AÑO 5 - Diciembre 2013
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Entrevista a Enrique Ortiz Flores (*)

Texto: Eva Morales en colaboración con Tania Magro / Videos: Rubén Alonso y Eva Morales.

(*) Arquitecto miembro de la Coalición Internacional del Hábitat (HIC) y por once años secretario general internacional por La panaderia — Jueves, 9 de mayo de 2013. Publicado en La Ciudad Viva.

Tuve la suerte de poder visitar a Enrique Ortiz una tarde de agosto en la oficina de la Coalición Internacional del Hábitat (HIC) en México D.F. Me había puesto en contacto con él a través de Pedro Lorenzo y, tras algún intercambio de mails, concertamos una cita. Aquella tarde me acerqué a la oficina situada en la calle Tacuba, en pleno centro del DF, a la que se accedía pasando por un patio ambientado con la terraza y la música de un bar. Atravesé este ambiente festivo y subí a la primera planta donde tuve la ocasión de conocer por fin a Enrique Ortiz. Aquella era una oficina en la que se olían las historias acontecidas, libros, revistas y carteles reivindicativos inundaban el lugar. Nos acomodamos en un rincón de la biblioteca y comenzamos a intercambiar reflexiones.

No sé cuánto tiempo estuvimos conversando, pero fue largo rato, ¿un par de horas? ¿tres? La cercanía y disponibilidad de Enrique dejaba ver que una persona con su trayectoria y reconocimiento, más que distanciarse de la gente, la había acercado a ella, y me pudo dedicar, haciendo hueco en su agenda, relajadamente todo el tiempo que necesitamos. Antes de despedirnos y ante mi inseguridad por estar abusando demasiado, le hice la pregunta que me iba a permitir que la experiencia tenida aquella tarde hiciera eco, ¿estaría usted dispuesto a le grabara una entrevista otra tarde? No dudó ni un segundo asintiendo a mi invitación.

Esto ocurrió en el verano del 2010. Una pena que desde entonces sus palabras las hayamos tenido en las carpetas de lapanadería sin haberlas hecho públicas. A día de hoy, quizás es mejor pensar que, como los buenos vinos, ha sido necesario este tiempo para sacarlo a la luz cuando más falta hacen las reflexiones de Enrique. Y es que la situación habitacional en España ha empeorado drásticamente en los últimos años, en perjuicio de las condiciones de vida de una inmensa mayoría de la población. Podemos decir que nos encontramos, tal y como reivindica la Intercomisión de Vivienda de Sevilla, en una situación de “Emergencia Habitacional”.

Llegados a este punto, se presenta pues imprescindible aprender de la trayectoria del contexto latinoamericano, con una larga trayectoria en la lucha por la mejora de la vivienda y el hábitat digno como derecho fundamental.

Publicamos hoy, la primera de las entregas de la entrevista realizada aquel día. Para no dejar de publicar ninguna de las reflexiones de Enrique Ortiz, dejaremos para un segundo post el resto de la entrevista. ¡Esperemos que os guste!

1. ¿Cuáles son los objetivos y la forma de trabajo de la Coalición Internacional del Hábitat?

La Coalición Internacional del Hábitat nace a raíz de la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre los asentamientos humanos celebrado en Vancouver en 1976, que por entonces se llamaba Consejo Internacional para el Hábitat.

Diez años más tarde se dieron cuenta de que la mayoría de las actividades en relación con el hábitat era mucho más interesante en el mundo pobre, o “países mal pagados”, más que en los países desarrollados, estando el Consejo estaba ubicado en Holanda. A partir de ese momento, en 1987 el Consejo entró en contacto con estos países formando lo que actualmente se llama la Coalición Internacional del Hábitat (HIC). Sus objetivos se centraron en los derechos humanos relacionados con el hábitat y con la vivienda.

Fue entonces cuando México comenzó a llevar la secretaría, nombrando en 1988 a Enrique Ortiz como secretario de la Coalición, en la que estuvo once años y cuatro de presidente. A partir de entonces se empezó a trabajar en dos temas que han prevalecido hasta ahora, el tema de género y vivienda, y el de medio ambiente y hábitat….

2. ¿Cómo se articula la Coalición y a qué se dedica?

La Coalición Internacional del Hábitat ha estado trabajando con la producción social del hábitat y de la vivienda. Se ha dedicado principalmente a generar comunidad y ciudad, donde ha sido fundamental la participación de la gente en la gestión y toma de decisiones. Todo esto se ha articulado con tres elementos, primero el de fortalecer los procesos sociales que tienen que ver con el hábitat, el segundo, incidir en las políticas públicas y la tercera, fortalecer a la propia coalición como miembros activos, estableciendo alianzas con otros actores y otras redes. En definitiva la Coalición es una organización de organizaciones que actúa directamente con los sectores sociales más afectados, con las personas en situación de pobreza que vive en el hábitat precario, que no tienen vivienda o sufren desarraigo; en general, con los que sufre más las consecuencias del llamado modelo de desarrollo.

3. ¿Cómo entiende la participación?

En términos de hábitat, lo que se busca es que la participación sea al más alto nivel posible, aunque el término “participación” se utiliza para estar en el discurso de actualidad, cuando la mayoría de las veces no tiene ninguna significación transformadora en sus acciones y se manipula para legitimar lo que ya han decidido otros.

Existen distintos niveles de participación, el nivel más incipiente es incluso explotador, ya que es impuesto desde arriba. También está la consulta, lo que Enrique llama “terapias ocupacionales” en las “yo trabajo, tu trabajas, el trabajo, nosotros trabajamos… y él decide”. Por otro lado, están las mesas de concertación, y, todavía a mayor nivel de participación, los espacios de autogestión y cogestión con el Estado….

4. ¿Cómo abordar el tema del hábitat?

El hábitat no es sólo la casa sino el entorno. La propia definición de vivienda según NNUU abarca puntos como la seguridad de tenencia, el acceso a servicios, a infraestructura, a equipamientos, la asequibilidad, la accesibilidad, la habitabilidad, un lugar adecuado para vivir y una adecuación cultural.

El hábitat es todavía más que eso. No es solo la vivienda, también es el lugar donde se vive. Sentir la ciudad como lugar de convivencia y de complementariedad, de disfrute mutuo. Se están haciendo ciudades cerradas, paraísos de la especulación donde los pobres no tienen derechos y se vuelven más pobres. Se está construyendo la anti-ciudad, dual, fragmentada, sin sentido humano.

La ciudad se tiene que transformar en un lugar de convivencia, de intercambio, de disfrute, en un espacio lúdico y político. Esto es lo que nos ha llevado a trabajar el derecho a la ciudad.

5. ¿Qué papel han de tener las normas en el derecho a la ciudad?

Hay un exceso normativo en la vivienda. Esta normatividad tiene que ver con la desconfianza y con el miedo, así se frena la creatividad, la diversidad y el flujo de la vida. En nuestros países el exceso de normas genera más corrupción por que es la manera de violar la norma.

Una de las riquezas de las ciudades es la diversidad. Esto hace posible que los ciudadanos puedan decidir sobre su casa, así como permite hacer ciudades más armónicas. Este es el gran reto. Actualmente la opción en los países de América Latina es, o caos, o monotonía. O la gente hace lo que quiere, o se repiten prototipos. Frente a esto, tenemos pueblos tradicionales donde no hay una casa igual a la otra y sin embargo existe una armonía; simplemente existen unas reglas del juego.

6. Adaptabilidad de la vivienda – necesidades de los habitantes.

Resulta imprescindible replantear el concepto de vivienda, para que no se entienda como mercancía y producto terminado, sino como proceso en el que la gente que la habita, interaccione con ella a lo largo del tiempo. Ha de tratarse de una vivienda que se adapte a las necesidades de las personas que da cobijo, en la que éstas tengan capacidad de decidir sobre su manera de vivir y respete la diversidad. En definitiva se trata de entender la vivienda como un proceso social y producto cultural, y no como proceso económico.

En la producción de vivienda realizada por las propias poblaciones, el abaratamiento no sólo viene de los recursos económicos, sino que se incorpora la imaginación, la voluntad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el ahorro popular, “estar pendiente de las cosas”, así como el reciclaje de materiales. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podremos poner en valor este tipo de recursos en nuestro contexto europeo?

En definitiva, estamos hablando de poner en valor la economía real-real, en la que se recupere el bien común y su relación con distintos recursos disponibles, las necesidades reales de la población y los condicionantes medio ambientales. Para ello, la participación de los distintos agentes integrantes en el proceso de hacer vivienda, nos permite adoptar soluciones más adecuadas a los contextos y las personas. Enrique nos habla de la importancia de que las asesorías técnicas tengan en cuenta la producción social de vivienda, ya que les pueden ayudar a conseguir crédito, a negociar materiales y costos y a canalizar de forma más sistematizada, su propia solidaridad y apoyo mutuo. En definitiva, estamos hablando de manejar las reglas de la escasez para poner en uso muchos más recursos que los económicos.

7. Viviendas en proceso – producción organizada.

Al contrario de lo que piensan los arquitectos y los negociantes, “los pobres nunca están pensando en la vivienda mínima”, nos comenta Enrique. Las poblaciones siempre están pensando en una vivienda adecuada a sus necesidades y tienen un plan de crecimiento futuro. En definitiva, la mayor parte de las viviendas fruto de la explosión demográfica de los años 50 en México son viviendas que están en proceso y que no están terminadas.

Aquí es donde toman importancia las redes familiares de apoyo mutuo, en los procesos autogestionados, donde además es importante incorporar el apoyo técnico, ya que se trata de procesos muy desgastantes que pueden mejorar con una producción organizada, siempre partiendo del esfuerzo familiar.

Llegados a este punto giramos la mirada al contexto español. Cada vez más personas y familias viven en situación de precariedad habitacional y, de manera autogestionada y con apoyo de los movimientos sociales, están ocupándo viviendas vacías fruto de la especulación inmobiliaria y financiera, como en el movimiento de las corralas. ¿Cómo podemos apoyar y legitimar esta forma autogestionada de generar hábitat digno? ¿Se trata de viviendas en proceso? ¿Qué papel podemos tener los técnicos?

Enrique nos habla del “Programa de Mejoramiento de Viviendas” que se está llevando a cabo en México. Éste ha incidido en la consolidación y apoyo a los procesos que las propias poblaciones están llevando a cabo. En este programa muchísimos arquitectos han estado trabajando, así como universidades y estudiantes. Por ejemplo, el arquitecto Jorge Andrade, profesor de la UAM-Xochimilco de México, entre otros, lleva años formando a estudiantes, capacitándolos para integrar la autogestión de las familias con el asesoramiento técnico en función de las necesidades de cada una. Jorge, formado como investigador en el SAR con John Habracken, integra además conceptos de vivienda progresiva con el Sistema de Soportes y Aportes, de cara a llevar a cabo intervenciones para el Programa de Mejoramiento de Viviendas. Estos estudiantes aprenden a integrar conocimientos técnicos con realidades sociales y, para ello, aprenden a escuchar a la gente y a acompañarles en cómo ellos quieren vivir.

¿Cómo podremos trabajar de forma integral en el hábitat para incorporar en estos procesos de mejoramiento tanto la vivienda, como el barrio o la ciudad? Esto parece ser proyecto de futuro en México, así como en nuestro contexto. Quizás sea el momento de dilucidar cuáles pueden ser los ingredientes necesarios para que la regeneración urbana integre la vivienda como proceso, así como “el barrio como proceso”, y por lo tanto “la ciudad como proceso”, y que para ello se integre investigación y práctica, tanto formal como informal.

8. Producción social – autoconstrucción.

Parece existir una confusión entre autoconstrucción y producción social del hábitat. La autoconstrucción abarca sólo una fase del proceso productivo de la vivienda, mientras lo que interesa es el control de todo el proceso productivo, sea por parte de las familias, sea por parte de un grupo organizado con asesoría técnica. Es, en este tipo de procesos, en el que las familias, al implicarse en la construcción de sus viviendas, van poco a poco construyendo comunidad. En el propio “ir haciendo juntos”, van conociéndose y estableciendo marcos de relación, formas de hacer y, por lo tanto… dando forma al procomún.

Este proceso es, lógicamente, muy diferente a la autoconstrucción privada que tan sólo consiste en que la gente abarate los costos participando con su mano de obra en la construcción de su casa, sin implicarse en la construcción social y colectiva de su hábitat.

En este sentido, la experiencia uruguaya de cooperativas de viviendas por ayuda mutua FUCVAM se muestra como referente internacional, nos comenta Enrique. Girando de nuevo la mirada a nuestro contexto y dada la emergencia habitacional en la que nos encontramos, parece indispensable aprender de la experiencia cooperativa para ver cómo adaptarla e implementar sus valores, modelos de gestión y de producción social en nuestro contexto, ¿cómo podemos hacerlo? Con el alto índice de paro, la necesidad de reciclaje de viviendas y los escasos recursos para ello ¿no tiene sentido volver a poner en vigor una normativa de autoconstrucción en nuestro país?

9. ¿Cómo podemos aprender en Europa de estas prácticas habitacionales?

Según Enrique Ortiz, todas estas experiencias y saberes acumulados tendrían que poder aplicarse en Europa, adaptándose a cada uno de los distintos contextos. Y es que en España, habiendo tantos inmigrantes y estudiantes que no tienen dónde vivir, se podría aprender de las formas de producción social del hábitat puestas en práctica en Latinoamérica. Se podrían llevar a cabo además en el reciclaje de edificios viejos y obsoletos, incorporando esquemas cooperativos no sólo orientado a los sectores medios y altos, como es tradición en Europa, sino a los sectores más pobres. Para ello parece indispensable dejar de considerar la vivienda como una mercancía, y recuperarla como parte de un proceso de vida, producto social fruto del esfuerzo colectivo organizado.

¿Cómo podemos pues afianzar la transferencia de experiencias, metodologías y formas de hacer sur-sur? ya que, aprender de nuestros amigos latinoamericanos quizás pueda ser un camino para esbozar algunas claves necesarias e imprescindibles para reformular de nuestras ciudades en crisis.

 

Vídeos de la entrevista en casa + ó - :

http://www.youtube.com/watch?v=SW5hA4-5_vM&feature=share&list=PLNaZ1iPX7XZZRVQNMVlu6vOp2mX_eAw8s

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