> AÑO 1 - 19 de Octubre 2009
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Reinventar las proximidades desde la ciudad sostenible (*)
Por Jean-Marc Offner (1)

(*)Texto traducido del original en francés de la conferencia para el, Grand Prix de l'urbanisme,
Cité de l'architecture et du patrimoine, diciembre de 2008. Traducción: Miguel Mayorga.


 

Ariella Masboungi:

En un debate sobre el Gran París, Roland Castro expresaba su desacuerdo con el himno a la proximidad, pero hacer proximidad significaba cambiar los estilos de vida, desplazarse menos, vivir dentro de un pequeño entorno muy limitado.
¿Pero entonces qué se entiende finalmente por proximidad?

Jean-Marc Offner:

Aquí aparecen de nuevo, las sutilezas de vocabulario. Habría que reinventar una cierta noción de proximidad entendida más bien como un orden de proximidad extrovertida, que vendría a ser el contrario de una de tipo local. En las cuestiones de gobernanza, se le relaciona con lo local metropolitano, es decir de lo local que no es cerrado y que dialoga con un sistema más amplio. Se trata pues de definir bien en este aspecto la proximidad, que tiene mucho éxito como retórica del desarrollo sostenible en el sentido más general del término. Pero su éxito parece ser ya algo del pasado.

Existe toda una corriente entre los economistas, a quienes le llaman economistas de la proximidad, y que explica -en parte con toda la razón, en particular cuándo se quiere precisamente innovar- que es mejor mantener una relación basada en el verse cara a cara. Verse cara a cara, es la proximidad física y espacial que permite la coordinación, la cooperación y la confianza. Y la confianza en economía, como puede entenderse hoy, es esencial. Cuando se ve la gente, cuando se le puede volver a ver, es posible que se tenga más confianza. Esta corriente está muy vinculada con el tema de los clusters, por ejemplo, con sólo preguntar cómo se llama el cliente. ¿El cliente volverá a la misma cafetería? La cafetería es un lugar emblemático de la creación innovadora, como el ascensor desde el momento en que su utilización equivale a invertir algo de tiempo para que la gente pueda encontrase y discutir. Se percibe entonces, hoy ya hay una voluntad e interés en gestionar la proximidad con referencia a una supuesta eficacia económica.

Luego la política se ha apoderado de esta noción. Una de nuestras últimas leyes de reforma del sistema institucional es la ley llamada de democracia de proximidad, conteniendo esta idea, muy reciente finalmente, se concibe que se gobierna mejor si se es próximo. Se ha pensado ya por mucho tiempo que se gobernaba mejor si se estuviera lejos, si se estuviera fuera de los intereses, y en particular de los intereses locales. Existe también el comercio de proximidad, los jueces de proximidad (vistos como una reinvención de la relación social), el éxito de los sitios web de Internet de vecindad (los vecinos se hablan previamente por Internet antes de verse), lo local termina siendo la última muralla contra la tiranía de los flujos (siendo una paradoja para la defensa de los servicios públicos de proximidad, por ejemplo los lugares: son más seguros que los servicios a distancia vía Internet, más seguro que la venida del cartero es un edificio sobre el cual está escrito en letras de oro la palabra "Oficina Postal", así se afirma la presencia de lo local y se asegura su accesibilidad).

Antes incluso que el desarrollo sostenible no se apoderará de esta noción, muchos discursos convergentes ya revalorizaban o revalorizan al cliente. Y después el desarrollo sostenible -legítimamente en nombre de la economía de los recursos, del espacio, del suelo y de la energía- nos denomina: "Circuitos cortos, ciudades de cortas distancias, ciudades al alcance de la mano como sugieren algunos alemanes" y por lo tanto se nos incita a reinventar la proximidad en nuestros grandes conjuntos metropolitanos. Es por esto que debemos intentar favorecer y crear las zonas de proximidad.

Pero hay que ir más lejos para localizar las vertientes perversas de la noción de proximidad. En principio, la proximidad que se desvía hacia el localismo exacerbado: las comunidades cerradas, las identidades hipertrofiadas, el perimetraje o el urbanismo de sector -un localismo que se hace pues antagonista con las características esenciales de la urbanidad que son la alteridad y el anonimato.

Otra subversión perjudicial de la proximidad es la autarquía exacerbada. La autarquía: una palabra que ha hecho su puesta en escena en la primera crisis energética en 1974, en respuesta a la cual numerosos proyectos de casas autárquicas han surgido. La autarquía se asume igualmente tanto en los proyectos de reciclaje como de las aguas de lluvia o de los circuitos cortos de la logística. (A propósito de los circuitos cortos, controversias que se han presentado en Alemania afirman que un buen circuito largo, con una economía de escala, incluyendo en términos de balance energético, es, en ciertas situaciones, preferible a los circuitos cortos.) La recuperación del agua de lluvia en este caso es un ejemplo muy interesante.

Se puede cuestionar la economía de los sistemas de agua y de saneamiento. Porque, si todo el mundo se pone a recuperar su agua de lluvia, los que no tienen agua de lluvia a recuperar pagarán por los otros. Porque, en un sistema de distribución de agua y de saneamiento, lo costoso, son las infraestructuras. La idea de esta autarquía, se basa en la economía de los recursos, es presentada como una prenda de paz. Cuando se mira la literatura sobre la independencia energética, se descubre que la energía renovable es local y que si cada uno posee su energía, no molestará al vecino; y la paz estará asegurada. Es interesante comprobar que los modelos antagonistas, como las grandes redes nacionales o internacionales en el siglo XIX, que tenían un mensaje totalmente simétrico, es decir: gracias a las grandes redes y a las interdependencias, la paz universal está garantizada. Si hay interdependencias por todas partes, no puede haber alguien solo en su rincón, ya que éste necesitará del otro.
Así el pacto republicano, en Francia, consistía en la solidaridad por las grandes redes técnicas, ya sea al nivel nacional o al nivel local.

Entonces aquí quería llegar.
¿Qué pasa con el Gran París?

En principio querría precisar que hay una miopía posible del desarrollo sostenible cuando éste no mira más que los aspectos locales. Para ilustrar esta idea, desarrollaré el ejemplo preferido de Yves Lion y de David Mangin: el efecto "barbacoa". Si no se mira más que lo local en materia de movilidad, si uno se interesa por la movilidad urbana. (Dicho sea de paso, uno se interesa porque no dispone de cifras. Sino al contrario se encuentra uno desbordado por las estadísticas.) Y cuando se mira la movilidad urbana, se comprueba, evidentemente, que los habitantes de la ciudad compacta y del París intramuros son más privilegiados que los habitantes la periferia, obligados a tomar su coche o hasta dos coches para el menor desplazamiento. Pero si un investigador, como Jean-Pierre Orfeuil que produce sus propios datos, dice que: estas estadísticas son útiles para los días laborables de la semana. ¿Por qué no tener en cuenta los fines de semana, los días de ocio y las vacaciones? Resultado: el Parisino se vuelve menos privilegiado, ya que se va más de vacaciones, se desplaza mucho más lejos, tiene más a menudo una residencia secundaria, utiliza más las redes de transporte a ingresos iguales. El habitante privilegiado de repente se transforma en abominable agente contaminante, al efectuar un viaje de ida y vuelta París-New York que, en materia de gasto energético, equivale a grosso modo a un año de coche en Île-de-France.

No se trata de generalizar y de decir que un asentamiento urbano extendido es conveniente ... ¿por qué el efecto "barbacoa"? Porque este habitante de la periferia- que nosotros todos los urbanistas tenemos tendencia a criticar- se queda a menudo en casa suya y hace el su propia barbacoa en su jardín, el fin de semana, los días de fiesta y numerosas veces durante las vacaciones. Esta anécdota revela que hay que evaluar las cosas en su escala, que esta escala no es a la fuerza la de lo local y que en materia de desarrollo sostenible, las soluciones no son siempre homotéticas a nivel local y a nivel global.

Con el grupo Descartes (equipo pilotado por Yves Lion, con François Leclercq, David Mangin y en colaboración con otros..., participando en la consulta sobre el futuro de la aglomeración parisina), hemos desarrollado la idea que en términos de funcionamiento y probablemente en términos políticos también, hay que encontrar un nivel intermediario entre el local y el metropolitano.

Este nivel intermedio, no son las unidades de vecindad a la antigua, no son las de las ciudades nuevas (con un conveniente equilibrio residencia-trabajo interno en su unidad), es el local metropolitano o de la proximidad extrovertida, es decir un sistema que debe funcionar con un cierto número de relaciones a nivel de la proximidad, pero que a la vez es conciente que su futuro depende del sistema metropolitano. Y desde este punto de vista, la articulación de las escalas -lo que David Mangin llama la continuidad del espacio público- es indispensable para anclar este local, no en su introversión, pero si en el total metropolitano y que necesita de una movilidad a gran escala para una parte importante de las actividades.


(1)
Jean-Marc Offner: Investigador, laboratoire Techniques, Territoires et Sociétés (École nationale des ponts et chaussées) (volver al texto)

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