"Trabajamos
entre el código, la ideología y el mercado"
Entrevista
a Pablo Ferreiro: San Isidro, la condición suburbana y la
apertura del zoom.
Hablé con Pablo Ferreiro en una de sus obras sanisidrenses,
el Bar Deriva, en el corredor gastronómico de Dardo Rocha.
Muy cerca del estudio AFRa, que Ferreiro fundó junto a Saturnino
Armendares y Claudio Rey. Estábamos en el corazón
de la zona más dinámica e incierta del municipio,
y además esa tarde se había inaugurado un grupo de
viviendas en La Cava, en medio de algunos reproches estridentes
por los mecanismos de adjudicación. Un contexto espacial
y temporal especialmente adecuado al objetivo de la conversación,
tal como empecé explicándole a Ferreiro.

cdlc:
Hace
tiempo que quería hacer esta entrevista, porque creo que
la producción del estudio AFRa tiene una dimensión
urbana muy interesante para debatir. Pero ahora se da una circunstancia
"simpática", los 300
años de San Isidro, y es una buena oportunidad
para concretar nuestro diálogo. Con esto no quiero decir
que restrinja los méritos de la arquitectura de AFRa, que
a mi juicio son muchos, a simplemente ser un estudio de San Isidro.
Lo que sí creo es que la arquitectura que ustedes hacen se
inserta en San Isidro de una forma que está distante tanto
de la nostalgia adaptativa a una visión tradicionalista y
restringida de San Isidro, como de la supuesta modernidad de los
bordes de la Panamericana o de los barrios cerrados. AFRa propone
una arquitectura con vocación para insertarse en la situación
urbana, a la que en cierta forma reivindica dentro de las posibilidades
del mercado; una arquitectura que trata de generar ciudad sin quedarse
en la imitación fetichista de ciertos estereotipos sanisidrenses.
Este aniversario es entonces una buena oportunidad para hablar de
esa producción. ¿Pensás que el haber vivido en San
Isidro y ser de esta zona influye en tu forma de pensar la arquitectura
y la ciudad?
PF:
Primero, gracias por esa mirada sobre las cosas que hicimos.
Cada vez que alguien nos dice algo que avala nuestras ideas nos
viene bien, porque estamos todo el tiempo trabajando en algo que
no termina de estar del todo definido y comentarios como el tuyo
refuerzan ciertas nociones que tenemos y que creemos que son buenas.
El otro día pensaba, justamente, qué cosas de las
que hacemos tienen que ver con el hecho de ser gente de San Isidro;
de esos 300 años, nosotros somos testigos de 40, que no es
poco. Y lo que pensaba, cuando vos me propusiste esta entrevista,
era que los dos únicos dos grandes cambios que yo
noté en esos 40 años fueron: uno, que para mi tiene
que ver con un factor externo, la ampliación de la autopista
Panamericana, que me parece que de alguna manera da vuelta San
Isidro y hoy estamos tratando de asimilar ese impacto, y el otro
es el shopping Unicenter...
cdlc:
...que también tiene que ver con Panamericana.
PF:
Sí, y los dos tienen que ver con los ’90, como dos acciones
típicas del urbanismo en el mundo, el modelo americano, el
modelo conceptual, económico y de ciudad, el cambio del paradigma
de vivir afuera de las ciudades y la fuerza de una autopista
que atraviesa el partido y le produce un impacto único, al
menos en la memoria que yo tengo de la ciudad. Y eso genera además
otro cambio, pasar de la noción establecida de San Isidro
como un punto, un satélite al salir de Buenos Aires, a ser
parte de una mancha única que es la región metropolitana,
a la que directamente pasa a integrarse. Lo que produce la Panamericana
saca de su aislamiento a San Isidro, lo integra y lo unifica con
Vicente López, San Fernando y Tigre.
cdlc:
Y
a su vez le da cierta centralidad.
PF:
Claro, San Isidro pasa a quedar en el medio de la mancha metropolitana
y entonces, para entender San Isidro, tenés que abrir el
zoom. Recién hablábamos de la ciudad, y de
entender la ciudad. Para mi hay dos especies de alas que se abren
en la metrópolis, que son la región norte (más
consolidada) y la región sur. La pieza, como fragmento
metropolitano, ahora está muy definida, antes solo tenía
vías de trenes y ahora se le calza una autopista paralela
y se arma una costa muy definida. Tratando de entender hacia donde
irán los próximos 300 años, creo que hay una
operación metropolitana que ya está dada y que hay
que ver como la asimila cada parte, cada componente de la pieza.
El pensamiento de cuestiones individuales como partido, desde el
centro de San Isidro, la actitud de pensar desde el centro hacia
fuera, ya no sirven: ahora hay que cambiar esa mirada. Me parece
que en ese sentido todavía no está muy claro como
San Isidro responde a esta cuestión macro, a pesar de que
algunas cuestiones ya funcionan bastante integradas con los otros
municipios de la región. Creo que algunos proyectos nuestros
responden a esa cuestión. Este lugar donde estamos, Deriva,
es un proyecto que está pensando a partir de entender esas
miradas. Este es un proyecto urbano que entendió la avenida
de la Unidad Nacional que tiene adelante, y donde decidimos hacer
público este patio de acá atrás, que apuesta
a la peatonalidad y que es un proyecto que todavía
se está consolidando, porque el lugar aun no es peatonal,
la memoria colectiva del barrio no es peatonal, es vehicular. Ahora
se están haciendo algunas galerías comerciales por
allá atrás, con lo cual me parece que en el tiempo,
si el entorno resiste la lógica económica, este proyecto
funcionará muy bien. Nosotros estamos tratando de abrir ese
zoom y cada proyecto que hacemos trata de entender estas
lógicas mayores.

cdlc:
Hay
también una decisión empresarial, si se quiere (un
estudio es en parte una empresa), de instalarse en un lugar que
justamente es lo nuevo de San Isidro, la nueva cara, lo que está
cerca de la Panamericana y tiene que ver con estos cambios. Una
zona que está mutando de ser un área de studs y viveros
a algo que todavía no se sabe bien qué es. Entonces
parece muy fuerte la decisión de instalarse aquí en
forma fija.
PF:
Nosotros habíamos empezado a buscar al principio por
el Bajo, un lugar que nos gustaba más, pero después
miramos el mapa y nos dimos cuenta de que el eje de la Panamericana
te permite desplazarte de otra forma. Ya había una incipiente
Internet y se podía entender que ya no iba a hacer falta
estar en los centros para estar cerca de los lugares: ya lo urbano
no depende tanto de la distancia al centro sino del tiempo en que
te vinculas con el centro, con lo cual todo puede ser urbano
en un punto. Y sí, la apuesta a establecernos ahí
tiene que ver con que nos parecía un lugar que iba a sufrir
enormes cambios. Esto que hablábamos recién del San
Isidro suburbano y aislado al que llegabas por una ruta a través
de un área periférica con viveros, con industrias:
al integrarse a la mancha urbana y quedar incorporado, todo eso
de desplaza porque la renta de esa tierra se hace muy alta, esos
usos se van al segundo anillo y esta zona queda como parte del tejido.
Hay un trabajo que hacemos en la facultad desde hace varios años
que se relaciona con esto del zoom que se abre y es esta
lógica de las dos alas de Buenos Aires y la ciudad en el
medio con el eje histórico de la avenida Rivadavia; cuando
miras ese nuevo mapa, la ciudad, para nosotros, tiene otro eje que
es el Riachuelo. Para mí, el Riachuelo es el nuevo eje
metropolitano, que recupera el símbolo original del lugar
fundante y que además es el área de oportunidad más
grande que tiene la ciudad, que hasta ahora siempre fue un borde
donde tirabas la mugre y ahora resulta un eje de oportunidades gigantesco.
En ese mapa, así como Puerto Madero permitió equilibrar
y conectar norte y sur en la ciudad, el Riachuelo es la pieza que
puede unir norte y sur a escala metropolitana, es una idea muy atractiva
que venimos desarrollando hace mucho tiempo. Desde esa mirada podes
entender mejor estos fenómenos, la región norte, la
región sur, y todos los problemas que tiene San Isidro a
partir de esta cuestión. Cuando se amplía la autopista
Panamericana, el borde de la ciudad (que además es su entrada)
se modifica sustancialmente: la velocidad de las cosas que pasan,
las transferencias, los programas de los bordes. San Isidro tardó
en reaccionar a eso y el mercado le fue ganando todo el tiempo,
hay una cierta capacidad de reacción desde la gestión
municipal pero de todas maneras, creo que en este aspecto no hubo
capacidad de anticiparse a los cambios. Recién ahora se están
parquizando las vías de acceso, pero con una visión
algo "napoleónica" de embellecimiento, y yo creo
que en realidad lo que hay que hacer es calificar estos lugares
con programas. Por ejemplo: no hay un centro de transferencia
de transportes a escala de lo que es el cruce de Márquez
y Panamericana.
cdlc:
¡Sí, es una vergüenza! El centro de transferencia
es el estacionamiento del Banco Francés...
PF:
Claro, solo pusieron un cartel por los 300 años, hicieron
una fuentecita con el aporte de un vecino, pero no hay una resolución
de la transferencia de transporte.
cdlc:
También
es cierto que falló la concepción con la que se amplió
la autopista. Era obvio cuando se hizo la obra que esto iba a ser
un centro de transferencia, y se debió haber pensado en alguna
forma de resolverlo.
PF:
Pero digamos que en los ’90 mandaba la operación económica
de la autopista, bueno, pero después pasaron 15 años...
Quizás se pensó en un centro de transferencia
a escala de la región, como el que ahora se hizo en la ruta
197, pero aun así hay una transferencia local que hay que
resolver. Como municipio se debiera pensar en algunas piezas, algún
techo, en una pieza de infraestructura urbana, no en una
fuente. Los ’90 provocaron eso, desde la lógica del mercado.
Ahora bien, en estos 15 años vino la crisis, y es cierto
que el municipio tuvo un rol de resistencia en ese momento de la
crisis: por ejemplo, el sistema de salud pública de San Isidro,
que es realmente bueno, fue un amortiguador de un montón
de situaciones que excedían al partido. Hay algunas cosas
que a veces en el afán de discutir no se valoran y en las
que me parece que San Isidro trabajó más o menos bien,
la gestión es activa. Creo que hoy estuvo el Presidente en
La Cava en la inauguración de unas viviendas...
cdlc:
No, finalmente no estuvo porque hubo algunas protestas por la
adjudicación de las viviendas y no quisieron exponerlo.
PF:
Bueno, estaba por venir... Lo que digo es que se hacen obras,
como el caso del Hospital Central, hay algunas cuestiones que después
de veintipico de años se concretaron. Pero sería mejor
si se trabajara para superar esa concepción todavía
muy localista del partido, cuando ya hay ciertas situaciones que
lo superan, ciertas decisiones que deben ser un poco más
colectivas. Se hizo con el río en su momento, con aquel Seminario
del ’97 sobre la ribera, pero después el río quedó
como estaba. Pareciera que es una política propia del gobierno
municipal tener siempre atenuada la discusión sobre el río,
como para preservarlo.

cdlc:
O para preservarse de la ira de los vecinos adinerados que viven
sobre la barranca, también...
PF:
Si, pero también tenés situaciones instaladas
de barrios informales sobre el Bajo, ya no son los "cajetillas"
los que mandan. A mi no me gusta esa política, pero al final
ves que algunas cosas se hacen y si comparás con otras situaciones,
como por ejemplo el parque costero de Vicente López, que
la gente puede usar, que es muy atractivo, pero tiene situaciones
mal consolidadas, como esos terribles lomos de burro, al final no
sabes bien que preferís: si los grandes proyectos que definen
de un plumazo una situación o estas cosas que van respetando
cierta lógica propia de los lugares. Sinceramente, no lo
sé.

cdlc:
Hablemos de la obra de AFRa: ¿cómo es que surge la idea
de esas tipologías residenciales, los condominios que han
construido en San Isidro?
PF:
Además de mirar y estudiar a San Isidro, nosotros operamos
en San Isidro y gran parte de la obra que hicimos aquí fueron
conjuntos de vivienda agrupada: ya hemos construido alrededor de
treinta y pico de edificios de pequeña y mediana escala.
Su concepción tiene que ver con una reflexión sobre
cierta manera de vivir propia de aquí, que es la residencia
suburbana. ¿Qué pasa cuando eso lo tenes que transformar
en un modelo cuasi urbano, como es la vivienda agrupada? ¿Cómo
llevas la idea de la casa suburbana a la idea de la vivienda agrupada
suburbana? Lo que hicimos fue reflexionar sobre estos temas del
espacio, el habitar, los usos, el verde, la pileta, esta cosa bien
suburbana. Al reinterpretar esa forma de habitar surgen los modelos
de viviendas agrupadas. Es un pensamiento que fuimos reciclando
y al que después le incorporamos otras cosas. Por ejemplo,
varios edificios que estamos construyendo ahora tomaron el tema
de la inseguridad: la reja, que también es una cuestión
emergente a partir de los ’90, y que reinterpretamos en estos edificios.
Al principio partimos de la tipología, después consideramos
los usos comunes, después el auto y la forma en que incide
en la vivienda. Nosotros hicimos un edificio en Palermo que tiene
cocheras para todos los departamentos. El Código de la Ciudad
no te exige eso, porque vivir en la Capital implica contar con un
sistema de transporte público con el cual en teoría
vos podrías prescindir del auto. En San Isidro, no es así,
vos tenés que tener un auto o mas por unidad de vivienda,
porque por la lógica suburbana dependes del auto,
entonces nuestro edificio es como un edificio sanisidrense puesto
en Palermo. Pero yo creo que está bien, porque la ciudad
no tiene lugares para estacionar, y finalmente casi todos los que
viven en un edificio tienen auto. Ese rasgo es propio de alguien
que vive en el suburbio. Nosotros experimentamos con unas tipologías
que dentro de San Isidro distinguimos como urbanas y suburbanas;
las urbanas son propias de los terrenos como los que encontrás
en La Calabria o en el centro, son lotes de 8,66 metros de frente,
o de 10 o 12 metros, entre medianeras, aptos para4 o 5 pisos. Y
después están los lotes que nosotros llamamos suburbanos,
que son los de las Lomas, los de la zona del Hipódromo, por
lo general lotes atípicos en la ciudad, de 15, 20, 50 metros
de frente, o una manzana entera donde antes había viveros
o studs. En esos casos tienen un tratamiento de viviendas agrupadas
donde todas pisan el suelo, a diferencia de los otros donde las
unidades se apilan. Esa es una forma de entender el loteo, el tejido,
y algo que pasó con eso es que a lo largo de los años
fuimos aportándole a los organismos técnicos municipales
estas realidades que, en un principio, a veces fueron resistidas,
pero también fueron entendidas. Tenemos un buen trato con
los técnicos de la municipalidad, y a veces hasta generaron
cambios en el Código a partir de nuestras tipologías.
Por ejemplo, el proyecto Altos de la Merced, en Beccar, es una tipología
que apila, pero también agrupa, y a la vez no es multifamiliar,
porque tiene esta idea peatonal de que todos tienen su puerta, y
ahí hubo que meter los autos bajo tierra y recuperar a
nivel del suelo un paisaje verde, algo que nos parecía
que estaba bien. En cambio en Onelli, un proyecto que empezamos
ahora en Las Lomas (un barrio considerado más residencial)
el municipio no nos deja enterrar los autos. Ahí tenemos
también un tema que va a traer cola: el proyecto tiene 100
metros de fachada, es una esquina de 50 por 60, que tiene un muro
con una enredadera muy linda, una casona muy grande y unos árboles
muy lindos. Nosotros propusimos dejar ese cerco y entrar al terreno
solo por el mismo lugar donde entran hoy los autos a la casa. Nos
parecia que en un lugar que va a cambiar de una vivienda a 15 viviendas,
donde va a aumentar mucho la densidad, estaba bien rescatar esa
preexistencia del muro con la enredadera para el barrio. Pero resulta
que la gente del barrio tiene una política que desde lo ideológico
yo comparto: "no queremos armar enclaves cerrados, queremos
que todos tengan su puerta", lo cual nos obliga a demoler el
cerco y hacer 15 portones para autos con sus respectivas bajadas
de cordón, con lo cual la calle se queda sin cordón
para estacionar. Y para mí lo que eso genera va a ser algo
peor para el barrio. Eso lo hablamos en la municipalidad y nos dieron
la razón, pero como el Código es así (y el
Código no puede contemplar todas las posibilidades), entonces
tuvimos que respetar la letra del Código. Nosotros íbamos
a gastar mas plata enterrando las cocheras, de esta forma nos sale
mas barato, y aunque queda peor para el barrio, respeta la normativa...
Y bueno, es parte de las leyes del juego, ¿no? Estás todo
el tiempo trabajando así, entre el Código, lo ideológico,
el mercado.

cdlc:
¿Cuál
es el público de estas viviendas agrupadas que proyecta AFRa?
PF:
Hace dos años nos seleccionaron para la Bienal de Lima
con un pequeño conjunto de viviendas en la calle Ezpeleta,
y quedamos en el catálogo como "vivienda social",
aunque en realidad allí viven 6 personas bastante pudientes...
Ahora bien, si yo tuviera que hacer vivienda social de bajo costo,
creo que haría lo mismo. Así se produce algo extraño
pero que para mi está bien, que es el desarmar esta cuestión
de la vivienda para el tipo rico y la vivienda para el tipo de bajos
recursos. No hay mucha distancia, más allá de los
costos específicos de algunos materiales, en la propuesta
de forma de vivir. De hecho, en casi todos estos conjuntos hay un
fuerte componente colectivo, aunque por lo general el tipo de
dinero se resiste a esa cuestión de compartir. Sin embargo,
quizás por la escala de estos proyectos, eso funciona bastante
bien.
cdlc:
Claro,
yo me imagino un público profesional, joven, treintañero,
no necesariamente con familias ya muy constituidas...
PF:
Así lo imaginamos al principio, viviendas para gente
joven, supuestamente moderna (nosotros preferimos decir contemporánea),
con cierto bienestar económico y que apreciaba eso. Pero
los núcleos familiares han ido mutando y con el tiempo nos
pasó que apareció otro público: la persona
que se separó y que necesita rápidamente un lugar
agradable para vivir; un público de más edad que
el que nosotros pensábamos. El tipo que está volviendo
después de una separación, que recibe hijos un fin
de semana de cada dos, que tiene una novia o una pareja que tiene
sus hijos de otro lado, o que viaja por trabajo y al que le sirven
estos lugares que tienen como cierta vida propia: uno se va, cierra
con llave y los propios vecinos cuidan su casa. Son cuestiones que
hasta nos exceden a nosotros. También creo que hay algo propio
de la escala de estas agrupaciones; el día que hagamos un
proyecto masivo, yo no sé cómo lo haríamos.
Esto de "apilar" gente, de compartir; creo que parte de
la arquitectura que hacemos funciona porque tiene un público
"educado", que entiende esto de lo colectivo y lo
respeta. Hay otro público, si se quiere menos culto, para
el que se hacen esas operaciones que exasperan lo propio, esas obras
donde te pintan de un color distinto tus cinco metros... Entonces
tratamos de hacer operaciones proyectuales que permitan que, en
caso de que alguien opere individualmente, el conjunto resista.
Pero también está el proyecto que está acá
a la vuelta, el de la calle Bogotá, que tiene unas pérgolas,
unos balcones propios a los que algunos les pusieron caños,
otros les pusieron tolditos, y la pieza de la pérgolas, que
es colectiva, soporta la variedad, y eso funciona bien. Ahora en
Altos de la Merced estamos viendo que va a pasar, son 50 unidades,
otra escala.

cdlc:
¿Cuál es el rango de los conjuntos anteriores?
PF:
Y, eran conjuntos de 10, 15, 20 unidades; en Altos de la Merced
es más del doble, ya no es un simple edificio sino que es
una extensión de una manzana en un lugar con mucho verde.
Son cuatro tiras con dos piletas centrales. Y el otro día
en una reunión colectiva me impresionaba que, siendo la apuesta
en ese lugar precisamente el paisaje, las viviendas en el verde,
querían prohibir por reglamento hacer picnics, lo
cual era como una paradoja absoluta. Gente que se va a ir a vivir
a un lugar que tiene mucha presencia de verde pero que no quiere
que sus vecinos hagan un picnic. Así que en realidad esa
cultura de nuestros clientes es relativa...
cdlc:
De todas maneras los conjuntos de AFRa se diferencian claramente
de otras cosas que se están haciendo por la zona, que toman
directamente el modelo del barrio cerrado. Eso es lo que yo veo
como meritorio del trabajo de ustedes: hay colegas tuyos que se
presentan como muy contemporáneos pero que no tienen un pensamiento
urbano demasiado distinto a la privatopía del barrio cerrado.
PF:
Esa es una actitud más "segura", nosotros realmente
tomamos un riesgo con las cosas que hacemos. Ahora el riesgo es
un poco menor, porque hay un público que ya consume esta
cuestión y la busca. De hecho estamos trabajando ahora en
unos proyectos en Nordelta y es muy revelador lo que está
pasando, porque nos estamos metiendo en el paradigma de lo establecido
y conservador. San Isidro cumple ahora 300 años y en algún
momento se desarrolló, aun en el contexto de las familias
más tradicionales, con algunas ideas que entonces eran de
vanguardia. Es ridículo que algunos tipos que se sienten
como dueños de la verdad, del patrimonio cultural y el acervo
sanisidrense, son tipos que piensan igual que pensaban otros hace
100 años. Y pensar hoy igual que hace 100 años es
condenarte. Te pasa en las grandes ciudades que tienen un tesoro
patrimonial y su política es: "no lo toquemos, no hagamos
nada nuevo"; finalmente, no pueden resistirlo, porque hay una
dinámica que en las propias ciudades se tiene que dar, donde
lo nuevo genere recursos para lo viejo y además genere las
nuevas ruinas, las ruinas del futuro... Vos vas a Florencia, donde
ya no hay patrimonio de la UNESCO que sostenga determinadas cosas,
pero si vas a París, la ciudad entiende la modernidad y el
patrimonio de otra forma, y vos ves como van autogestionando su
propio soporte. San Isidro todavía tiene esta actitud más
conservadora, que yo también aprendí también
a respetar, porque uno mismo a medida que crece se pone más
conservador, ¿no? Pero creo que hay ciertas acciones que hay que
hacer en procura de generarle un sustento al patrimonio.
Yo me acordaba, y hoy lo miraba como medio emocionado y por eso
lo traje, que había presentado una propuesta para armar el
taller U.SI.NA, Urbanismo - San Isidro - Nueva Arquitectura. Nosotros
entendíamos que el sistema de concursos había derivado
en la realización de concursos caros que nunca se concretaban
y habíamos decidido hacer en cambio una inversión
de nuestros recursos en el estudio para generar pensamientos sobre
todo San Isidro. Y me fijaba la fecha: ¡enero del 2002!, o sea,
en medio del incendio de la crisis argentina. Mirá el nivel
de locura, que por otro lado me parece salvadora... Creo que las
cosas que pensábamos en ese momento estaban bien, había
unas cinco o seis acciones sobre cinco o seis puntos clave que todavía
siguen por definirse. Por ejemplo, el centro de San Isidro, esto
que hablábamos del Unicenter, que absorbió el centro.
cdlc:
Claro, en la nota sobre los 300 años de San Isidro yo
hablo de que antes las fotos de 15 años o de bodas se tomaban
en la Plaza de San Isidro, y hoy en cambio ves a las novias y quinceañeras
en el Unicenter.

PF:
Ese desplazamiento de lo simbólico es increíble.
En ese mismo momento habíamos presentado un proyecto que
ahora estamos tratando de rescatar, el Infodoc San Isidro, una idea
que apuntaba a recuperar el centro. En el centro de San Isidro siguen
estando las instituciones, pero aunque hasta ahora la Municipalidad
todavía no abrió su despacho en Unicenter, creo que
en cualquier momento lo abriría... Entonces, ¿cómo
re-centrar la cuestión pasado el vendaval de los ’90? El
centro de San Isidro tiene el eje del correo, el registro civil,
la policía, la biblioteca, el mástil, la municipalidad,
la catedral, ese eje es imbatible. Son embargo, yo tengo
fotos que voy sacando en el tiempo y ese centro es lo mismo que
el centro de San Martín, de Los Polvorines, se conurbanizó.
La operación de la Panamericana conurbanizó todo.
Yo había propuesto en la torre del andén de la estación,
una torre muy linda de ladrillos, el proyecto Infodoc. Lo que proponía,
e incluso gestioné la posibilidad de que el Ferrocarril se
lo diera al Municipio, era limpiarlo, pintarlo y usarlo como centro
de informaciones del Municipio, aprovechando que hay 15 mil personas
por día que toman o bajan del tren en esa estación.
Se trataba simplemente de poner unos parlantes, unas carteleras,
una música funcional, un piso, unos bancos y un empleado.
Es una operación de nada, yo creo que en remodelar
la rotonda de Márquez y Rolón se gastó más
dinero de lo que yo propuse ahí, y simplemente era recuperar
el valor simbólico de ese lugar y volver a poner la mirada
en el eje que va desde el correo hasta el Tren de la Costa. Eso
estaba acompañado por una normativa gradual y paulatina para
que los nuevos comercios tuvieran que respetar una nueva reglamentación
de cartelería y veredas. Incluso se preveía la
gestión, vos tenías que pasar por la Cámara
de Comercio de San Isidro, seguías pagando el canon de publicidad,
era una propuesta gradual. Bueno, ese no fue un momento oportuno
para presentar esa idea, cuando la crisis obviamente requería
atender otras cuestiones, pero hoy tendría que ser una operación
necesaria: re-centrar San Isidro. Y además, pensar
algunos puntos que todavía siguen irresueltos, como la transferencia
de Márquez y Panamericana y las grandes reservas: el terreno
que era de Obras Sanitarias, el oeste fabril que está absolutamente
vacío de equipamientos, de fábricas e industrias,
el Puerto de San Isidro y la costa en general, la reserva del Hipódromo,
el arsenal de Boulogne y los playones ferroviarios de Villa Adelina
eran en ese momento los puntos desde donde entender San Isidro a
partir de la operación de la Panamericana. Todavía
me dan ganas de concretar ese taller, que tenía una lógica
de recuperar lo patrimonial de San Isidro en un sentido más
amplio. Era como pensar en ese momento en un plan urbano para el
2006 y los 300 años. Ahora leí que vuelve a cambiar
el Código en algunas cosas, un ajuste normativo, y uno ve
siempre en esos ajustes que son parches, son inconvenientes. La
idea de U.SI.NA era una base de pensamiento para la ciudad que para
mi sigue siendo necesaria; en particular seguimos haciendo nuestros
proyectos desde esa mirada.
cdlc:
Bueno, veo que no me equivoqué con tu pertenencia sanisidrense
y con tu reflexión sobre San Isidro, no fue caprichoso buscar
esta anécdota de los 300 años para tener esta charla.
Pero vos no sos solamente un arquitecto de San Isidro, ni la producción
de AFRa se agota en esta ciudad. Hablando de AFRa, me parece interesante
explicar el por qué del nombre, el porqué el estudio
pasó de ser la agrupación de tres individualidades
a ser AFRa.
PF:
Hay una tradición de que los nombres de los estudios
de arquitectura son los nombres de los arquitectos, Si bien nosotros
dirigimos las ideas, solo lo podemos hacer a partir de que hay un
montón de gente trabajando, y nos parecía en un momento
que era muy odioso que esa gente trabajara debajo de nombres "de"...
Además era poco operativo cada vez que teníamos que
hacer un cartel o simplemente nombrarnos o presentarnos. Nos parecía
que era mejor armar un espacio conceptual y que todos fuéramos
parte de eso, y así el nombre derivó de las iniciales
Armendares, Ferreiro, Rey, pero AFRa después pasó
a ser una especie de marca. De hecho, Claudio Rey, uno de los socios
originales, no está más en el estudio porque ya no
está haciendo arquitectura, y se sumó Joaquín
Leunda como socio, y se van a sumar otros que están trabajando
en el estudio con distintos niveles de asociaciones. Otro cambio
que tuvimos hace un tiempo: antes el nombre era AFRa sobre un cuadrado
negro en los carteles y hace un tiempo que el cuadrado es como una
foto aérea de Buenos Aires. Conceptualmente, el cuadrado
pasó a ser como la matriz cultural desde donde pensamos y
el logo de AFRa es como la foto aérea de Buenos Aires, y
desde ese lugar uno va abriendo el zoom.

cdlc:
¿En
que otros lugares están trabajando, más allá
de San Isidro?
PF:
Ahora te cuento, pero antes, para cerrar la reflexión
sobre San Isidro: después de estos 300 años, de los
’90, ¿qué hay ahora? Para mí, hay una reflexión
que ya es regional y que incorpora otras lógicas. Como por
ejemplo, el río Reconquista, que está dentro de la
región y que afecta a toda el área por el desborde
sobre el río y por lo que implican los bordes. Todo el tema
de la infraestructura y el equipamiento es lo próximo que
debiera pensar el municipio, así como la región, en
término ya no de ingenierías sino de paisajes posibles
dentro de la región. El municipio está elaborando
las cuestiones infraestructurales, pero sería bueno poder
entenderlas no como enclaves cerrados de la ingeniería sino
como paisajes públicos. Ojalá pudiera hacerse, y me
parece que es un tema que involucra a toda la región.
cdlc:
Por
ejemplo, yo no sé si la obra se va a hacer así al
final, pero en el desagüe que involucra al arroyo Alto Perú,
sobre la calle Lynch, hubiera sido bueno mantener el arroyo a cielo
abierto y tratarlo como paisaje, en lugar de entubarlo.
PF: ¡Entubarlo,
eso es increíble! Pero cuando vos analizás el tema,
todo comienza con las papeleras; cuando empieza el conflicto, Leo
Masliah dice: el problema no es correr las papeleras, corran Buenos
Aires que es lo que ensucia al río... Como primera mirada
me pareció genial. En estos trabajos sobre el Riachuelo que
hacemos en la facultad, uno de los proyectos que hicimos era un
parque infraestructural de saneamiento del Riachuelo, de tipo simbólico
sobre el recurso. Hace poco vinieron unos arquitectos paulistas,
en el marco del Taller Sudamérica, y mostraron que ellos
en el Tietê (que es como el Riachuelo en San Pablo), están
haciendo exactamente lo mismo. No solo eso sino que te cuentan que
el Tietê, que está muy cerca del Atlántico,
no tiene salida en el Atlántico sino que drena hacia el Paraná
y entonces lo que transporta ese río termina acá en
Buenos Aires... Cuando vos te pones a ver el problema de las papeleras
y lo miras en serio, no tenes mas remedio que mirar de San Pablo
para abajo. San Isidro está en medio de esa lógica
y hay temas, como la llegada de estos ríos, que hay que resolver
desde una mirada que excede a San Isidro. Por eso uno tiene temor
de que con esta lógica todavía tan localista se pierda
la oportunidad de que una cosa como puede ser un paisaje público,
hermoso, termine siendo un entubado como la Juan B. Justo. De hecho,
nosotros hacíamos un ejercicio en la facultad que era: ¿y
si entubamos el Riachuelo? ¿Por qué no? Si entubaron el Maldonado,
entubemos el Riachuelo, a ver qué pasa... Sería un
disparate, ¿no?
Bueno, eso era
lo último que quería comentar de San Isidro. Ahora,
¿qué otra cosa estamos haciendo nosotros? El estudio específicamente
está haciendo también este cambio de zoom sobre
su propia producción, tratando de reforzar cierta evolución
que nosotros tuvimos sobre la forma de proyectar a partir de estos
10, 15 años, durante los cuales construimos bastante. Yo
siempre cuento que nosotros nos formamos en la facultad de la arquitectura
de partido, como una noción conceptual que estaba muy
desligada de la construcción. A partir de empezar a construir,
encontramos que el proyecto ideado a partir de lo constructivo era
un mundo que desconocíamos y nuestros proyectos fueron mutando
hacia ese lugar. Por eso nos vinculamos a cierta arquitectura que
tiene que ver con eso, como la arquitectura paulista, hacia ejemplos
de la arquitectura que no intentan esconder la estructura, sino
que la usan como elemento proyectual. Y entendiendo eso, nuestros
proyectos fueron para ese lado. Por otro lado, el cambio fue pasar
de hacer las operaciones que todos hicimos en nuestros inicios,
de pequeños proyectos, a una escala más grande y a
tratar de entender cómo insertarse para acceder a esa lógica.
Una posibilidad es la lógica de los concursos, que sigue
siendo precaria en nuestra cultura, pero que sin embargo nos acaba
de permitir terminar una obra que para nosotros es la más
importante que hicimos (por lo simbólico y por otros conceptos),
que es el mansoleo para Perón y Evita que se inaugura ahora
en San Vicente, y que para nosotros cierra un ciclo nuestro en particular.
Y en paralelo a ese cambio de escala estamos como en el proyecto
de una escala más grande, los enclaves de piezas de escala
urbana. Tenemos un proyecto importante sobre la Panamericana que
está gestionándose, o esto de Nordelta, y algunos
proyectos de ordenamiento urbano o territorial en temas de barrios
cerrados. Son cuestiones interesantes y a veces no nos va muy bien,
precisamente por proponer algunas cuestiones que van en contra de
la lógica propia del barrio cerrado, del alambrado y el club
house bonito. Pero bueno, es parte del mismo riesgo que tomamos
a otra escala y que ahora estamos tratando de lograr instalar en
estas cuestiones. Y así como te decía que al principio
nos peleábamos con los municipios y ahora nos sabemos poner
mucho más del mismo lado del mostrador que ellos, de todas
maneras seguimos siendo críticos permanentes, pero en el
buen sentido. Acá la crítica siempre se entiende como
pelea, y en cambio nosotros somos muy positivos. Siempre al principio
hay unas fricciones, pero es bueno convivir con eso, ¿no? Y lo otro
que hicimos fue entender las escalas que íbamos a trabajar;
ya consolidamos esta escala más local de los emprendimientos
de las viviendas agrupadas, ahora estamos tratando de entender la
lógica de los grandes proyectos y abrimos unos canales hacia
el interior. Estamos realizando proyectos en el interior, que es
un lugar donde hay mucho para hacer y que ahora cuenta con muchos
recursos; estamos trabajando en Puerto Madryn, en Pehuajó,
en el interior de la Provincia de Buenos Aires.
cdlc:
¿Siempre con proyectos de vivienda?
PF:
En realidad trabajamos como una especie de viajantes de comercio,
salimos en dos o tres direcciones al interior, llegamos a los lugares,
vimos lo que había, y lo primero que ofrecimos es lo que
tenemos muy estudiado, que son estas operaciones.
cdlc:
¿Con
quién hablan, con los municipios?
PF:
No, en principio nuestra entrada fue desde el lado privado,
después llegamos a las instituciones. En Rafaela estamos
trabajando con un proyecto de vivienda agrupada, pero con la intención
de trabajar sobre una parrilla ferroviaria abandonada que es un
lugar fantástico para hacer una propuesta. También
estamos reciclando un equipamiento, uno de esos galpones ladrilleros
al costado de las vías, con un complejo de estudios vivienda.
En el campo hay mucha actividad económica y hay mucho profesional
que se tiene que ir a vivir al campo y que vive como paria, donde
puede, y trabaja como puede. Por eso estamos proponiendo en ese
caso concreto unos módulos habitacionales del tipo viviendas
- estudio, y estas propuestas son muy bienvenidas.
cdlc:
En
muchas ciudades del interior se están haciendo unos bodrios
increíbles, barrios cerrados en lugares donde nada los justifica.
Si llega la mierda de lo metropolitano (la "grasa de las capitales",
diría García), es bueno que también llegue
algo distinto, ¿no?
PF:
Es el traslado de un modelo que ya no cierra acá, pero
como está valuado en Buenos Aires se instala ahí,
es impresionante. Pero creo que en el interior están las
mejores oportunidades en cuanto a programas de arquitectura. Acá
todos hacemos vivienda, y vivienda, y no hay mucho más, quizás
algo de comercio. En el interior hay necesidad de equipamiento agropecuario
y de todo tipo, entonces cuando vos vas a una facultad del interior
a dar clases a un seminario y ves que todos se quieren venir a Buenos
Aires, vos decís "vayan un rato, pero vuelvan"...,
me parece que por el contrario, esos son los lugares donde hay que
estar ahora. He estado hace un par de años en Puerto Madryn
y son evidentes estas cosas que te digo; por eso tenemos muchas
ganas de poder consolidar esa tendencia. También estamos
con un par de proyectos en Brasil, también proyectos privados;
esa fue nuestra entrada a la profesión, pero tratamos desde
ahí de acceder a las otras escalas, y todo es muy interesante,
realmente estamos contentos.
Todo esto también
se relaciona con lo que está proponiendo café
de las ciudades, cuando logra abrir la mirada del arquitecto
a la ciudad. La arquitectura como nos la enseñaron, casi
como un objeto de diseño autónomo, se vuelve muy
aburrida si la pensas así.

cdlc:
Cuando hablabas por ejemplo de los barrios cerrados, esta idea
de la arquitectura moderna en los barrios cerrados, cuando no se
sabe muy bien si el barrio cerrado es una concepción pre-moderna,
o más bien hiper-moderna, y esa arquitectura se encuentra
con las casitas de chocolate, de Heidy, o las discusiones sobre
el edificio tardo-borbónico de Constantini en Palermo Chico,
toda esa mezcla acrítica me recuerda aquello que pasaba en
arquitectura en la Francia del siglo XVII, esa "querella de
los antiguos y los modernos"...
PF:
La de la casita de Heidy era una problemática de los
arquitectos más en los ’90, yo creo que ahora lo que pasó
es que todos estos barrios se desarrollaron de los ’90 en adelante
y quienes están operando ahí son las camadas de la
democracia en la facultad. Estudios como el nuestro están
entre los más "viejitos" de esos, pero ya hay chicos
de 30 a 40 operando y me parece que la concepción contemporánea
ya está más validada. De todas maneras están
puestas dentro de un sistema decimonónico de vivir.
Ahora bien,
nosotros estamos intentando en lo posible no hacer casas, no porque
no nos parezca un tema genial, sino porque la energía que
te demanda durante un año es la misma que te demanda un proyecto
de mayor escala. La cuestión, de todos modos, ya no pasa
por el estilo de casas sino por las decisiones sobre cómo
tomar el lugar. Por ejemplo, las casas con patio funcionan muy
bien para los ventarrones que hay en Nordelta y en esos lugares
periféricos, pero no entran en la lógica de la gente,
que todavía quiere la casa con el jardín. No importa
tanto el estilo sino una cuestión más tipológica.
Y nosotros estamos pensando en forma diferente a lo acostumbrado
en ese lugar y también cuesta, pero sin embargo pudimos hacer
un par de obras interesantes. Lo que no me cierra en absoluto es
el modelo, recién ahora en esos barrios se está haciendo
equipamiento comercial...
cdlc:
No
quiero hacer un psicoanálisis berreta de tus decisiones,
pero el hecho de que te vayas a vivir a Palermo también parece
reivindicatorio de otra actitud urbana...

PF:
¡Sí, pero mi socio vive en Nordelta! Entonces, como unidad
somos casi esquizofrénicos, ¿no? Pero nos fuimos los dos
de San Isidro, nos fuimos uno a cada punta de la metrópolis.
Y él es el modelo de un tipo de tiene 4 hijos en un país
que no ofrece muchas garantías a una familia a la que le
gustaría que sus hijos crezcan en la calle, pero que lo ve
realmente difícil, y yo expreso la otra cuestión y
también hay que entenderla. En la medida en que lo entendés,
cuando operás en esos lugares podes aportar algo. Y lo que
nos está pasando, por lo menos en Nordelta, donde estamos
trabajando, es que ellos mismos entienden que hay que hacer algo
con el aislamiento, porque en un punto no les termina de verificar.
Lo que uno ya tenía muy claro en los ’90, los emprendedores
lo tienen más claro con la experiencia de lo que pasó.
Por eso me interesa pensar desde la ciudad, y no de la ciudad como
una cosa folklórica sino como una manera más contemporánea
de entender los problemas, en vez de no verlos y tratar de imponerle
realidades distintas, casi de laboratorio (y que muchas veces saltan,
rechazadas), un pensamiento contemporáneo de entender los
problemas, de embarrarse y ver cómo operás desde ahí.
A mi eso me parece muy fascinante. Incluso en los proyectos que
estamos haciendo desde la arquitectura la solución, por lo
general, viene desde este entendimiento. Cuando yo te comentaba
al principio de la entrevista esta cuestión de las rejas,
en el proyecto que hicimos en Palermo y en un par de proyectos para
San Isidro, las posibilidades son: o aceptamos que hay un problema
que es la inseguridad, o nos hacemos los zonzos y no ponemos rejas,
y después las rejas te las pone la realidad, o tomemos la
reja como tema proyectual y veamos que hacemos. Y así surgen
cosas interesantes, esa es un poco la lógica que estamos
tratando de entender desde nuestro trabajo. En otra escala pasa
algo similar con los proyectos para el Riachuelo, que tiene otra
dimensión pero en el que aplicamos la misma mirada.
Entrevista:
MC

Sobre
San Isidro, ver la historia
personal y desordenada de los 300 años de la ciudad
y, sobre su arquitectura, el comentario de Y
América, ¿Qué?, de Claudio Caveri.
Otras
entrevistas a arquitectos argentinos contemporáneos, a los
estudios Vila-Sebastián-Vila
y Becker-Ferrari,
en los números 6 y 11, respectivamente, de café
de las ciudades.
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