N.
de la R.: El texto y las fotos que ilustran esta nota fueron
publicados originalmente en Soleritown,
de Emanuele Piccardo y Filippo Romano, editado en 2007 por
plug-in
(a quienes agradecemos haber autorizado su publicación
en café
de las ciudades).

Foto:
Emanuele Piccardo
Las contradicciones de la metrópolis americana
Reyner
Banham escribe refiriéndose a Los Angeles: "...la
ciudad no podrá nunca ser comprendida enteramente por
quien sea incapaz de moverse con desenvoltura a través
de su extenso tejido urbano y de adecuarse al ritmo sin precedentes
de su vida. Así como las antiguas generaciones de intelectuales
ingleses aprendían el italiano para poder leer a Dante
en su idioma original, yo he aprendido a manejar automóviles
para leer Los Angeles" (Reyner Banham, Los
Angeles. L’architettura di quattro ecologie).
Solo individualizando el instrumento que ha permitido el desarrollo
urbano de un lugar, en este caso la ciudad norteamericana
construida sobre el uso del automóvil, se puede comprender
su estructura.
Para intentar
profundizar sobre Paolo Soleri y Arcosanti es necesario partir
de la experiencia del viaje. Que no solo viene entendido
como percepción espacial de lugares que se suceden
(Newark, Phoenix, Cordes Junction, donde surge Arcosanti,
Las Vegas), sino también como aproximación mental
que se alimenta de las lecturas hechas, de las sugestiones
llegadas por distintos medios, de los encuentros con Soleri,
todo acompañado por la idea fundamental de que se puede
construir una nueva iconografía del sprawl y
describir una arquitectura con la fotografía, en modo
original y persuasivo, no delegando solamente al dibujo la
representación de la idea arquitectónica.

Foto:
Filippo Romano
"En Las
Vegas todo se desarrolla como si la ausencia de
un sentido de pertenencia al ambiente comportase necesariamente
una sensibilidad hipertrófica por los detalles. No
hay posibilidad de ninguna fuga visual entre los horizontes
perceptivos (siendo indefinidos izquierda-derecha, adelante-atrás,
vecino-lejano), sino solamente la pregnancia de formas engrosadas,
exageradas, exhibidas. Detrás de las señales
luminosas no se abre espacio alguno, no toma forma mundo
alguno" (Bruce Bégout, Zeropoli. Las Vegas,
città del nulla).
Las dinámicas
y la forma de Las Vegas permanecen inmutables respecto a como
las habían descripto Robert Venturi, Denise Scott-Brown
y Steve Izenour en Learning from Las Vegas (1972).
Un libro-manifiesto
que narra la ciudad atravesada por el automóvil, evidenciando
no una arquitectura culta y refinada (operación difícil
en un lugar donde la arquitectura no existe), sino más
bien la importancia de los signos y de los objetos colocados
a lo largo de los boulevards y el strip.
Construida
en el desierto del Mojave en Nevada, Las Vegas representa
el lugar de los excesos del american dream, testimonio
del fracaso del consumismo exasperado, del cual es aún
más protagonista que Los Angeles.
Sin-city,
ciudad del pecado, desarrollada sobre un claro diseño
político como ciudad dedicada a la diversión
para distraer la atención de los experimentos nucleares
(realizados en los años ’50 pero solo divulgados en
la década siguiente), Las Vegas resplandece en la noche
en la forma de los anuncios de los Casinos, de los Hoteles
de extra lujo, de las Chapels of the Bells y de los
moteles. De día muestra su estructura hecha de escenografías,
tan ficticias como un set cinematográfico, donde el
cartel a lo largo del strip no reclama al pasante más
que para derrotarlo en el casino. Con un hábil camouflage,
el strip comercial está hecho de atractores visuales
cuyo objetivo es concentrar muchos lugares en un solo lugar:
París, Venecia, Nueva York y El Cairo, fragmentos de
un tejido urbano homogéneo, un parque de diversiones
hecho a semejanza de una ciudad. Martin Scorsese narra bien
esta violenta realidad metropolitana en Casino (1996).
Robert De Niro, protagonista del film, nos acompaña
en los meandros escondidos de la ciudad, en la vida del casino
y de la criminalidad mafiosa, en los mismos años en
los cuales los Venturi escribían el libro de culto
de generaciones de arquitectos por venir. Una ciudad donde
se alternan el lujo de la diversión y la pobreza de
los homeless que ocupan los intersticios al borde del strip.
"Las
Vegas encarna entonces la utopía -escribe Bruce Bégout-
en su doble forma esencial: la satisfacción del deseo
individual a través de la racionalización de
las relaciones sociales. Representa al mismo tiempo esa ciudad
en la cual todos los deseos pueden ser satisfechos
y aquella en la cual una severa reglamentación de los
espacios garantiza a esta satisfacción la absoluta
certeza de que nunca será perturbada ni interrumpida"
(Bruce Bégout, Zeropoli). El sprawl
no es entonces solo una condición del desarrollo urbanístico
de la metrópolis sino también una modalidad
de vida. En su interior no hay jerarquías funcionales,
en cuanto la homologación es el sistema que
lo regula y alimenta. Este concepto es demostrado observando
algunos barrios de Phoenix en los alrededores de Cosanti,
la primera aldea realizada por Soleri. Allí, donde
en los años cincuenta estaba el desierto, crecen fuera
de la vista las villas, en estilo mexicano, cercadas de muros
que impiden la vista interna, regladas por una densa malla
de calles ortogonales. En este sentido se puede afirmar que
el sprawl es un modelo de asentamiento muy rígido,
en el cual la residencia y las funciones industriales y comerciales
son contenidas al interior de recintos físicamente
bien definidos. El elemento de ruptura es el downtown,
concebido como una estructura vertical que se contrapone a
la horizontalidad del resto del tejido urbano, que en el caso
de Phoenix presenta un número reducido de rascacielos
respecto a las dimensiones de las downtowns de Chicago, Boston
o New York.
En Estados
Unidos "el sprawl es algo predestinado a acontecer:
hay ahora cien millones de personas más que cuando
el país superó los 200 millones, en 1967; esa
gente debe instalarse en algún lado y a la gran
mayoría no le gusta la ciudad. Fin de la historia"
(Brad Knickerbocher, Daniel B. Wood, How America grows:
A tale of two cities). Según una investigación
de 2004 de la National Association of Realtors solo el 13%
de los estadounidenses quiere vivir en una ciudad, el 51%
prefiere un suburbio y el 35% un ambiente rural: hay una compulsión
por aquellos territorios que en un tiempo fueron campaña,
pero que hoy pertenecen a la dimensión metropolitana
o suburbana de la ciudad,
Comprender
las contradicciones de Estados Unidos no es una operación
simple, sobre todo cuando el territorio está salpicado
de casas prefabricadas móviles, en las cuales es inútil
buscar una referencia a Richard Buckminster Fuller... Casas
exactamente iguales entre sí, hechas en balloon-frame
y revestidas en placas de yeso, una al lado de la otra, como
piezas de catálogo, ocupan el espacio sin ningún
carácter distintivo. No por casualidad la migración
hacia el Oeste, y en particular Arizona, que dispone todavía
de mucho espacio abierto, está en expansión,
sobre todo desde California, a causa del menor costo de los
terrenos para localizar las casas rodantes. Activo desde fines
de los años 40 del siglo XX, este fenómeno funda
su fuerza en la posibilidad de cambiar de lugar tantas veces
como se quiera a lo largo de la vida, optando por un nomadismo
análogo al de los primeros pioneros.
Las casas,
en aluminio o madera, son transportadas en camión hasta
su destinación final, donde son dispuestas en forma
esparcida, sin ninguna lógica urbanística, ocupando
porciones mínimas de un territorio muy amplio. De este
modo se forman las nuevas ciudades provisorias y temporarias
sobre los bordes de las grandes superautopistas donde, para
comprar alimentos, se requiere tomar el auto y alcanzar el
Lifestyle Center más cercano.
"Los
propietarios de estos espacios seudo públicos no responden
a nadie y pueden imponer su propio código de comportamientos
personales a clientes y visitantes... Los Lifestyle Center
son la última encarnación de los centros comerciales,
inteligentemente disfrazados de espacio urbano público
o gran calle comercial... La realidad es que estos centros
son creados solamente para atraer a las grandes cadenas nacionales
del comercio o de la gastronomía" (George Crandall,
Lifestyle centers camper region’s growth management strategy).
De otra
naturaleza, pero especulares al paisaje del sprawl,
son las comunidades cerradas donde el inversor privado realiza
especulaciones edilicias por lote. Un diseño unitario,
compuesto por bloques de residencia multifamiliar, define
barrios-ghettos para burgueses ricos, en los cuales el acceso
es controlado por vigilantes que garantizan la seguridad y
por rígidas normas de autoreglamentación de
la vida cotidiana. Es el cine el mejor medio para describir
este paisaje: Peter Weir, en The Truman show (1998),
narra la vida artificial que se desarrolla al interior de
una comunidad urbana cerrada, poblada de ciudadanos sonrientes
que habitan un ambiente de paz y serenidad.
El miedo
a la sociedad y sus diversidades genera formas exasperadas
de control sobre los comportamientos de los ciudadanos,
video-vigilados dentro y fuera de la comunidad cerrada. Este
sentido de clausura hacia la sociedad tiene orígenes
lejanos y puede ser reconocido en algunas de las arquitecturas
de Frank Lloyd Wright realizadas en las primeras décadas
del siglo XX, en el barrio residencial de Oak Park, en Chicago.
Allí la arquitectura define una modalidad de protección
visual y física del mundo exterior a través
de parapetos y muros, demostrando hasta donde esta tendencia
está inserta en la América democrática
desde hace un siglo.
El sprawl
fracasa por incapacidad de ser ciudad, debido a la ausencia
de espacios públicos, núcleo fundamental de
la vida: su aparente libertad para acoger cualquier modalidad
de asentamiento es en realidad el resultado de la relación
entre política y gestión del territorio.

Foto:
Filippo Romano

Foto:
Filippo Romano
Arcología: modelo alternativo de ciudad
Hablar
de Arcología, es decir la unión entre arquitectura
y ecología, requiere una precisión más
profunda de su significado, que solo puede ser dada por su
creador, Paolo Soleri.
"Arcología.
Ciudad a imagen del hombre y por lo tanto tridimensional -afirma
Soleri-, compleja, miniaturizada. La arcología es arquitectura
en cuanto materialización del ambiente humano, y ecología
como equilibrio físico, biológico y psicológico
de condiciones que tienen en cuenta el lugar específico
y su inclusión en una totalidad. Así de compleja
en perspectiva, sana en su estructura, sutil y flexible en
sus infraestructuras, y con tanta capacidad de miniaturización
como para alterar en sustancia la ecología local en
la dirección humana, la arcología es un mecanismo
necesario para el proceso de interiorización del mundo
y del concepto de masa energía (la materia que deviene
espíritu)" (Antonietta Iolanda Lima, Soleri. Architettura
come ecologia umana).
La miniaturización,
es decir la reducción física de las partes que
componen la ciudad, lleva a elaborar una ciudad alternativa
a la que propone el mercado, en la cual se opone al sprawl
la concentración en una estratificación funcional.
Como ocurre en el proyecto, en parte realizado entre 1971
y 1990 y todavía en curso, de Arcosanti.

Foto:
Filippo Romano
La arcología es un sistema independiente y autónomo,
en el sentido de que en su interior están contenidas
las funciones necesarias para la vida de la ciudad: residencia,
centros de recreación, actividades agrícolas
y educativas. La agricultura es uno de los medios de sustento
de una comunidad de condición histórica preindustrial,
adherente al concepto de vida frugal, es decir, a la
satisfacción de las necesidades necesarias y esenciales,
nunca superfluas, como confirman las palabras de Soleri: "...desde
sus primerísimos orígenes, el hombre ha construido
o reorganizado las ecologías... ha transformado continentes
trabajando sobre la escala cósmica a través
de la agricultura" (Paolo Soleri, Io e l’arcologia).
Junto
a la agricultura, el artesanado representa la real economía
de Cosanti y Arcosanti desde sus fundaciones. A través
de la producción de campanas en cerámica y bronce,
diseñadas por el arquitecto turinés utilizando
las técnicas que le transmitiera Vincenzo Solimene
en Vietri, se obtiene el sostén financiero necesario
para el funcionamiento y la realización de Arcosanti.
El esfuerzo
sostenido en reformular la economía de la ciudad se
inserta en un contexto global donde otras economías,
que nacen directamente de los productores (sean estos agricultores
o pequeños emprendedores), se proponen como alternativa
al mercado gestionado por las multinacionales. En este sentido,
la ciudad proyectada por Soleri no parece lejana a la experiencia
de los foros sociales no globales, en los cuales se definen
propuestas de economías alternativas al consumo, que
propugnan un modelo de sociedad diferente del actual.
Soleri realiza en el desierto un fragmento de ciudad hecho
a semejanza de una aldea, en el que la dimensión presente
condiciona la totalidad de la vida.

Foto:
Filippo Romano
Arcosanti está pensada para 5.000 habitantes sobre
un territorio de 25 acres, dejando libres otros 4.060 acres:
un lugar de dimensiones demasiado exiguas respecto a la realidad
americana y a la percepción urbana de sus ciudadanos.
La construcción
de Arcosanti ha contado con el aporte fundamental de los hippies
(contestadores del modelo americano en función de un
mundo hecho de libertad, paz, amor, anulando las diferencias
culturales, étnicas o religiosas) y en general de todo
tipo de personas que buscan un modelo alternativo de sociedad.
Soleri
individualiza en el laboratorio urbano el medio para alcanzar
la arcología, experimentando la construcción
de la ciudad sobre el campo con ciudadanos, arquitectos y
estudiantes en búsqueda de una mayor participación
de la sociedad.
Las relaciones
entre los hombres están en la base de la comunidad
democrática de Soleri, una suerte de Soleritown, en
la cual el arquitecto es el gurú, el profeta, el comitente
y el artífice al mismo tiempo; un profeta seguido por
solerianos, pocos, fidelísimos, que tratan de
divulgar su pensamiento.

Foto:
Filippo Romano
Espacios abiertos y accesibles a todos, habitantes y huéspedes,
definen una ciudad que vive y se nutre del SOL como elemento
primario de su existencia, en la cual todo se desarrolla en
una dimensión espacial y en un tiempo diversos de los
frenéticos de la ciudad del consumo. La relación
espacio - tiempo es determinante para el desarrollo de las
actividades cotidianas: en Arcosanti las jornadas son mucho
más largas, se inicia muy temprano el cultivo de
la tierra y al oscurecer, la ciudad se cierra en si misma.
Los edificios están estructurados a través de
la inserción de funciones que se modifican durante
la jornada al variar del sol. En Arcosanti Soleri experimenta
tipologías diferentes, como por ejemplo las casas con
patio "colgadas" al dorso del ábside de la
Foundry, donde el patio deviene el corazón de la distribución
funcional, o el bloque de alojamientos-cubo del East Crescent,
que rota entorno al anfiteatro abierto, donde el patio regula
la entrada a cada alojamiento singular definiendo un diálogo
con las casas precedentes realizadas en los años setenta.
"En
Arcosanti la vida procede a través de recorridos
ambientales de complejidad creciente; tales recorridos
son insertos en espacios estrechamente estructurados a la
escala individual. A medida que las relaciones se hacen más
complejas, el sistema de recorridos y el espacio se contraen
hasta llegar a la célula" (Paolo Soleri, Io
e l’arcologia).

Foto:
Filippo Romano
En la ciudad de Soleri no se usa el auto y los recorridos
son una promenade arquitectónica lecorbusierana,
que permite a sus habitantes apreciar la belleza del desierto
y su dureza, además de vivir dentro y fuera de la arquitectura
una experiencia espacial y temporal en cada fase de la jornada.
La ciudad es una memoria arqueológica/arcológica
de si misma, como si perteneciera a la tierra incluso
antes de su fundación.
La intransigencia
de Soleri ha condicionado el desarrollo del proyecto, evitando
cualquier tipo de compromiso con el mercado y sus leyes, en
cuanto vivir en Arcosanti es una elección comprometida
con el cambio de la sociedad a través de una nueva
consciencia ambiental. Al mismo tiempo, la arquitectura construida
en Arcosanti revela en su existencia la aporía del
proyecto soleriano: parapetos y techos son el resultado del
no conocimiento de la idea originaria. La anarquía
difusa de los arcosantianos, en el modelo de vida y en
la construcción de la ciudad, subraya la dependencia
de su fundador: ¿que suerte correrá Arcosanti? ¿Los
Solerianos conseguirán llevar a término el proyecto?
Paradójicamente,
habitar en Arcosanti determina una modalidad de comportamiento
especular al habitante del sprawl; en ambos casos,
las acciones individuales son condicionadas por la tipología
de inserción sobre el territorio. Solamente la reducción
de ocupación del suelo propuesta por Soleri, respecto
al porcentaje ocupado por la ciudad del consumo (solo el 2%
del territorio es utilizado, contra el 60% destinado a los
servicios para el automóvil, es decir calles, estacionamientos,
etc.), y el mayor ahorro de energía mediante sistemas
solares pasivos (invernaderos, sistemas de ventilación
natural, vegetación, agua) señalan las diferencias
culturales entre los dos modelos: sprawl y arcología.
El modo de vida del ciudadano que habita una casa unifamiliar
en el suburbio de Phoenix tiene la misma fuerza ideológica
que el del arcosantiano que vive aislado en medio del desierto,
cultivando la tierra.
Arcosanti
es percibida como una comunidad espiritual y utópica,
por fuera de cualquier materialismo al cual, sin embargo,
nadie, y mucho menos en los Estados Unidos, está dispuesto
a renunciar para reconstruir el futuro de la humanidad. Ninguna
metrópolis norteamericana, en efecto, ha hecho propio
el laboratorio urbano soleriano como modelo para la fundación
de una nueva ciudad o de un nuevo barrio, demostrando desconfianza
hacia una ciudad alternativa a aquella que produce el mercado.
No es demostrable si en otro contexto geopolítico,
como el europeo, Soleri hubiera tenido el camino más
expedito para promover y ver aplicadas sus propias teorías:
ciertamente Norteamérica, lugar donde nace el consumo,
no es un país propicio para modificar, con la fuerza
de las ideas, unos comportamientos sociales nacidos hace dos
siglos.
Esto debería
definir una nueva aproximación a la gestión
del territorio, incluso en sentido ecológico. ¿Puede
la propuesta de Soleri devenir modelo de ciudad? ¿Puede modificar
en el tiempo la consciencia de las consecuencias sociales
de la arquitectura, que debería desvincularse de la
lógica del beneficio y abandonar la mistificación
de la ciudad genérica "a la Koolhaas", esa
que secunda y aprovecha al mercado?

Foto:
Emanuele Piccardo

Foto:
Emanuele Piccardo
Una forma de eclecticismo autónomo
En 1946
Paolo Soleri escribe a Frank Lloyd Wright para pedirle participar
de la actividad de la escuela de Taliesin West, fundada en
Scottsdale, suburbio de Phoenix. Taliesin West es una escuela
de arquitectura y de vida en el cual el dogma wrightiano
es seguido literalmente por sus adeptos. Allí, cada
joven arquitecto, de Neutra a Schindler, de Soleri a Moser,
debe obedecer las reglas: es difícil para Soleri, cuya
personalidad está ya bien definida, resistir en una
ambiente tan rígido y poco abierto a la confrontación
dialéctica. Las divergencias con el maestro norteamericano
se manifiestan en el tiempo y son evidentes sobre todo en
la reflexión de Soleri sobre el proyecto para Broadacre
City, donde Wright propone su idea de ciudad territorio
de desarrollo horizontal y la relación con la naturaleza
y la producción mecánica estandarizada (automóvil,
telégrafo y teléfono) son los elementos indispensables
para su desarrollo. "Será una ciudad tan diferente
de la antigua y de cualquier ciudad de hoy que probablemente
no lograremos reconocerla como ciudad" (Bruno Zevi, Introduzione,
en Frank Lloyd .Wright, La città vivente): la
afirmación wrightiana es profética. Wright suscribe
la idea según la cual la metrópolis podía
expandirse solo con el incremento del sueño americano:
un ciudadano, un automóvil. El auto, que está
en la base de la teoría de "The Living City"
(1958), deviene el factor desencadenante de la oposición
de Soleri al confrontar un modelo que, desde el inicio, considera
insatisfactorio a causa del incremento de ocupación
del suelo, poniendo en crisis la relación hombre naturaleza.
Durante
y después de la experiencia de Taliesin, Soleri elabora
los primeros proyectos de casas "Arizonian Houses",
que aprovechan las condiciones climáticas extremas
del desierto. Excava la tierra para colocar las funciones
habitacionales bajo una cubierta de cúpulas vidriadas,
continuando con diseños variados y modificando los
radios de curvatura de las cúpulas, alzando y bajando
la línea de tierra para definir la justa proporción
entre las partes emergentes y enterradas, siempre en relación
con la posición del sol. En enero de 1950 Soleri regresa
a Italia y emprende un viaje con su mujer Colly para hacerle
conocer la península. El viaje es importante porque
ofrece a Soleri la ocasión de realizar para el ceramista
Vincenzo Solimene la fabrica homónima, con la que alcanzará
su autonomía y madurez proyectual y, al mismo tiempo,
por el "descubrimiento" de la arquitectura italiana,
que lo guiará en la reflexión sobre la obra
contemporánea de Le Corbusier en una confrontación
estimulante y no de simple citación de la obra del
arquitecto suizo.
En 1951,
el proyecto entonces en desarrollo para Chandigarh deviene
para Soleri un punto de referencia en la construcción
de Arcosanti.
La construcción
de la nueva capital del Punjab permite al maestro franco suizo
realizar, después de las arquitecturas de los años
’30, aquella ciudad sobre la cual había escrito en
Vers une architecture y sobre las páginas de
la revista "Esprit Nouveau".
"Como
Michelangelo en su edad tardía -afirma el historiador
inglés William JR Curtis- Le Corbusier entró,
en los últimos años de su vida, en un mundo
poético cada vez más privado y místico"
(William J.R. Curtis, L’architettura moderna dal 1900):
en Chandigardh se reencuentran algunos de los principios cristalizados
en los cinco puntos de la arquitectura, y el uso de formas
puras como pirámides, conos, paralelepípedos
que, bañados en luz y en el contraste lleno-vacío/luz-sombra,
asumen un fuerte carácter expresionista.
Es la
relación con el territorio sobre el cual se implanta
el proyecto la que conduce a algunas consideraciones sobre
la monumentalidad del espacio construido. Le Corbusier proyecta
Chandigarh siguiendo una relación proporcional variable
entre los volúmenes y el contexto, en función
de las tipologías de inserción utilizadas, de
una dimensión que aunque puede aparecer fuera de escala
resulta en cambio necesaria para que el conjunto se perciba
como ciudad. Del mismo modo, Soleri en Arcosanti enfatiza
la monumentalidad de la implantación; de otra forma
la arquitectura desaparecería en la vastedad del desierto
americano, privada de referencias.
Ambos
reconsideran la relación entre inserción y territorio,
ente espacio y tiempo, entre espacio y luz, aplicando formas
y tipologías profundamente diversas, pertenecientes
a diferentes interpretaciones de la cultura arquitectónica
mediterránea y proponiendo, al mismo tiempo, una
relectura de la cultura indígena.
La ciudad
tiene una dimensión física que le es propia
y Soleri, más atento a la tradición constructiva
y arquitectónica italiana, individualiza en las formas
absidiales y en la cúpula su arquetipo para la creación
de estructuras monumentales.

Foto:
Emanuele Piccardo
El Coliseo y la Basílica de Majencio, y sobretodo el
Renacimiento Italiano, sean en sentido arquitectónico
o figurativo, devienen en Arcosanti más que una citación:
en las North y South Vault, las dos bóvedas abiertas
sobre el paisaje recuerdan la exedra de Bramante en los Jardines
Vaticanos. O la forma del ábside, en el caso de la
Ceramic Apse y de la Foundry, constituye una analogía
visible entre la arquitectura del desierto y la estructura
cóncava donde es contenida la Madonna pintada por Piero
della Francesca, en la Pala de Brera. El uso de estas formas
determina un sentido de protección del desierto pero,
al mismo tiempo, permite el atravesamiento del espacio interior-exterior,
resuelto con continuidad, como si la arquitectura deviniese
un continuo con la tierra.
La resonancia
entre Arcosanti y Chandigarh se mide también en otras
relaciones: una simbólica y cosmogónica,
no secundaria, que en ambos casos se traduce en elementos
arquitectónicos orientados hacia las constelaciones
y el universo; otra matérica, en el uso del
cemento armado a la vista del mismo color que la tierra, obtenido
a través del empleo de técnicas artesanales.
Para Soleri, Arcosanti y antes todavía Cosanti son
ensayos de laboratorio, workshops donde los procedimientos
adquiridos de Solimene para la realización de objetos
en cerámica son aplicados al cemento, dejado en bruto
y rico en rebabas que devienen ornamento. Son verdaderos modelos
en escala 1:1, donde el arquitecto verifica sus ideas para
una suerte de ciudad "renacimental" proyectada
en el futuro del hombre, que construye su hábitat
en consonancia con la naturaleza.
Soleri
crea una arquitectura apoyada y referida a formas y tipologías
que han atravesado la historia de la arquitectura: del clasicismo
al renacimiento, de Wright a Le Corbusier. Lejos de las "luces
de neón", Soleri ha desarrollado un eclecticismo
autónomo, que define una colección de arquitecturas
percibidas como un conjunto compacto y coherente.
EP

Foto:
Filippo Romano
Soleritown,
de Emanuele Piccardo y Filippo Romano, editado en 2007 por
plug-in,
laboratorio de arquitectura y artes multimediales, 132 páginas
22 x 24 cm., edición general de Emanuele Piccardo con
Luisa Siotto y Patrizia Bonifazio, fotografías de Emanuele
Piccardo y Filippo Romano, textos en italiano e inglés
de Emanuele Piccardo y Pierangelo Cavanna, diseño gráfico
de Oriano Sportelli, traducción de Antonella Bergamín,
auspiciado por la Asesoría de Cultura de la Provincia
de Turín y la Fundación de la Orden de Arquitectos
de la Provincia de Turín.
Emanuele
Piccardo es arquitecto, fotógrafo y director de la
revista digital Archphoto.
De
su autoría, ver también en café
de las ciudades:
Número
39 I Cultura de las ciudades
No
solo puerto, no solo periferia I La reconversión
metropolitana de Génova. I Emanuele Piccardo I Ver
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Caveri, del Ser al Estar, de San Isidro a Trujui. I Marcelo
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para arriba I Notas sobre el paisaje urbano
de Valparaíso. I Marcelo Corti
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sobre el sprawl:
Número
43 I Ambiente y Economía de las ciudades
¿Puede
ser bueno el sprawl? I Los supuestos beneficios
de la dispersión urbana. I Wayne A. Lemmon
Sobre
Las Vegas, ver Ciudades Muertas, el libro de Mike Davis
disponible en versión PDF en Traficantes
de sueños.
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