente y democrático que acepte la articulación
cotidiana con los ciudadanos de quienes emana su poder.
Sobre
todo ello, y mucho mas, permite reflexionar este libro que
destila una experiencia pionera, con sus luces y sus sombras,
y la proyecta en nuestro entorno y en nuestras vidas. No
solo en Barcelona sino en todo un mundo urbano en el que
los anhelos, necesidades, deseos y sueños de sus habitantes
se alimentan de la esperanza de que otra ciudad es posible.
Manuel
Castells
Catedrático Emérito de Planificación
Urbana, Universidad de California, Berkeley
Barcelona,
julio de 2010