
La tercera revolución urbana moderna -que se inicia con la nueva
fase de modernización de las sociedades occidentales- suscita
cambios profundos en las formas de pensar, construir y gestionar
las ciudades. La evolución de las necesidades, de las formas
de pensar y actuar, de los vínculos sociales, el desarrollo
de nuevas ciencias y tecnologías y el cambio de naturaleza y
escala de los desafíos colectivos dan lugar poco a poco a un
nuevo urbanismo que denominaremos neo urbanismo para distinguirlo
del paleourbanismo de la primera revolución
urbana moderna y del urbanismo, concepto que se inventa con
motivo de la segunda revolución moderna.
Las categorías que antes intervenían en la idea de ciudad deben revisarse
para actualizarlas o debatirlas. ¿Qué ha pasado hoy con la noción
de límite y cómo se conciben los espacios cuando la distinción
entre ciudad y campo, entre público y privado, entre interior
y exterior se difumina? ¿Qué ocurre con las nociones de distancia,
continuidad, densidad, diversidad, hibridez,
cuando las velocidades de desplazamiento de bienes, informaciones
y personas aumentan de forma considerable?
¿Qué sucede con los equipamientos colectivos y los servicios
urbanos en una sociedad con costumbres y necesidades cada vez
más variadas e individualizadas? ¿Cómo decidir y actuar por
el bien de la colectividad en una sociedad cambiante y diversificada?
¿Cómo idear y hacer ciudades que funcionen, atractivas y justas
en el contexto de la sociedad hipertexto y del capitalismo cognitivo?
Vamos a intentar responder a estas preguntas identificando los principales
desafíos y pensando las maneras con las que un nuevo urbanismo
podría hacerles frente.
1. Elaborar y
dirigir proyectos en un contexto incierto
De la planificación urbana a la gestión estratégica urbana (1)
El urbanismo moderno definía un programa a largo plazo para la ciudad
y establecía los principios de su organización espacial (en
forma de planes directores, por ejemplo); después deducía los
planes de urbanismo para que la realidad futura encajara en
el marco predefinido. Los planes y esquemas estaban destinados
a controlar el futuro, a reducir la incertidumbre, a realizar
un proyecto de conjunto.
El neo urbanismo se apoya en una gestión más reflexiva, adaptada
a una sociedad compleja y a un futuro incierto. Elabora múltiples
proyectos de naturaleza variada, intenta que sean coherentes,
diseña una gestión estratégica para su puesta en marcha conjunta
y tiene en cuenta en la práctica los acontecimientos que
se producen, la evolución prevista, los cambios que se avecinan, revisando, si es necesario, los objetivos definidos
o los medios dispuestos en un principio para su realización.
Se convierte en una gestión estratégica urbana que integra la
creciente dificultad de reducir la incertidumbre y el azar en
una sociedad abierta, democrática y marcada por la aceleración
de la nueva economía. A base de tanteo, articula el corto y el largo plazo, la gran
y la pequeña escala, los intereses generales y los particulares. Es al
mismo tiempo estratégico, pragmático y oportunista.
La
noción moderna de proyecto forma parte del núcleo de este urbanismo.
Pero el
proyecto
ya no es sólo un designio acompañado de un diseño. Es una herramienta
cuya elaboración, expresión, desarrollo y ejecución muestran
las posibilidades y limitaciones que imponen la sociedad, los
actores enfrentados, los lugares, las circunstancias y los acontecimientos.
El proyecto es al mismo tiempo analizador y herramienta de negociación.
El
neourbanismo revoluciona la antigua
cronología que encadenaba el diagnóstico, la identificación
de las necesidades y la elaboración final de un plan, la programación,
el proyecto, la realización y la gestión. El neourbanismo
sustituye esta linealidad por una gestión heurística (2),
iterativa (3),
incremental (4)
y recurrente (5)
es decir, por actos que sirven al mismo tiempo para elaborar
y probar hipótesis, con realizaciones parciales y medidas a
largo plazo que modifican el proyecto y la retroalimentación
(6),
tras las evaluaciones y que se traducen en la redefinición de
los elementos estratégicos.
La
gestión estratégica urbana no es pues un urbanismo descafeinado
con ideas sin valor; es lo contrario de las tesis espontaneístas,
de los postulados del caos creativo y de las ideologías simplistas
«mercado a ultranza». Por el contrario, trata de aprovechar
de forma positiva todo tipo de acontecimiento y evolución relacionado
con sus objetivos estratégicos.
2. Dar prioridad a los objetivos frente a los medios
De
reglas de la exigencia a las reglas del resultado
El
urbanismo moderno se aseguraba los medios de realización de
los proyectos mediante
reglas simples, imperativas y estables: zonificación, funciones,
densidades, alturas, etc. Las reglas eran exigentes, es decir,
fijaban al mismo tiempo los objetivos y la forma de conseguirlos.
El
neo urbanismo da prioridad a los objetivos y los logros y estimula
a los actores públicos y privados a encontrar la forma más eficaz
de cumplir estos objetivos para la colectividad y para el conjunto
de los participantes. Para ello son necesarios nuevos tipos
de formulación de los proyectos y de las reglamentaciones. Hay
que encontrar los medios para calificar y cuantificar las características
deseables de un lugar, su entorno, ambiente, accesibilidad,
los equipamientos colectivos y servicios urbanos con los que
cuenta. Esta complejidad de las normas se hace necesaria por
la diversidad creciente de territorios y costumbres urbanas,
por el aumento de las exigencias de calidad, por la mayor dificultad
de aplicar decisiones igualitarias y la necesidad de sustituirlas
por enfoques más sutiles, menos estereotipados, basados en el
principio
de equidad. Los planes de urbanismo llamados «cualitativos»
se enmarcan en esta nueva perspectiva de reglas que dan prioridad
al proyecto sobre los medios, incluso desde el punto de vista arquitectónico
y paisajístico.
Este
urbanismo de resultados debe establecer normas que faciliten
y limiten a un tiempo. Para ello se requieren competencias técnicas
y profesionales mucho más elaboradas. No se necesitan tan sólo
nuevas capacidades para definir proyectos de forma más esencial
y estratégica, sino que hacen falta conocimientos y herramientas
para integrar ideas, evaluar propuestas y juzgar si son conformes
a los objetivos previstos, además de su beneficio para la colectividad,
identificando y calculando sus posibles consecuencias. Este
urbanismo es también más creativo, ya que reúne talentos e ideas
diferentes, en particular los de los actores que intervienen
en las operaciones urbanas.
3. Integrar los
nuevos modelos de resultado
De la especialización espacial a la complejidad de la ciudad de redes
El urbanismo moderno, muy marcado por el pensamiento tayloriano y fordiano, buscaba resultados
en las economías de escala y en la simplificación y repetición de las funciones urbanas
a las que destinaba espacios concretos. La zonificación y las
grandes urbanizaciones muestran muy bien esta idea.
El neourbanismo integra modelos nuevos
de productividad y de gestión, aportaciones
de las ciencias de la organización, las tecnologías de la información y la comunicación; no
intenta simplificar realidades complicadas, sino que se esfuerza
por conjugar territorios y situaciones complejos. Los resultados
e incluso su duración se obtienen más bien por la variedad,
la flexibilidad y la capacidad de reacción.
Las soluciones únicas y monofuncionales, endebles y poco adaptables
dejan paso a respuestas multifuncionales
y redundantes, capaces de enfrentarse a los cambios, a la variedad
de circunstancias, a las disfunciones y las crisis. Los resultados
urbanos se basan más en la puesta en común y
la coordinación de potenciales localizados que en la masificación.
Las economías de priman sobre las economías de escala.
Esto debe traducirse en una mayor diversidad funcional de las zonas
urbanas, en una multicentralidad,
en la polivalencia de una parte de los equipos y servicios y en el refuerzo de los transportes y de las diversas redes que, más
que nunca, garantizan la eficacia
de conjunto de los sistemas urbanos metapolitanos.
Los puntos de conexión entre las diferentes redes asumen una
importancia creciente y hacen de la intermodalidad en los
transportes un envite fundamental para las dinámicas urbanas.
Las limitaciones permanentes y no circunstanciales impuestas por
el ahorro de recursos no renovables, la conservación del patrimonio
natural y cultural y la lucha contra el efecto invernadero son
otros aspectos que modifican los cálculos económicos y las decisiones
urbanas y que, probablemente, influirán en los modelos urbanos
favoreciendo los cambios de uso, la reutilización intensiva
de las zonas ya urbanizadas y un mayor control del uso del suelo.
Los profesionales del urbanismo tendrán que introducir en su actividad
estos nuevos modelos de resultados y aprovechar las posibilidades
que ofrecen las TIC. Las bases de datos urbanas y los modelos
de simulación y visualización en tres dimensiones presentan
grandes progresos que retroactúan
sobre el contenido de los propios proyectos. El avance de la
ciencia y de la técnica en los diversos campos del urbanismo
hará igualmente necesaria la renovación de los conocimientos
profesionales y de los dispositivos pluridisciplinares
permanentes (servicios técnicos locales, gerencias de urbanismo,
organismos de ordenación y gabinetes técnicos multidisciplinares).
El reto consiste en garantizar al mismo tiempo la continuidad
y la capitalización de experiencias y conocimientos y la realización
de proyectos que permitan reunir a expertos de alto nivel.
4. Adaptar las ciudades
a las diferentes necesidades
De los equipamientos colectivos a equipamientos y servicios individualizados
El urbanismo moderno daba preferencia a las soluciones permanentes,
colectivas y homogéneas para responder a las necesidades y demandas
de vivienda, urbanización, transporte, ocio y comercio. La repetición
del servicio permitía amortizar equipamientos costosos: el mismo
servicio para todo el mundo y generalmente al mismo tiempo.
El neourbanismo y los servicios públicos
urbanos actuales deben tener en cuenta el proceso de individualización
que marca la evolución de nuestras sociedades. La diversificación
de situaciones y necesidades hace necesaria una mayor variedad
y una personalización de las soluciones. Esta evolución no es
nueva: los baños públicos se han transformado en baño familiar
y hasta individual; el reloj y la campana, que solían ser equipamientos
colectivos, se han convertido en relojes personales; igualmente
el teléfono ha pasado de ser equipamiento colectivo a equipamiento
privado y después, con el teléfono móvil, a equipamiento personal.
Esta personalización de los servicios necesita de redes y sistemas
técnicos más complejos que recurren de forma determinante a
las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
No todos los equipamientos colectivos tradicionales se obsoletos
(universidades, hospitales, estadios, etc.), pero deben integrar
de una forma nueva la noción de servicio individualizado y apoyarse
en las técnicas avanzadas de transporte y telecomunicaciones.
Surgen así nuevos dispositivos complejos como, por ejemplo,
el sistema que asocia -gracias al uso intensivo de y telecomunicaciones-
centros hospitalarios que reúnen
las disciplinas con un alto nivel de especialización, de día, asistencia
a domicilio, cuidados ambulatorios, Samur,
centros de salud y medicina comunitaria. En el ámbito de los
transportes.
se desarrollan «centrales de desplazamiento» que recopilan y ponen
a disposición de los usuarios información en tiempo sobre los
horarios de los transportes colectivos, la disponibilidad de
taxis, de transporte a la demanda, de aparcamientos, el estado
tráfico, tarifas, etc. Estos dispositivos ofrecen nuevas posibilidades
de elección y hacen viables nuevos tipos de servicios adaptados
diferentes situaciones.
5. Concebir los
lugares en función de los nuevos usos sociales
De los espacios simples a los espacios múltiples
El urbanismo moderno desarrolló la ciudad sobre la base de un reparto
dominante que solía atribuir a lo «público» la responsabilidad
de los espacios exteriores, de las grandes infraestructuras
y de los equipamientos colectivos, y a lo privado, las superestructuras.
Los límites y definiciones de lo privado y de lo público variaban
según el país, pero este mismo modelo ha estructurado globalmente
la mayoría de las ciudades occidentales.
El neo urbanismo se enfrenta al fin de este modelo. Un número creciente
de infraestructuras y de equipamientos entremezclan intervenciones
públicas y privadas en diferentes tipos de consorcios, concesiones
y subsidios combinados con servicios. Los estatutos jurídicos
y prácticos de los espacios son cada vez menos homogéneos y
no abarcan ya la distinción entre acceso público y privado,
acceso libre y reservado, interior y exterior, infraestructura
y superestructura, equipamiento y servicio. Las nuevas tecnologías
intervienen en esta recomposición permitiendo, por ejemplo,
separar la producción, el transporte y la distribución del agua,
la electricidad o el teléfono; al trastocar la forma de entender los servicios públicos,
hacen posible la modificación de los derechos y de ahí el cambio
del concepto de infraestructura y su financiación; por último,
con Internet, se crean nuevos tipos de «casi espacios» públicos
«virtuales» que llegan a los hogares y las empresas.
La sociedad hipertexto, que separa los campos de las prácticas sociales,
utiliza las TIC para hacer posible la pertenencia simultánea
a varios tipos de espacio: por ejemplo, el uso de equipos portátiles
permite desarrollar actividades de distinta naturaleza en un
mismo lugar: trabajar en un medio de transporte, comunicarse
desde un lugar público, etc. El neourbanismo
debe intentar ordenar estas posibilidades, concebir espacios
múltiples con n dimensiones sociales y funcionales,
hiperespacios que combinen lo real
y lo virtual, propicios tanto a la intimidad como a la socialización.
Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación imprimen
a las ciudades el sello de sus estructuras y en particular la
distinción entre hardware y software.
El hecho de tener en cuenta las costumbres sociales lleva a los diseñadores
a incluir progresivamente la responsabilidad de explotación
y de gestión de los espacios y de los equipamientos urbanos.
Esto conduce a la redefinición del ejercicio y los de la profesión
de urbanista, puesto que éste debe incorporar las exigencias
de la gestión futura de los espacios que ha a crear.
6. Actuar en una sociedad
muy diferenciada
Del interés general sustancial al interés general procedimental
(7)
El urbanismo moderno se edificó sobre los conceptos sustanciales
de interés general o interés común. Hay que entender ello que
las decisiones públicas, los planes, con sus y prohibiciones,
las realizaciones públicas, las excepciones derecho de usar
libremente la propiedad (servidumbres), las expropiaciones y los impuestos estaban
legitimados por intereses colectivos que se consideraban superiores
a los intereses duales.
La sociedad hipertexto, compuesta de multipertenencias,
movilidades y territorios sociales e individuales de geometría
confronta al neourbanismo a una trama compleja de intereses. retos que
resulta cada vez más difícil de concretar en intereses colectivos
estables aceptados por todos. Los representantes locales, el Estado, los urbanistas y los expertos de todo tipo tienen menos capacidad
para fundamentar sus actuaciones y propuestas en un interés
general o común objetivo
y único. Además, desarrollo de ciencia y técnica muestra complicaciones
inextricables donde, en otro tiempo, tan sólo había problemas
que resolver: la experiencia en la que se basaba la decisión calificada de interés
general se ha sustituido por la controversia entre expertos;
ahora, quienes toman las decisiones se enfrentan al espinoso
principio de precaución. Una decisión no puede considerarse
ya como de interés general o común tan sólo por el hecho de
su sustancia objetiva. Es la forma, el «procedimiento» según
el cual ha sido elaborada y finalmente
coproducida por los actores implicados, lo que le confiere in
fine su carácter de interés general. Las divergencias y
conflictos no se resuelven apenas por las mayorías, ya que éstas
son cada vez más circunstanciales, sino por compromisos que
permiten tratar muchas situaciones colectivas.
Los procedimientos de identificación y formulación de los problemas
y de negociación de sus condiciones adquieren una importancia
creciente y decisiva. La participación -en formas diversas-
de los habitantes, usuarios, vecinos y de todos los actores
implicados en este proceso es esencial. Ya no se trata tan sólo
de debatir entre opciones diferentes, de mejorar las soluciones
propuestas, sino de coproducir el marco de referencia y la formulación
misma de los desafíos.
Estas gestiones procedimentales modifican la naturaleza de la intervención
de los expertos y profesionales, y en concreto del trabajo del
urbanista. Éstos deben inscribir su intervención en procesos a largo plazo, que a veces encajan mal con la lógica del
mercado y los cambios políticos locales. Además, cada vez les
resulta más difícil adaptar su intervención al interés general,
y deben poner sus conocimientos al servicio de diversos grupos
y actores, lo que plantea de una forma nueva las cuestiones
de ética y deontología en este campo profesional.
El neourbanismo fomenta la negociación
y el compromiso frente a la aplicación de la regla mayoritaria,
el contrato frente a la ley, la solución
ad hoc frente a la norma.
7. Readaptar la misión de los poderes
públicos
De la administración a la regulación
Los poderes públicos administraban el urbanismo moderno, es decir, garantizaban la aplicación de las leyes,
planes y reglamentos, las misiones de interés general y el funcionamiento
de los servicios en el ámbito urbano. Esta «administración»
era coherente con un urbanismo que prohibía y controlaba tanto
como proyectaba, que aplicaba principios y soluciones y tenía
una tendencia estructural a negar las especificidades de cada
ciudad, lugar, cultura o reducirlas a un simple decorado.
El neourbanismo intenta resolver
los problemas caso por caso y elaborar soluciones adaptadas
a cada situación. La experiencia y conocimientos acumulados
y la técnica no se utilizan para aplicar soluciones repetitivas,
sino para aumentar sus posibilidades de adaptación a contextos
particulares, cambiantes e inciertos. Actúa en el seno de un sistema complejo de actores
cuyas lógicas son diferentes y funcionan en un medio cada vez
más abierto. Para ello hay que diseñar marcos comunes de actuación
y reglas del juego que no se opongan a las ideas de los
actores sino que las concilien, utilizándolas en beneficio de sus
propios proyectos, produciendo sinergias (8)y arbitrando cuando las situaciones parezcan inextricables y las
autorregulaciones fallen.
El neo urbanismo da prioridad a la regulación sobre la administración.
Los poderes públicos intentan garantizar el funcionamiento «regular» de los sistemas
de actores urbanos; actúan para limitar los problemas de funcionamiento
y las incoherencias.
Impulsan la gestión procedimental de interés general. En la
medida de lo posible hacen hacer en lugar de hacer, para aprovechar
los conocimientos y la experiencia de los especialistas. Pero
también controlan, evalúan, corrigen, compensan y en ocasiones,
sancionan. Para ello hacen falta competencias técnicas, sistemas
de inspección y bases de datos mucho más elaborados que los
que estaban a disposición de las administraciones, cuya actividad
era repetitiva y estaba mucho más regulada. El neo urbanismo
supone, pues, la readaptación de los objetivos y de las personas
que trabajan por cuenta de los poderes públicos.
8. Responder a la
variedad de gustos y demandas
De una arquitectura funcional a un diseño urbano atractivo
El urbanismo moderno se apoyaba en arquitecturas y formas urbanas
que respondían a una ideología funcionalista que se intentaba
generalizar. Puso en práctica conceptos globales -por no llamarlos
totalitarios- sobre la ciudad, y no dudó en algunos casos en
hacer tabla rasa del pasado, pero también desarrolló la noción
típicamente moderna de «patrimonio», conservando ciudades, vestigios,
monumentos para el recuerdo y elementos notables por su valor
artístico.
El neourbanismo, por el contrario, admite
la complejidad y debe proponer una serie de formas y ambientes
arquitectónicos y urbanos a una sociedad my diferenciada en
su composición, sus costumbres y gustos. Enfrentado a una ciudad
cada día más móvil en la que los actores pueden elegir su lugar
en mayor medida, el neo urbanismo debe seducir proponiendo un
tipo de ciudad a la carta que ofrezca distintas combinaciones
de características urbanas. Para ello no duda en utilizar formas
antiguas y estilos vernáculos, así como arquetipos
modernos. Habiendo roto con las ideologías simplificadoras y
totalitarias del progreso, se acomoda a la complejidad de las
ciudades que ha heredado y actúa en ellas. También patrimonializa
cada vez más el edificio existente, transformándolo en museo
e integrándolo en la nueva economía cultural y turística urbana
o bien asignándole nuevos usos. El neourbanismo
intenta por rodas los medios utilizar las dinámicas del mercado
para producir o conservar los valores simbólicos de la ciudad
antigua.
El nuevo urbanismo aprovecha las distintas arquitecturas y las formas
urbanas para crear ciudades diversificadas, ofrecer alternativas
y hacer posibles los cambios a escala
metapolitana. En cierto modo confiere
una importancia renovada a la cuestión de los estilos arquitectónicos
separándolos de las cuestiones de funcionalidad y morfología
urbanas. Pero también inscribe estas opciones estéticas -cuando
afectan a espacios públicos- en procedimientos propios del debate
democrático, modificando el marco de actuación de los creadores
y su relación con lo público y lo político.
9. Promover una
nueva calidad urbana
De las funciones simples al urbanismo multisensorial
El urbanismo moderno desarrolló un funcionalismo bastante elemental,
tanto por el tipo de funciones (trabajar, habitar, divertirse,
abastecerse, desplazarse ... ) como por la forma de llevarlas
a cabo.
El neourbanismo desarrolla una gestión
funcional mucho más sutil, teniendo en cuenta la complejidad
y la variedad de prácticas urbanas e intentando responder a
ellos mediante soluciones multifuncionales. Enfrentado a demandas cada vez más elevadas
y a múltiples formas de competencia entre espacios, intenta
ofrecer en los lugares públicos y espacios exteriores una calidad
equivalente a la de los sitios privados y espacios interiores.
Tiene en cuenta las dimensiones multisensoriales
del espacio y se aplica a trabajar no sólo en lo visible, sino
también en los aspectos sonoros, táctiles y olfativos. El diseño
multisensorial de las permite crear
ambientes distintos y más cómodos para las personas que sufren
minusvalías sensoriales y motrices.
10. Adaptar la democracia
a la tercera revolución urbana
Del gobierno de las ciudades a la gobernancia
El urbanismo moderno necesitaba formas de gobierno firmes, decididas
y que dispusieran de poderes fuertes para ser sólo de imponer
reglas y hacerlas cumplir, sino de impulsar el cambio de forma
voluntaria. Esta autoridad se apoyaba en la intermediación social
de la escuela, la Iglesia y el comercio local; era un tipo de
gobierno de las ciudades protegido de forma más o menos centralizada
según los países.
El neo urbanismo se enfrenta a grupos sociales diversificados, a
individuos multipertenecientes, a
territorios social y espacialmente heterogéneos, a una vida
asociativa prolífica pero a menudo efímera, al declive de la
mediación que ejercían maestros, curas, tenderos de barrio,
porteros, etc. Debe apoyarse en lógicas técnico-económicas privadas
que difieren profundamente de las culturas y de los modos de
actuar públicos. Necesita nuevas formas de pensar y ejecutar
las decisiones públicas que permitan consultar con los habitantes,
usuarios, vecinos, actores y expertos de todo tipo el proceso
de toma de decisiones y vinculados a él.
El gobierno de las ciudades deja paso la gobernancia
urbana, que podemos definir como un sistema de dispositivos
y de modos de actuación que reúne a instituciones y representantes
de la sociedad civil para elaborar y poner en marcha las políticas
y las decisiones públicas.
La gobernancia urbana supone un enriquecimiento
de la democracia representativa por nuevos procedimientos deliberativos
y consultivos. Se hace necesaria una relación más directa con
los ciudadanos y al mismo tiempo formas democráticas de representación
a escala metapolitana, que es la escala
a la que deben tomarse las decisiones urbanas estructurales
y estratégicas. Esta nivelación de la democracia local es uno
de los elementos esenciales del futuro de las ciudades y de
las sociedades occidentales. El riesgo de que la mayor autonomía
de los individuos y la fuerza creciente de la economía de mercado
profundicen las desigualdades sociales actuales o de que aparezcan
otras nuevas es muy alto. Y la democracia de
vecindad sin democracia metapolitana
no basta para que los ciudadanos tomen conciencia de que su
suerte va unida. Por el contrario, el debate democrático sobre
el futuro y la gestión de la metápolis puede contribuir a desarrollar esta solidaridad
reflexiva, necesaria a todos los niveles -del local al global-
y de la que depende el futuro de nuestras sociedades.
En conclusión, para resumir y calificar este inicia su camino, al
menos en el mundo occidental, decir que es:
- un urbanismo de dispositivos: no se trata tanto de diseñar planes
como de establecer dispositivos que los elaboren, los discutan,
los negocien y los hagan avanzar;
- un urbanismo reflexivo: el análisis no precede a la regla y al proyecto, sino que está presente
permanentemente. El conocimiento
y la información se usan antes, durante
y después de la acción. Recíprocamente, el proyecto se convierte plenamente en instrumento de conocimiento y
negociación;
- un urbanismo precavido que da lugar a controversias y que se procura los medios para tener
en cuenta los exigencias del desarrollo sostenible;
- un urbanismo participativo: la concepción y la realización de proyectos son el resultado de la intervención de actores
con ideas distintas y de la combinación ideas;
- un urbanismo flexible, de consenso, de efecto en sintonía con las
dinámicas de la sociedad;
- un urbanismo heterogéneo, compuesto de elementos híbridos, de soluciones
múltiples, de redundancias, de diferencias;
- un urbanismo estilísticamente abierto que, al separar diseño urbano
de las ideologías político-culturales y urbanísticas, deja terreno
para elecciones formales y estéticas:
- un urbanismo multisensorial que enriquece
la urbanidad de un lugar.
Dicho con otras palabras, el neo urbanismo es un plan particularmente
ambicioso que necesita más conocimientos, más experiencias y
más democracia.
FA
(**) François Ascher,
(ver nota sobre el autor en éste número por J.
Borja François Ascher, mucho
más que un sociólogo urbano)