Este
Dossier presenta una visión sobre la segregación espacial
y desigualdad social en el ámbito latinoamericano, a partir
de casos localizados en Chile, Argentina y México:
CHILE
>
Santiago Neoliberal. Las murallas del miedo.
Por
Alfredo Rodríguez y Paula Rodríguez
ARGENTINA
>
La "privatopía" contra la
ciudad abierta. Countries y barrios cerrados en la Argentina.
Por
Marcelo Corti
>
Muros que fragmentan.
Por
Rodolfo Macera
MEXICO
>
Tendencias recientes de las urbanizaciones cerradas
y polarización residencial en Guadalajara.
Por
Luis Felipe Cabrales
CHILE
>
Santiago Neoliberal. Las murallas del miedo.
Por
Alfredo Rodríguez y Paula Rodríguez (SUR
Corporación de Estudios Sociales y Educación, Chile)

Fuente:
Plataforma urbana.
Desde hace casi
dos décadas, no parece haber grandes problemas en Santiago
y en el país. Las cosas se ven bien en la ciudad. Desde el
fin de la dictadura (1973-1990) y la vuelta a la democracia en adelante,
el país ha crecido, las cifras de desempleo en la ciudad
han descendido y también las cifras macro de la pobreza;
las condiciones de vida de la población han mejorado de manera
evidente. El escenario urbano ha cambiado notablemente: se han construido
grandes autopistas urbanas, túneles, megaproyectos, malls,
nuevos edificios inteligentes, establecimientos para servicios y
producción industrial, y gran cantidad de viviendas sociales.
Además, la ciudad cuenta con una cobertura casi total de
electricidad, agua potable y alcantarillado.
Para algunos, todo lo indicado constituye también signos
de la modernización de la ciudad. Santiago es considerada
una metrópoli exitosa en el contexto de América Latina:
un índice reciente de Mastercard señala que "Santiago
es la ciudad mejor evaluada de Latinoamérica y la quinta
entre los países emergentes. A nivel global, y de un total
de 65 ciudades, Santiago fue superada por Shangai, Beijing, Budapest
y Kuala Lumpur". (1)
Para otros, la distribución y la manifestación espacial
de la riqueza y de la pobreza en el ámbito nacional no han
sufrido cambios significativos en los últimos veinte años:
en las comunas donde persiste la pobreza, se siguen concentrando
bajos niveles de educación, subempleo, entre otras manifestaciones
de desigualdad; y al interior de estas comunas continúan
persistiendo nodos de concentración de extrema pobreza, como
lo son los barrios originados en asentamientos urbanos precarios
u ocupaciones ilegales de terrenos durante los años de la
dictadura.
El punto no es, entonces, si se cuenta con servicios o si se ha
incrementado la construcción de infraestructura, sino cuán
efectivamente redistributivas son las políticas, mecanismos
y artefactos, porque en las últimas décadas, pese
al aumento de los subsidios y apoyos, se han ahondado las diferencias
sociales en lugar de reducirse. Asimismo, si bien se ha multiplicado
la construcción de viviendas y servicios en las comunas periféricas,
la edificación presiona la ciudad con efectos negativos en
el ambiente y en la economía, y es también un signo
visible de la especulación en el uso de suelo.
Todos los signos de la mal llamada modernización de la ciudad
permiten que se establezca cierto consenso en torno a que las cosas
se ven bien o que el sentido común indica que en Chile, en
Santiago, estamos mejor que antes. Ello tiene relación con
la eficacia de un proceso activo cuyo fin era y es la aceptación
del modelo neoliberal (Harvey, 2007, pág. 40).
Santiago, con sus contradicciones, con sus éxitos y deficiencias,
es un buen ejemplo de cómo ocurre el proceso de destrucción
/ creación del capital, cómo se produce por los hechos
una ciudad neoliberal, en la cual la mayoría de sus componentes
urbanos pueden ser objeto de negocio y especulación, sin
un contrapeso significativo que logre disputar esta noción
mercantilista de ciudad en los flujos de tomas de decisiones. Lo
que nos conduce a una ciudad cuya forma espacial se fragmenta (con
diferentes tipos de barreras) y a una sociedad urbana (clasista)
cuyos miembros están cada vez más distantes entre
sí.
Las barreras físicas y espaciales son una de las características
de la modernización neoliberal de Santiago: a) las nuevas
urbanizaciones para sectores de altos ingresos se sitúan
en la periferia nororiente de la ciudad en zonas de alejadas y de
acceso sólo por automóvil; b) complementariamente
se ha construido una red de autopistas urbanas que presentan diseños
diferentes según sean las características de las zonas
que atraviesan: trinchera abierta en las áreas de bajos ingresos,
túnel en las zonas de más altos ingresos; c) mantención
de grandes barreras pre-existentes, como ocurre en el llamado Portal
Bicentenario (recuperación de antiguo aeropuerto internacional
de Santiago para construir quince mil viviendas destinadas a sectores
de ingresos medios). En este caso se mantiene como barrera la autopista
que separaba los terrenos del aeropuerto de barrios de menores ingresos,
limitando las conexiones entre ellos, particularmente para el tránsito
peatonal: la conexión reduciría el valor del suelo
y la rentabilidad del proyecto.
Como estos hay diversos ejemplos de barreras físicas; sin
embargo, queremos señalar otros tipos de barreras (no menos
fuertes) que se observan en Santiago y que tienen impacto en cómo
la gente usa la ciudad.
La pérdida de los resguardos que ofrecía el proyecto
de Estado Social, que no es otra cosa que la pérdida de los
derechos ciudadanos ?un conjunto de seguridades básicas?,
ha dado paso a una ciudad diferente, ordenada sólo por el
mercado y compuesta por individuos que compiten entre sí
para subsistir. Este Santiago encarna una nueva y radical paradoja:
una ciudad (el lugar de los ciudadanos) que está en vías
o amenazada de perderse como espacio público en una doble
dimensión: el espacio público físico y el espacio
público como metáfora de una sociedad política.
En el marco de estas pérdidas, los habitantes de Santiago,
a pesar de residir en una de las ciudades más seguras de
América latina, viven con temor e inquietud, con un sentimiento
de inseguridad relacionado tanto con la violencia delictiva como
con la violencia económica y política que perciben
en sus vidas cotidianas.
Lo anterior se expresa en una desconfianza y temor entre integrados
y excluidos, y en conflictos urbanos que surgen de la contradicción
entre el discurso oficial de la cohesión social, de la inclusión
y las prácticas urbanísticas desreguladas.
LAS BARRERAS
DEL TEMOR
A fin de profundizar
en la imagen de una ciudad fragmentada y des-cohesionada -como tantas
veces se ha indicado que es Santiago-, realizamos un estudio en
el cual se abordaron las representaciones espaciales del miedo en
la ciudad. (2) Los primeros resultados indican
que aún persiste la diferencia entre la ciudad propia y la
ciudad bárbara (la ciudad de los pobres) que veía
Vicuña Mackenna (Intendente de Santiago entre 1872 y 1875)
en la capital. Así, aún es posible distinguir entre
una ciudad integrada (la de los barrios de más altos ingresos)
y una ciudad excluida (la de los barrios periféricos, de
bajos ingresos). Y aunque lo usual, cuando se habla de temores en
la ciudad, es dar por sentado que quienes los experimentan de manera
especial son los integrados respecto de los excluidos, lo que en
ese estudio recogimos es el miedo que estos últimos expresan
respecto de los primeros: los temen no sólo porque perciben
que son discriminados por ellos, sino porque el mundo de los integrados
no hace posible la inclusión de los excluidos en los sistemas
de la ciudad; o, de incluirlos, los admite en situación de
desigualdad persistente. (3)
No es lo habitual que se hable de los miedos de los excluidos. En
las diversas mediciones acerca del miedo, casi siempre se señala
a los barrios pobres y periféricos como nodos de violencia,
de inseguridad. Pensamos que ello se debe a las obvias asimetrías
de poder en que se generan tales mediciones: desde la ciudad propia
se habla y define a la ciudad bárbara.
Como se observa en la siguiente carta, mediante discursos hegemónicos
que organizan la realidad urbana desde sus parámetros, se
construye una ciudad en la que los barrios de altos ingresos, no
sólo de la ciudad, sino también del país (Vitacura,
Lo Barnechea, Las Condes, Providencia), son considerados como los
más seguros (graficados con color amarillo), versus los barrios
de menores ingresos (La Granja, La Pintana, El Bosque, Lo Espejo,
Pedro Aguirre Cerda, entre otros), que son caracterizados como los
más inseguros (graficados con color rojo).

Comunas
más seguras, comunas menos seguras
Fuente: Fundación Futuro, 2003.
En un primer
momento, la revisión de las entrevistas en profundidad realizadas
en la investigación ha permitido distinguir dos situaciones
diferentes: miedos y angustias, que hemos acotado recurriendo a
Delumeau (2002, pág. 10), quien señala que "el
miedo tiene un objeto preciso, al cual [el sujeto] se puede enfrentar
porque está bien identificado. La angustia, al contrario,
es una espera dolorosa frente a un peligro aún más
temible que no se 'identifica' claramente. Es un sentimiento global
de inseguridad".
Desde una perspectiva que incorpora la variable espacio, importa
la distinción entre miedos y angustias. Por una parte, porque
siendo las angustias emociones difusas, sin objeto definido, no
se las puede georreferenciar. Y por otra, ya en nuestro terreno,
porque siendo los miedos georreferenciables, su representación
espacial deja al descubierto, en un nivel macro, las fracturas y
fronteras internas de la ciudad; y, a una escala micro, la fractura
y las micro-fronteras al interior de los barrios.
En esta perspectiva, y a fin de realizar una georreferenciación
de los datos producidos, nos hemos centrado en los miedos y los
hemos clasificado en inmediatos (experimentados personalmente) y
mediatos (contados por terceros o leídos, vistos o escuchados
en medios de comunicación). Así, las personas entrevistadas
hablaron de cosas o situaciones que les provocan miedo y que pueden
ser ubicadas espacialmente; por ejemplo, miedo a: "Andar sola
[por tal o cual calle]", "Que me roben en la feria",
"Que me asalten", "Ir de compras a Estación
Central", "El paso de la línea del tren",
"No ubicarme en un barrio", "No tener locomoción
directa hasta la casa", "Que sospechen de mí [en
tal o cual barrio]", "Que me detengan [en el centro de
la ciudad]", "Las multitudes [en tal o cual parte de la
ciudad]", "Los descampados", "La discriminación
[en los espacios públicos del barrio alto]".
Por supuesto, esos miedos no tienen como consecuencia la evitación
total de los sitios considerados peligrosos. No siempre el miedo
paraliza o induce al auto-encierro; hay miedos que permiten adaptación,
reorganizar prácticas espaciales, redefinir las interacciones
y acciones en los distintos ámbitos y escalas. En este sentido,
los entrevistados expresan, por ejemplo, que en determinada calles
han asaltado, lo que los lleva a evitar transitar por ese lugar
a determinadas horas, aunque sí hay otros momentos en que
se sienten seguros.
Los entrevistados también nombraron situaciones que les generan
cierto grado de angustia y que no pudieron ubicar en un plano de
la ciudad, como "miedo a la dictadura", "miedo a
la desubicación", "miedo a la desprotección",
"miedo a la soledad", "miedo a quedarme sola",
"miedo a que les suceda algo a mis hijos", "miedo
a que le suceda algo a mi mamá".
En el caso de las experiencias inmediatas (experimentadas directamente),
las personas entrevistadas indican, por ejemplo, qué sectores
de las calles, esquinas, plazas, etc., que recorren habitualmente,
perciben como peligrosos (por ser lugares ocupados excluyentemente
por pandillas, o sitios habituales de accidentes de tránsito,
o con presencia de perros vagos y/o de razas violentas, etc.). O
tienen miedo, también debido a experiencias personales, de
ir a lugares donde, por ejemplo, han sido detenidos por sospecha,
les han solicitado los documentos o les han hecho explicar por qué
están en determinado sitio.
Cuando se trata de experiencias mediatas (contadas por otros o vistas,
leídas o escuchadas en medios de comunicación), los
lugares que los entrevistados señalan son aquellos de los
que han recibido noticia o advertencias: los miedos se refieren,
por ejemplo, a algunos barrios de comunas de altos ingresos, o a
los barrios del sur de la ciudad. En el primer caso, los miedos
tienen su origen en comentarios que les han hecho otras personas
que han experimentado situaciones de violencia; en la segunda, el
origen de los miedos está en notas realizadas en programas
de televisión acerca de pandillas armadas o de usos excluyentes
de los espacios que realizan jóvenes: "Me han contado
que Las Condes es peligroso", "Me han dicho que Providencia
es peligroso" -ambos barrios de altos ingresos-, "[A mi
mamá] le da miedo ir al centro de la ciudad", "[Me
han dicho que] Bellavista es violento", "Vi en la televisión
que La Pintana es peligrosa".
Tales expresiones dan cuenta de que, en el caso de los sucesos o
experiencias mediatas, también es posible realizar representaciones
espaciales, porque las personas recuerdan la información
que han recibido, la han almacenado e integrado en su discurso.
Así, a partir de lo que les han contado o han visto también
configuran planos con calles específicas. Estos planos no
responden, entonces, sólo a experiencias individuales; en
ellos se establecen afinidades, marcas investidas de valor simbólico
que dan cuenta de las relaciones entre experiencias similares de
los y las entrevistadas y sus redes familiares o de pares. (4)
Diferente es el caso cuando intervienen los medios de comunicación,
los que a través de su discurso configuran territorios homogéneos:
es toda la población Santo Tomás, es toda la comuna
de La Pintana, la que provoca estímulos de temor mediados.
Del total de las respuestas, las más significativas son aquellas
en que las personas entrevistadas -tanto hombres como mujeres- señalaron
la ciudad como causa de ellos, pero no la ciudad en tanto contenedor
(el lugar físico de la acción), sino -siguiendo a
Gottdiener (1985)- más bien como posibilidad de formar parte
(o no formar parte) tanto de acciones e interrelaciones como de
sistemas institucionalizados (de salud, de vivienda, de educación,
entre otros).
En esta perspectiva de la ciudad como posibilidad, la lectura de
los términos utilizados por los entrevistados y entrevistadas
deja en claro que el espacio al que se refieren no es sólo
el Santiago físico-geográfico, sino al espacio social,
donde se da cuenta de la valoración que hacen las personas,
de las jerarquías y relaciones que establecen en un espacio
y tiempo dado.
En este contexto, para las personas entrevistadas -todas pertenecientes
a sectores integrados a la ciudad de manera inequitativa o desigual-,
los barrios peligrosos, que les provocan miedo e inseguridad, son,
por ejemplo, el centro (Estación Central) y los espacios
públicos de comunas de altos ingresos de la ciudad (Las Condes
y Providencia). En estos espacios han vivido o les han contado situaciones
donde se hace patente la discriminación, por provenir los
entrevistados de un barrio periférico. Allí se representa
claramente lo ajeno: lo que es ajeno y donde se es ajeno, y por
ello se es objeto de recelos y sospechas.
Así, a diferencia de la primera Carta que incluimos en este
artículo, no son sólo las comunas más pobres
donde se concentran las situaciones que provocan inseguridad y miedo,
sino también comunas del barrio alto. Esto es lo que grafica
la siguiente carta.

Comunas
en las que las y los entrevistados indicaron sentir más miedo
Fuente: SUR Corporación, 2008, sobre la base de información
del Servicio Aerofotométrico (SAF) de la Fuerza Aérea
de Chile, 2006.
Si
hablamos de miedos diversos, con efectos y causas diferentes; si
nos referimos, por ejemplo, al miedo no sólo a ser asaltado
o robado, sino también a ser detenido (por ser diferente),
rechazado, mal mirado, discriminado (la discriminación hasta
ahora no se ha ganado el título de 'problema de connotación
social'), encontramos que, para algunas de las personas entrevistadas,
el miedo a la discriminación está igual de presente,
o quizá más, que el miedo a ser víctima de
un robo.
Así, si la ciudad integrada le teme a la ciudad segregada,
ésta también le teme a la primera.
De especial claridad al respecto es Guerrero (2006), quien señala
que en una ciudad fuertemente segregada como Santiago, "además
de la dimensión socioeconómica, la inseguridad es
otra faceta de la segregación", y que "la idea
de inseguridad genera cambios en el paisaje urbano materializados
en muros y cercas, produciendo una 'ciudad de fronteras'" físicas
y sociales.
CONFLICTOS
URBANOS
En
Santiago, cuando la gente pide más políticas sociales,
más seguridad, lo que demanda es más ciudad; más
acceso a bienes y servicios urbanos de calidad; más vivienda,
más transporte, más salud, más educación,
más iluminación, más parques. Sin embargo,
las políticas sociales -por los bajos montos involucrados,
segmentación, parcialidad y falta de mantenimiento en el
tiempo frente a las políticas urbanas de libre mercado- no
son capaces de revertir la inercia de la exclusión social,
la marginalidad urbana. Las políticas tienen un sello de
pobreza, sirven para mantener la brecha.
El escenario es, al menos, complejo y de confrontación. Por
una parte, escuchamos el discurso de la inclusión social
en las políticas públicas y sociales; y por otra,
experimentamos la desregulación de la planificación
urbana, la aplicación de la ideología de los grandes
proyectos urbanos (grandes operaciones inmobiliarias), mediante
los cuales se fragmenta física y simbólicamente el
espacio, y los miedos. Ambos discursos provienen de la misma fuente:
el Estado. Son discursos contradictorios y conflictivos: mientras
uno incentiva la inclusión, la incorporación social,
el otro establece las bases materiales para la fragmentación
del espacio donde se llevarán a cabo las políticas
de inclusión social, fragmentación que constituye
uno de los obstáculos importantes a dicha inclusión.

Conflictos
urbanos en Santiago de Chile
Fuente: Área Ciudad, barrio y organización, SUR
Corporación, 2009.
Actualmente
estos discursos comienzan a enfrentarse en la escena urbana. Por
un lado, están los residentes, los vecinos, los usuarios,
los beneficiarios, que toman como suyo el discurso de la inclusión
social; y por otro, los organismos públicos continúan
reduciendo los alcances de los instrumentos de planificación.
Creemos que es muy difícil que las políticas de inclusión
social hoy vigentes puedan revertir la actual situación de
la ciudad de Santiago. Dichas políticas, por lo general,
no consideran los procesos de creciente segregación y diferenciación
espacial que operan en la ciudad y que se despliegan a escala del
Gran Santiago, con mercados inmobiliarios diferenciados por grandes
zonas o desde ya predeterminados por la especulación inmobiliaria;
y que operan igualmente a escala interna de la ciudad, donde actúan
barreras productivas y simbólicas, físicas e institucionales.
Y que, además, esta estructura de la ciudad tiene una inercia
que no suele considerarse en el diseño de políticas
públicas y sociales.
Es en este contexto que en la Carta 3 se identifican 69 conflictos
urbanos -catastrados en SUR Corporación- que preocupan a
los vecinos de Santiago. (5) El patrón más
generalizado en ellos es la tensión entre vecinos y autoridades
por una solicitud, de parte de los primeros, referida a una mayor
participación en las decisiones urbanas y a iniciativas públicas
que desregulan o favorecen la inversión inmobiliaria. Así,
los principales conflictos se dan por expropiaciones de terrenos
para la construcción de vías rápidas, o vinculados
a la copropiedad y apropiación de espacios, a planes de reconversión
de usos de suelo, a planes para la paulatina expulsión de
vecinos y transformación de barrios históricos, a
expropiaciones a personas de bajos recursos, falta de espacios públicos
para jóvenes, permisos para construcciones en altura que
afectan el patrimonio histórico y patrimonial.
No basta, entonces, con un discurso de cohesión social, sino
que también es necesario revertir lo que ha hecho de Santiago
con barreras: una ciudad física, social y simbólicamente
des-cohesionada.
NOTAS:
1.
Índice MasterCard de Mercados Emergentes 2008, realizado
sobre la base de consultas a economistas y expertos en ocho dimensiones
diferentes" (La Tercera, "Negocios", viernes 24 de
octubre de 2008).
2. Investigación sobre las representaciones
territoriales del miedo en la ciudad (SUR 2007). Dirigida por Alfredo
Rodríguez. Para la aproximación a este tema se analizaron
relatos de pobladores de la zona sur de Santiago, que hablan de
sus temores vinculándolos a experiencias propias, a experiencias
de otros o a información que han recibido a través
de los medios de comunicación. El foco del estudio es la
vinculación entre estas experiencias -inmediatas o mediatas-
y la construcción de espacio urbano.
3. Las poblaciones (villas) que se escogieron para
realizar las entrevistas son muy conocidas en Santiago y desde hace
varias décadas; se podría decir que son poblaciones
emblemáticas en la ciudad, en el país. Todos tienen
noticia de La Victoria y la Santo Tomás, y por diferentes
motivos: La Victoria, en el municipio de Pedro Aguirre Cerda, es
la primera toma de terrenos en Santiago y una de las primeras en
América Latina; la Santo Tomás, en el municipio de
La Pintana, es en parte el resultado de la desarticulación
del movimiento de pobladores durante la dictadura.
4. En Territorios del miedo en Santafé de
Bogotá: imaginarios de los ciudadanos (Santafé de
Bogotá: Observatorio de Cultura Urbana, Unidad Especial del
Instituto Distrital de Cultura y Turismo-Alcaldía Mayor de
Santafé de Bogotá, 1998), Soledad Niño et al.
indican que los individuos adquieren, codifican, almacenan, recuerdan,
procesan información acerca de la localización relativa
y de los atributos de los fenómenos en su ambiente espacial
cotidiano. Los individuos crean imágenes urbanas fragmentadas
con diferentes significados, las que, al reiterarse, son incorporadas
a la cotidianidad y se revierten en la ciudad y en la forma como
los individuos se relacionan con la ciudad; así se forman
"territorios", lo que se comprende como la forma en que
se vinculan imaginarios y espacios.
5. En el Observatorio del Proyecto Misereor, dirigido
por Susana Aravena y Alejandra Sandoval.
BIBLIOGRAFÍA
Benhabib, Seyla.
(2006). Las reivindicaciones de la cultura. Igualdad y diversidad
en la era global. Buenos Aires: Katz.
Delumeau, J. (2000). Miedos de ayer y de hoy. En J. Delumeau,
M. T. Uribe de H., J. Giraldo R., P. Riaño A., A. Grimson,
N. Lechner, y otros, El miedo. Reflexiones sobre sus dimensiones
sociales y culturales. Medellín: Corporación Región.
Gottdiener, M. (1985). The social production of urban space.
Austin: University of Texas Press.
Guerrero Valdebenito, R. M. (2006). Nosotros y los Otros: segregación
urbana y significados de la inseguridad en Santiago de Chile. En
A. Lindón, M. Á. Aguilar, & D. Hiernaux (Edits.),
Lugares e imaginarios en la metrópolis (págs.
107-118). Barcelona, España: Anthropos.
Hackworth, Jason. (2007). The Neoliberal City: Governance, Ideology
and Development in American Urbanism. Ithaca y Londres: Cornell
University Press.
Harvey, David. (2007). A Brief History of Neoliberalism.
Nueva York: Oxford University Press.
Heller, Ágnes y Ferenc Fehér. (2000). El péndulo
de la modernidad. Una lectura de la era moderna después de
la caída del comunismo. Barcelona: Península.
Niño, Soledad et al. (1998). Territorios del temor en
Santafé de Bogotá: imaginarios de los ciudadanos.
Santa Fe de Bogotá, Colombia: Observatorio de Cultura Urbana,Unidad
Especial del Instituto Distrital de Cultura y Turismo-Alcaldía
Mayor de Santafé de Bogotá.
Oviedo, E., Rodríguez, A., & Rodríguez, P. (2008).
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Rodríguez, A., & Rodríguez, P. (2009). Santiago:
una ciudad neoliberal. Foro (68), 60-76.
Rodríguez, A., Rodríguez, P., & Salas, X. (2009).
Producción de espacio urbano marginal: violencia hacia
las mujeres, guetos y fracturas en la ciudad. Latin American
Studies Association. Rio de Janeiro: Congress of the Latin American
Studies Association.
Sartre, J.-P. (2005[1965]). Bosquejo de una teoría de
las emociones (1° ed.). (M. Acheroff, Trad.) Madrid: Alianza
Editorial.
ARGENTINA
>
La "privatopía" contra la ciudad abierta. Countries
y barrios cerrados en la Argentina.
Por
Marcelo Corti

Foto:
Alejandra Potocko
La
urbanización privada, separada social y físicamente
de su entorno por muros de cerramiento con limitados puntos de acceso
y control, es una de las formas de desarrollo urbano más
extendidas y exitosas en la Argentina de las pasadas dos décadas.
Junto con la urbanización informal de los más pobres
y los planes de vivienda oficial, son la causa más evidente
de los procesos de dispersión territorial en curso en gran
parte de las ciudades argentinas. Y en términos de urbanización
para mercados de clase media alta a clase alta, es la alternativa
periférica a otro tipo de desarrollos de localización
central, como los grandes proyectos de renovación urbana
de los que Puerto Madero es el caso más conocido y los procesos
"lote a lote" de renovación de barrios, muchas
veces con fuerte tendencia a la gentrificación, que se han
experimentado por ejemplo en Palermo o San Telmo.
Del country club a la "ciudad privada"
La urbanización privada en áreas suburbanas o periurbanas
en la Argentina presenta características muy diversas a las
que pueden encontrarse en otros países de América
Latina, tanto como a los modelos de "privatopías"
estadounidenses. Se desarrolla a partir de la difusión de
la vivienda de fin de semana o veraneo, en especial la agrupada
en los llamados clubes de campo o "country club". En la
década del ´90 comienza a extenderse la tendencia a
su conversión en residencia principal. (1)
Ese es el motivo por el cual el nombre genérico de "country"
es el más usado para definir este tipo de urbanización.
Sin embargo, con la difusión del fenómeno, es cada
vez menor la proporción de los clubes de campo que por los
procesos mencionados se transforman en residencia permanente, mientras
crecen los casos en que las urbanizaciones privadas son diseñadas
directamente como lugares de residencia principal. Las modalidades
son diversas: barrios privados o barrios cerrados, con o sin servicios
y equipamientos (en un rango que va desde simples "club-houses"
y canchas de tenis a campos de golf y de polo, centros de servicios
24 horas e incluso escuelas y centros de atención de salud),
marinas o clubes náuticos con acceso directo desde la residencia
al agua, clubes de chacras (predios rurales con la posibilidad supuesta
o real de realizar acotadas explotaciones agrícolas), pequeños
condominios suburbanos con "amenities" y varios tipos
de combinación de estas formas.
Un salto cuantitativo y cualitativo en este tipo de desarrollo está
dado por las "ciudades privadas", complejos de significativa
extensión conformados por barrios cerrados de diversas características,
cada uno a la vez separado del resto tal como la "ciudad"
que los contiene se aísla de su entorno. Estos complejos
poseen una administración común y sus equipamientos
y servicios incluyen supermercados, escuelas de diversos niveles,
centros de salud, locales comerciales y, por supuesto, los habituales
equipamientos recreativos y deportivos. El desarrollo que inicia
esta tendencia es Nordelta,
una urbanización de 1450 hectáreas ubicado sobre un
humedal transformado artificialmente. Es interesante advertir que,
en realidad, el proyecto de Nordelta comienza en la década
de los ´60 como iniciativa de una empresa dedicada al dragado
del Puerto de Buenos Aires, que busca la manera de rentabilizar
la disposición final de los residuos de la draga a partir
del relleno de áreas bajas en la zona del Delta del Paraná,
inmediatamente al norte de Buenos Aires. La idea original fue el
establecimiento de una ciudad satélite al estilo de las "new
towns" o ville nouvelles" europeas, pero esta nunca llegó
a desarrollarse y finalmente el modelo viró hacia el tipo
de urbanización privada estadounidense al estilo Orange County
o Florida.
La extensión del fenómeno
Según Federico Collado (Atlas Ambiental de Buenos Aires)
(2), entre las décadas de 1930 y 1980 la
superficie de la primera y segunda coronas suburbanas ocupada por
este tipo de emprendimientos cerrados ascendía a casi 5.300
hectáreas, con un mercado inmobiliario que totalizaba algo
más de 26.000 terrenos y 16.000 unidades vivienda, de las
que solo 2.000 correspondían a residencias de uso permanente.
En los ´90 el fenómeno se extiende más allá
de la tercera corona metropolitana, con más de doscientos
nuevos emprendimientos cerrados (48 countries, 7 clubes náuticos,
141 barrios cerrados, 10 clubes de chacras y 5 ciudades privadas)
La superficie ocupada por este tipo de emprendimientos se triplica
en este período, pasando a casi 15.000 hectáreas hacia
fines de 1999. Por su parte, 36.000 nuevos lotes ingresan al mercado
totalizando 62.000 terrenos destinados a la construcción
de viviendas individuales y colectivas, que ahora ascienden a más
de 36.000 unidades, de las cuales aproximadamente 25.000 ya corresponden
a residencias estables. Al 2004, residían en estos emprendimientos
más de 110.000 habitantes en forma permanente y la capacidad
potencial, estimada según los lotes vacantes, superaba ampliamente
los 300.000. Pero si se comparan estas cifras con las correspondientes
a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, centro de la aglomeración
metropolitana, se entiende la ineficiencia urbana y ambiental de
estos desarrollos: consumiendo una superficie de suelo casi equivalente
a la de la Ciudad (200 km2) las distintas formas de urbanización
privada están en condiciones de albergar una población
diez veces menor.
En su ponencia La ciudad injusta (3), Raúl
Fernández Wagmer actualiza estas cifras a 2007: se contabilizan
349 barrios cerrados; 136 countries, 44 clubes de chacras, y 12
"mega-emprendimientos". Esto significa la producción
de un total de 110.736 parcelas en 541 urbanizaciones cerradas (UC),
con una ocupación estimada de 36.000 hectáreas (superficie
que está cerca de duplicar a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, y que representa el 10% del total de los 25 municipios
que conforman el Area Metropolitana bonaerense). Según el
mismo informe, "los partidos de la zona norte siguen concentrado
la mayoría de los nuevos emprendimientos, donde lideran Pilar
(con 133 UC), Tigre (con 71 UC), Escobar (con 45 UC) y San Isidro
(con 39 UC). En la zona sur lideran, Esteban Echeverría (con
23 UC); La Plata (con 21 UC); Ezeiza (con 15 UC); y Cañuelas
(con 14 UC). En la zona Oeste los principales distritos son: Lujan
(con 25 UC); San Miguel (con 17 UC); Moreno (con 17 UC); y General
Rodríguez (con 13 UC). (
) Asociado a ello se debe destacar
que, el 14%, es decir 93 urbanizaciones cerradas ,se sitúan
en la primer corona de la RMBA, que el 33% (es decir 226 UC) se
sitúan en la segunda corona, y que el 53% (366 UC) se localizan
en la tercera corona metropolitana (entre los 30 km desde el centro
de la Ciudad de Buenos Aires y hasta los 85 km.)", en municipios
como Pilar, Escobar, Campana, Exaltación de la Cruz, Luján,
General Rodríguez, Ezeiza o Cañuelas.
El "huevo de la serpiente"
El fenómeno reconoce una serie de causas de diversa especie.
Entre las más inmediatas, se destaca el completamiento y
renovación de la red de autopistas urbanas de Buenos Aires
en los años ´90, que brindó la posibilidad de
conectar en tiempos razonables el centro de la ciudad con las áreas
periurbanas en el borde de la región metropolitana (en especial,
los municipios ubicados sobre el corredor norte y la Autopista Panamericana).
Esta facilidad de transporte (que pronto demostró ser más
aparente que real) hizo florecer una serie de emprendimientos que
apuntaban a satisfacer deseos de algunos sectores de clase media:
contacto con la naturaleza (o con su remedo paisajístico)
en casas individuales con jardín, seguridad o su sensación
a partir de la separación física con los "peligros"
de la ciudad y menores costos e incidencias del suelo en el costo
total de las soluciones habitacionales. En una búsqueda contextual
más amplia, no pueden dejar de mencionarse la facilidad de
acceso al crédito durante la artificial convertibilidad cambiaria
argentina (el "uno a uno" entre el peso argentino y el
dólar estadounidense), el avance en las telecomunicaciones
y la consiguiente posibilidad del trabajo a distancia o en el hogar,
y la difusión cultural del modelo de suburbanización
estadounidense. También, la crisis del tradicional barrio
porteño, expresión de una crisis más amplia
que engloba a la sociedad abierta y la movilidad social sostenida
por el pleno empleo y la prestación de servicios de calidad
en materia de salud y educación pública (estructura
social y política puesta en crisis a partir del golpe de
estado de 1976. a partir del cual la Argentina pasa de ser la sociedad
más igualitaria de América Latina a una sociedad dual
de enormes brechas sociales y con la mitad de la población
oscilando en distintos niveles de pobreza).
Cabe señalar la motivación oculta y muchas veces vergonzante
de acceder a una identidad social diferenciada a partir de la residencia
en este tipo de urbanizaciones privadas. Es difícil entender,
de otra manera, la persistencia del fenómeno aun cuando varias
de las causas mencionadas hubieran entrado sucesivamente en crisis:
la caída de la convertibilidad en 2001, la virtual desaparición
del crédito hipotecario e incluso la creciente dificultad
en la movilidad hacia el centro de la ciudad (en parte compensada
por la proliferación de centros de trabajo, equipamientos
y servicios en las áreas de mayor desarrollo de la urbanización
privada). Para Maristella Svampa (4), "en
Argentina, la expansión de las urbanizaciones privadas (barrios
cerrados y countries) señala una inflexión mayor,
pues pone al descubierto las consecuencias de la desarticulación
de las formas de sociabilidad y los modelos de socialización
que estaban en la base de una cultura más o menos igualitaria.
Pero además señala la consolidación de una
matriz de relaciones sociales más jerárquica y rígida,
pues lo propio de las urbanizaciones privadas es que asumen una
configuración que afirma, de entrada, la segmentación
social (a partir de un acceso diferencial y restringido), reforzada
luego por los efectos multiplicadores de la espacialización
de las relaciones sociales".
Por último, pero no menos importante, debe mencionarse desde
el lado de la oferta la búsqueda de una rentabilidad extraordinaria
del suelo a partir de sus transformación de rural en urbano,
proceso que continúa siendo el de mayor valorización
económica en el campo de las actividades legales. Una hectárea
de tierra rural en el límite con el Area Metropolitana de
Buenos Aires puede valer entre 12.000 y 20.000 dólares (precio
en el que ya deben reconocerse algunas expectativas de urbanización),
vale decir entre 1,2 y 2 dólares por metro cuadrado. La sola
autorización para una urbanización privada hace subir
el valor del suelo entre 5 y 10 veces.
Este fenomenal proceso de valorización viene favorecido por
el mismo Estado, no solo a partir de prácticas corruptas
sino en su normativa y gestión. El Decreto Ley 8912, de Ordenamiento
territorial y Uso del suelo en la Provincia de Buenos Aires, sancionado
en 1977 (tiempos de dictadura militar) desarrolla en 6 de sus 104
artículos la reglamentación de los clubes de campo,
en tanto que no dice una sola palabra sobre la urbanización
popular. Posteriores reglamentaciones no hicieron más que
facilitar el desarrollo de la urbanización privada, dejando
algunos elementos de regulación para mantener posibilidades
de negociación (no siempre formal) entre los desarrolladores
y los funcionarios. Habitualmente, los municipios carecen del poder
y también de la voluntad de enfrentar el problema. Uno de
los argumentos en tal sentido es la atracción de inversiones,
puestos de trabajo y fiscalidad; en la práctica, los beneficios
quedan para el desarrollador y la llegada de nuevos pobladores (raramente
identificados con sus sitios de nueva residencia y poco propensos
a pagar impuestos y tasas que se suman al costo de las expensas)
se ve acompañada de otras masas poblacionales que trabajan
en situación de precariedad en las nuevas urbanizaciones
y dependen de los municipios para el acceso a los beneficios elementales
de la urbanidad.
La extensión del fenómeno de la urbanización
privada no se limita a la región metropolitana de Buenos
Aires sino que abarca otras grandes ciudades (Rosario, Córdoba,
Mendoza) e incluso ciudades intermedias y localidades muy pequeñas,
extendiéndose sobre la totalidad del territorio. Esto también
relativiza las hipótesis del "contacto con la naturaleza"
y de la "búsqueda de la seguridad" como explicaciones
del fenómeno: ¿quién necesita refugiarse en
un barrio cerrado para acceder al contacto con la naturaleza en
una pequeña ciudad de 20.000 o 30.000 habitantes en un contexto
rural o natural; cuál es la necesidad de encerrarse entre
muros y buscar custodia paga en pequeñas localidades con
índices prácticamente insignificantes de criminalidad?
La cultura
"country"
La penetración cultural del fenómeno de las urbanizaciones
cerradas tiene en la Argentina aun más alcances que su expansión
real en términos demográficos. Aun es relativamente
poca la gente que habita en este tipo de urbanizaciones, pero el
fenómeno domina buena parte de los discursos sobre el desarrollo
urbano. Los dos principales diarios de alcance nacional, Clarín
y La Nación, publican sendos "suplementos de Countries",
secciones inmobiliarias específicamente dedicadas a la difusión
de la urbanización privada. El fenómeno ya generó
expresiones artísticas como la novela "Las viudas de
los jueves" (que con mayor eficacia sociológica que
literaria describe los conflictos de un country de la zona norte
de Buenos Aires), películas como "Cara de queso"
o la misma adaptación cinematográfica de "Las
viudas
" y producciones televisivas como la versión
local de "Amas de casa desesperadas". En un ejemplo paradójico
de hegemonía cultural, el barrio popular autogestionado de
Alto Comedero, en la provincia de Jujuy, ostenta la irónica
denominación de "el cantri de los pobres" en alusión
a la calidad de sus construcciones y su dotación de equipamientos
y servicios.
Más estructural, desde el punto de vista del desarrollo urbano,
es la adopción de patrones de segregación propios
del barrio cerrado en el contexto de la ciudad abierta y los barrios
tradicionales. Una de las formas más exitosas de desarrollo
inmobiliario es la llamada "Torre Country", edificio de
vivienda en altura con "amenities" (servicios), separado
física y visualmente de la calle por cercas y paredones,
con accesos concentrados y controlados. Se trata de una tipología
que rescata de la ciudad solo sus ventajas de localización,
pero que resulta profundamente antiurbana por sus efectos de destrucción
del tejido barrial, tanto en términos de arquitectura como
de relaciones sociales (sobre esta tipología, ver los artículos
Los
Deseos imaginarios del comprador de Torre Country y La
génesis de Torre Country en Café de las ciudades).
En otro sentido, la pretensión de transformar tramas urbanas
abiertas en enclaves cerrados ejemplifica esta perversión
del discurso y las prácticas urbanas. En La
ciudad clandestina, nota publicada en el número 8 de
Café de las ciudades, se presentan los casos de Yei Porá,
un barrio abierto del norte del municipio de José C. Paz,
cuya Sociedad de Fomento presentó en 2002 ante las autoridades
el proyecto de cerrar el barrio de 240 manzanas con dos entradas,
y del tradicional barrio CUBA (Club Universitario de Buenos Aires)
en el Municipio de Malvinas Argentinas, que derivó en lo
que el ex Director de Planeamiento del Municipio, Norberto Iglesias,
denomina "acuerdo de pacificación". Este acuerdo
otorga un estatus especial al barrio, pero no le concede los atributos
de virtual privatización del espacio público solicitado
por los vecinos, a la vez que garantiza la libre transitabilidad
(aunque regulada).
Según Raúl Fernández Wagner, en "un informe
elaborado en 2007 por la DPOUT de la Provincia de Buenos Aires (5),
se destacan dos aspectos cruciales para entender un poco más
las implicancias de la producción del suelo urbano bajo este
formato de urbanizaciones cerradas. Por una parte el análisis
de "consolidación" es decir la relación
entre cantidad de lotes con construcciones y la cantidad de lotes
aún vacantes; y por otra parte, el nivel de urbanizaciones
que están aprobadas, lo que despeja que una buena cantidad
de las urbanizaciones cerradas destinadas a población de
altos ingresos, son clandestinas. Es decir en nada se diferencian
-en términos de regularidad jurídica y dominial- con
los asentamientos informales, los cuales se consideran formando
parte del mercado informal del suelo urbano. (
) Respecto al
estado de aprobación de las urbanizaciones cerradas se detecta
un importante número de emprendimientos que se comercializan
las parcelas sin contar aún con su aprobación en el
nivel provincial. Si se intenta evaluar en términos de porcentaje
de irregularidad, es decir medido como el cociente entre el total
de UC y el total de UC aprobadas, el citado informe consigna que
sobre el total de 541 urbanizaciones analizadas 275 están
aprobadas en la Provincia y 209 aún no, ello corresponde
al 38% de ellas".
La agresión al medio ambiente
El fenómeno "country" debe ser analizado también
en clave medio-ambiental. No se trata solamente de la ocupación
ineficiente del suelo a partir de la dispersión territorial,
con sus secuelas de pérdida de suelo productivo y de incentivo
a la movilidad en automóvil privado. Aun más directa
es la agresión resultante de la ocupación de humedales
y valles de inundación, particularmente en la cuenca del
Río Luján, afluente del Río de la Plata en
el frente del Delta del Paraná, en la zona norte de Buenos
Aires. Al caso ya citado de Nordelta se deben agregar una gran cantidad
de "ciudades privadas" en desarrollo en los partidos de
Escobar, Pilar y Tigre, en todos los casos con alteraciones importantes
del régimen hídrico y con nulo o mínimo estudio
y mitigación de impactos ambientales (el caso del Colony
Park, en pleno Delta, frente a la costa de Tigre, ejemplifica
lo peor de este tipo de depredaciones, que en el colmo de la hipocresía
se autoproclama como la solución a "los problemas y
el colapso de la ciudad").
El arquitecto y urbanista Luciano Pugliese refiere (en una entrevista
personal), "el lento pero persistente avance de nuevos y cada
vez más grandes proyectos de "urbanizaciones acuáticas"
en los enormes valles inundables de esa cuenca, ya no en Tigre,
sino ahora en Pilar y Escobar. El modelo instalado a partir de Nordelta,
multiplicado en superficie dentro del propio Tigre por la urbanizadora
Eidico, se reproduce en emprendimientos cada vez más grandes
donde los jugadores principales son los mismos: Eidico y Constantini.
Se trata en todos los casos de gigantescas transformaciones de la
morfología del suelo, levantando a veces polders de más
de cinco metros de altura, con enormes refulados, graves alteraciones
de las dinámicas hidrogeológicas, y muy probables
problemas de inundaciones a futuro, como ya ocurriera en la cuenca
de los arroyos Burgueño y Pinazo con este tipo de intervenciones,
cuestión que llegó incluso a la Suprema Corte Provincial.
La Autoridad del Agua otorga aprobaciones precarias que alcanzan
para iniciar enormes obras sin que se cumplan casi ningunas de las
diversas (aunque es cierto que también desarticuladas) normas
relativas a la defensa de los valles de inundación, evaluación
de humedales, acceso público a los espacios litorales, gestión
integrada de cuencas, evaluación de impacto ambiental y estructuración
del espacio urbano y extraurbano. Como mínimo se puede decir
que el ADA solo adopta una perspectiva de ingeniería hidráulica
y hace abstracción militante sobre cualquier consideración
ecosistémica. Por supuesto además, está al
servicio directo de la apropiación descarnada del paisaje
litoral como fuente de renta por parte de los desarrolladores. San
Sebastián (12 km2), El Cantón (5 km2), El Cazal 1
(90 has.), Pilará (150 has.) son algunos de los que están
en ejecución, mientras avanzan los trámites para Nordelta
II (15km2 hasta el Paraná) y muchos otros más. Es
fácil llegar a los 50 km2 totales de superficie, casi un
20% de la superficie hoy afectada a urbanizaciones cerradas en el
área metropolitana, en unas pocas operaciones. El detalle
es que cada uno de los que está en ejecución ha atravesado
o atraviesa instancias judiciales con paralización de obras
y otras cautelares, o juicios ordinarios impulsados por asociaciones
ambientalistas". Según un equipo de la Universidad Nacional
de La Plata, las llamadas Urbanizaciones Cerradas Acuáticas
"se localizan en predios cuya cota original es inferior a 7,5
metros sobre el nivel del mar; para su construcción han alterado
las características morfológicas naturales significativamente
(suelo y agua), no sólo para alcanzar las cotas de nivel
de piso habitable en las parcelas de uso residencial (relleno),
sino para generar nuevos cuerpos de agua (dragado); sus cuerpos
de agua pueden estar conectados a cursos de agua naturales y ser
utilizados para acceder a cada parcela o practicar deportes, y alteran
las condiciones para el desarrollo de la biodiversidad".
Otro tipo de problemas con el agua se produce en las urbanizaciones
privadas de Córdoba, la segunda ciudad de la Argentina junto
con Rosario. El desarrollo incontrolado de estos emprendimientos
sobre las serranías al noroeste de la ciudad, en zonas mal
provistas de agua y con dificultad de acceso a los acuíferos
subterráneos por el suelo rocoso, está generando un
grave problema sanitario y la insuficiencia de las infraestructuras
existentes.
¿Eramos
tan democráticos?
Los muros de los barrios cerrados son modestos en comparación
con los de Berlín o Palestina. Son delgadas piezas de mampostería,
en algunos casos con tratamientos decorativos o "arquitectónicos".
Las condiciones de consumo doméstico ahora hacen innecesario
el contacto y la mezcla del boulevard: mucamas y jardineros llegan
y se van en autos de alquiler o en servicios de transfer, y hasta
a veces son empleados de una empresa que maneja su adiestramiento
y asignación.
La contigüidad física de las clases sociales en la ciudad
moderna, ¿era entonces un rasgo de democracia e igualdad,
o más bien una necesidad de los modos de consumo (y en especial
del consumo doméstico)? ¿Esta contigüidad desaparece
porque la sociedad se hace más fragmentada, o porque evolucionan
esas prácticas de consumo? En Buenos Aires, quienes hemos
vivido en los barrios de clase media recordamos con nostalgia las
historias de los hijos del médico que jugaban con los hijos
del carnicero (y sería bueno que investigáramos hasta
donde es real este recuerdo), pero ¿no convivía ese
igualitarismo social con el autoritarismo político que generó
las dictaduras, los golpes, la tortura y las desapariciones? Los
trazados de los ensanches tradicionales siempre aprovecharon líneas
ferroviarias, autopistas, accidentes naturales, grandes parcelamientos,
equipamientos y otros recursos para generar "barreras de honorabilidad"
entre los barrios de las distintas clases sociales. En un estudio
de mercado para Nordelta los encuestados de mayor nivel social elogian
la ubicación del proyecto por ser vecino a líneas
ferroviarias y cursos de agua que lo separarán de los barrios
de "menor categoría".
Curiosamente, cuando la sociedad recupera la democracia la ciudad
se hace más jerárquica y los barrios se segmentan
por la posibilidad de acceso económico. Las redes de la ciudad
informacional saltan sobre los paredones de la vergüenza. El
cierre del territorio expresa una forma primitiva de la lucha de
clases: los ricos cercan sus barrios, los desocupados se hacen piqueteros
y cierran las calles.
Buenos Aires
y la Argentina están a tiempo de controlar las desastrosas
consecuencias ambientales, sociales y económicas que derivan
de este modelo de "privatopía". La propia limitación
demográfica del fenómeno ejemplifica la escasa sustancia
real de su desarrollo. Pero esto requiere decisiones políticas
estratégicas, que no se limitan a un mero "prohibicionismo"
sino que implican la adopción de políticas territoriales
más amplias y la actualización de un modelo de ciudad
abierta e igualitaria que, como expresa Rodolfo Macera en la siguiente
nota, todavía está en el imaginario cultural y social
de los argentinos.
Notas:
1.
Nuevas
formas de hábitat suburbano - LA SUBURBANIZACIÓN "ACOMODADA"
EN EL AMBA, Federico Collado y Lucas Menger (asistente SIG),
incluido en el Atlas Ambiental de Buenos Aires.
2.
Ver al respecto Cambios
socioterritoriales en Buenos Aires durante la década de 1990,
de Horacio A. Torres, en EURE v.27 n.80, Santiago, mayo 2001.
3.
La ciudad injusta. La política pública y las transformaciones
residenciales en el Area Metropolitana de Buenos Aires, Raúl
Fernández Wagner. Ponencia presentada en el Simposio: Transformaciones
socioterritoriales en las grandes áreas metropolitanas de
América Latina. Hacia una visión comparada. 53°
Congreso Internacional de Americanistas, México, Julio de
2009
4.
Fragmentación
espacial y nuevos procesos de integración social "hacia
arriba": socialización, sociabilidad y ciudadanía,
Maristella Svampa.
5
Informe: "Evolución y perspectivas de las urbanizaciones
cerradas en la provincia de Buenos Aires". DPOUT: Dirección
Provincial de Ordenamiento Urbano y Territorial-Subsecretaría
de Urbanismo y Vivienda-Ministerio de Infraestructura, Vivienda
y Servicios Públicos. Gobierno de la Provincia de Buenos
Aires, 2007.
ARGENTINA
>
Muros que fragmentan.
Por
Rodolfo Macera

Hace
aproximadamente un año en el Área Metropolitana de
Buenos Aires hubo un intento fallido del alcalde del municipio de
San Isidro, Gustavo Posse, por construir un muro que separara su
partido de un barrio supuestamente más pobre situado en el
municipio vecino de San Fernando. Este hecho constituyó uno
de los símbolos más evidentes del empobrecimiento
de la Argentina como Nación. Resultaría redundante
profundizar en la mediocridad política del intendente Posse,
pero tal vez este lamentable episodio deba servirnos para estimularnos
a reflexionar acerca de la sociedad que queremos construir.
La sociedad argentina, a lo largo de la historia, supo asumir con
éxito los desafíos de la integración social
desde el punto de vista cultural, económico y productivo.
Son ejemplo de ello la integración de los millares de inmigrantes
europeos en torno a fines del Siglo XIX y principios del XX y algunas
décadas después, la asimilación de enormes
masas de migrantes internos y de países limítrofes,
que protagonizaron el proceso de expansión de la Región
Metropolitana de Buenos Aires.
Estas experiencias, incorporadas como naturales, otras sociedades
no las han podido resolver sino a través de eternas guerras
fratricidas o con la instauración de modelos sociales estructurados
en base al sometimiento racial y la explotación de determinados
sectores sociales. Esa capacidad de inclusión seguramente,
constituye la mayor fortaleza histórica que puede ostentar
la Argentina.
El impacto del proceso de exclusión que tuvo lugar en los
90´, ha dejado por primera vez en el país, rasgos de
conflictividad social asimilables a los que históricamente
existieron en la mayoría de las otras grandes ciudades de
América Latina.
Ante esta nueva situación hay sólo dos caminos a seguir.
Uno, apostar por la concentración de la riqueza, la fragmentación,
la sofisticación de los sistemas represivos y el levantamiento
de muros cada vez más altos.
El segundo, es volver a intentar transcurrir un nuevo proceso histórico
de inclusión promoviendo una redistribución más
justa de la riqueza. En el territorio, implica apostar por la integración
y urbanización de las áreas urbanas degradadas, la
inversión en equipamientos de educación y salud pública,
las políticas activas de generación de empleo, la
expansión de las redes de infraestructura, el derribamiento
de muros, la apertura de calles, y la generación de espacio
público de calidad y seguro.
El primer camino parece más simple, pero probablemente insustentable
en el tiempo. Es el camino que han elegido muchos países
subdesarrollados, por cierto, cada vez más subdesarrollados,
más violentos y más inseguros. Es el modelo donde
minorías ricas viven en las ciudades como refugiados, siempre
bajo amenaza, residiendo en ghetos fortificados, trasladándose
en helicópteros o autos blindados. Países y ciudades
donde una gran parte de la población empobrecida ha quedado
excluida del modelo de país. No es ciencia ficción,
es San Pablo, Lima o Guayaquil, y a veces también comienza
a ser Buenos Aires.
El segundo camino lo conocemos, es al que le debemos todo lo bueno
que somos, por mucho o poco que esto sea. Es un camino largo, difícil
y conflictivo, pero el único que al cabo puede llevar al
país a volver a ser una Nación digna y respetada en
el mundo. No es ciencia ficción, supo ser la Argentina.
El origen de la aparición de los muros debe buscarse seguramente
en la inequidad en la redistribución del ingreso como consecuencia
de la sustitución del modelo de Estado Regulador por el modelo
neoliberal de los 90'.
En los años 70' la diferencia de riqueza entre el 10 % de
la población que más tenía y el 10 % que menos
tenía en la Argentina, era de 13 veces. En la década
del 90' esa brecha creció a 37. La fragmentación de
los niveles de ingreso, combinado con valores de desempleo cercanos
al 40 % entre los sectores más pobres, generó cuadros
de pobreza estructural inéditos en nuestro país.
La territorialización de la exclusión se produjo fundamentalmente
en torno a las áreas urbanas que ofrecían alguna oportunidad
de desplegar estrategias de supervivencia para la población
excluida.
La implementación del modelo neoliberal se vio acompañada
por la instalación de una cultura de consumismo sin precedentes.
Así se conformó un cuadro donde vastos sectores de
la población se ven marginados de los mecanismos de inclusión
que habían caracterizado a la Argentina a lo largo de todo
el siglo, excluidos de la posibilidad de acceder a una vivienda
digna, excluidos del mercado laboral, mientras a su vez se los somete
a una enorme presión cultural por consumir lo que no pueden
pagar.
Las consecuencias son predecibles, lo lamentable es el nivel de
respuesta de la dirigencia política y económica y
de los sectores medios y altos de la sociedad.
El fenómeno más evidente y concreto ha sido la emergencia
de muros que segregan el hábitat de la población según
su capacidad de ingreso. Así es el caso de los barrios cerrados
y country, en sus diferentes variantes y escalas.
Buena parte de la 3ª corona del AMBA ha sido ocupada por este
tipo de emprendimientos caracterizados por la ocupación de
grandes superficies del territorio, la interrupción de la
trama urbana, muy baja densidad poblacional, el control de accesos
con guardias armados y la negación de los conflictos sociales
con la fantasía de constituir ámbitos seguros en contacto
con la naturaleza.
Estos emprendimientos se recortan del territorio urbano mediante
el cierre perimetral con muros, que en algunos casos llegan a tener
alambres electrificados en el coronamiento.
Es frecuente ver muros que tienen a un lado grandes residencias
con canchas de tenis y piscina y del otro lado, apoyados, ranchos
de una villa de emergencia.
Cuanto más grandes resultan los emprendimientos mayor es
la hipocresía que se instala en torno a ellos pretendiendo
asimilarlos a espacios urbanos normales. También cuánto
mayor es la escala, más perniciosos resultan sus consecuencias
dado la cantidad de equipamientos cerrados que incorporan, ghettificando
aún más el comportamiento de los grupos sociales que
residen en ellos de forma permanente. Lamentablemente, buena parte
de la clase dirigente se encuentra participando acríticamente
de este modelo. Es común ver a gobernantes y ex gobernantes
habitando en este tipo de lugares. Ni hablar de la clase dirigente
económica y la clase media alta asustada.
Resulta también preocupante como la pertenencia a este tipo
de lugares, o no lugares, carentes de identidad y valor cultural,
comienza a ser también un símbolo de status social.
Muchas ciudades medianas del interior del país reproducen
estos modelos en contextos a todas luces absurdos y ridículos
desde el punto de vista de la seguridad y el medio natural.
Sin embargo la existencia de muros no se agota en el cerco de los
barrios cerrados. La fractura social edifica otro tipo de muros
en la ciudad como los que a continuación se describen:
En la década de los 90' desembarca en Buenos Aires el fenómeno
Shopping. Estos ámbitos de consumo, exclusivos para sectores
altos y medios altos, se presentan como un espacio de competencia
para el espacio público de la calle pero de uso restringido
sólo para quienes tienen capacidad de consumo.
Estos espacios, siempre carentes de identidad, incluyen parodias
de espacio público como "mobiliario urbano", "patios
de comida", etc. A estos centros de consumo no ingresan personas
de bajo nivel económico porque son directa o indirectamente
expulsados. Para los sectores medios y altos, el Shopping se ha
convertido en un lugar de salida en reemplazo del espacio público
urbano.
Afortunadamente, a pesar de la consolidación de los Shopping,
la primera década de este siglo ha visto reflotar la calle
como espacio público, con toda su riqueza.
La fragmentación del Espacio Público
Algunos espacios
públicos de la Ciudad, aún siendo formalmente abiertos,
se comportan como espacios segregados. Esta segregación se
produce por la exclusividad de la población que reside en
su entorno y por la aparición de elementos como cercos de
rejas que limitan y condicionan el acceso de la población.
Otra manifestación de los muros es la de las conductas sociales
que fomentan el abandono de lo público, creando círculos
viciosos de deterioro y tugurización. Cada vez más,
los ciudadanos desarrollan patrones culturales de conducta por parte
de los sectores medios, que promueven la fragmentación social.
El abandono del uso recreativo diario de parques y plazas por parte
de los niños, la menor ocupación nocturna, el sobre
uso del automóvil particular en desmedro de los medios públicos,
el abandono de los sistemas de educación pública,
son algunos de los ejemplos de construcción de muros virtuales
que consolidan el proceso de fragmentación de la sociedad.
Rodolfo
Macera
Arquitecto, Planificador Urbano
Docente Investigador UBA
Director del Proyecto "Inclusión Urbana"
Tutor Curso de Posgrado "Planeamiento del Territorio"
CPAU- UOC.Concejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo _ Universidad
Abierta de Cataluña
MEXICO
>
Tendencias recientes de las urbanizaciones cerradas y polarización
residencial en Guadalajara.
Por
Luis Felipe Cabrales

(Texto
redactado con ocasión del curso: Segregación y mercados
de suelo. patrones emergentes de segregación: los casos de
México y Chile, septiembre 11 al 14 de 2006)
Las
urbanizaciones cerradas en la Zona Metropolitana de Guadalajara
-segunda urbe mexicana-, han monopolizado el mercado residencial
dirigido a las clases de mayor solvencia económica. Durante
los últimos años, la producción de ciudad cerrada
ha mostrado un gran dinamismo y complejidad en su oferta y estrategias
de comercialización. También se ha ampliado el espectro
en cuanto a sus patrones de localización.
Las principales novedades son la verticalización del formato
en áreas consolidadas de la ciudad al tiempo que se produce
su difusión suburbial a partir de piezas dislocadas: urbanizaciones
horizontales de baja densidad están dibujando un radio de
aproximadamente 50 kilómetros, lo cual contribuye a formar
una periferia ampliada, discontinua y mal articulada al no existir
vías de acceso acordes con la escala metropolitana.
Los fraccionamientos cerrados y los condominios verticales de lujo
son el producto inmobiliario más exitoso de los últimos
tiempos: las promesas de seguridad ciudadana, el ofrecimiento de
exclusividad social, la exaltación de la calidad ambiental
y la generación de plusvalía parecen indicar que el
modelo se nutre más desde la oferta que desde la demanda.
Al no existir alternativa, los clientes asimilan el discurso y se
arraiga el ostracismo residencial. Durante el período 2000-2005
se observa en la ciudad un boom inmobiliario. La coyuntura de dinamismo
del sector dedicado a atender a las capas de alto poder adquisitivo,
ha generado una amplia competencia, lo que obliga a innovar, a diversificar
el producto y a profesionalizar las estrategias de venta.
El afianzamiento del urbanismo defensivo en Guadalajara constituye
la fase madura de un proceso que inicia en la década de 1960.
La fórmula consiste en demarcar la urbanización con
un muro, agregar valor mediante la dotación de espacios comunes
y desplegar una buena campaña publicitaria.
Tal
estrategia, amparada tácitamente por los poderes públicos,
permite multiplicar el precio de los bienes raíces y en consecuencia
ampliar los rendimientos económicos. Ello genera un efecto
inflacionario que afecta a la ciudad entera, especialmente a la
población pobre que encuentra mayores dificultades de acceso
a la vivienda, lo que a su vez estimula esquemas de urbanización
informales y arraiga el patrón de ciudad segregada.
Conviene mirar el fenómeno más allá de la simple
relación binaria entre oferta y demanda motivada por el valor
de uso. El valor de cambio y su consecuente efecto especulativo
desmedido se convierten en el motor de las prácticas inmobiliarias
cuando no hay un contrapeso público ni una preocupación
explícita por el desarrollo integral de la ciudad.
Una porción de casas, pero sobre todo de lotes, son adquiridos
bajo lógicas de lucro, el suelo urbanizado se convierte en
refugio para pequeños y medianos inversionistas, lo que en
parte explicaría la amplia oferta y que en urbanizaciones
que incluso todavía no están habitadas ya existan
activas operaciones de reventa.
Otra acepción que garantiza la circulación de capital
en urbanizaciones de calidad es la práctica de vender antes
de construir, la "preventa" que atrae a clientela solvente
y permite a los promotores una temprana capitalización y
certidumbre en la colocación del bien comercializado.
La plusvalía ha llegado a convertirse en un argumento propagandístico
relevante. En un artículo autopublicitario se proclama que
los productos ofertados por un consorcio inmobiliario local "han
otorgado a sus compradores una plusvalía de casi el 295 %
sobre el 81 % de la competencia en tan solo cinco años"
(El Informador, 23 de mayo de 2005).
Aunque se trate de actuaciones individuales y atomizadas provocan
un efecto general sobre la ciudad al contribuir a la espiral alcista
y a consumir suelo que no siempre observa un uso efectivo, práctica
depredadora que conlleva costos ambientales.
Paradójicamente, la urbanización cerrada es un formato
no contemplado por la legislación urbana del estado de Jalisco.
Dicho vacío legal forma parte de un estilo de planificación
que muestra incapacidad para dar respuesta a las necesidades de
ordenamiento de una ciudad que en el año 2000 contaba con
3´699,136 habitantes.
En 1982 se decretó el Plan de Ordenamiento de la Zona Conurbada
de Guadalajara, mismo que perdió vigencia y no ha sido reemplazado,
a pesar de que en el año 2000 se presentó un proyecto.
Ello refuerza la fragmentación administrativa de la metrópoli
y en consecuencia las visiones parciales y a veces contrapuestas,
particularmente en los años recientes de alternancia política
y feroz competencia electoral, a lo que habría que agregar
la imposibilidad legal de reelección inmediata de autoridades
locales, lo que aleja las probabilidades de continuidad de políticas
urbanas y fomenta visiones de corto plazo.
El tejido urbano se extiende sobre ocho municipios y cubre actualmente
una superficie próxima a las 45.000 hectáreas. Durante
la década 1990-2000 la ciudad creció a una tasa media
anual de 2.10 % lo que supone en números absolutos un incremento
anual de 69.527 habitantes.
El presente ensayo pretende dar cuenta de las fases por las que
ha transitado la urbanización cerrada en Guadalajara, con
énfasis en las coyunturas actuales respecto a la oferta de
vivienda, así como la identificación de algunas tensiones
sociales relacionadas con la urbanización cerrada, que han
saltado a la esfera de lo público y han sido documentadas
a través de la prensa.
Aunque se analiza la oferta inmobiliaria de un formato en particular
-el de las urbanizaciones cerradas- se requiere tener noticias sobre
el universo ampliado. Vale aclarar que referimos los submercados
formales de vivienda sin olvidar la contraparte: la perseverancia
de la autoconstrucción como principal forma de acceso a la
vivienda.
Las evidencias recientes apuntan a la consolidación de un
patrón residencial cada vez más polarizado y a una
ciudad más fragmentada social y funcionalmente. De resultar
acertada tal afirmación estaríamos ante la convicción
de que el modelo económico neoliberal está ampliando
las brechas sociales y también de que las políticas
públicas -o su ausencia- contribuyen a ampliar las diferencias,
cuando se esperaría el efecto contrario.
La enorme brecha en cuanto a oportunidades de acceso a la vivienda
y su consecuente polarización residencial podrían
interpretarse como un correlato del mercado de trabajo y efecto
de la acumulación flexible que privilegia empleos especializados
y selectivos, vinculados con los sectores económicos modernos.
Por otro lado demanda puestos de trabajo rutinarios, mal remunerados,
sobre todo en la industria y servicios. Ello significaría
que declina el empleo propio de la fase fordista y el Estado del
bienestar, formador de clase media y que estuvo integrado primordialmente
por obreros calificados, profesionales, pequeños empresarios
y burócratas. Al cuadro laboral se añade el empleo
precario e informal que observa una creciente evolución y
explica la masificación del trabajo no asalariado.
En tiempos de avance privatizador existe una propensión a
fragmentar, a hacer coincidir las fronteras sociales (como clase)
con las fronteras físicas (como espacio urbano), lo que supondría
que a las desigualdades derivadas del esquema económico,
ahora se agregan cotidianamente barreras físicas o simbólicas,
lo cual amplía los procesos de exclusión.
A la vertiente social se añade la de tipo ambiental. La ciudad
va generando un excesivo consumo de suelo y recursos naturales sin
una búsqueda de equilibrios y suficiente creación
de infraestructuras, lo que denota su carácter insustentable.
Las urbanizaciones cerradas de lujo producidas hasta mediados la
década de 1990 cubrían aproximadamente el 10 % del
tejido urbano y apenas alojaban al 2 % de la población metropolitana
(Cabrales & Canosa 2001: 242). Ello es resultado del predominio
de residencias de baja densidad y de la presencia de suelo ocioso
que busca plusvalorizarse.
Los conjuntos residenciales cerrados comenzaron como un formato
de excepción y han terminado generalizándose, por
lo que resulta necesario estudiar sus dinámicas.
1. LA CIUDAD CERRADA EN LA ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA:
CUATRO
DÉCADAS DE MADURACIÓN
La
evolución de las urbanizaciones cerradas debe considerar
diversas vertientes, como la clase social a la que van dirigidas,
el ritmo de producción, su emplazamiento, la transformación
de diseños urbanos y lenguajes arquitectónicos. También
deben revisarse los mecanismos de gestión interna de las
urbanizaciones y las posturas del Estado ante dicho formato.
El siguiente ejercicio de periodización es un punto de partida
necesariamente simplificador y por tanto provisional. Las etapas
constituyen una secuencia de estrategias del mercado inmobiliario
y apropiación de nuevos espacios. Lo nuevo se suma a lo anterior
pero no necesariamente lo desplaza, tan es así que las urbanizaciones
pioneras siguen vendiendo o revendiendo suelo, algunas veces creando
nuevas y pequeñas urbanizaciones cerradas en su interior.
1.1. Primera etapa: El country club como suburbio de elite
La
ciudad cerrada hace acto de presencia en la década de 1960.
Se inaugura con urbanizaciones suburbiales que proponen la comunión
con la naturaleza y siguen el concepto country club, por lo que
el campo de golf se convierte en un elemento aglutinador y símbolo
de prestigio social.
Por primera vez se trazan diseños viarios curvilíneos
y calles cul de sac que apelan a la exclusividad del tránsito
local. Aparecen garitas cuya función es controlar el ingreso
a las urbanizaciones cerradas. Durante su etapa inicial tales piezas
urbanas desarrollaron un papel colonizador y una función
residencial secundaria, principalmente para los fines de semana
y periodos de asueto.
Santa Anita, ubicado al surponiente inicia en 1967, consume 120
hectáreas. Simultáneamente surge al poniente Rancho
Contento con una extensión de 45 hectáreas. La triada
se completa en 1970 con Bosques de San Isidro -hoy llamado Las Cañadas-,
localizado al norte de la ciudad en una superficie de 567 hectáreas
y que aún mantiene parcelas sin edificar.
Ickx (2000: 29) identifica en estas promociones algunas influencias
californianas. Por ejemplo, en Bosques de San Isidro "el campo
de golf está diseñado por el arquitecto estadounidense
Larry Huges y en la propaganda se compara la urbanización
con la expansión de Los Angeles hacia las montañas
de Beverly Hills. Además uno podría pensar que el
nombre del desarrollo Rancho Contento refiere directamente a Rancho
Bernardo, un fraccionamiento privado que empezó a construirse
desde 1961 al norte de la ciudad de San Diego y que ha sido tomado
como ejemplo por muchos desarrollos privados en Estados Unidos".
Los citados country clubs, además de representar la etapa
fundacional de la ciudad cerrada, se convierten en nodos que propiciaron
un efecto de difusión del formato cerrado sobre su entorno.
1.2. Segunda etapa: El entorno del bosque de La Primavera como objeto
del deseo
Durante los primeros años de la década de 1970 surgen
en dirección surponiente dos urbanizaciones emblemáticas
que se apoyan en el previo referente de la vecina urbanización
Santa Anita: Bugambilias con 708 hectáreas y El Palomar con
746. A diferencia de los country clubs de la etapa previa, van destinadas
al uso permanente y aunque en su momento ostentaron un carácter
suburbial están menos alejadas las urbanizaciones cerradas
que les precedieron, es decir, siguen una dirección centrípeta.
Las principales ventajas de localización son funcionales
y ambientales. Se ubican en torno a la carretera a Colima, y se
articulan con Plaza del Sol, el primer shopping center de la ciudad
inaugurado en 1969. Se instalan sobre parte del Bosque de La Primavera,
lo que permite el contacto con la naturaleza y su relativo aislamiento
ya que algunos de sus sectores se emplazan en terrenos montañosos,
atributo eufemísticamente utilizado en la propaganda: "El
privilegio de vivir por arriba de los demás".
El proceso se completa con la creación de Pinar de la Venta
en 1972, ubicado al poniente, también en un margen del bosque
La Primavera, aunque en este caso a bordo de la carretera a Nogales.
Las grandes dimensiones ofertadas por estas promociones cerradas
y las diversas alternativas inmobiliarias en ciudad abierta podrían
explicar una saturación del mercado ya que entre 1977 y 1985
se contrajo la nueva oferta. Probablemente también influyó
la crisis económica iniciada en 1981. Las promociones de
las dos primeras etapas tienden a conformar amplias zonas de urbanismo
cerrado como efecto del contagio espacial.
1.3.
Tercera etapa: Las inmediaciones del bosque de Los Colomos como
nuevo epicentro
La
apertura de Puerta de Hierro en el año 1987 -con superficie
de 124 hectáreas- significó la reactivación
del mercado inmobiliario cerrado y al mismo tiempo generó
un efecto territorial: marcó el entorno del Bosque de los
Colomos como zona altamente cotizada para propagar el modelo de
cotos cerrados.
Aunque previamente había en la zona algunas promociones pequeñas,
Puerta de Hierro despliega una campaña publicitaria que la
ha colocado en el imaginario colectivo como el más nítido
emblema de prestigio social.
Al tratarse de una zona de borde urbano, con buena calidad ambiental,
y relativa cercanía con el centro de la ciudad, se fermentó
un nuevo nodo de ciudad cerrada que aprovechó la abundancia
de terrenos baldíos y espacios intersticiales, lo que viene
a refrendar la tendencia centrípeta de la etapa anterior.
Se diversificaron los nichos de mercado, lo que permitió
incorporar a las clases medias en conjuntos que juegan con la buena
reputación de la zona para vender sus productos.
Al abrirse el abanico de estratos económicos a los que va
destinada la ciudad cerrada, se desecha la noción determinista
de tratarse de un fenómeno exclusivamente asociado a las
elites, su aceptación constituye un verdadero triunfo ideológico,
aun reconociendo que en los años ochenta, y más aún
en la década de 1990 se incrementan las condiciones de inseguridad
y se deteriora la calidad ambiental, en buena medida por congestión
vehicular.
Los promotores inmobiliarios exaltan más que antes el discurso
sobre la inseguridad urbana para reproducir el formato cerrado y
poner de moda los "vecindarios defensivos" (Méndez:
2004).
1.4. Cuarta etapa: Hasta donde lo permitan las leyes de mercado,
(casi) todo se vale
Las urbanizaciones cerradas se convierten desde la década
de 1990 en el producto estrella en lo que toca a las clases altas,
pero también se consolidan versiones modestas dirigidas a
las clases medias, con lo cual dominan el mercado dirigido a los
estratos de mayor solvencia económica.
Con el inicio del siglo XXI deviene un boom inmobiliario que da
señas de marcar una nueva etapa: nunca se había presentado
tanta oferta y tan diversa: la competencia obliga a innovar y a
profesionalizar las estrategias de marketing. Así, aparecen
fraccionamientos cerrados que buscan algún atributo particular.
como por ejemplo, funcionar como un activo espacio deportivo, otros
apelan a su carácter inteligente, etc.
Reaparece el modelo del country club en Las Lomas Club de Golf,
megadesarrollo ubicado a bordo del Anillo Periférico. Apunta
a ser un ostentoso enclave y ocupa una posición geográfica
intermedia entre Puerta de Hierro y Valle Real, otra de las urbanizaciones
emblemáticas.
Las Lomas cubre una superficie de 180 hectáreas, de las cuales
la mitad tendrá uso residencial con parcelas tipo de 900
m2. El resto acogerá áreas verdes, un club de golf
de 18 hoyos, espacios abiertos y cuatro lagos artificiales (Ruiz
Velazco, 2005: 82-83).
Por su parte "El Río Country Club", emplazado junto
al bosque La Primavera se levanta sobre 300 hectáreas: albergará
viviendas unifamiliares de 300 a 1000 m2, así como conjuntos
plurifamiliares horizontales y verticales, además de colegio,
iglesia y campo de golf, entre otros servicios.
Otro proyecto, que se presenta como "uno de los fraccionamientos
residenciales más importantes de México" y "un
paraíso arquitectónico en el bosque La Primavera"
es la urbanización cerrada Ayamonte (Público, 7 de
agosto de 2005). El desarrollo residencial se extenderá sobre
50 hectáreas que darán cabida a 269 lotes, áreas
verdes, campo de golf y casa club.
Durante ésta etapa se multiplican los productos al tiempo
que casi se cierra el mercado de vivienda de calidad en ciudad abierta.
Urbanizaciones de etapas previas, mantienen su vigencia y aparecen
islas o islotes de condominios verticales lo que configura paisajes
insólitos en una ciudad mayoritariamente formada de construcciones
bajas. Tal como se produjo la imitación del suburbio angelino
en la década de 1970, ahora Miami parece ser el ejemplo a
seguir, fenómeno previamente observado en Santa Fe, ciudad
de México.
Esto ocurre al tiempo que las urbanizaciones cerradas suburbiales
se dinamizan y contribuyen a cambiar la escala espacial de la ciudad
que extiende sus límites hacia el extrarradio en forma difusa.
Un caso particular de organización del espacio se da mediante
ejes tentaculares que van engarzando urbanizaciones cerradas, una
tras de otra, creando hábitats que difieren notablemente
del concepto tradicional de ciudad. El ejemplo más notable
es la carretera a Colima, que arranca en Zapopan con el fraccionamiento
Bugambilias y luego se adentra en el municipio de Tlajomulco de
Zúñiga a partir del fraccionamiento El Palomar. A
lo largo de más de 15 kilómetros se suceden alrededor
de 20 urbanizaciones cerradas, con lo cual se configura una dorsal
blindada.
Otro corredor de urbanizaciones cerradas es la Av. Acueducto, entre
la Av. Patria y Anillo Periférico. Una vez creadas Puerta
de Hierro y Lomas del Bosque se produce la valoración de
todo el eje y con ello su incorporación a uso urbano residencial
a finales de la década de 1990.
Una estrategia de la propaganda es colgarse del prestigio de las
urbanizaciones mejor valoradas o más caras: "Jardín
de la Concordia junto a Valle Real", "Jardín Real,
lo más cercano a Valle Real", "Puerta del Valle
frente a Puerta de Hierro".
En sitios de baja valoración social no se publicita a las
urbanizaciones refiriéndose a toponimias históricas
sino a una identidad prefabricada: se promete la integración
en una comunidad idílica y a un hábitat agradable
que se gestionará autónomamente.
A pesar del dinamismo de las urbanizaciones cerradas, las administraciones
públicas siguen sin reconocerlas oficialmente, pero implícitamente
están avaladas. Al no existir una filosofía de desarrollo
e imagen objetivo de la ciudad metropolitana, los ayuntamientos
son proclives a aceptar la situación ya que se traduce en
recaudación de ingresos por licencias y dinero fresco vía
impuestos prediales. Además se parte del principio de que
para el ayuntamiento no representarán una carga puesto que
los residentes autogestionan la mayor parte de sus servicios, lo
cual no siempre corresponde a la realidad.
Es común que algunas urbanizaciones cerradas establezcan
convenios con los ayuntamientos para la dotación de servicios
públicos, o que ante una crisis o desacuerdo entre los vecinos
el poder municipal tenga que dar respuesta a los problemas.
Un caso reciente lo confirma: un grupo de residentes del fraccionamiento
El Palomar se negó a pagar el alumbrado público a
la Asociación de Colonos, que a su vez omite el pago a la
Comisión Federal de Electricidad, por lo que la compañía
suspendió el servicio durante dos días.
El ayuntamiento de Tlajomulco de Zúñiga, en voz de
su alcalde, confirma que cubrirá el servicio con cargo al
erario público, lo cual supone un monto mensual de 9,000
dólares, por lo que será necesario realizar un recorte
al presupuesto en algún otro rubro. "La Administración
pasada les cedió la concesión de los servicios a la
asociación; hoy ellos se quieren desentender de los servicios
y el municipio hará frente" (Público, 30 de julio
de 2005).
Los desacuerdos internos entre los vecinos han propiciado que una
parte amenace con dejar de sufragar el servicio de agua potable.
Esta evidencia pone en entredicho la capacidad autogestiva y el
carácter privado de la urbanización. El desdibujamiento
de las fronteras entre lo público y lo privado causa confusiones
cuando persisten vacíos legales. En la historia reciente
de México ha sido común que ante la incapacidad o
ineficiencia de ámbitos privados el Estado tenga que salvar
situaciones críticas con dinero público.

2.
PROCESOS ESPACIALES Y PRODUCCIÓN DE CIUDAD: ¿URBANISMO
A LA DERIVA?
La Zona Metropolitana
de Guadalajara observa cambios estructurales y situaciones de incertidumbre
que tienden a convertirla en una ciudad inmanejable e ingobernable.
Las libres fuerzas del mercado generan impulsos que avanzan a una
mayor velocidad que la capacidad planificadora, a pesar que declinan
las presiones demográficas relativas. Durante la década
de 1970 observó una tasa media anual 4.23 %, en la de 1980
fue de 2.55 % y en el decenio de 1990 desciende a 2.10 %.
No obstante, el crecimiento absoluto representa un reto para la
dotación de vivienda, empleo y servicios. Pero más
allá de la visión urbana convencional habrá
que tomar en cuenta nuevas dinámicas que generan la sensación
de que el crecimiento territorial supera al crecimiento demográfico.
La movilidad residencial, los nuevos patrones de consumo de suelo
y el incremento de la motorización privada contribuyen a
redibujar los contornos del tejido urbano y a reorganizar sus relaciones
funcionales sin que los poderes públicos consigan controlar
y domesticar los cambios.
La intención del presente apartado es sistematizar información
sobre algunas dinámicas urbanas recientes, para lo cual utilizamos
algunos conceptos que permitan articular y dar sentido a las evidencias
empíricas.
2.1. Protagonismo de la ciudad por proyectos y obra pública
demasiado selectiva
El capital privado estimula un desarrollo urbano selectivo, tanto
en la promoción de vivienda como en las propuestas de creación
de equipamientos comerciales y culturales que siguen la moda internacional
de contratar para su diseño a arquitectos vanguardistas con
el fin de crear sitios emblemáticos que indudablemente enriquecerán
el repertorio de paisajes y espacios urbanos.
Al tiempo que se produce la insularización de tales piezas
urbanas, la ciudad incrementa sus rezagos en infraestructura, las
pocas obras que se realizan buscan privilegiar a dichos embriones
de modernización a fin de garantizar su funcionamiento, con
lo cual se fomenta la fragmentación física de la ciudad.
Resulta evidente la inversión pública en favor de
la zona poniente -la de mayor valoración social-, mientras
que por ejemplo, el Anillo Periférico, que circunda la ciudad,
no ha sido concluido a pesar de haber iniciado en 1960: la parte
faltante corresponde al octante suroriental en los municipios de
Tlaquepaque y Tonalá, los más pobres de la parte central
de la aglomeración urbana.
Las principales iniciativas urbanas innovadoras destinadas a la
creación de equipamientos modernos provienen de los empresarios
privados proclives a desarrollar megaproyectos, algunas veces en
colaboración con el poder público (Centro de Cultura,
Convenciones y Negocios JVC, Museo Guggenheim), la iglesia (Santuario
de los Mártires) o la Universidad de Guadalajara (Centro
Cultural Universitario).
Un común denominador de los proyectos es que los sitios en
que se localizarán presentan conflictos viales y de accesibilidad,
lo que demandará acciones públicas posteriores para
garantizar una aceptable funcionalidad de los sitios.
Un síntoma palpable del déficit de infraestructuras
es la saturación vehicular, que genera una creciente sensación
de malestar urbano. La Zona Metropolitana contaba en el año
de 1990 con 609.730 vehículos registrados, en el año
2000 con 810.752 y para 2004 alcanza la cifra de 1.306. 639 (Secretaría
de Vialidad, citado por Público, 7 de febrero de 2005), mientras
que la superficie de rodamiento no observa incrementos comparables,
o en el caso de urbanizaciones cerradas genera vialidades que no
se suman a la red pública.
La tasa de crecimiento del parque vehicular a partir del año
2000 se traduce en la incorporación anual de 123.972 unidades
anuales -lo cual supera ampliamente el crecimiento en el número
de habitantes, mismo que estimamos en 85.000-. Lejos de representar
un signo de desarrollo, la "explosión automovilística"
supone deterioro en la calidad de vida y reducción en la
eficiencia de la economía urbana, más considerando
que no hay avances en la ampliación y mejora del transporte
colectivo.
2.2. Diversificación
de productos inmobiliarios y polarización extrema de la oferta
de suelo y vivienda
El activismo de los agentes inmobiliarios, junto con la permisividad
de las instancias públicas de planificación configuran
un espacio urbano muy jerarquizado. Los productores de vivienda
centran sus estrategias en dos segmentos de mercado residencial:
I.- El de clase
alta, a la que se le ofertan diferentes opciones de residencia bajo
la constante de tratarse de urbanizaciones cerradas, bien sea conjuntos
horizontales o verticales. Los precios de las viviendas oscilan
entre los 200. 000 y el millón de dólares.
Es el oeste del municipio de Guadalajara y su prolongación
natural hacia la franja metropolitana poniente donde más
prospera este mercado: Tlajomulco de Zúñiga, y principalmente
Zapopan. Tan solo este último, uno de los 124 municipios
con que cuenta Jalisco, captó en el primer trimestre de 2005
una inversión privada de 278 millones de dólares,
equivalente al 55 % de lo que recibió Jalisco, de los cuales
el 60 % fueron destinados al sector inmobiliario, seguido del sector
servicios que construye hospitales privados y lujosos hoteles (Público,
25 de abril de 2005), lo cual denota la fiebre inmobiliaria y niega
tendencias de desconcentración que tradicionalmente han nutrido
el discurso planificador jalisciense.
Si bien es cierto que la práctica de autoaislamiento y su
materialización en el fortalecimiento de la ciudad cerrada
es una tendencia universal, e incluso una decisión legítima
para un sector de la población, llama la atención
que el formato haya acaparado la mayor parte de la oferta. Según
algunos autores, el sobredimensionamiento de la ciudad blindada
supondría "una forma de segregación social voluntaria
que se da en países subdesarrollados y en sociedades muy
polarizadas que carecen de un Estado social fuerte" (Janoschka,
2002: 287).
II.- En lo que
respecta a vivienda popular formalmente construida se ha producido
una sincronía entre la oferta y la demanda gracias a los
créditos hipotecarios oficiales, principalmente los de INFONAVIT
(Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores).
Los promotores han aprovechado la coyuntura, lo cual explica la
producción masiva de casas, que con frecuencia se apegan
a superficies de entre 50 y 60 m2, ya que deben ajustarse al techo
financiero de los créditos, lo cual ha generado una clara
precarización de los conjuntos urbanos. La banda de precios
en el año 2005 se sitúa entre los 14.000 y los 36.000
dólares (Público, 3 de septiembre de 2005). Los montos
más elevados se alcanzan cuando se complementan los de una
pareja, conocidos como "crédito conyugal", lo que
en esos casos ha permitido mejorar la oferta, ya que hasta el año
2004 el monto era fijo y se limitaba a 19.000 dólares.
Tlajomulco de
Zúñiga se ha convertido en el gran epicentro para
este tipo de vivienda. "Entre 2001 y 2004 se aprobaron 128
nuevos fraccionamientos en un total de 2.200 hectáreas y
con 89.669 lotes y viviendas" (Tirado, 2005: 36-37). Se trata
del municipio de relevo para el crecimiento masivo de ciudad. La
falta de previsión e inversiones en bienes colectivos ha
originado recurrentes problemas de inundaciones en las nuevas urbanizaciones
y también ha saltado a la fama por escándalos de corrupción
derivados de supuestas irregularidades en la autorización
de fraccionamientos. El crecimiento galopante genera altos costos
sociales, ya que los servicios públicos se han colapsado
puesto que se incorporan alrededor de 300.000 habitantes en un período
de cuatro años.
Pero la proliferación de ciudad mediante ese esquema anárquico
también se manifiesta en Tonalá, donde se construyen
24 fraccionamientos "cuya oferta representa un valor que supera
los 100 millones de dólares y abre una nueva incógnita
para la planeación urbana de Jalisco" (Público,
30 de junio de 2005). En El Salto se pretenden construir en el año
2005 alrededor de 6.000 viviendas (El Occidental, 30 de junio de
2005).
Un testimonio de los problemas causados a compradores de viviendas
del sector popular es que las empresas inmobiliarias encabezan la
lista de quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor.
Los reclamos han ido en aumento: en el año 2003 la Delegación
Jalisco recibió 485 denuncias y en 2004 la cifra ascendió
a 1647. Las inconformidades se derivan de problemas como inundaciones,
defectos en la construcción o incumplimiento en la entrega
de las casas (Público, 22 de enero de 2005).
La contraparte del patrón polarizado de oferta de vivienda
es que no hay una opción explícita para la clase media
-el ideal de sociedad en regímenes democráticos avanzados-,
o en todo caso la estrategia adaptativa consiste en acceder al "piso
alto" de la vivienda popular, al "piso bajo" de la
vivienda elitista, o recurrir al mercado de vivienda usada. De las
40.000 viviendas que se pretende construir en el año 2005
en el estado de Jalisco, 35.000 serán de interés social.
Un argumento para apuntalar la idea de la insularización
urbana que coexiste con la precarización residencial -vivienda
popular formal- es que casi ha desaparecido la oferta de vivienda
media en ciudad abierta, misma que en décadas anteriores,
sobre todo en la de 1970, generó espacios urbanos sustentables.
2.3. La ubicuidad:
valorización de zonas interiores consolidadas, expansión
suburbial y formación incontrolada de una gran región
metropolitana
Una de las novedades del patrón de localización de
los emprendimientos urbanos cerrados es que ya no son exclusivos
de las zonas de mayor calidad ambiental o valoración social.
Una buena estrategia de marketing, aunada a la falta de regulación
por parte del Estado, valoriza nuevos sitios, lo que remite al principio
de ubicuidad.
Méndez & Rodríguez (2004: 69) utilizan tal concepto,
junto al de "versatilidad" para dar testimonio de la implantación
de urbanizaciones cerradas y de su "fácil acomodo como
pieza urbana autónoma en los espacios intersticiales, o como
recurso de ordenación y expansión periférica,
les esta permitiendo múltiples operaciones puntuales sobre
tejidos urbanos muy distintos, preferentemente, sobre las emergentes
franjas periféricas en permanente y dilatada expansión".
Ello explicaría el salto de las urbanizaciones cerradas hacia
el oriente de la ciudad -los municipios de Tlaquepaque y Tonalá-
y también la suburbanización de una periferia extendida,
lo cual contribuye en la configuración de una región
metropolitana.
El afán por crecer verticalmente en el poniente de la ciudad
es otra de las acepciones del concepto de ubicuidad, con lo cual
se cumpliría el carácter tridimensional del hecho
urbano cuando alcanza un alto grado de madurez.
La zona de Puerta de Hierro es el principal hito en la construcción
de suntuosos rascacielos. El detonante fue la edificación
de la Torre Cube, obra encargada a la arquitecta catalana Carme
Pinós, quien inicia el proyecto en 2002. El edificio, destinado
a oficinas, pronto se vio rodeado por elevadas torres para uso residencial.
Lo relacionado con las estrategias de producción de fraccionamientos
o condominios cerrados de lujo son una consecuencia de coyunturas
locales que se articulan con las nuevas exigencias de una economía
más abierta.
En lo que respecta a la producción masiva de vivienda, se
trata de un fenómeno nacional que surge de políticas
federales. Durante el período comprendido entre el año
2000 y septiembre de 2005 los créditos oficiales han fluido
de tal manera que han permitido financiar dos millones de viviendas
populares.
Los principales costos de este modelo se derivan del emplazamiento
de los conjuntos de residencias, ya que opera la lógica de
urbanizar suelo barato, independientemente de su accesibilidad o
condiciones físicas que en no pocas ocasiones los convierte
en sitios riesgosos y disfuncionales: un urbanismo ofensivo al medio
ambiente a los ciudadanos.
Una desventaja añadida es que la fragilidad de las construcciones
y su reducido tamaño dan poco margen de maniobra para ser
ampliadas o mejoradas, por lo que tienen marcada su vida útil:
al cabo de tres décadas se convertirán en un problema
urbano relevante, más allá de las patologías
sociales que produce el hacinamiento.
3. LA PRODUCCIÓN DE CIUDAD CERRADA Y LA VERSATILIDAD DE
LA OFERTA
La sistematización
de los submercados de vivienda que actualmente se están ofertando
permite abrir un amplio repertorio, producto de la evolución
del sistema urbano y de la maduración del empresariado inmobiliario.
La clasificación toma en cuenta el estrato que va dirigido,
el formato urbano y el tamaño de las viviendas.
3.1. Urbanizaciones
cerradas de lujo o semilujo de densidades baja y media.
Tales conjuntos presentan fincas perfectamente individualizadas
y mantienen la posibilidad de ofertar generosas áreas verdes.
Estas urbanizaciones han ampliado su radio de localización,
lo que ha reforzado su carácter suburbial y su papel colonizador.
Mientras que en etapas anteriores el proceso se difundía
principalmente en dirección centrípeta -etapas 2 y
3-, ahora observa simultáneamente una tendencia centrífuga
aún sin contar con las infraestructuras carreteras adecuadas
a las cargas. Se esta gestando "espontáneamente"
una región metropolitana que se apoya en los principales
accesos a la ciudad y tiene como vértices a poblaciones como
Tequila, Acatlán de Juárez, Cajititlán, Chapala
y Zapotlanejo, lo cual estimulará los movimientos pendulares.
Los promotores inmobiliarios están atentos a las plusvalías
expectantes en lugares cercanos a la aglomeración urbana.
Por ejemplo, en Poncitlán, población ubicaba en la
ribera de la laguna de Chapala, a 54 kilómetros de la gran
ciudad se fermenta un nuevo frente de urbanización suburbial.
El alcalde comenta: "tenemos conocimiento de cinco o seis proyectos
de inversión para construir fraccionamientos. Hay proyectos
de hasta 15 millones de dólares en lo individual" (Público,
12 de mayo de 2005).
En la formación de periferia extendida no sólo contribuyen
las urbanizaciones cerradas, también existe la presión
para edificar viviendas de tipo popular destinadas más al
mercado de la metrópoli que al de las poblaciones que asimilan
territorialmente el proceso.
3.2. Elevadas
torres de departamentos de lujo
Llegan a superar los 20 niveles y los precios por metro cuadrado
construido rondan los 2,000 dólares y las superficies de
la unidades oscilan entre 270 y 500 m2, aunque llegan a cubrir los
700 m2. (Vázquez, 2004: 74). Las propiedades alcanzan una
media de entre 500,000 y un millón de dólares. Se
ubican en el municipio de Zapopan. El sector de Puerta de Hierro
desarrolla el modelo en suelo urbanizable de reciente creación
y combina la oferta residencial con usos hospitalarios y de oficinas.
Una de las estrategias es maximizar el aprovechamiento de suelo
vacante en urbanizaciones económicamente muy valoradas. Por
ejemplo, en Puerta de Hierro, muy cerca de la Torre Cube se levanta
la Torre Aura, edificio de 28 niveles que ofrece departamentos de
entre 300 y 600 m2. Se anuncia como el edificio más alto
de la ciudad y promete ser "inteligente".
3.3. Pequeñas
torres de departamentos dirigidas las clases alta y media-alta
Generalmente se sitúan intercaladas en barrios residenciales
de baja densidad, levantadas sobre terrenos baldíos o que
consiguen el suelo demoliendo varias casas y buscan colindancia
con las vías de mayor jerarquía. Este proceso ocurre
principalmente en el municipio de Guadalajara, donde la altura máxima
permitida por los planes parciales de urbanización suele
ser de 11 niveles. Las zonas de Providencia y Country Club ofrecen
buenos ejemplos. En el caso de Providencia la avenida Montevideo
aglutina una cadena de lujosas torres blindadas, mientras que en
la zona Country Club el fenómeno se produce por ejemplo sobre
la calle Mar Tirreno. La ciudad también
incorpora en su repertorio la construcción de lujosos lofts.
Con la construcción de torres se van creando tejidos urbanos
mixtos, ya que el proceso se produce en sitios donde antes dominaba
la ciudad horizontal.
3.4. Pequeños
fraccionamientos cerrados horizontales para las clases alta y media-alta
Son producto de una subdivisión o utilización de baldíos.
En el primer caso cada conjunto, de aproximadamente ocho o 10 casas
se edifica sobre el terreno ocupado anteriormente por una ostentosa
vivienda. Es común que el propio muro que limitaba la residencia
se reutilice para proteger al nuevo grupo de viviendas adosadas
que se construyen bajo diseños estandarizados. La colonia
Jacarandas de Zapopan ofrece ejemplos notables: se han creado tres
pequeños conjuntos residenciales sobre su vía principal.
Un caso que supera las dimensiones señaladas es el conjunto
cerrado Residencial Chapalita, formado por 400 casas que cubren
12 hectáreas. Se edifica en el año 2004 sobre terrenos
de una antigua fábrica de cerveza y se apega a un diseño
de viviendas adosadas de dos plantas.
3.5. Fraccionamientos
cerrados densos para la clase media-baja
Cuando la clase media accede al formato lo hace en urbanizaciones
de alta o mediana densidad -son comunes las superficies que oscilan
entre los 90 y los 200 m2-, con edificaciones estandarizadas y en
espacios de baja valoración social que presentan escasez
o ausencia de espacios comunes y equipamientos. Esta oferta se ubica
en sitios interiores de la ciudad, incluso en los bordes del centro
histórico donde se utilizan corazones de manzana o bien en
entornos periféricos sin mucha valoración social,
como por ejemplo la zona exterior al fraccionamiento Las Cañadas.
Ante la generosidad de la oferta salta la pregunta: ¿cómo
explicar sus lógicas de mercado?. De ahí surge la
hipótesis: una parte considerable de la vivienda nueva -popular
y de lujo- esta siendo adquirida por quien ya tiene resuelto el
tema. Dichas actuaciones no necesariamente suponen una movilidad
residencial, el estímulo puede ser la renta o reventa del
bien adquirido o contar con una residencia secundaria.
Un factor que ha facilitado el crecimiento del mercado del suelo
urbano y vivienda en los años recientes son las bajas tasas
de interés bancario, lo que invita a realizar inversiones
inmobiliarias, fenómeno que en algunos países como
España o Estados Unidos se conoce como "burbuja inmobiliaria"
o más coloquialmente la "economía del ladrillo".
La fluidez de
los créditos destinados a la vivienda popular, a lo que se
suma el auge en la oferta de lujo, han contribuido a que en el año
2005 Jalisco sea "la plaza con mayor oferta de propiedades
en venta y arrendamiento del país" (Público,
2 de septiembre de 2005).
La especulación a través de bienes raíces no
tiene nada de novedoso o extraño, es inherente al sistema
socioeconómico. La novedad del caso son sus dimensiones -aparentemente
notables- y que se trata de una práctica facilitada por los
poderes públicos en el caso de los créditos hipotecarios.
Ello debido a que el Estado mexicano llevó a cabo reformas
desregulatorias que permiten que quien ya cuenta con una vivienda
pueda adquirir otra mediante los créditos oficiales, algo
que bajo los principios de equidad social pero sobre todo desde
la racionalidad territorial no resulta muy razonable. ¿Hasta
donde un organismo urbano puede resistir los costos públicos
-sociales y ambientales- de las acciones especulativas privadas?
4. PROBLEMAS AMBIENTALES Y URBANOS ASOCIADOS A LA CIUDAD CERRADA:
LAS
AMBIGUAS FRONTERAS ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO
Las urbanizaciones
cerradas en Guadalajara no se perciben entre la opinión pública
como un problema urbano o por lo menos como un tema relevante para
el debate.
Quizá ello se debe a la falta de información pública
sobre sus dimensiones e impactos, o posiblemente se trata de un
nuevo eslabón de la segregación sociourbana que ha
naturalizado los contrastes, asumiendo que las cosas son así
y por tanto no hay que cuestionarlos.
La situación empieza a cambiar lentamente. A partir del año
2003 se han suscitado tensiones urbanas que a manera de botón
de muestra reseñamos brevemente y que han tenido como fuentes
principales:
-?Presiones urbanizadoras sobre el patrimonio natural.
-?Restricciones al derecho de paso y límites físicos
a la movilidad.
-?Densificación de zonas urbanas de alta valoración
social y buena calidad
ambiental.
La causalidad de las problemáticas señaladas no necesariamente
viene dada por el carácter cerrado de las urbanizaciones,
pero sí agrega situaciones en las que resultan confusas las
fronteras entre lo público y lo privado.
4.1. Degradación
del Bosque de La Primavera
El Bosque de La Primavera es uno de los principales activos ambientales
de la ciudad. Se constituye por la cobertura vegetal de un espacio
serrano de naturaleza volcánica y cuenta con 36,000 hectáreas
de superficie, ubicado al poniente de Guadalajara. En 1980 fue declarado
por el Estado Zona de Protección Forestal y Refugio de la
Fauna Silvestre, con lo que se esperaba perpetuar sus valores naturales
y reducir las presiones inmobiliarias, sin embargo ello no ha ocurrido
ya que los bordes del bosque, que coinciden con las zonas bajas
y también partes altas que ostentan dominio privado, han
generado dinámicas urbanizadoras, casi siempre utilizando
formatos cerrados.
Un diario local informa sobre la destrucción de 20,000 árboles
en la zona de Bugambilias para construir tres urbanizaciones cerradas
en una superficie de 31 hectáreas y además se informa
sobre un proyecto para urbanizar otras 450 hectáreas. El
caso revela paradojas, ya que el discurso publicitario justamente
ofrece calidad ambiental y los vecinos de las urbanizaciones cerradas
aledañas muestran su inconformidad "por la tala indiscriminada
sin que las autoridades municipales hagan algo" (El Occidental,
3 de marzo de 2003).
Mientras aparecen nuevas urbanizaciones cerradas en la zona, se
incrementa la densidad de las preexistentes. "Por ejemplo,
Pinar de la Venta pasó de clasificación turístico-campestre,
con un máximo de 20 habitantes por hectárea y lotes
de 2.500 metros cuadrados como mínimo, a la clasificación
habitacional-jardín -inventada por el ayuntamiento- que aumenta
la ocupación en 50 por ciento y reduce los lotes a 1,000
m2. Esto rompe con el amortiguamiento que realizaba el fraccionamiento"
(Público, 12 de abril de 2004).
4.2. Modificación
de cauces y deforestación en la cuenca de Los Colomos
El entorno próximo al Bosque de los Colomos es una zona de
recarga de acuíferos. Su valor ambiental ha contribuido a
convertir el lugar en un nodo de urbanizaciones de calidad.
El 15 de octubre de 2003 el Ayuntamiento de Zapopan clausuró
las obras de construcción del fraccionamiento cerrado Puerta
Plata por no tener licencia para el movimiento de tierras, así
como por la poda de árboles y aspectos de construcción
(El Informador, 14 de noviembre de 2003).
El asunto detona a partir de denuncias presentadas por vecinos de
una urbanización cerrada aledaña: Royal Country. A
través de su representante legal, los inconformes acusan
a los promotores de Puerta Plata por la desviación del cauce
del arroyo "La Culebra" y de haber entubado los arroyos
"Milpa Alta" y "Los Coyotes", alteraciones realizadas
"con el fin de ampliar la avenida Paseo Royal Country y que
esta sirva de acceso al fraccionamiento que se edifica" (El
Informador, 13 de noviembre de 2003).
También señalan la destrucción de alrededor
de 2,500 árboles y la apropiación de zonas federales.
En el asunto intervienen, además del ayuntamiento, dos instancias
federales: la Comisión Nacional del Agua y la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente que prometen sancionar
a los responsables.
Los ciudadanos inconformes, a través de su representante
vecinal consideran que se violaron las normas urbanísticas:
"Lo más grave es la desviación de los tres arroyos
y querer hacer obras que no están contempladas en planes
parciales de desarrollo" (El Informador, 13 de noviembre de
2003).
4.3. Conflictos
por restricciones al derecho de paso y ruptura física de
la continuidad
El caso más sonado de tensiones por la restricción
del derecho de paso ocurrió en Zapopan. El fraccionamiento
cerrado Las Cañadas es el paso natural y la vía mas
corta entre la cabecera municipal y 11 poblados rurales en los que
habitan alrededor de 15,000 personas. Para cinco de esas comunidades
es la única opción existente, misma que les fue súbitamente
cancelada.
Los afectados llevan el asunto al cabildo. Argumentan el carácter
público del camino, mismo que es de origen colonial, en tanto
la urbanización cerrada se creó en 1970. El Cabildo
aprobó el 17 de julio de 2003 eliminar las plumas de acceso
a la urbanización.
Vinieron las presiones por parte de los residentes de Las Cañadas
y el dictamen se revoca, con lo cual regresa el control de acceso.
Después de un debate en el que predomina la vertiente legal,
se opta por una solución intermedia consistente en otorgar
una certificación a los vecinos de las comunidades rurales
y sus vehículos "a fin de permitirles el libre tránsito
y mantener el esquema de seguridad en el fraccionamiento" (Público,
30 de julio de 2003).
El malestar sobre los obstáculos a la movilidad requiere
pasar por el análisis de la escala. En ocasiones la restricción
no se deriva de acuerdos sociales impuestos sino de la ruptura física
de la continuidad. La zona norponiente de la ciudad tiene una gran
presencia de urbanizaciones cerradas y con ello prolongados muros
que taponan grandes superficies urbanas. Un ejemplo es la Av. Naciones
Unidas, en el municipio de Zapopan, que se corta abruptamente ya
que limita con espacios intersticiales, por lo que se convierte
en una zona infranqueable e inhóspita para la movilidad.
La no incorporación de las vialidades internas tiene impactos
que limitan la circulación y exigen un mayor consumo tiempo
y energía. En cambio, cuando una urbanización mantiene
el tamaño de la manzana tradicional el impacto sobre la circulación
no difiere mucho del que provoca el modelo de ciudad abierta.
4.4. Redensificación
de zonas interiores de la ciudad
El tema de la densificación ocupó las primeras planas
de los diarios a raíz de que el Ayuntamiento de Guadalajara
aprobó su Programa Municipal de Desarrollo Urbano y sus respectivos
92 planes parciales el 13 de noviembre de 2003. Con el documento
se autorizó el proyecto de redensificación, que abre
la posibilidad de construir edificios de hasta 11 niveles, lo cual
resultó polémico en una ciudad acostumbrada a las
casas unifamiliares de una o dos plantas.
La redensificación se fundamenta en argumentos sobre el intento
de recuperación demográfica -entre 1990 y el año
2000 el municipio de Guadalajara perdió 3,386 habitantes-,
así como la búsqueda de un crecimiento menos despilfarrador
de suelo. El estímulo a la construcción en altura
reduciría las presiones sobre otros municipios metropolitanos,
ya que el suelo de Guadalajara esta colmatado.
Incluso el funcionario municipal responsable de la planeación,
en un estilo inusual declaró que "los fraccionamientos
exclusivos son un cáncer" refiriéndose a los
de tipo horizontal, por lo que salió en defensa del formato
vertical (Público, 18 de octubre de 2003).
Las organizaciones vecinales de las colonias de mayor estatus social
manifestaron su inconformidad y anunciaron que se han unido "para
impedir por todos los medios que los planes parciales entren en
vigor" (Público, 15 de noviembre de 2003).
Si bien es cierto que la edificación en altura induce usos
más racionales del suelo, debe evitarse el abuso de alturas
o en todo caso definirlas en función de las jerarquías
viales y la disponibilidad de servicios. La clave está en
optimizar antes que en maximizar alturas.
La densificación también se produce horizontalmente
y genera molestias. Un ejemplo ocurre en la colonia El Country:
la superficie de 3.130 m2 antes ocupada por una finca se subdivide
para edificar 12 casas. Los vecinos protestan señalando anomalías
en el permiso de construcción e incumplimiento del plan parcial,
ya que la superficie mínima por vivienda debería ser
de 450 m2 y en este caso se reduce a 250 m2. La Asociación
de Vecinos amenaza con bloquear la calle para impedir la construcción
de casas (Mural, 5 de febrero de 2004).
4.5. Disputa
por un predio urbano
Lomas del Valle es una colonia de gran prestigio social y calidad
ambiental, emplazada en el municipio de Zapopan. El proceso de urbanización
comenzó a finales de la década de 1950 y corresponde
a un modelo morfológico de baja densidad. Se trata de una
urbanización abierta, no obstante el paisaje está
dominado por altos muros que suponen un cierre individualizado.
La persistencia de algunas bolsas de suelo no urbanizado se ha sincronizado
con la fiebre inmobiliaria reciente y la respuesta es fácilmente
predecible: los terrenos disponibles están siendo utilizados
para levantar pequeñas urbanizaciones cerradas.
Ello ocurría sin grandes sobresaltos hasta el año
2004, en que estalla la disputa por un terreno de tres hectáreas:
las partes en conflicto son los vecinos que reconocen el lugar como
suelo público que serviría para instalar un parque
y una empresa inmobiliaria que construye un coto cerrado.
Los urbanizadores de Misión del Prado aseguran que compraron
el terreno y cuentan con las escrituras, mientras que los vecinos
inconformes, organizados mediante la Comisión Pro Defensa
del Parque Lomas del Valle documentan que se trata de una propiedad
municipal obtenida de la donación que hizo el fraccionador.
El problema es que los funcionarios municipales no llevaron a cabo
la escrituración en favor del ayuntamiento y tal omisión
es la raíz de la ambigüedad.
El artífice original de la colonia asegura que la confusión
se deriva de la falta de interés de los funcionarios municipales
de hace medio siglo y que se trata de "un dominio municipal
y debe permanecer como parque público por haber ingresado
al patrimonio de Zapopan desde el momento en que fue aceptada la
donación" (Público, 20 de febrero de 2005).
A mediados de 2005 el conflicto se hace visible a través
de una guerra de carteles: los vecinos cuelgan en las fachadas de
las casas pendones que ostentan la leyenda: "Los parques no
se venden. Patrimonio de la comunidad". En la puerta de acceso
a la urbanización en ciernes los promotores colocan un gran
cartel donde niegan que el terreno sea suelo público y reproducen
un par de documentos que pretenden probar el acuerdo de los directivos
de la Asociación de Vecinos de Lomas del Valle, A. C. para
urbanizar el predio.
CONCLUSIONES
La Zona Metropolitana
de Guadalajara se encuentra ante un gran desafío para encarar
su futuro, lo que necesariamente demanda escenarios alternativos.
A la ciudad le falta proyecto de modernización y liderazgos
políticos para ejecutarlo. Requiere de un serio ejercicio
reflexivo y de un esfuerzo de comunicación del que resulten
pactos entre los diversos actores y municipios para garantizar una
ciudad sustentable. Los acuerdos público-privados son una
necesidad apremiante a fin domesticar la ciudad, garantizar la productividad
de la economía urbana y el logro de una aceptable calidad
de vida.
El urbanismo practicado incrementa las distancias sociales y refuerza
modelos que favorecen el repliegue de los espacios públicos
y entronizan soluciones privadas al intentar resolver asuntos públicos.
En la ciudad se han impuesto preceptos que atentan contra lo mejor
de la tradición urbana e imponen procesos de mercantilización
de bienes -como la seguridad o el acceso a espacios comunitarios-,
que en un sistema democrático se consideran irrenunciables.
Aun aceptando que la sociedad es diferenciada y que los intereses
colectivos son cada vez más inestables, el "neourbanismo"
requiere aplicar principios basados en la equidad (Ascher, 2004
: 74).
Una clave complementaria a la propia lógica del interés
individualizado de cada intervención urbana será discernir
si enriquece al conjunto y contribuye en la construcción
de una ciudad con calidad de vida. La fórmula "dejar
hacer, dejar de hacer" esta hipotecando el futuro de la metrópoli,
algunas de sus consecuencias se dejarán sentir en el futuro
y las soluciones podrían ser muy costosas.
No obstante la aparente autonomía de cada pieza de la ciudad,
se trata de organismos dinámicos que generan efectos multiescalares,
por lo que vale la pena ponderar sus costos y beneficios, los directos
e indirectos.
Ante la falta de instrumentos efectivos para gobernar el territorio,
el suelo es un recurso cada vez más proclive a convertirse
en materia prima para la reproducción del capital sin que
necesariamente ello genere desarrollo urbano o bienes colectivos,
es decir, se privatizan los beneficios y se socializan los costos.
Tal como señala Troitiño (2000: 635), "la política
de ordenación del territorio debe ser el instrumento de los
poderes públicos para facilitar soluciones que la lógica
del mercado no es capaz de aportar". La planificación
moderna deberá estar preparada para afrontar fenómenos
emergentes y asumir el principio de incertidumbre.
El vigor del sector inmobiliario puede considerarse una fortaleza
siempre y cuando existieran compromisos con la dimensión
pública de la ciudad y el apego a la ley. La producción
masiva de vivienda solo es buena noticia si dentro de sus márgenes
de maniobra satisface a la demanda real, armoniza con el medio ambiente
y se vertebra con el territorio mediante la construcción
de infraestructuras y equipamientos, es decir, si produce ciudad
y ciudadanía.
Por ello es necesario redimensionar el papel del Estado en la ordenación
del espacio urbano y así evitar que la ciudad siga creciendo
inercialmente sin que medien políticas redistributivas.
Durante el año 2005 se están estudiando reformas a
la Ley de Desarrollo Urbano del Estado de Jalisco -la primera versión
corresponde al año 1993-. Convendría aprovechar la
ocasión para debatir sobre los límites del urbanismo
de enclaves y en su caso normar claramente su implantación
e inducir la reproducción de formatos abiertos de ciudad.
Al parecer estamos ante una ciudad sin límites pero atravesada
por fronteras. No obstante deben superarse posiciones apologéticas
y maniqueas sobre la ciudad cerrada y llamar la atención
del Estado como un actor corresponsable en la construcción
de la ciudad.
No se trata de descalificar en forma determinante el cierre urbano
pero sí reflexionar a partir de sus consecuencias. La sociedad
debe apelar al alcance de autonomía para decidir el tipo
de ciudad que se desea. La acción social ciudadana, conjugada
con una administración más proclive a controlar reflexivamente
la expansión urbana, deberá marcar la diferencia entre
libertad de actuación o libertinaje urbano.
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