Presentación
La
crisis económica mundial de 2008-2009 tuvo su origen
principalmente en
la crisis financiera de Estados Unidos, que a su vez
surgió de la crisis de las
hipotecas de alto riesgo (subprime) de 2008.
Esta crisis consistió en la concesión
de millones de créditos a los consumidores, quienes
posteriormente se
vieron incapaces de pagar sus cuotas mensuales. El
apalancamiento excesivo del
sector inmobiliario tuvo graves consecuencias en los
balances y la liquidez
de la banca comercial, lo que desembocó en una fuerte
restricción del
crédito en 2008 y durante la primera mitad de 2009.
La globalización de
los mercados financieros a lo largo de las dos décadas
anteriores resultó rápidamente
una fuente de vulnerabilidad también para los bancos
de fuera de
Estados Unidos. El extraordinario incremento de activos
financieros mundiales,
que pasó de 12 billones de dólares en 1980 a 241 billones
en 2007,
según estimaciones del Fondo Monetario Internacional
(FMI, 2009),
se
reflejó en la amplia distribución y el creciente número
de activos más allá
de las fronteras. En 2000, únicamente 11 países contaban
con activos financieros
de más del 350% del PIB, pero en 2007 la cifra de países alcanzó los
25 (Blankenburg y Palma, 2009).
La
extensión de la crisis subprime a través de
«activos tóxicos» debilitó el sistema financiero,
que se encontraba en una situación de apalancamiento
excesivo y descontrolado, lo que generó momentos dramáticos
como la caída de Lehman Brothers en septiembre
de 2008. Como resultado, todo elsistema crediticio
mundial quedó congelado, lo que provocó una reducciónde
las inversiones, del consumo y de la demanda de bienes
y servicios. Estareducción acarreó rápidamente
una caída de la demanda y de los precios delas
materias primas, desde los altos niveles que se habían
alcanzado en losprimeros cinco años del siglo
XXI.
Asimismo, la contracción de las economías nacionales ha hecho
que sereduzcan drásticamente las finanzas públicas
en los ámbitos nacional, estataly local —a menor
actividad, menos ganancias y menos beneficios, y,
porconsiguiente, menos ingresos fiscales. A principios
de 2011, numerosos gobiernossubnacionales —desde
estados y municipios de Estados Unidos hastaotras
entidades europeas— atravesaban una grave crisis económica.
Esto seha visto reflejado en recortes en los
servicios públicos, en el empleo públicoy, en
algunos países, en el colapso de los fondos públicos
de pensiones. EnEstados Unidos las consecuencias
políticas más visibles han sido los esfuerzosdel
gobernador del estado de Wisconsin, que en febrero
de 2011 introdujouna ley para limitar el derecho
a la negociación colectiva por parte de lossindicatos,
minando así el poder político de los trabajadores
frente a talesrecortes.
Lo que surgió como un problema en los mercados financieros
urbanosde Estados Unidos acabó convirtiéndose
en una crisis mundial que afectó atodos los sectores
de todos los países del mundo. Una crisis de capital
quese convirtió también en una crisis laboral.
Desde fabricantes de coches deDetroit hasta propietarios
de tiendas de Buenos Aires, Ciudad de Méxicoy
Nairobi, pasando por trabajadores de fábricas de Shanghái
y granjeros deBrasil y México, ya no podían seguir
contando con los mismos ingresos desu trabajo
en las fábricas, la agricultura y el comercio. La
crisis financiera seconvirtió en crisis económica
y ahora también es una crisis de las finanzaspúblicas.
El impacto de la crisis económica iniciada en el mercado inmobiliariode
Estados Unidos se propagó a través de los canales
de la economía real enAmérica Latina durante
el cuarto trimestre de 2008, con consecuencias negativaspara
la producción agregada, el consumo interno y las exportaciones.En
el tercer trimestre de 2008 se inició un drástico
descenso de la demandade exportaciones e importaciones
privadas, que se prolongó durante todo2009. Como
reflejo de la naturaleza mundial de esta crisis, siete
de las ochograndes economías de América Latina
experimentaron un fuerte revés en lasexportaciones
entre el cuarto trimestre de 2008 y el primero de
2009, debidoa una rápida reducción de la demanda
mundial. En 2010 el espacio fiscal demuchos países
latinoamericanos sufrió un doble impacto cuando la
reducciónde la demanda acompañó a un descenso
de precios de las materias primas.El descenso
del crecimiento del PIB que se produjo en 2008-2009 puso fina años consecutivos
de fuerte crecimiento en la región de América Latina
yel Caribe (ALC). No obstante, en 2010 las economías latinoamericanas engeneral
se recuperaron, y en 2011 su evolución es positiva.
La respuesta
mundial a esta crisis se manifiesta desde varios frentes,
através de varios tipos de medidas adoptadas
para proteger el sistema bancarioy la oferta
de crédito. Pero la medida estrella parece haber sido
una serie demedidas keynesianas conocidas como
«paquetes de estímulo», aplicables ensistemas
capitalistas y socialistas —países como Reino Unido,
China, Brasile Indonesia. Estos paquetes, consistentes
en un gasto público a gran escala,medidas de
desgravación fiscal y ayudas a colectivos concretos,
se consideraronen gran parte como la manera más
eficaz de estimular la demanda y, porconsiguiente,
facilitar el relanzamiento del consumo y de las inversiones,
asícomo el crecimiento del empleo. Esta propuesta
fue adoptada por los jefes deestado del G-20
(Grupo de los 20), que se reunieron primero en Londres
enabril de 2009, posteriormente en Pittsburgh
a finales de septiembre del mismoaño, y finalmente
en Toronto y Seúl en 2010, en un intento de contribuir
a«rescatar la economía mundial del borde del
abismo».
Mientras la
crisis sigue haciendo estragos y en algunos casos
sus consecuenciasson significativas en países
en desarrollo y en determinadas regionesde muchos
países, existen pocas pruebas que demuestren la eficacia
de lospaquetes de estímulo en la reducción del
índice de contracción económicao, en ciertos
casos, el relanzamiento de la economía. Según el informe
delConsejo de Asesores Económicos de Estados
Unidos de 10 de septiembrede 2009 sobre el impacto
del paquete de recuperación económica, la recesión
económica de Estados Unidos disminuyó durante el segundo
y tercer trimestres de 2009 y, en general, tomando
como muestra una serie de países, se observó que en
aquellos en los que se habían aplicado mayores paquetes
de estímulo se había producido un ritmo de crecimiento
más rápido (Oficina Ejecutiva del Presidente, Consejo
de Asesores Económicos, 2009).
El informe establecía
asimismo que en Estados Unidos se daban tres tipos
degasto: desgravación fiscal estatal, ayudas
a las personas más afectadas por lacrisis y reducción
de impuestos y otras obligaciones, una cantidad que
ascendíaa 151.000 millones de dólares del total
de 787.000 millones del paquete.Este gasto contribuía
al crecimiento tanto del empleo como del PIB, que oscilóentre
el 2 y el 3% durante el segundo trimestre y por encima
del 3% duranteel tercer trimestre de 2009. En
el informe se utilizó un análisis contrastivopara
evaluar el crecimiento del PIB de los países, del que se desprende quesi no se hubiesen
aplicado los paquetes de estímulo, la situación habría
sidomucho peor. Los autores concluyeron que estas
medidas habían marcado ladiferencia. Sin embargo,
este mensaje optimista precedió a unos índices dedesempleo
anunciados a principios de octubre de 2009, que daban
unas cifrascercanas al 10%, porcentaje que solo
bajó hasta un 9% a finales de 2010.
“Existen
pocas pruebas que demuestren la eficacia de los paquetes
de estímulo en
la reducción del índice de contracción económica o,
en ciertos casos, el relanzamiento de la economía”.
Existen
otros estudios, analizados más adelante, que llegan
a conclusionesoptimistas similares, pero sigue
sin resolverse un tema importante: la auténticarentabilidad
de estos paquetes, sobre todo en cuanto a alcance,
coste deoportunidad, externalidades e implicaciones
para el endeudamiento futuro.Se observa claramente
que en algunos casos los paquetes de estímulo no hanrespondido
a las expectativas de los políticos, que en otros
casos han topadocon obstáculos institucionales,
y que ha habido países en los que otros factoresajenos
a su control han afectado a las exportaciones clave,
al comercio,a la producción interior y al empleo.
En la mayoría de los casos, el tiempoy la escala
de «recuperación» han resultado ser un misterio, puesto
que lasprevisiones del efecto multiplicador han
sido enormemente especulativas.La recuperación
económica, como la belleza, parece depender del color
delcristal con que se mire.
La
falta de pruebas claras se refleja en una corriente
incesante de opinionesen las que algunos dirigentes
de países de la Organización para la Cooperacióny
el Desarrollo Económico (OCDE) detectan «brotes verdes» de recuperación,aunque pronto
se arrepienten y los niegan, así como en imágenes
como «laesperanza está de camino» o «la larga
ascensión» utilizada por The Economist [i]
.Todo ello confirma los pronósticos de Joseph Stiglitz
y Paul Krugman, cuandoa finales de 2008 y principios
de 2009 afirmaron que el paquete de estímuloque
se estudiaba aplicar en aquel momento en Estados Unidos
seguramentecarecía de ambición para constituir
un cambio sustancial, llegaba demasiadotarde
para prevenir daños en la economía y evitar las peores
consecuencias ala población desempleada, y, sobre
todo, estaba mal diseñado. En 2010 estospronósticos
fueron confirmados por la mayoría de analistas.
En el presente documento se examinan algunas pruebas sobre
el impactode la crisis y algunas de las respuestas
dadas a través de la experiencia de lospaquetes
de estímulo, con el fin de comprender los determinantes
de su eficaciapara estimular realmente la demanda.
El documento, más que pretenderser un examen
exhaustivo de los paquetes de estímulo, analiza estos
temas através del prisma de la distribución espacial
de las consecuencias de la crisisy de la asignación
espacial del gasto público.
El tema central del documento es que los políticos y los que
diseñaronlos paquetes de estímulo parecen haber
ignorado dos aspectos fundamentalesde la crisis:
primero, dónde se encuentran las áreas en las que
la recesión económicaha causado mayor impacto
y, segundo, dónde se debería estimular lademanda
para generar de manera más rápida el mayor efecto
multiplicadorposible. El nivel de gasto planteado
y realizado ha tenido objetivos muy alejados de los
que se considerarían óptimos, ignorando la configuración
espacialde las economías locales y nacionales,
y no teniendo en cuenta, por lo tanto,cómo pueden
afectar los mayores niveles de gasto público a las
economíasde aglomeración. En este proceso olvidan
lo que se desprende del Informesobre Desarrollo
Mundial de 2009 elaborado por el Banco Mundial (2009):«El
lugar es el correlato más importante del bienestar
de una persona».
Dicha afirmación tiene su origen en estudios históricos sobre
el desarrolloy la creciente urbanización de las
economías. Históricamente, siempre queaumenta
el índice de población total de un país que vive en
zonas urbanas,aumenta el PIB (BM, 2009). Es más que una simple correlación fortuita; setrata
de una clara relación entre la eficacia y productividad
de las economíasde aglomeración y su ubicación.
La aglomeración, cuando va acompañada deuna mayor
densidad y proximidad, permite reducir los costes
de producciónde bienes y servicios, y aumentar
el consumo de una mano de obra urbanacon mayor
poder adquisitivo. El propio proceso de creación de
valor es elproceso por excelencia que resulta
de aunar factores de producción en eltiempo y
en el espacio.
Las economías de escala generan más productividad, tal y como
demuestranvarios estudios realizados en Brasil,
que concluyen que la productividadaumentó alrededor
de un 1% por cada incremento del 10% del número de
trabajadorescontratados en una industria o ciudad.
Se trata de un aumento considerable, que se ve reflejado
en la conclusión según la cual una ciudad que vea
aumentar su número de trabajadores de 1.000 a 10.000,
experimentará un aumento de productividad de coeficiente
90 (Spence, Annez y Buckley, 2008)
[ii]
. Por lo tanto,
con el tiempo el crecimiento económico agregado está
estrechamente vinculado al porcentaje de población
urbana total. Históricamente, «resulta muy poco habitual
alcanzar ingresos per cápita de alrededor de 10.000
dólares (en términos de paridad de poder adquisitivo)
antes de que la mitad de la población viva en ciudades»
(Comisión de Crecimiento y Desarrollo, 2008:57-58).
Todos los países con altos ingresos están urbanizados
en un 70-80%(Spence, Annez y Buckley, 2008).
Otro factor
importante —y muy poco reconocido— es el hecho de
queactualmente todos los países generan más de
la mitad de su PIB
en actividadeseconómicas urbanas
(Cohen, 1991). En 109 países con poblacionessuperiores
a un millón de habitantes, tanto la urbanización como
los ingresosper cápita vivieron un fuerte crecimiento
entre 1960 y 2003; en la mayoríade estos países,
los ingresos per cápita aumentaron más rápidamente
que laurbanización (Spence, Annez y Buckley,
2008: 7). Las previsiones de crecimientoeconómico
en todos los países muestran que la tendencia hacia
unamayor concentración de actividad económica
tendrá lugar en zonas urbanasde todas las dimensiones.
“El
propio proceso de creación de valor es el proceso
por excelencia que resulta de aunar factores de producción
en el tiempo y en el espacio”.
La
prensa económica —como Financial Times o The
Economist— no hahecho referencia en su cobertura
diaria de la crisis a ninguno de estos datos;ni
siquiera fueron mencionados en la Declaración de los
líderes del G-20 enla Cumbre de Pittsburgh. Existen
pocas referencias a los lugares de una crisisque
sí parece constar ampliamente en los balances y cuentas
nacionales, peroque no aparece en el mundo material.
En la sección especial de economíainternacional
del número de 6 de octubre de 2009 del Financial
Times no semencionaba ningún lugar, y únicamente
se apuntaba que algunas economíashabían empezado
a remontar, pero que otras tenían «profundas cicatrices»(Financial
Times, 2009), Sin llegar a concretar tanto, lo
que pretende mostrarel presente documento es
que la cobertura informativa refleja que los paquetesde
estímulo poseen graves defectos de diseño.
Asimismo,
se afirma que mientras los países industrializados
actúan como sisubestimaran las dimensiones urbanas
y espaciales de sus economías, esta actitudresulta
contraproducente para los países de América Latina,
que son los másurbanizados del grupo de países
emergentes y están completando el proceso detransformación
de sociedad rural a urbana, tanto demográfica como
económicamente.Actualmente su realidad es básicamente
urbana. El hecho de no tomarexplícitamente en
consideración la dimensión urbana supone no aprovecharimportantes
palancas políticas, de las que hablaremos más adelante.El
documento está dividido en cuatro partes:
1.
Hipótesis previas sobre los probables efectos urbanos
de la crisis.
2.
Primeras pruebas del impacto de la crisis en zonas
urbanas.
3.
Valoración de los paquetes de estímulo: concepto y
diseño.
4.
Implicaciones para las estrategias políticas y de
recuperación.
1. Hipótesis previas sobre los
probables efectos urbanos de la crisis
En
diciembre de 2008 se identificaron diez probables
efectos urbanos y susconsecuencias a largo plazo
como hipótesis de investigación que podríananalizarse
(Cohen, 2008):
I.
Impacto sobre la estructura económica urbana: La reducción
del créditosupondría una reducción de inversiones,
consumo y empleo urbano.También se reduciría
la demanda agregada, lo que resultaría en unacontracción
de las economías urbanas, como sucedió en Argentina
en2002. Dicha reducción trasladaría la composición
de la actividad económicaurbana lejos de la industria,
y afectaría sobre todo a productoscomo coches
y otros bienes de consumo duraderos, con repercusionesnegativas
en la industria de la reparación, en marketing y en
publicidad.Además, a corto plazo fomentaría el
desarrollo de la economíainformal.
II.
Más pobreza urbana y peor distribución de los ingresos:
Empeoraría lasituación de pobreza urbana y aumentaría
la desigualdad en la distribuciónde los ingresos.
Existen estudios en América Latina —como el deMorley,
en 1998, para la Comisión Económica para América Latina
y elCaribe (CEPAL) de las Naciones Unidas— que muestran que cuando seproduce
un crecimiento macroeconómico en la región, todo el
mundoprospera, pero cuando tiene lugar un decrecimiento,
los pobres se empobrecenaún más y permanecen
en esa situación por más tiempo. Estose ha evidenciado
especialmente en Brasil. Los efectos de la crisis
a largoplazo consistirían en un aumento de la
pobreza y las desigualdades.
III. Aumento de la migración de áreas rurales a urbanas:
La reducción deprecios de las materias primas,
especialmente en zonas rurales, obligaríaa la
población a desplazarse del campo a la ciudad, lo
que contribuiríaal aumento de asentamientos irregulares
en las áreas periféricas de lasurbes.
IV. Crisis alimentaria y energética: Los precios de los
alimentos y de laenergía, aunque bajaron con
respecto a 2006-2007, se han mantenidoelevados.
El problema actual es que los «nuevos pobres», entre
otrossectores de la población, no tienen suficiente
poder adquisitivo parapagar tales precios.
V. Un descenso de la producción, del comercio y del consumo
reduciríalos ingresos fiscales y, por lo tanto,
originaría una crisis fiscal.
VI. Una reducción de los ingresos fiscales conllevaría un
descenso del gastosocial, es decir, de la inversión
en servicios públicos como sanidad,educación,
redes de seguridad e infraestructuras. Esto conduciría
a laausteridad fiscal y a un ajuste estructural,
pero no como el previsto porel Consenso de Washington.
VII. A escala municipal, la austeridad financiera comportaría
un mayor mantenimientodiferido, aumentando así
el riesgo de fallas en las infraestructurasy
la vulnerabilidad de la macroeconomía frente a la
infraestructuraurbana inestable.
VIII. Todo esto se engloba en el modelo de causalidad
múltiple, tal y comolo denomina el economista
urbano George Galster en un estudio realizadoen
más de 100 ciudades de Estados Unidos a finales de
la décadade los noventa. Cuando suben los tipos
de interés se suceden una seriede efectos en
cascada, que incluyen menos inversiones en viviendas
ybarrios, menos impuestos sobre la propiedad,
resultados menos buenosen las escuelas, así como
más delincuencia, lo que afecta sobre todo aniños
y adolescentes (Galster, 1998).
IX. Los resultados en cuanto a diseño y gobernanza urbanos,
teniendo encuenta las previsiones de aumento
de la población urbana en los paísesemergentes,
serían más barrios de chabolas desconectados de las
redesde infraestructura, más economía informal,
menos derechos ciudadanoscon un mayor número
de personas viviendo en la ciudad pero sinvinculación
con la jurisdicción urbana, y por lo tanto más problemasde
gobernanza.
A la hora de analizar estas hipótesis, que han sido ampliamente
confirmadas,es importante destacar que las regiones,
las ciudades y los barrios puedenexperimentar
efectos distintos, según las diferentes vulnerabilidades
de su baseeconómica y la fuerza de la demanda
interna. Además, dada la especializacióneconómica
particular de las ciudades y las regiones, estos efectos
se viviríande manera distinta, tal y como demuestran
las diferencias entre la crisis deDetroit y el
relativo éxito de los fabricantes extranjeros de coches
en fábricasde América del Sur. En este contexto,
las grandes ciudades tienen más probabilidadesde
sufrir un mayor impacto que las pequeñas, aunque las
grandesciudades cuentan con más capacidad de
reacción para mitigar dicho impactoa corto plazo
a través del incremento del empleo y de las políticas
sociales.También es probable que el aumento del
desempleo fomente el desarrollo dela economía
informal, y que ello, a su vez, suponga un descenso
del nivel debienestar general de la población
pobre a causa de la competencia, así comode la
falta de trabajo y de protección salarial.
Asimismo, es probable que los efectos de estos cambios tarden
en producirse,que primero se notarán a nivel
macro y posteriormente a escala regionaly urbana
(las ciudades, por ejemplo, acaban de empezar a
sufrir estos cambios).Finalmente, tras el declive
del sector real, ahora resulta mucho más evidente
elrecorte de servicios (infraestructuras, educación,
sanidad, etc.), al tiempo quelos gobiernos locales
y nacionales afrontan el rápido descenso de sus ingresos,aumentando
su ratio de deuda y limitando su capacidad de reacción.
2. Primeras pruebas del impacto
de la crisis en zonas urbanas
Se
ha demostrado que las hipótesis sobre las condiciones
mencionadas anteriormentehan sido correctas durante
2009 y 2010, y parece que son algunasde las consecuencias
reales de la evolución de la crisis económica mundial.
Latransformación de lo que empezó siendo una
crisis de hipotecas subprime enuna serie
de fenómenos emergentes demuestra que el sector financiero
y elsector real están interrelacionados. Se han
utilizado muchas imágenes para describir este proceso,
desde una «bola de nieve» rodante que recoge nieve
colinaabajo mientras se va haciendo cada vez
más grande y más pesada, hasta una«enfermedad»
contagiosa que traspasa las fronteras nacionales y
afecta espacioscentrales y sensibles de una economía
nacional tras otra. Algunos autores hanescrito
sobre los «canales» de la crisis, que incluyen al
sector financiero porla falta de disponibilidad
de crédito, lo que a su vez ha desembocado en lareducción
tanto de la inversión como de la demanda, provocando
a su vezla caída de los precios de las materias
primas y los volúmenes de negocio porculpa de
la contracción de la demanda mundial; se han reducido
las finanzaspúblicas por la contracción del consumo,
de la producción y de los ingresos,y se ha recortado
el gasto público, que, a su vez, ha contribuido a
contraeraún más la economía real.
Estos
canales de impacto han generado una gran cantidad
de situacionesnuevas, como los siguientes ejemplos:
•
En China, más de 20 millones de trabajadores inmigrantes
(quizás el 3%de la mano de obra) que trabajaban
en zonas urbanas fueron despedidosa finales de
2008, la mayoría en el sector de la construcción,
y fueronobligados a regresar a las zonas rurales
(Hille, 2009).
•
En México se preveía un retroceso económico del 1,8%
en 2009, conpérdida de puestos de trabajo de
entre 160.000 y 340.000 personas, lamayoría en
zonas urbanas (Thomson, 2009).
•
En Camboya, la industria textil —importante fuente
de exportacionespara el país, ubicada en áreas
urbanas— redujo su mano de obra en un10% durante
2008.
•
El sector de la construcción en España se paralizó
y la tasa de desempleoalcanzó el 14,8% en 2009.
Irlanda experimenta una situación similar,donde
el 30% de crecimiento de empleo procedía del sector
de la construcción(The Economist, 2009:
71-72).
•
Trabajadores de la industria de la automoción en Argentina
y México, de laaviación en Brasil y del sector
de la construcción en Perú fueron despedidosentre
finales de 2008 y principios de 2009. Las cifras globales
de producciónindustrial cayeron un 12,4% en diciembre
de 2008. La empresa aeronáuticabrasileña Embraer
redujo su plantilla en un 20% en febrero de 2009
.•
La OCDE estimó que en 2009 habría 25 millones de personas en paro
enlos países miembros (Banco de la Reserva Federal
de Dallas, 2009: 2). Latasa de desempleo en España
superó el 20%.
• La ciudad de Nueva York perdió unos 100.000 puestos
de trabajo entreagosto de 2008 y agosto de 2009,
sobre todo en los sectores financieros,de los
medios de comunicación, publicidad, venta al por menor,
entretenimientoy turismo. La venta al por menor
en la ciudad se redujo de un8 a un 10%. La tasa
urbana de desempleo se situó alrededor del 9,5%,pero
siguiendo la tendencia histórica, se duplicó en el
barrio de Harlem,donde alcanzó el 19%.3
• Los países que empezaban
a tener acceso a los mercados financieros mundiales,como
Ghana y Sri Lanka, ahora se han visto excluidos, mientrasque
aquellos con mercados de capital local emergente,
como Kenia, Nigeria,Malaui, Ghana, Uganda y Zambia,
experimentaron el impacto dela brusca contracción
del crédito (Fondo Monetario Internacional, 2009:9).
La mayor parte del crédito estaba destinado a pequeñas
y medianasempresas ubicadas en zonas urbanas
y a proyectos de construcción, esdecir, a iniciativas
con más proyección urbana que rural.
• De 2008 a 2009
la inversión directa extranjera en países con bajos
ingresosse desplomó hasta al menos un 20% (FMI, 2009: 20).• El fuerte impacto que sufrió la economía
informal afectó a un 60-90%de la mano de obra
de varios países (Organización Internacional del Trabajo,2002.
Citado en Horn, 2009: 3). El volumen de negocio y
trabajode traperos urbanos, vendedores ambulantes
y trabajadores domésticosdescendió un 65% (Horn,
2009: 7).
• El precio de los materiales de desecho bajó en ciudades
como Santiago deChile (50%), Bogotá (42%) y Pune
(5-7%, en la India) (Horn, 2009:11).
• Aumentó un 55% el número de personas dedicadas a la economía
informal,según un estudio realizado en diez ciudades
(Horn, 2009: 12).
• Según el mismo estudio, entre enero y junio de 2009 se produjo
undescenso del 77% en los ingresos procedentes
de la economía informal(Horn, 2009: 14).
• En Estados Unidos, millones de familias perdieron sus
casas durante lacrisis inmobiliaria, lo que llevó
a la creación de «ciudades carpa» o «Hoovervilles»
(McKinley, 2009) en ciudades de todo el país, como
Fresno,Seattle, Nashville y St. Petersburg (Florida).Cierto
es que no todos estos efectos son estrictamente urbanos
per se, peromuchos sí lo son y esto indica
que, como gran parte del PIB
de la mayoríade las economías
procede de actividades urbanas, la crisis mundial
ha tenidoun mayor impacto en las zonas urbanas.
3. Valoración de los paquetes de
estímulo: concepto y diseño
En
este apartado analizaremos el concepto y el diseño
de los paquetes de estímulo,con especial atención
al caso de América Latina. Un estudio elaborado
[iii]
por el Banco
Mundial en julio de 2009 concluyó que, en 2009, los
gobiernoslatinoamericanos se habrían gastado
25.000 millones de dólares en paquetesde estímulo,
por sumas que representan entre el 0,4 y el 1,6% del
PIB, lo querepresenta
alrededor de un 20% más del gasto previsto inicialmente
(Schwartz,2009: 3). En la tabla 1 (Planes de
estímulo en América Latina y el Caribe)se muestran
las cifras correspondientes a los países latinoamericanos.
El mayor gasto
en infraestructuras de 2009 está por encima de lo
quese puede considerar normal para la región
y refleja poca confianza en lasinversiones privadas
en el sector de las infraestructuras en el contexto
económicoactual. Esto contrasta con anteriores
crisis, en las que los gobiernospensaron que
la inversión privada estaba por llegar (Schwartz,
2009: 4). Latabla 2 (Inversión privada en infraestructuras
en América Latina) muestra las anterioresinversiones
privadas en este sector.
El reto en este
caso es cómo calcular los efectos a corto plazo en
el ámbito del empleo.Los autores han observado
que se han producido efectos de desplazamiento y sustitución,se
han preferido los productos locales a las importaciones
y se han dado costes de oportunidad (Schwartz, 2009:
7).
Estos factores
podrían limitar el alcance real del efecto multiplicador.
En la tabla 3 (Efecto multiplicador
del empleo en proyectos de infraestructuras en América
Latina) sepueden observar las diferencias del efecto multiplicador
del empleo dentrodel sector de las infraestructuras
en los países de América Latina. Algunosproyectos
de infraestructuras requieren más mano de obra que
otros, comolas carreteras rurales.
A partir de estos datos y sacando algunos promedios, los autores
hanllegado a la conclusión de que por cada 1.000
millones de dólares invertidosen proyectos de
infraestructura, se crean unos 40.000 puestos de trabajo,directos
e indirectos. Si se utiliza un multiplicador ligeramente
superior,entonces la cifra de creación de puestos
de trabajo se acerca a 80.000, lo quesupondría
un 7% del total de desempleo en América Latina y el
Caribe en2009 (Schwartz, 2009: 7).
Este análisis resulta bastante optimista en cuanto a la capacidad
de generarempleo de las inversiones en infraestructuras.
Sin embargo, los autores tambiénseñalan que pueden
existir aspectos negativos del diseño que impediríanestos
esperados beneficios. Estos aspectos tendrían que ver, por ejemplo, conobjetivos
de diseño contradictorios, como la idea de lograr
mayor intensidadlaboral pero buscando calidad
a largo plazo, lo que evitaría un alto nivel demantenimiento
y complementos escasos o ineficaces en inversiones.
Estosproyectos también pueden tener consecuencias
sobre el medio ambiente.
“La
ciudad de Nueva York perdió unos 100.000 puestos de
trabajo entre agosto de 2008 y agosto de 2009, sobre
todo en los sectores financieros, de los medios de
comunicación, publicidad, venta al por menor, entretenimiento
y turismo”.
Y dada
la lentitud en la preparación de los proyectos, de
entre 1 y 3 añosde media, algunos gobiernos apenas
alcanzarían el 75% de sus objetivos degasto anual
(Schwartz, 2009: 10). Todo esto lleva a la conclusión
de que losgobiernos buscarían reforzar la evaluación
previa de sus proyectos con elobjetivo de lograr
un efecto multiplicador mayor.
El reto de lograr
un mayor efecto multiplicador también aparece en unestudio
del FMI según el cual los niveles de gasto y transferencias podrían
tenerun importante efecto multiplicador, de entre
0,4 y 3 puntos (Freedman, et al.,2009). Y mientras
el efecto multiplicador de América Latina es considerablementealto,
un estudio de la Oficina Nacional de Investigación
Económica(NBER) de Estados
Unidos muestra que el impacto de los paquetes de estímuloen
Estados Unidos es inferior, con un efecto multiplicador
de alrededor de 1punto y en rápido descenso (los
programas con efecto multiplicador inferioral
1% muestran respuestas negativas) (Schwartz, 2009:
10).
El paquete de
estímulo de 2009 para Estados Unidos constaba de 170.000millones
de dólares aproximadamente, del total de 787.000 millones
destinadosa inversiones en infraestructura. Mientras
las previsiones del Gobiernoestadounidense sobre
la creación de empleo en cada estado parecen concordarcon
la población urbana y el número de ciudades de más
de 100.000 habitantes(véase tabla 4: Impacto
estimado sobre los puestos de trabajo del paquetede
estímulo en Estados Unidos), este enfoque tendría
de hecho más relacióncon la población total del
estado que con el impacto de la pérdida de puestosde
trabajo en zonas urbanas. Esta opinión viene reforzada
por un artículopublicado en The New York Times
en el que se informaba que el sitio webRecovery.org,
del Gobierno de Estados Unidos, mostraba que el programade
los paquetes de estímulo para la creación de empleo
no tenía en cuentaaquellos estados que más lo
necesitaban. Como ejemplo se mencionaba el casode
Colorado, que con una tasa de desempleo del 7,3%,
creó 4.700 puestosde trabajo, mientras que Michigan,
con una tasa del 15,2%, solo obtuvo400 (Cooper
y Nixon, 2009). En cualquier caso, en conjunto, a
mediadosde octubre de 2009 las cifras globales
de desempleo no habían bajado.
El 16 de octubre
de 2009, The New York Times también informabade
que mientras el 61% de los ciudadanos de Nueva Jersey
seguían apoyandoal presidente Obama, el 68% no
notaba el impacto de los paquetesde estímulo
en su economía local, aunque el 37% creía que habría
unimpacto positivo a largo plazo (The New
York Times, 2009: 1 y 21-22). Elperiódico
anunciaba: «La situación económica lleva a los ciudadanos
deNueva Jersey al límite de la desesperación».
El Financial Times informabade que al
menos un tercio de los 5.230 contratistas estadounidenses
quehabían recibido contratos federales aún no
habían empezado a trabajar yque cada contrato
había generado de media únicamente 6 puestos de trabajo(O’Connor,
2009: 3).
Lo que
se ha escrito sobre el efecto multiplicador indica
que cuando seproducen restricciones de liquidez
y existe una elevada tasa de desempleo, elefecto
multiplicador puede ser mayor. Esto también puede
darse cuando elgasto del gobierno no sustituye
a la inversión privada, sino que refuerza laproductividad
del trabajo y del capital, y cuando la deuda del gobierno
es tanbaja que no hacen falta restricciones económicas.
Finalmente, cabe reconocerque la reacción del
consumidor respecto a la demanda estará enormementeinfluenciada
por su propia confianza.
Con estas salvedades,
las conclusiones de los 140 resultados obtenidosde
análisis realizados por el Banco Mundial sobre proyectos
en varios paísesmuestran una relación positiva
entre las infraestructuras y los resultados dedesarrollo.
Estas conclusiones también revelan que si los países
aumentaransus niveles de gasto en infraestructuras
en el ámbito regional, las previsiones decrecimiento
del PIB pasarían del 1,1 al 4%. Recopilando todas estas hipótesis,el
Departamento de Investigación del FMI
llegó a la conclusión de que porcada
dólar de inversión en infraestructuras, se generarían
tres dólares comoestímulo para la economía, lo
que supone un gran rendimiento y subraya laimportancia
de la inversión en infraestructuras (Freedman et al.,
2009).
A partir de este repaso a los paquetes
de estímulo en América Latina yde algunos datos
iniciales procedentes de Estados Unidos, resulta interesanteubicar
estas expectativas en un marco comparativo más amplio:
el de losestudios elaborados por la Comisión
Económica para América Latina y elCaribe. Durante
la crisis, la CEPAL ha revisado un par de veces la serie demedidas tomadas
por los países de América Latina y ha marcado claramentela
diferencia entre las medidas relativas al gasto público
y las de rebaja deimpuestos (CEPAL, 2009). La CEPAL
señala que el gasto público, como
eldestinado a infraestructuras, genera puestos
de trabajo vinculados a proyectosespecíficos
en sitios concretos, por ejemplo carreteras u otras
infraestructuras.Por el contrario, la rebaja
de impuestos fomenta mayor prudencia por partedel
contribuyente y de las familias, aumentando así las
probabilidades deahorro, lo que a su vez no sirve
para estimular la demanda ni para generarnuevos
efectos multiplicadores, por lo menos en un momento
como el actual,que es cuando sería necesario
(véase la tabla 5).
4. Implicaciones para las estrategias
políticas y de recuperación
Los
anteriores apartados del documento indican que los
efectos de la crisisson especialmente importantes
en las zonas urbanas. Los instrumentos económicosdiseñados
y adoptados por la mayoría de gobiernos en respuesta
ala crisis —los paquetes de estímulo— carecen
en buena parte de dimensiónespacial y física.
Sin embargo, se esperaba que dichas medidas sirvieran
paraestimular los comportamientos económicos
que se supone que deben darseen las ciudades
financiando una serie de inversiones físicas. Los
políticos,ignorando el hecho de que más del 80%
del PIB
mundial y más del 60% del
PIB
de los países emergentes procede
de las zonas urbanas, no definieron explícitamenteesa
«demanda estimulada» ni en relación a los espacios
urbanos,ni a los emplazamientos urbanos, ni a
los flujos urbanos.
Las medidas adoptadas no solo son
«instrumentos incorpóreos» destinadosa operar
en un espacio abstracto de la «economía», sino que,
comopaquetes de estas inversiones, también parecen
haber sido diseñadas sintener en cuenta factores
externos negativos, como el impacto ambiental, nifactores
externos positivos, como la unión de servicios de
infraestructuras.En cierto modo, se diseñaron
sin tener en cuenta cincuenta años de experienciaprofesional
sobre los contextos social, ambiental, político y
culturalde la inversión en infraestructura urbana
y, de manera más genérica, en elespacio construido
[iv]
. Esto significa
no haber reconocido un hecho que ahoraes plenamente
asumido: una infraestructura urbana segura es importante
acorto plazo, como se demostró a raíz del terremoto
de México en 1984 o traslos hechos del 11 de
septiembre de 2001 en Nueva York, y también a largoplazo,
para convertirse en «capital social fijo», tal y como
ya expresó Sir W.Arthur Lewis hace más de medio
siglo (Lewis, 1955).
En julio de
2009 The New York Times informó que en Estados
Unidos unimportante volumen de gasto se había
destinado a infraestructuras rurales.Una revisión
del gasto realizada en cada estado, bajo la Ley de
Recuperacióny Reinversión de Estados Unidos (ARRA, por sus siglas en inglés), confirmadicha información.
Mientras que en las zonas rurales existe una numerosapoblación
que necesita trabajo —y teniendo en cuenta que la
pobreza ruralconstituye un grave problema en
todos los países—, existen pocas dudas deque
un plan para estimular la demanda y el efecto multiplicador
económicohabría tenido más éxito en términos
de crecimiento agregado si se hubieradestinado
a zonas muy pobladas y con gran actividad económica.
La inversiónen zonas rurales me hace pensar en
la historia del hombre que buscabasus gafas de
sol bajo la luz de una farola, aun sabiendo que las
había perdidoen un rincón oscuro. Cuando le preguntaron
por qué las buscaba bajo unafarola, respondió:
«Porque es donde hay luz». La respuesta demuestra
unafalta de interés o de conciencia del contexto.
Otro aspecto interesante del diseño de los paquetes de estímulo
tienerelación con las instituciones encargadas
de invertir los fondos. En China,el Gobierno
se ha servido tanto de los bancos nacionales como
de los gobiernosprovinciales y municipales para
transferir sus fondos. Sin embargo,han descubierto
que en algunos casos los municipios no han tenido
la capacidadde invertir estos fondos, así que
se han quedado paralizados, o se hanutilizado
para cubrir las deudas municipales. En ambos casos,
el resultadodemuestra que el afán por asignar
el dinero público no ha tenido en cuentalas capacidades
limitadas. De este análisis se pueden sacar algunas
conclusiones estratégicas:
I. Reenfocar los instrumentos hacia
el contexto
Si
existe consenso sobre la necesidad urgente de estimular
la demanda ymejorar el crecimiento agregado,
habría que tener en cuenta las siguientesprioridades:
•
Centrarse en las ciudades, y no en las zonas rurales.
Las ciudades tienenmayor densidad de población
y más actividad económica, y por lo tantoun efecto
multiplicador superior.
•
Centrarse en las ciudades con un mayor número de personas
viviendoen barrios pobres, es decir, los puntos
más vulnerables. No se excluye ala población
rural pobre, pero se reconoce que las áreas urbanas
tienenmás actividad y mayor potencial, y que
deben ser objeto de estímulo.
•
Centrarse en ciudades con altos índices de ocupación
en la economíainformal, donde el efecto multiplicador
se produce más rápidamente yllega a la población
más desfavorecida.
II. Diseñar instrumentos para el
mundo real
En
la década del setenta, algunos observadores de proyectos
de desarrollourbano que recibían apoyo internacional
comentaban que daba la sensaciónde que algunos
proyectos de desarrollo buscaban adaptar el contexto
a losproyectos, en lugar de que los proyectos
se adaptaran al mundo real. Hoy estacrítica parece
de nuevo vigente en el ámbito de los paquetes de estímulo.
Loseconomistas han definido los paquetes de estímulo
como grandes catalizadoresdel comportamiento
económico y social, sin tener en cuenta los contextosen
que iban a operar.
La
experiencia en políticas y programas de ayuda que
se viene acumulandodesde hace décadas debería
haberse tenido en cuenta para diseñar estos programas,en
lugar de haber sido ignorada. De hecho, los países
ricos puedenaprender de lo aprendido al suministrar
ayuda a los países pobres. La principallección
de la ayuda al desarrollo es que el contexto es importante
y que, encualquier, caso el contexto acaba prevaleciendo.
En el caso de la economía, elcontexto es el espacio
en el que se da el comportamiento económico, no engráficos
de oferta y demanda, sino en tiendas, mercados, fábricas
y hogares—donde tiene lugar la producción, el
comercio y el consumo.
III. La política urbana debería
ser un instrumento macroeconómico
Este
argumento viene respaldado por la experiencia de la
recuperación de Argentinatras la crisis de 2001-2002.
En el caso argentino, las teorías internacionaleshan
tendido a destacar el papel del aumento de precios
de los productos y de lademanda creciente de
China. Se dice que Argentina ha tenido «suerte», que
seha salvado por la demanda mundial de sus exportaciones
agrícolas. Pero estasteorías son incorrectas.
Los datos sobre la recuperación del país desde 2002hasta
2007 muestran que el impulso no provino de las exportaciones
agrícolassino principalmente de la producción
y demandaurbanas. Cuando finalizó el período
de convertibilidad —y con él la paridad dólar-peso—
y en 2002 se devaluó el peso, el aumento de precios
por las importaciones estimuló la producción de bienes
y servicios nacionales para los consumidores. Esta
producción, a su vez, generó efectos multiplicadores
que ayudaron a la pequeña y mediana empresa y a la
creación de muchos puestos de trabajo. Posteriormente,
esto contribuyó también a la recuperación de los sectores
de la construcción y de la industria (Cohen, 2011).
La
contribución del campo a la recuperación llegó más
tarde, a partir de2004, cuando el precio de las
materias primas aumentó y las extensas plantacionesde
soja y otros cultivos empezaron a producir enormes
beneficios. Estasexportaciones ayudaron a fortalecer
las reservas del país y la situación fiscalentre
2004 y 2008, pero no se pueden considerar las artífices
del estímulode la recuperación. Las exportaciones
agrícolas generaron muchos ingresosadicionales
y un incremento de las finanzas públicas, pero la
de Argentinafue ante todo una «recuperación impulsada
por la demanda», localizada enzonas urbanas,
donde vive y trabaja un 80% de la población del país.
El
caso argentino es significativo porque muestra que
la ubicación urbanade los fenómenos macroeconómicos
en América Latina debe estudiarse enprofundidad
y los políticos deben prestarle atención. Los enfoques
históricosde los estudios urbanos en América
Latina sobre los asentamientos irregulares ylos
déficits en infraestructuras, la exclusión social,
la movilización de la sociedadcivil, la descentralización
y el «derecho a la ciudad» son temas importantes.Pero
estos trabajos no han tenido en cuenta un aspecto
esencial: más del 60%del PIB de
todos los países latinoamericanos procede de actividades
económicasurbanas. El futuro económico y social
de América Latina se encuentra en laszonas urbanas,
que son a la vez los núcleos de productividad y de
pobreza.
“Los
economistas han definido los paquetes de estímulo
como grandes catalizadores del comportamiento
económico y social, sin tener en cuenta los contextos
en que iban a operar”.
Dado el
nivel de productividad relativamente alto de las actividades
económicasurbanas en los países de América Latina,
existe una cuestión importanterelacionada con
las limitaciones del aumento de la productividad.
Entredichas limitaciones cabe mencionar, entre
otras, los déficits de infraestructura,los controles
de regulación, la falta de instituciones económicas
eficaces en lasciudades y la descoordinación
entre gobiernos locales, a pesar de dos décadasde
descentralización administrativa a favor de los gobiernos
municipales. Todosestos aspectos se han visto,
o deberían verse, afectados por los paquetes deestímulo
adoptados a escala nacional para combatir la crisis
actual.
Así pues, el
principal tema político y estratégico es cómo impulsar
políticaseconómicas urbanas para estimular y
mantener el efecto multiplicadorde la economía
necesario para generar empleo e ingresos. Pese a que
larespuesta habitual a esta cuestión ha sido
financiar infraestructuras urbanas,tal y como
se desprende de lo tratado anteriormente sobre los
paquetes deestímulo, es evidente que la infraestructura
es una condición necesaria aunqueno suficiente
para que se produzca una actividad económica continuada.Las
estrategias para el desarrollo económico local deben
ser transectoriales ointersectoriales, se deben
aplicar los incentivos y las condiciones necesariaspara
crear capacidad productiva y después encontrar medios
para distribuiry comercializar los bienes y los
servicios.
El desarrollo
económico urbano no debería entenderse solo como unainversión,
que es lo que sucede habitualmente, sino como un compromisoactivo
continuado tanto para construir como para reforzar
vínculos y mercados.Estos vínculos y mercados
se deberían construir asimismo teniendoen cuenta
el espacio y la ubicación, y utilizando la densidad
como condiciónimportante para impulsar la interacción
económica y social. Jane Jacobs expusoargumentos
similares en su libro The Nature of Economies (Jacobs,
2000).Estos mismos temas son abordados por observadores
como Bob Herbert,quien escribió sobre la importancia
de «encender la llama de la creación deempleo»
en The New York Times (Herbert, 2009). Y dando
un paso más allá,impulsar la interacción también
requiere quitar obstáculos y limitaciones,por
ejemplo, eliminando normativas innecesarias, lentas
y costosas, como elclásico ejemplo de los 55
pasos necesarios para obtener un permiso de obrasen
Kuala Lumpur.
El impulso al
aumento de la productividad es claramente uno de lostemas
estrella en épocas de crisis económica. En este sentido,
resulta obvioque las inversiones en infraestructuras
urbanas como el suministro de agua,el saneamiento
y la red eléctrica dan impulso a las empresas que
quierenexpandir sus operaciones, especialmente
aquellas que están ubicadas en lasáreas periféricas
de las ciudades latinoamericanas, donde las deficiencias
eninfraestructuras son más evidentes. Además,
dichas inversiones ayudan a crearnuevos puestos
de trabajo.
Como se
muestra más arriba, resulta significativo que de las
reunionesdel G-20 en Londres y Pittsburgh no
conste por escrito ninguna mencióna la infraestructura
urbana, a pesar de que la mayor parte de la «demanda»que
los gobiernos pretenden estimular tenga lugar en las
propias ciudades.Los paquetes de estímulo no
se dan en el ciberespacio, sino que deberíanestar
firmemente arraigados en el suelo, que es donde pueden
generar efectosperceptibles.
La capacidad
de las economías latinoamericanas para resistir el
impacto delas sacudidas económicas, tanto si
vienen provocadas por los ciclos económicosinternos
o por crisis económicas mundiales, depende en última
instancia delimpulso de las políticas económicas
al efecto multiplicador que tiene lugar en laseconomías
urbanas locales. Por lo tanto, la política urbana
tiene repercusionesmacroeconómicas y es demasiado
importante para ser dominio exclusivo de las«disciplinas
urbanas tradicionales» como la arquitectura y la planificación
urbana.No obstante, una política eficaz necesita,
además de los aportes de expertosen macroeconomía,
conocimientos locales. El reto de la cooperación entredisciplinas
es otra dimensión fundamental en la crisis económica
mundial.
Notas