(La
primera parte de este artículo fue presentada en el
número 1 del Carajillo
de la Ciudad)

Este
texto es un extracto del libro
“Luces y sombras del urbanismo de Barcelona”, próximo
a publicarse en su versión completa y en castellano dentro
de la Colección Gestión de Ciudad del Área Gestión de la Ciudad
de la UOC y por la Editorial UOC.
Vamos
a limitar esta exposición, que corre el riesgo de ser a la
vez presuntuosa e insuficiente, a algunos tipos de actuaciones
en que luces y sombras se mezclan. Ya hemos dicho que el urbanismo
es siempre contradictorio y dialéctico.
En
su primera conferencia en el Col·legi de Periodistas el recién
elegido alcalde Pasqual Maragall hizo la promesa de que si
bien no podría a lo largo de su primer mandato suprimir todos
los problemas, “las sombras de la ciudad”, sí que afrontaría
los principales de cada zona, se encenderían “luces en todos
los barrios”. Se encendieron muchas luces pero algunas sombras,
por acción deficiente o por omisión, se han hecho más visibles,
y han aparecido sombras nuevas que las luces mostraron sin
remisión.
1. El espacio público y la arquitectura urbana. (6)
Nos hemos acostumbrado a ello pero Barcelona es una de las
ciudades mejores del mundo en calidad de su espacio público,
un test fundamental de su carácter democrático, un elemento
definitorio del “modelo”. El espacio público ha revalorizado
viejas centralidades y ha creado otras nuevas, ha vitalizado
los núcleos históricos y ha recuperado paseos y plazas para
la ciudadanía, ha cualificado los barrios y ha socializado
el ambiente urbano. Los proyectos urbanos hoy se miden por
la calidad del espacio público que generan, lo cual explica
la reacción crítica ante proyectos que lo menosprecian o que
lo convierten en objeto excluyente (Forum/Diagonal Mar, el
absurdo Parc Central del Poble Nou).
Se
ha criticado a veces el exceso de diseño, el coste de los materiales,
el monumentalismo, la arquitectura tape-l’oeil, a veces con
razón. Pero la exigencia de calidad formal en el espacio público,
y especialmente en los barrios populares, no es un lujo, es
justicia (por ejemplo el magnífico Parc Central
de Nou Barris). En urbanismo y en arquitectura, la
calidad de la forma es parte del contenido (como en literatura),
la estética es inseparable de la función. Ha predominado durante
bastantes años la calidad socializada (los parques y plazas
de barrio y la recuperación o creación de “calles mayores”
como Vía Julia, Rambla Prim, Fabra i Puig, Guipúzcoa, Rambla
del Raval, avenida Gaudí y muchos más) pero en los últimos
años la tendencia a la gestualidad arquitectónica se ha hecho
muy presente (como el gratuito edificio de Gas Natural en
la Barceloneta o la pésima Ciudad Judicial, digna de El Corte
Inglés, o el citado parque de Nouvel). Un indicio del deterioro
del urbanismo y por lo tanto de la ciudad es cuando aquel
pasa a ser un subordinado de la arquitectura de “autor”. (7)
2. Urbanismo: desigualdad social y conflictividad urbana.
Una política urbana democrática debe plantearse como un
objetivo prioritario afrontar la desigualdad social y en consecuencia
producir una oferta urbana que mejore la calidad de vida de
los sectores populares en forma de acceso a la vivienda, equipamientos
y servicios, espacios públicos, seguridad, etc. Creo que este
objetivo ha estado presente en el urbanismo barcelonés desde
el inicio de la democracia. Es suficiente recordar que a mediados
de los 80 se habían elaborado y estaban en proceso de ejecución
300 proyectos de equipamientos y espacios públicos repartidos
en todos los barrios y la mayoría en las zonas más deficitarias.
La rehabilitación integral de algunas de estas zonas, quizás
las mayores o más visibles, que eran lugares de exclusión,
ha sido espectacular (Ciutat Vella, Nou Barris) y se ha conseguido
realojar a gran parte de la población en
las mismas. La política de generación de nuevas centralidades
no ha sido solamente una opción funcionalista, de distribución
del terciario y la movilidad sobre el conjunto del territorio,
posee también un potencial social, en la medida que mejora
el nivel de equipamiento, la accesibilidad y la visibilidad
de los barrios populares.
Esta
política fue posible por la conjunción entre la voluntad política
municipal, la cultura crítica acumulada en los sectores profesionales
y, especialmente, la presión social ejercida por el movimiento
ciudadano en los barrios. La descentralización hacia los distritos
reforzó este urbanismo al generar un espacio político y cultural
de negociación y cohesión social (consejo de distrito y de
participación, centros cívicos, coordinación asociativa, etc.).
Se pudo así realizar un urbanismo integral se crearon hábitos
de dialogo y de cooperación en unos casos, de conflicto en
otros. Pero pronto aparecieron las sombras.
Un
vicio de nuestra democracia con deformación partitocrática
y burocrática (en todo el país) es la dificultad en asumir
la “naturalidad” del conflicto social. Se aceptan las demandas
particularistas pero no aquéllas que cuestionan la política
institucional. Progresivamente la inercia burocrática y la
inexperiencia política ha conducido a evitar la confrontación
con posiciones colectivas adversas y a teorizar una “proximidad”
más propia de reuniones de escalera que de debate ciudadano.
El colmo de lo que podríamos llamar un “populismo
reaccionario” fueron las citadas normas de civismo que criminalizan
a todos los colectivos sociales y comportamientos colectivos
que puedan desagradar o molestar a los ciudadanos normales
(según decía la exposición de motivos inicial del proyecto
que posteriormente no se incluyó en la publicación oficial).
3. Urbanismo y mixtura social y funcional. La creación de
vida urbana, la complejidad de la ciudad y la escala de los
proyectos. El discurso político municipal ha sido siempre
muy explícito: se defiende el modelo de ciudad compacta, donde
se mezclen poblaciones y funciones diversas, cuyo espacio
público resulte animado y favorezca el intercambio. La ciudad
como diría Breton en la que cada esquina ofrece quizás una
sorpresa, donde la calle pueda conducir a una aventura. La
ciudad como lugar de la serendipity (Ascher), la multiplicación
de los azares como contrapunto a las necesidades. Creo sinceramente
que este discurso ha orientado el urbanismo municipal, que
incluso ahora está presente en su discurso y en parte en sus
actuaciones. Pero es también indiscutible que se han generado
dinámicas segregadoras, se han realizado proyectos excluyentes
y algo no se ha hecho bien cuando se ha difundido el ya citado
sentimiento de malestar difuso y de desposesión ciudadana.
Reconozcamos
primero las muchas luces, por conocidas y citadas no es preciso
extendernos en ellas: la rehabilitación integral de barrios
(Ciutat Vella, Nou Barris), el mantenimiento de la mixtura
de funciones residencia-empleo en el Eixample, la cualidad
y diversidad de escalas de los espacios públicos, el planteamiento
de la reconversión del Poble Nou (22@) o la concepción integradora
de las nuevas centralidades, la exitosa operación del frente
de mar (de la Barceloneta a la
Mar Bella se ha generado
un espacio ciudadano extraordinario). En Barcelona la calle
palpita y no solo debido al turismo.
Pero
las sombras aparecen especialmente en forma de omisiones y
también de algunas actuaciones indeseables. En ambos casos
con efectos perversos.
Las
omisiones principales han sido la debilidad de la política
de vivienda y la insuficiencia de la oferta de transporte
público en el ámbito metropolitano. Se puede argumentar que
no son competencias exclusivas del gobierno municipal pero
es obvio que hubiera debido prever que la transformación urbana
que se estaba realizando en los años 80 tendría un fuerte
impacto sobre el precio
del suelo y del metro cuadrado construido así como sobre la
movilidad. El déficit de vivienda ha significado una relativa
expulsión de los sectores populares y especialmente de los
jóvenes. Y el déficit de transporte público conlleva que el
50% del tráfico que congestiona partes de la ciudad durante
la semana proceda de la corona externa. Son los efectos perversos
del éxito.
Hay
una operación urbanística (o una suma de ellas) que se ha
convertido en el emblema de lo no defendible, una metáfora
de los vicios del capitalismo urbano y de la complicidad política:
Diagonal Mar y la zona Fórum. En este caso se juntan la segregación
social, la especialización funcional, la mala gestualidad
arquitectónica, la miseria cultural
y la ruptura de la continuidad ciudadana. En el caso
de Diagonal Mar hubo una dimisión municipal que entregó un
lugar estratégico de la ciudad a una sociedad promotora norteamericana
(Hines) para que hiciera un conjunto de torres para oficinas
y viviendas (luego han sido casi exclusivamente viviendas)
de alto standing, creando un espacio prácticamente cerrado,
que interrumpe la trama urbana y genera un gheto. El rediseño
en su ejecución del parque de Miralles-Tagliabue ha contribuido
a la segregación de facto. La zona Forum no
ha creado ni espacio público ciudadano, ni una arquitectura
relevante ni una diversidad de actividades que ejerzan atracción
o animación en los entornos. Estas operaciones solo han servido
para impedir que la Diagonal llegara al mar
(una oportunidad perdida) y para demostrar que Barcelona es
capaz también de practicar el horror urbanístico al que acuden
turistas y congresistas ignorantes o resignados.
En
una ciudad en la que se mantienen importantes desigualdades
sociales practicar un urbanismo segregador y una arquitectura
ostentosa es una provocación excepto si su calidad emblemática,
es decir integradora simbólicamente, lo justifica. No ha sido
el caso en algunas de las actuaciones de la última década.
(8)
Es
justo citar la otra cara urbana del urbanismo barcelonés,
la que ha generado su prestigio externo y su aceptación en
la ciudadanía, la que se ha expresado en Ciutat Vella y en
el planteamiento del 22@, en Nou Barris, en Gràcia y en otros
barrios. La calidad del espacio público ha ido acompañada
de una voluntad política de mantener a la población residente
y de promover vivienda social y protegida para garantizar
la mixtura social de la ciudad. Deben destacarse también las
actuaciones derivadas de la aplicación de la
Llei de
Barris que ha hecho posible actuaciones integrales
en un centenar de barrios de toda Catalunya. Ver la exposición
y el catálogo Per un barri digne (Col.legi
d’Arquitectes, 2009).
4. Sobre la intervención sobre la base económica de la ciudad,
el buen uso de los acontecimientos y del marketing y la estrechez
municipal. No estoy seguro de que se tenga en cuenta cuando
se hace balance de la gestión barcelonesa: los inicios de
la democracia coincidieron con una crisis de la base económica
de la ciudad que provocó la desaparición de gran parte de
la base industrial que caracterizaba a su economía y de unos
300 000 puestos de trabajo (en Barcelona y su primera corona).
El gobierno municipal asumió el desafío, aunque no fuera de
su estricta competencia, y tuvo iniciativas destinadas a generar
empleo (Barcelona Iniciatives, sociedad de capital riesgo,
Barcelona activa para apoyar proyectos empresariales
pequeños o medios, agentes de desarrollo local en los
barrios). También promovió programas sociales y culturales
diversos con el fin de reducir los efectos negativos sobre
la calidad de vida de la población. Sin embargo lo que nos
parece más destacable fue su voluntad de hacer de la política
urbana en su conjunto un factor de reconstrucción y modernización
del tejido económico y de atracción de inversiones públicas
y privadas. En vez de ceder a la tentación del dumping municipal
(ofertar la ciudad a trozos y a bajo precio) se optó por mejorar la ciudad, sus equipamientos y espacios
públicos, su imagen y su autoestima (Barcelona més que mai),
su oferta cultural y de ocio. Y se buscaron palancas que posibilitaran
grandes proyectos urbanos transformadores de las zonas críticas
de la ciudad y de mejora de las infraestructuras logísticas.
Hubo varios intentos fallidos pero la consecución de los JJ.OO. fue la palanca deseada
y no es necesario explicar que se utilizó muy bien. Como decía
la propaganda municipal se hizo la ciudad no para los Juegos
sino para después de los Juegos. En la memoria de la cultura
política local creo que ha quedado inscrito que un evento
sirve si se sabe primero que es lo que la ciudad precisa y
se pone el evento al servicio de ésta. Y que la mejor oferta
económica que puede hacer una ciudad es su calidad global,
su ambiente y sus servicios. El planteamiento urbano del 22@
no creo que se pueda entender sin este precedente.
Las
sombras sin embargo también existen. No creo que sea criticable
el que la ciudad se haya convertido en un lugar de atracción
turística (que puede representar un 15% del PIB local), como
ya hemos comentado anteriormente, aunque se podría mejorar
la gestión urbana que diversificara este fenómeno que sumerge
algunas zonas de la ciudad. Pero es clamoroso el retraso de
las infraestructuras logísticas. El puerto se ha renovado
y ha recuperado una importancia en el Mediterráneo que hace
25 años era impensable, pero sin la intermodalidad y la conexión
ferroviaria con Francia y Europa su progreso es limitado.
El aeropuerto ha aumentado su capacidad muy lentamente y es
probable que la ampliación en curso sea pronto insuficiente. Se arrastra
una historia de gestión miserable y dependiente por parte
de AENA y del Ministerio de Fomento y es de lamentar que no
haya habido una reacción más digna y valiente por parte de
las instituciones catalanas. El retraso ferroviario es enorme,
tanto en lo que se refiere a la red regional como al transporte
de mercancías (conexión con el puerto y ancho europeo). La
opción por el Ave se puede discutir si era o no prioritaria
pero una vez se hace se hubiera podido hacer mejor. El cambio
de trazado al haber optado por la entrada primera por el Baix
Llobregat y Sants en perjuicio del Vallés y Sant Andreu-Sagrera
fue un error tan estratégico como táctico. Tácticamente: ha
retrasado tanto la llegada del Ave como la posterior conexión
con la Sagrera, generando desconfianza
ciudadana debido a las grandes dificultades que supuso la
entrada por el sur. Estratégicamente ha aplazado el desarrollo
de la operación más ambiciosa de la ciudad en el Este.
Barcelona
superó la crisis de su base industrial a medias. Hoy es una
ciudad dependiente del turismo, del comercio y el ocio y de
los servicios a las personas y a las empresas comerciales.
Y a la espera de un renacimiento del sector inmobiliario,
sin otro planteamiento que volver al pasado reciente. La vivienda
puede ser una de las palancas de desarrollo pero con otras
reglas, con primacía de la oferta pública y de la demanda
protegida. Y a una escala metropolitana. Lo mismo las grandes
infraestructuras (en especial el transporte colectivo) y equipamientos
(soportes de nuevas centralidades) que deben ir vinculados
a un desarrollo urbano basado en la compacidad, en el policentrismo
y en la discontinuidad de la urbanización en el ámbito regional.
El
planeamiento estratégico ha sido un elemento clave del pensamiento
económico-urbanístico barcelonés. (9)
Y al mismo tiempo el esfuerzo de sus promotores no ha sido
bien aprovechado por
parte de las instituciones políticas partícipes (el Ayuntamiento
de Barcelona y los metropolitanos) a pesar de haber conseguido
crear un ámbito en el que participan los actores, públicos
y privados, económicos, sociales y culturales con más incidencia
en el territorio. La conversión del PE de Barcelona en Plan
Estratégico Metropolitano (2003) ha sido una excelente iniciativa
poco aprovechada para sentar las bases de una institucionalidad
ejecutiva, por ejemplo por medio de un Consorcio.
El
resultado de la limitación política en el ámbito municipal
ha favorecido que predominara una acción pública autocentrada,
una opción confusa “neoterciaria” y una gran debilidad a la
hora de dar respuesta a los retos, especialmente logísticos.
En la última década se han dado procesos de crecimiento significativos:
como el empleo (750 000 a inicios de los 90 y casi un millón
en el 2007) y la creación de empresas (solamente entre 2001
y 2005 se crearon 63 500 empresas y se destruyeron solo 1700).
La población de la ciudad central, es decir el municipio,
que había descendido gradualmente en el último cuarto de siglo
pasado aumenta a partir del 2000 debido a la inmigración no
comunitaria para situarse en 1.600.000 actualmente (de los
cuales cerca de 250 000 son extranjeros). Ente
1992 y 2007 se han multiplicado por 4 los congresos y encuentros
(310 a 1303). Sin embargo el análisis de estas magnitudes no
confirma la conversión de la ciudad predominantemente “neoterciaria”
(como antes fue industrial, hasta los años 70), o por lo menos
como “ciudad de la innovación y del conocimiento”. La cuarta
parte de las empresas que se crean son entre el 2000 y el
2007 corresponden a la construcción y más del 15% al sector
inmobiliario. Las neoterciarias (sanidad, informática y ocio,
no se incluyen las del sector formativo) no alcanzan al 10%
y hostelería y comercio representan otro 9%. Es
decir la ciudad se ha desarrollado en más de un 55% debido
al boom inmobiliario y a las obras públicas. Es cierto que
la estadística de la renta nos dice que entre el 2000 y el
2005 se ha reducido la distancia entre el sector más alto
y el más bajo pero ello está influído por la “gentrificación”
de unas zonas de la ciudad y la expulsión de población joven
hacia la aglomeración metropolitana. A lo que se debe añadir
que probablemente hay una subvaloración de la población inmigrante
de rentas bajas. (10)
La
importancia adquirida por el sector inmobiliario y la construcción
nos ha hecho especialmente vulnerables a la crisis iniciada
en el 2008. Además del impacto sobre la economía y el empleo
habrá que tener en cuenta el efecto social: afectará a una
población de por sí precaria. En un periodo de crisis hay
que plantearse cual es la salida para ir adelante. Sería difícilmente
aceptable pretender recrear las condiciones para volver al
boom inmobiliario que ha generado una oferta radicalmente
desfasada respecto a la demanda. Es suficiente considerar
la espiral del precio del metro cuadrado construido: en una
década (1996-2007) se ha triplicado, tanto el de nueva construcción
como el de segunda mano. El turismo es un elemento importante
de la economía de la ciudad pero no puede ser el dominante,
pues no garantiza continuidad y tiene impactos depredadores
sobre la ciudad. Parece obvio considerar que los sectores
“neoterciarios” son el vector principal del futuro desarrollo
pero ya hemos visto que por ahora si bien están presentes
y manifiestan un cierto dinamismo están poco articulados y
no son suficientemente fuertes para liderar el desarrollo
a corto plazo. En el inmediato se deberá crear empleo por
medio de potentes políticas públicas: vivienda, infraestructuras
de transportes y ambientales, logística, programas educativos
y sociales. Pero lo que se haga en el 2009 y 2010 debe servir
para la ciudad del 2015 y 2020. (11)
Se
han de superar los mitos del crecimiento continuado y sin
límites, de atribuir funciones demiúrgicas a la instalación
de alguna actividades de tecnología avanzada, de basarse en
el método simplista de análisis de fortalezas y debilidades
sin introducir las contradicciones entre los actores, de suponer
que se puede ser una gran ciudad encerrada en las murallas
invisibles del municipio. La crisis de los 70 sirvió para
dar un salto adelante excesivamente concentrado en la ciudad-municipio.
La superación de la crisis actual solo podrá darse en el espacio
regional metropolitano.
5. La ciudad metropolitana espera.
(12)
Darhendorf escribió un artículo con ocasión de la
disolución del Greater London Council que causó sensación:
“¿Quién puede hablar ahora en nombre de Londres?” Es decir
¿quién o quienes se responsabilizan
de las políticas públicas¿ En Barcelona hace décadas
que se habla de la ciudad real o área metropolitana, el Plan
de 1953 ya incluía el territorio que fue después la Corporación metropolitana, disuelta por la Generalitat en 1987.
Hoy se habla de rehacerla mediante una solución tan simplona
como conservadora que es semifusionar las tres entidades existentes
y poca cosa más. La aglomeración, la que fue llamada área
metropolitana no lo es, es una ciudad. Una ciudad que puede
funcionar muy bien descentralizada en distritos y municipios
pero que requiere un gobierno común de carácter local. Una
ciudad metropolitana, no la suma de una periferia dependiente
de la ciudad central. El peso demográfico y político de los
otros municipios pesará igual o más que el del actual municipio
de Barcelona y así se puede garantizar una política policéntrica.
Un gobierno que pueda equiparar a todos los ciudadanos en
vivienda y servicios personales, en centralidades y en seguridad,
en transporte colectivo y en oferta cultural. Es decir con
competencias locales, compartidas con los municipios y distritos
que lo compondrán.
La
política metropolitana clásica, las grandes infraestructuras
logísticas, las comunicaciones de cercanías,
el planeamiento del desarrollo urbano y de protección
ambiental, los servicios básicos (agua, residuos, movilidad),
la promoción económica y la proyección exterior, los grandes
equipamientos tecnológicos y de educación e investigación,
todo ello requiere una geografía distinta, territorios de
geometría variable, que van de lo que se llamó región primera
en los años 30 (olvidemos el anacrónico término de veguería)
hasta la eurorregión que incluye desde el País Valencià y
Aragón hasta las regiones del Midi o Sur de Francia. Este
territorio metropolitano complejo que necesariamente debe
generar de entrada una concertación entre la Generalitat y los municipios
deberá encontrar formas innovadoras de gobernabilidad: la
concertación estratégica, la contractualización interinstitucional,
el e-gobierno participativo.
El
gobierno de Barcelona lleva más de 20 años lamentando la falta
de un gobierno metropolitano. Y más de 10 sin levantar la
voz para plantear la necesidad de crear una institución política
para la ciudad real que se hubiera debido crear en los años
50, como se hizo en Madrid (13).
Maragall-alcalde lo hizo de vez en cuando, aunque
sin éxito Ahora se plantea una falsa solución pues lo es,
pretender coordinar las entidades metropolitanas existentes
cuando sus competencias requieren otros ámbitos mucho mayores
y la prueba es que cuando se creó la Autoridad única del transporte
ya se hizo para el territorio de la “región metropolitana”
(14).
La lucha por lo necesario se ha substituido por
el lloriqueo reprimido, la propuesta ambiciosa por el miedo
de no molestar a nadie de la clase política local, el liderazgo
por la espera. Y el gobierno local ha refugiado en la dichosa
“proximidad”. ¿Por qué no jugar fuerte la carta de la eurorregión
junto con el Plan Estratégico, el Puerto, algunas entidades
de la sociedad civil, etc. A ves si así el resto se espabilaban.
Por ahora en el tema metropolitano se han
impuesto las sombras.
Y
sin embargo es más necesario que nunca. La actual crisis es
una oportunidad de replantear el modelo de crecimiento del
territorio. Por razones de sostenibilidad, de cohesión social,
de gobernabilidad y de eficacia económica no se puede continuar
con el modelo de crecimiento extensivo y fragmentado, que
combina enclaves y exclusiones. Y porque existe un potencial
que permite un desarrollo más racional y cohesionado, basado
en un interesante sistema articulado de ciudades que a diferentes
escalas pueden equilibrar el peso de la capital. Una capital
que decaerá si no se integra como una pieza, esencial, primus
internares si lo prefieren, en la región metropolitana, en
Catalunya y en la eurorregión.
CONCLUSIONES
Sobre la reconstrucción de una cultura progresista del urbanismo. Tres
reflexiones breves y generales
En
esta breve nota no pretendemos proponer unas bases para un
urbanismo de “izquierdas” ni mucho menos. En un texto de publicación
reciente (15)
propusimos 7 grandes temas sobre los cuales es urgente redefinir
una base teórico-política alternativa al pensamiento y a la
práctica conservadora (quizás conviene más decir reaccionaria)
del “neoliberalismo” que ha estado a la moda hasta la crisis
reciente. Y que nos conduce a procesos disolutorios de la
ciudad y de la ciudadanía, es decir de la democracia.
La
cultura progresista, si quiere ser fiel a sus objetivos históricos
de libertad e igualdad, a su vocación internacionalista y
de estar al lado de los que son a la vez víctimas necesarias
y resistentes potenciales de un sistema basado en el despilfarro
global y el lucro personal, debe reconstruir sus bases teóricas
y sus valores morales. La ciudad se convierte hoy en el campo
de confrontación entre un capitalismo salvaje que disuelve
la ciudad, atomiza la sociedad y convierte la democracia en
una institucionalidad fantasmagórica y la resistencia ciudadana
que defiende una propuesta de territorio donde la ciudadanía
sea reconocida y se puede ejercer por la totalidad de ciudadanos
considerados libres e iguales. Apuntamos únicamente tres líneas
de reflexión y acción.
Hoy
debemos repensar los derechos ciudadanos correspondientes a
nuestra época (16).
Uno de ellos puede ser el “derecho a la ciudad”, que integra
los derechos que hemos citado anteriormente: a la vivienda,
al espacio público, al acceso a la centralidad, a la movilidad,
a la visibilidad en el tejido urbano, a la identidad del lugar,
etc. En otras dimensiones de la vida social, económica y política
es preciso reelaborar y precisar “nuevos derechos” que se
distinguirán por su mayor complejidad respecto a los tradicionales
que sirvieron de emblema a las revoluciones democráticas y
a las reformas sociales de la vieja sociedad industrial (empleo-salario
ciudadano o renta básica, educación-formación continuada-empleo,
distinción entre ciudadanía (definida por la residencia) y
nacionalidad (identidad histórico-cultural), etc.).
Optamos
por conceptualizar estos derechos como ciudadanos y no “humanos”
por considerar que forman parte del estatuto de ciudadanía,
es reconocer a la persona como sujeto de derechos y deberes
que le hacen libre en el territorio en el que ha elegido vivir e igual a todos los que conviven en este territorio.
Una
segunda línea de reflexión es la de repensar el proyecto
de ciudad, y en
consecuencia de sociedad, hacia el que se aspira, como un
horizonte ideal, más que como un modelo armado (tan especulativo
como peligroso). El proyecto de ciudad-sociedad no se inventa,
nace de tres fuentes: la memoria histórica democrática, la
crítica teórica y práctica de la sociedad existente y las
aspiraciones y objetivos que emergen de los conflictos sociales
en los que se expresan valores de libertad y de igualdad.
El urbanismo nació no solo como respuesta a necesidades funcionales
de la sociedad existente. Se origina también en la crítica
de la ciudad existente, la ciudad industrial capitalista del
siglo XIX (17).
La izquierda, después del fracaso y del justo rechazo de los
modelos de tipo “soviético” y del agotamiento del “estado
del bienestar” tradicional tiene miedo de pensar un “otro
mundo posible”. Sin embargo tanto los ideales históricos del
socialismo y del comunismo como las prácticas de los movimientos
de los trabajadores y en defensa de la democracia así como
las realizaciones del “welfare state” no solo representan
un patrimonio positivo sino que son también unas bases para
repensar el futuro. Causa vértigo el vacío cultural de la
izquierda, que no quiere mirar hacia atrás ni se atreve a
imaginar hacia delante. La actual crisis nos plantea una exigencia
y nos da una oportunidad: replantear objetivos históricos
del socialismo, la propiedad pública de los bienes básicos
de la humanidad (el suelo, el agua, el aire y el fuego o energía),
el carácter universal de los servicios indispensables para
la reproducción social (como la educación y la sanidad, la
vivienda y el medio ambiente), el control público sobre la
economía financiera, el pleno empleo, etc.
Y
finalmente una tercera línea de trabajo requiere vincular
en el pensamiento teórico y en la práctica política lo “local” y lo “global”. Cuando viajamos
a América latina o a África, forzosamente debemos pensar en
términos “globales”. No solo por la inevitable comparación
entre las situaciones que percibimos y las que vivimos en
nuestro país. Pero es sobretodo la inmediata comprensión de
que las situaciones que golpean nuestra sensibilidad y nuestra
razón sabemos que en gran parte son debidas a las relaciones
pasadas y presentes con nuestro mundo. Y nos resulta ofensivo
regresar y leer las declaraciones de los políticos, incluso
considerados progresistas, y de los medios de comunicación,
incluidos los más democráticos, defendiendo con lenguaje fundamentalista
a “Occidente”, sus sistemas y sus empresas, y denunciando
bajo el nombre supuestamente infamante de “populismo” cualquier
crítica o amenaza a los intereses neocoloniales de gobiernos
y empresas. Por ignorancia y prepotencia proponemos nuestras
estrategias urbanas, nuestras tecnologías y nuestra democracia
formal como modelos ideales de aplicación urbi et orbi.
A veces el discurso de representantes de nuestras
ciudades, Barcelona
incluida, en el mundo africano o latinoamericano, me parece
más propio de personajes ignorantes, insolidarios, arrogantes, insensibles e injustos.
REFERENCIAS
5. Este texto es un extracto del libro Luces y sombras del
urbanismo de Barcelona, próximo a publicarse
en su versión completa y en castellano dentro de la
Colección Gestión de Ciudad del Área
Gestión de la Ciudad de la UOC por la Editorial UOC
y en versión en catalán por la editorial Edicions
62. (volver
al texto)
6. El Departamento de Urbanismo
del Ajuntament de Barcelona ha publicado una abundante
documentación que se cita en una nota anterior de este artículo,
así como las obras de algunos de sus responsables y principales
colaboradores. A continuación añadimos algunos textos, la
mayoría de no-arquitectos: Narotzky, V. (2007): La Barcelona del diseño,
Santa&Cole, Barcelona. Mascarell,
F. (2007): Barcelona
y la modernidad. Gedisa, Barcelona. Moix,
Ll. (1994) La ciudad de los arquitectos. Anagrama,
Barcelona. Una visión progresivamente más crítica se encuentra
en Montaner, JM (2003): Repensar Barcelona. Edicions UOC, Barcelona. Del mismo autor ver
también La evolución del modelo Barcelona en Borja, J y Muxí, Z Urbanismo
en el siglo 21, Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia (Edicions
UPC 2004) y en diversos artículos
en El País como Neofeudalismo
inmobiliario
(11-12-05), Intervenciones neoliberales en la Barceloneta (14-06-08)
y Olvido
de la cultura del espacio público (7-2-09).
Ver
también la original obra de Permanyer, Ll. (2004): La Barcelona lletja. Àmbit, Barcelona. Una crítica ideológica-culturalista
es la obra de Resina,
JR (2008): Auge i declive
d’una imatge urbana. Galaxia Gutenberg, Barcelona.
(volver
al texto)
7. El Parque Central del Poble Nou es un ejemplo de lo que no hay
que hacer, de un cierto papanatismo consistente en encargar
a una figura internacional en pleno proceso de autismo una
obra pública estratégica sin poner condiciones previas y sin
atrevimiento suficiente para no aceptar el proyecto y hacerlo
modificar radicalmente. La zona Diagonal/Pere IV requería
un parque abierto que se diluyera y contribuyera a estructurar
un entorno disperso y en transformación. Nouvel, sin conocer
el lugar, comentó en Paris que aceptaba el encargo pues tenía
el capricho de hacer un parque cerrado. Y lo hizo. Es significativo
que dos artículos aparecidos con pocos días de diferencia
tenían como título Parque de Concentración y La Jaula verde (de Montaner,
JM y de Borja, J respectivamente en El País 26 y 14 de abril).
El contra-ejemplo positivo es el fantástico Parque Central
de Nou Barris de Fiol, C y Arriola, A. Ver Barcelona periferia cubista (Ajuntament de Barcelona, 2004)
(volver
al texto)
8. Quaderns del Carrer (2008): La Barcelona dels barris. Federació Associació
de Veïns de Barcelona/FAVB. A partir de la información estadística
municipal los autores elaboran los datos por barrios. Si nos
basamos en la renta media considerando 100 la media de Barcelona
la diferencia entre los distritos va de 180 a 68 y si el análisis se
hace a nivel de barrio la renta media de unos supera 200 y
las de otros se sitúa por debajo de 60. Es decir se mantiene
una importante correlación entre desigualdad social y territorial.
(volver
al texto)
9. El Plan Estratégico de Barcelona es un proceso de concertación
entre instituciones políticas y organizaciones sociales y
económicas que se inició en 1988. Constituido en Asociación
y pilotado con gran inteligencia por el economista Francesc
Santacana ha conseguido crear a la vez un ámbito consensual
de diagnóstico prospectivo y de escenarios deseables así como
de elaborar propuestas de proyectos estratégicos. El conjunto
de publicaciones del PEB es seguramente la fuente de datos
y de ideas más importante sobre el devenir del territorio,
de su economía y de su calidad de vida. Pero si en los primeros
años de existencia se estableció una dialéctica positiva entre
los proyectos impulsados por la ciudad y las estrategias de
futuro del Plan merced al fuerte liderazgo político y cultural
del gobierno municipal en la última década el Plan ha mantenido
su capacidad de construir una importante base de reflexión
analítica y de debate entre actores públicos y privados pero
sus propuestas al faltar una interlocución política eficaz
se han diluido al no encontrar receptor. Su conversión en
Plan Estratégico Metropolitano no ha encontrado la institución
política correspondiente y aparece hoy no como respuesta efectiva
a los desafíos del territorio sino como una llamada de atención
a la existencia de un vacío que es necesario ocupar. En todo
caso ha sido y es un instrumento importante para gobernar
el territorio. Solo falta el gobierno que lo sepa utilizar.
(volver
al texto)
10. El análisis estadístico (excelente) procede principalmente del
Gabinete de Programación del Ayuntamiento
de Barcelona y nos
ha sido proporcionado su exdirector Josep Serra y de la Memoria
del Plan Estratégico Metropolitano (2007).
(volver
al texto)
11. El programa de acción inmediata del presidente Obama se centra en 5 sectores de actuación
prioritaria: empleo, vivienda, transportes y otras infraestructuras,
medio ambiente y seguridad ciudadana. No hay mucho que inventar.
(volver
al texto)
12. Aportamos algunos datos demográficos: Barcelona ciudad: 1.600.000 habitantes en menos de 100km2. Pero cada
día entran más de medio millón procedentes del entorno metropolitano.
La aglomeración o antigua Área metropolitana:
la misma población en 500km2 y 30 municipios. Es el continuo
urbano que va de Montgat a El Prat y separado de las ciudades
de las comarcas del Vallés por la sierra de Collserola. Y
la Región Metropolitana casi 5 millones de habitantes (incluidos Barcelona
y la aglomeración) en 1700 km2 y un centenar de municipios.
Se extiende desde El Garraf hasta el Maresme, incluyendo el
Baix Penedés y el Vallés occidental y oriental, hasta el Montseny.
Es el ámbito actual del Plan Estratégico Metropolitano.
(volver
al texto)
13. En los primeros censos o recuentos aproximados de población después
de la guerra civil Barcelona y Madrid tenían la misma población.
Se dice que incluso en el primero Barcelona superaba ligeramente
a Madrid. Y cuentan que el militar que dirigió las operaciones
declaró que”no hemos ganado la guerra para ahora salir con
esto” y mandó eliminar a extranjeros y ancianos para rebajar
la cifra. En mis libros de texto de la infancia recuerdo que
en todos se atribuía la misma cifra a las dos ciudades (1.100.000
habs. en 1950). En 1953 se duplicó el territorio de Madrid
que pasó de 300 a 600 km2 mientras que en Barcelona al tiempo
que se reconocía tácitamente la existencia de una única realidad
urbana (Plan del 1953) se mantenía el municipio en sus límites
de principios de siglo. No era la primera vez que ocurría
algo así. El territorio de la Barcelona medieval era aproximadamente
la vieja área metropolitana disuelta en 1987 y como consecuencia
de la guerra de Sucesión (1714) fue reducido a la ciudad enmurallada
y a la “zona polémica” (el vacío en el que no se podía construir
y que dio lugar al Plan Cerdà hace ahora 150 años).
(volver
al texto)
14. El ámbito de la Región Metropolitana (ver datos en la nota 12)
fue establecido ya en la División Territorial republicana
como ámbito de planificación. En los años 60 se recuperó este
ámbito como el más adecuado para un territorio en el que se
daban fuertes dinámicas de crecimiento y que requería una
ordenación conjunta y unas infraestructuras y servicios articulados.
La arbitraria disolución de la Corporación Metropolitana hubiera
debido servir no para fragmentar más el territorio sino para
crear una Entidad local específica para la aglomeración y
crear un ente compartido entre Generalitat y municipios a
escala de Región metropolitana. En el cual un Plan Estratégico
Metropolitano podría servir de marco de actuación conjunta.
(volver
al texto)
15. Borja, J. (2008): L’Esquerra, instint bàsic. Pagès Editors,
Lleida. Los 7 temas que proponíamos como discriminatorios
entre conservadurismo y progresismo eran: trabajo, precariedad
y desocupación; vivienda, suelo y derecho a la ciudad; infraestructuras
y derecho a la movilidad; seguridad ciudadana e integración
social; escuela pública y laicismo; servicios universales
y sanidad; inmigración y igualdad de los habitantes de un
territorio. (volver
al texto)
16. Borja, J. (2004) Los derechos ciudadanos, J. Borja, Documentos,
Fundación Alternativas,
Estudios, nº 51 (incluye una amplia bibliografía). Madrid.
(volver
al texto)
17. Ildefonso Cerdà antes de elaborar el Plan que lo ha hecho famoso
y del que celebramos ahora el 150 aniversario, estudió detenidamente
las condiciones de vida en la ciudad y especialmente de las
clases trabajadores. Obtuvo la colaboración de los “comités
de fábrica”, embrión de los sindicatos de clase posteriores.
Y su propuesta fue calificada como “urbanismo igualitario”.(volver
al texto)